Las posibilidades de un texto
Guionista (1). Charlie Kaufman y el sentido de ser guionista hoy en día
Aunque el cine de Spike Jonze posee unas claras señas de identidad, visualmente hablando, sus dos películas, Como ser John Malkovich y Adaptación. El ladrón de orquídeas, pertenecen también, en gran medida, a su guionista, Charlie Kaufman. Algo similar ocurre con el cineasta Michael Gondry, cuyas dos películas más aclamadas, Human Nature (2001) y ¡Olvídate de mí! (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004) parten de sendos guiones de Kaufman. Dos cineastas con personalidad propia pero que, sin embargo, plantean varias cuestiones al respecto en caso de prescindir de Kaufman como guionista.
De estas cuestiones surgen otras tantas en cuanto a la relación entre director y guionista en la siempre confusa y complicada cuestión de la llamada política de autores. Habría que establecer, concretando en el caso de Jonze, cuáles son sus aportaciones y cuáles las de Kaufman, algo que llevaría, posiblemente, a un mar de confusiones e imprecisiones. Pero sí está claro que Kaufman, sobre todo en Adaptación, posee un lugar, si no más preeminente, sí mucho más presencial desde el mismo momento en que decide darle su nombre al protagonista, creando de ese modo una comunicación entre la realidad y la ficción muy interesante.
En las primeras secuencias de Adaptación, vemos a Charlie Kaufman (Nicolas Cage), en un momento del rodaje de Cómo ser John Malkovich, constatando cómo es ignorado por casi todo el mundo. Parece ser que la función del guionista, comenzado el rodaje, se desvanece. Ha creado un material que será manipulado por otras personas. Lo interesante reside en cómo un personaje de ficción con el nombre real del guionista se introduce en el rodaje de una película real dentro de una historia de ficción. Parece como si Kaufman deseara ficcionalizarse para verse con cierta distancia o, por el contrario, ponerse así mismo frente a la acción para reivindicar su propia figura. O bien, ambas cosas, pues esa distancia que a su vez es protagonismo, supone una desnudez completa llevada a cabo por Kaufman.
¿Quiere Kaufman mostrar cómo es ninguneado a pesar de que sus ideas son las que sustentan en gran medida la película que está siendo rodada? ¿Quiere, además, restarle incluso importancia a tal hecho asumiendo que él se encuentra satisfecho son su labor sea cual sea el puesto que se le otorgue?
Pronto se comprueba que Kaufman no busca, de manera directa y cortante, reivindicar la figura del guionista, sino que tan sólo deja caer ese apunte para que sea un elemento más dentro de algo más importante en la película: la persona del guionista.
Guionista (2). Lo complicado de ser guionista cuando se tiene que partir de un material ajeno
Adaptación gira alrededor de la dificultad que encuentra Kaufman para adaptar la novela El ladrón de Orquídeas de Susan Orlean, escritora real a quien interpreta Meryl Streep en la pantalla. La novela, que parte de la experiencia de la escritora al relacionarse con un estrambótico personaje, John Laroche (Chris Cooper) obsesionado por encontrar una orquídea especial que crece salvaje y que posee sustancias alucinógenas que pocos conocen, se convierte en Adaptación en una doble excusa: por un lado es adaptada, puesto que parte de la acción de la película, que corre paralela al propio intento de Kaufman de adaptar la novela, se basa en la relación entre el personaje de Orlean y Laroche; por otro lado, porque sirve para mostrar la mencionada dificultad que encuentra Kaufman, no sólo porque el texto sea complejo de abordar, si no por otras cuestiones, todas ellas de carácter obsesivo y, en muchos casos, sexual.
Kaufman es mostrado como un individuo incapacitado para relacionarse con los demás; al menos, tiene serios problemas para hacerlo. Su carácter nervioso y neurótico, inseguro e inestable, le hace dudar en todo momento de lo que hace. Lee una y otra vez la novela sin encontrar el lugar por donde cogerla. En varios momentos le vemos nerviosamente hablar a su grabadora mientras dicta aquellas ideas que ha tenido y que, después, o antes, han sido parte de lo que hemos visto; por tanto, la ficción, poco a poco, entreteje la propia dinámica de la película pero sin olvidar otros elementos narrativos como es aquello que le ocurre a Kaufman en su vida. Por tanto, la complejidad de Adaptación surge poco a poco. Parece querer decirnos que puesto que es imposible adaptar la novela, la única manera de hacerlo es de una manera caótica, sin una continuidad lineal clara y siempre dando saltos temporales, así como mostrando los mecanismos que han llevado a Kaufman a optar por la fragmentación del texto.
Hay también un respeto hacia el texto literario de base que le hace en todo momento dudar; eso sin olvidar que se siente obsesionado por Susan, llegando incluso a masturbarse ante la imagen de la contraportada. Las obsesiones sexuales de Kaufman le llevan en más de un momento a pasar malos momentos, siempre pensando en las mujeres que se cruzan en su vida desde un punto de vista sexual, muestra de la soledad en la que se ve sumido tras la ruptura que ha sufrido recientemente. Es una persona a la deriva que, además, tiene que hacer frente a un texto casi imposible.
Guionista (3). Dualidad realidad/ficción
Adaptación es una película basada en la dualidad realidad-ficción, donde todo se confunde sin por ello no dejar de ser claro que, en verdad, todo es ficción en el momento en que es manipulado. De alguna manera, enlaza con la película de Michael Winterbottom A Cock and Bull Story (2005), y que parte de la imposibilidad de adaptar la gran novela de Laurence Sterne, Vida y opiniones del caballero Tristan Shandy (1767). En ella vemos momentos del proceso del rodaje donde los actores hacen partícipes a los espectadores de dicha complejidad, para, poco a poco, ir introduciéndose en otros temas relacionados con el mundo del cine. Aunque Winterbottom deja claro que no está adaptando la novela si no mostrando que es imposible hacerlo para, a partir de ahí, realizar un auténtico divertimento donde todo deriva a un cierto caos narrativo donde importa más lo que sucede en sí mismo antes que aquello que ha llevado a que suceda. En cambio, en Adaptación sí es adaptada la novela, si bien, de manera errática y, finalmente, libre cuando los personajes de la novela, Orlean y Laroche, acaban viéndose relacionados con Kaufman y su hermano…
En realidad, Kaufman, al querer saber más sobre Orlean, sobre aquello que ha sucedido entre ella y Laroche tras los sucesos que cierran la novela, le lleva a seguirla e introducirse allí donde no debe. Sobrepasa su función de adaptador de un texto cerrado al buscar más allá del mismo; quizá, Kaufman viene a decir que es mejor quedarse con lo que hay y no querer ir más allá, pues puede ser peligroso. Susan, una mujer casada, sigue relacionándose sexualmente con Laroche, así como consumiendo la droga procedente de la preciada orquídea. Cuando Kaufman lo descubre, y él es descubierto, la vida de Susan se tambalea: el guionista que debe de adaptar su novela puede usar lo que ha visto para enriquecer el texto de partida. Y eso no puede ser…
Guionista (4). El hermano guionista. Otra dualidad
El guión de Adaptación viene firmado por Charlie y Donald Kaufman, sin embargo, éste no existe. En la película vemos como Charlie Kaufman tiene un hermano gemelo, obviamente, también interpretado por Nicolas Cage, quien se llama también Donald. Es decir, Charlie Kaufman se inventa tanto en la vida real como en la ficción, un hermano. Con ello, aumenta, todavía más, el desconcierto. De hecho, en más de un momento en la película se duda de que ese hermano exista y no sea más que un producto de su imaginación, un amigo invisible creado por el guionista con quien poder hablar e intercambiar impresiones, un hermano completamente diferente que, en su diferencia, venga a reafirmar su propia identidad inestable. Sin embargo, cuando se ve a Donald hablando con otros personajes, interactuando junto a Charlie, entonces, se comprende que es real dentro de la ficción (aunque no así en la realidad).
Esta dualidad, además, permite establecer otros aspectos relacionados con el tema del guionista, tanto en cuanto a profesión como a persona. Donald es lo que Charlie no: más seguro, extrovertido, divertido, conversador; mira la vida con otros ojos, menos convulsos. La gente no le rehúye por su comportamiento, algo que sí le sucede a Charlie, a quien todos admiran pero, al mismo tiempo, recelan. Hay una relación amor odio entre ellos, sobre todo por parte de Charlie, que, al final, acaba diluyéndose para acabar hermanados y siguiendo un mismo camino, siendo justo lo que Charlie necesita: encontrar rumbo en su vida. Está claro que la figura de Donald corresponde al otro yo que todos tenemos, esa dualidad, a veces perversa, en otros benéfica, que en ocasiones debemos escuchar para seguir hacia delante, para salir del hoyo en que nos hemos metido. Es posible que el verdadero Charle Kaufman, por algún motivo personal, decidiera crear esa otra presencia para poder sacar hacia delante el guión de Adaptación u otro asunto más íntimo que ignoramos.
Pero al final, es Donald quien paga el descuido y el deseo de saber más de su hermano Charlie, cuando ambos descubran la vida secreta de Susan y Laroche y éstos decidan acabar con su vida para que lo que han visto no transcienda y hunda, sobre todo, la reputación y el matrimonio de Susan. El cuarteto, introducido en los pantanos donde buscan las orquídeas, acaban sumidos en una persecución con tiroteo de por medio que acaba con la vida de Laroche (devorado por los cocodrilos) y de Donald, debido a un disparo del anterior, muriendo en brazos de Charlie. De alguna manera, es una muerte que Charlie necesita: desprenderse de esa otra cara de la moneda que diariamente le recuerda sus defectos para, al morir, hacerle ver sus virtudes.
Guionistas (5). Las dos caras del guionista
A lo largo de Adaptación se establece una auténtica dialéctica entre los dos hermanos en cuanto a la diferente manera de afrontar la labor del guionista. Mientras Charlie desea escribir un guión que no se ciña a la moda imperante, intentando omitir de sus páginas escenas de acción y sexo (algo que, al final, no podrá evitar introducir y no por ello será algo negativo), Donald decide intentar ser guionista escribiendo un thriller, a la sazón que acude a unas clases para aprender a escribir guiones, de las cuales saldrá con una cuartilla con varios puntos imprescindibles para poder escribir un buen guión. Charlie ve en todo ello una estupidez: no cree que se pueda aprender a escribir y duda mucho de que los puntos de los que parte su hermano sean válidos. Sin olvidar que, para él, escribir un thriller es poco menos que rebarjase culturalmente, una manera de sometimiento cultural.
Sin embargo, Donald comenzará a tener más éxito que él en la escritura: su guión avanza rápidamente, llama la atención del agente de Charlie, y, lo que es más importante, se siente feliz. Charlie, mientras tanto, sigue sumido en su oscuridad. Bajo todo esto subyace, obviamente, una cierta mirada (ácida o cínica) ante el mundo actual del cine, donde proyectos más personales suelen darse de bruces contra una realidad comercial que busca otras historias más vendibles. Sin embargo, Kaufman no cae en la tentación de hacer una crítica abusiva de todo esto y se contenta, inteligentemente, con mostrarlo para, después, darle la vuelta y que ambas formas de concebir el guión se aúnen en una sola mostrando la compatibilidad de posturas. Porque, al final, Adaptación es un auténtico thriller combinado con elementos de otros tantos géneros sin que ninguno tome relevancia sobre los demás y, lo que es más importante, desde una postura personal y una visión propia del mundo y del cine.
Las posibilidades de un texto
El lector habrá comprobado, llegado este punto, que todo lo anterior supone un texto caótico y fragmentado. Al igual que Charlie Kaufman a la hora de adaptar la novela de Susan Orlean, yo me he visto en una tesitura parecida al escribir sobre Adaptación; por suerte, no he creado un hermano imaginario que me acompañara en su escritura, no fuera a ser que tomara cuerpo real. Hay películas que exigen varios puntos de vista, incluso cuando se parte de un tema en concreto, en este caso, el del guionista en el cine; a pesar de esta aparente simplificación, se abren diversos caminos, como se ha constatado anteriormente. No he cerrado ninguno, tan sólo expuesto. En ocasiones, es mejor recorrer el camino que terminarlo, sobre todo cuando el final de éste puede llevar a muchas bifurcaciones que nos hagan caer en divagaciones sin sentido.
De todas las enseñazas que para el oficio de guionista (y de escritor en su extensión), que aporta Adaptación, he dejado la mejor para el final:
Charlie, desesperado, acude a una conferencia de Robert McKee (interpretado por el gran Brian Cox). En ella, Charlie interviene al preguntarle que qué puede hacer para salir del atasco creativo en el que se ve, puesto que no encuentra nada interesante de lo que escribir. McKee enfurece. Le grita, le increpa. Le dice que mire a su alrededor, a las personas que están con él; le cuenta historias cotidianas, esas que todos leemos en los periódicos. Y luego le pregunta si en verdad, alrededor suyo, en la vida, no hay nada interesante.
Entonces, Charlie, comprende que para poder escribir, primero, hay que vivir.