La primera vez que supe de este documental fue porque me lo encontré por azar, en prime time y en el Canal 33 de TVC, un…¡viernes santo! Aparte de lo bizarro aunque a su manera oportuno del criterio de programación, llama la atención que esta película se emitiera fuera de un marco estrictamente de documental musical, sobretodo cuando dicho canal tiene alguno realmente prestigioso y fiable como «Sputnik». Pero precisamente esta descontextualización explica mucho del enorme interés extramusical de Searching for the wrong-eyed Jesus, una obra que, a su exhibición televisiva me remito, sublima y desborda los márgenes de su género.
De hecho, este planteamiento más allá de la mera excusa musical está en el film desde la misma génesis de Searching for the wrong-eyed Jesus, que curiosamente se empezó a gestionar como respuesta a un estimulo sonoro: Andrew Douglas, como reza el texto explicativo antes de los créditos iniciales, recibió como regalo de navidad un CD de Jim White llamado The mysterious tale of how I shouted wrong-eyed Jesus . Tan llena de extrañeza le parecieron esas canciones que quiso saber de qué lugar procedía esa música.
httpv://www.youtube.com/watch?v=4sip9JvgFnQ
Así que el proyecto nace, se desarrolla y concluye como una tentativa de establecer una cartografía de un lugar muy concreto: el Sur de Estados Unidos, aunque mejor sería definirlo como el mito del Sur de Estados Unidos. El Sur del cinturón bíblico, el Sur de Flannery O’Connor, el Sur de Deliverance, el Sur de Faulkner. Así que en realidad, más que un terreno, se está mapeando una atmósfera o como se dice en la película un estado mental. Y es el propio Jim White quien accede a ser el cicerone de esta aventura. Protagonizando esta búsqueda de los motivos que tienen su música como consecuencia, White se sube a un chevvy de 1970 desvencijado, coloca una figura de metro de un Cristo en el maletero e inicia una road-movie fantasmagórica a la que va poniendo voz contando las mil y una anécdotas, las mil y una reflexiones que le sugiere a él este Sur, aunque siempre partiendo de la base que él mismo (nacido en Florida) se reconoce sólo como una imitación de los southerners genuinos.
El paisaje que atraviesa no tiene desperdicio: pantanos (impresionante la imagen de un bus escolar abandonado en medio del kuzu), carreteras perdidas y pueblecillos de menos de media milla cuyos principales lugares de interés son la iglesia, el burdel, el aparcamiento de camiones y la cárcel, como dice el alcalde de uno de ellos. Integradas físicamente en estos paisajes llenos de veneno, sí, pero también de una belleza en descomposición, encontramos canciones que contrapuntean la narración interpretadas por The Handsome family, 16 horsepower, John Dowd, Lee Sexton y hasta reverendos roqueros. Aunque estos no son precisamente el paisanaje más representativo del lugar: es mucho más interesante cuando Jim White se encuentra con no-músicos como convictos, barberos, amas de casa trash (bueno, amas de trailer trash), camareros, mineros, cristianos renacidos, moteros que disparan a una señal de stop en plan simbólico o escritores oscuros como Harry Crews.
httpv://www.youtube.com/watch?v=I_zVtsKSNOc
Del diálogo con todos ellos se pueden extraer las citas que mejor pueden dar respuesta a cómo es ese Sur de leyenda. Respuestas sobre el carácter de sus habitantes: «Entre dolor o nada es preferible el dolor: si algo te duele sabes que estás vivo». Respuestas al fervor religioso: «Para que el bien tenga sentido necesita del mal. En el Sur eso es proporcional. Si hay tanta gente obsesionada en hacer el bien es porque hay la misma cantidad obsesionada con hacer el mal». Y, a modo de conclusión del film, también la explicación de la expresión musical tan peculiar y extraña del Sur, esta vez según un discurso del propi Jim White: «Los que no caben en los límites de la sociedad, tienen dos salidas: hacerse fanático religioso o hacerse criminal. Si no quieres ser ninguna de estas dos cosas, debes encontrar tu propia expresión y convertirte en artista».