Bendita heterodoxia
Los amantes de Taxi Driver (1976) tuvieron que hacer un esfuerzo adaptativo para creer que el musical New York, New York (1977) era también obra de Martin Scorsese, el cineasta nacido en Queens (EE.UU., 1942); Toro salvaje (Raging Bull, 1980) vino a desorientar de nuevo a quienes pretendían encorsetarle, y no digamos la comedia loca Jo, qué noche (After Hours, 1985); cuando dirigió Uno de los nuestros (Goodfellas, 1990) algunos le veían recuperado para el gran cine de autor, pero entonces se descolgó con la excelente e incomprendida El cabo del miedo (Cape Fear, 1991), un inaceptable filme de género; como muestra de que seguía haciendo lo que le daba la gana, a pesar de unos y de otros, dirigió Casino (EE.UU.-Francia, 1995) y Kundun (1997); la épica demostración de fortaleza escenográfica volvió a engañar a los talibanes de la política de los autores en Gangs of New York (EE.UU.-Italia, 2002), que se encuentran otra vez como pollo sin cabeza tras ver Shutter Island (2010). Y es que Scorsese es, bendita heterodoxia, algo tan sencillo y complicado como un magnífico director de cine que logra hacer suyas historias que no lo son: un brillante realizador de guiones cinematográficos. Para algunos es poco. Para mí lo es todo.
Quizá por eso, tampoco parece estar atinándose mucho con el tema principal de esta última maravilla. Sin duda, sobre Shutter Island revolotean el miedo, la locura, la guerra. Y muchos más temas. Pero lo que dota de coherencia a la compleja, rigurosísima y medida estructura del filme es el concepto dual realidad / relato. Cuando el cineasta declara que en su última película «nada es lo que parece», está definiendo el núcleo profundo de la misma. Haciendo uso de herramientas codificadas por el cine clásico, Scorsese nos introduce a través de un barco, al principio del filme, en una realidad que parece incontrovertible. Pero esa historia, que protagoniza el inspector Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio), comienza a verse salpicada por otra narración, existente en la mente del personaje, y relacionada con dos traumas de su pasado: la entrada como soldado en los campos de concentración nazis y la muerte trágica de su mujer. Entremezclados estos dos relatos, el espectador no deja de ver elementos que le producen un poderoso extrañamiento, y que le empujan inevitablemente a trazar su propia interpretación de lo que está viendo, cada vez más rota la evidencia de que lo que observamos es esa realidad antes incontrovertible. Daniels, cuyo relato sobre su propia vida no deja de llegar al espectador en ningún momento con coherencia, se encuentra en una cueva con un personaje que reforzará e impulsará la realidad de ese relato, en una escena clave de la película; pero en otra escena primordial, uno de los médicos del centro psiquiátrico donde el inspector ha acudido para llevar a cabo una investigación, el Dr. Cawley (Ben Kingsley) le da pruebas, aparentemente irrebatibles, de que la realidad de su vida es otra muy distinta; y, de paso, Scorsese nos da a los espectadores evidencias de que existe un relato alternativo a todo lo que conocíamos.
Este gran cineasta de origen italiano nos dice, así, que la realidad es sólo un conjunto de piezas percibidas y sumadas por nosotros. Por eso tiene que hacer un ejercicio de funambulismo absoluto, hasta el mismo final del filme, sumiendo al espectador en un desconcierto total, sin anclajes ciertos: estamos encargados de reconstruir nuestro propio relato de experiencia fílmica. Es en este sentido en el que Shutter Island es una película valiente a rabiar, poderosamente contemporánea, de una madurez narrativa impresionante y, en fin, una de las obras clave, ya, del audiovisual del siglo XXI. Pero eso no es todo.
No es banal que el fascismo se encuentre en el relato soñado / recordado / imaginado por Daniels. Porque lo que ocurrió en los campos de concentración de los nazis se ha convertido hoy, para el hombre contemporáneo, en otro relato. Pero Scorsese nos muestra cadáveres amontonados una y otra vez, y la sangre manando de la sien de un oficial alemán que se ha suicidado: elementos indiscutiblemente tangibles, cruelmente reales, por más que se encuentren inmersos en un relato dentro de otro relato. Scorsese nos enfrenta así a la realidad del exterminio judío y del suicidio nazi, obligándonos a enfrentarnos a la presencia cruda de la muerte. Todo lo contrario que algunos ejercicios blandos y cosméticos (y diría que cobardes y hasta un punto hipócritas), como La ola (Die Welle, Dennis Gansel; Alemania, 2008) o La cinta blanca (Das weisse Band – Eine deutsche Kindergeschichte, Michael Haneke; Austria-Alemania-Francia-Italia, 2009) donde, respectivamente, el fascismo aparece como el resultado corregible de la irresponsabilidad de un profesor, o como la suciedad moral de un pueblo alemán en 1913 que, probablemente, tuviera algo que ver con el origen del nazismo. No, señores, el fascismo no está compuesto de probabilidades ni de pruebas de ensayo / error. El fascismo es —en color— sangre y montañas de cadáveres: por eso incomodan tanto esas imágenes de Shutter Island, porque Scorsese está sustituyendo el relato colectivo por la cruda realidad. Porque su cine no es sólo estética, sino también ética.
Estoy seguro de que cuando vuelva a ver esta película me gustará aún más. Es lo que suele suceder con las obras maduras, valientes y rigurosas.
Una crítica interesantísima. Comparto con usted el gusto y la opinión acerca de la película de Scorsese, pero ¿realmente cree que Das weisse band es un ejercicio blando, cosmético y, lo más grave, equiparable a una cinta tan vergonzosa como Die welle?.
Verá, tal y como yo lo veo, en los últimos tiempos hemos tenido la oportunidad de disfrutar de tres películas que, cada una a su manera y con sus particulares intenciones y formas de abordar el asunto, andan a vueltas alrededor del tema de nazismo: Das weisse band, Shutter Island e Inglorious basterds (todas ellas, en su bendita disparidad, francamente brillantes, al menos para mí). Ninguna de las tres, a mí modo de ver (sí, ni tan siquiera la primera), hacen de este tema su motivo principal, pero yo considero que las tres dicen cosas muy interesantes al respecto. La cinta de Haneke intenta comprenderlo indagando acerca de su origen; Scorsese no sólo nos lo muestra (como su crítica muy bien apunta) en toda su crudeza, sino que, para mí, aporta algo que rara vez se dice acerca de la Segunda Guerra Mundial: la barbarie que implicó tener que parar la barbarie (el travelling lateral -visualmente magistral, narrativamente perfecto, planificado y ejecutado pensando en todo momento en el punto de vista del que mira, inverosímil, descomunal, absolutamente genial- que nos muestra como los soldados aliados ASESINAN a todos los soldados nazis que se rinden al llegar aquellos al campo de concentración -a la barbarie, al horror abosluto- opino que es, de largo, la mejor aportación de su película); y, finalmente, el bendito Quentin nos propone, muy sana e inteligentemente, cómo superarlo, cómo matarlo sin matar a nadie, nos habla -ya iba siendo hora- del fin del nazismo, de «su» fin del nazismo.
Como sea, tres películas, tres formas muy distintas de abordar, de una u otra forma, el tema. Sinceramente, me quedo con las tres.
Hola, Pol:
Gracias por comentar y muchas gracias por las palabras.
Mira, en mi opinión «La cinta blanca» es una película cobarde porque no se atreve a defender lo que quiere defender. Haneke es un director poco valiente. Lo que le gusta es jugar siempre a varias barajas manipulando al espectador. «La cinta blanca» empieza con con una voz en «off» que dice que la historia que se va a contar pudo ser cierta o no; y que «quizá» tuvo algo que ver con lo que «luego pasó en Alemania». Creo que cuando se habla de fascismo no se puede ser tan timorato. El fascismo no es una construcción teórica, no es una idea intangible ni un «motivo narrativo»: millones de personas murieron por su culpa. No se puede hacer un planteamiento tan cobarde hablando de fascismo. Y cinematográficamente manipula porque al principio de la película quiere mantener la duda, pero al final, de nuevo la voz en «off» explica con aparente objetividad lo que ocurrió, uniendo en el discurso los acontecimientos del pueblo con el estallido de la guerra mundial, y estableciendo así implícitamente una relación «causa-efecto» que es perversa porque no sólo no puede ser cierta, sino porque además es profundamente simplista. Por todo ello, creo que la película es cobarde y que si no hubiera intentado ser ideológica sería mucho mejor película. La ideología en cine es un elemento muy delicado que no está al alcance de cualquiera dominar. También estéticamente creo que es blandita. En un imaginario continuum cuyos extremos podrían ser «La lista de Schindler» (peli que cuenta algo durísimo desde una estética cosmética) y «Anticristo» (que cuenta algo cotidiano desde una perspectiva casi insoportable), «La cinta blanca» estaría más cerca de la primera, sin duda: el tipo de fotografia en blanco y negro, muy blandito, así lo evidencia.
Es muy interesante todo tu comentario. Es cierto que el fascismo vuelve a ser tema y es cierto que por algo será. Pero con Tarantino me pasa lo mismo. Soy «fan» de Tarantino. Pero él es brillante en terrenos de pura ficción. «Malditos bastardos» tiene un contexto y unos referentes históricos que hacen inviable un discurso como el de «Kill Bill». Pero es otro director que no está dotado, en mi opinión, para ideologizar su cine. Y hacer un ejercicio frívolo de violencia, al estilo de su cine precedente, que he alabado y defendido… hacer eso para hablar del Holocausto… no me parece admisible. Aparte de que creo que narrativamente tiene mil y una fallas. No estoy en contra de reirme de la guerra ni del asesinato, ni siquiera del Holocausto. «¿Teléfono rojo? ¡Volamos hacia Moscú!» lo hacía de manera inmisericorde, y me parece una obra maestra, pero su discurso ideológico es impecable y de un rigor asombroso. Pero pocos están a la altura para construir algo tan sólido.
Es mi opinión.
Saludos y gracias por comentarios tan sugestivos.
Kike
Hola Kike,
gracias a ti también por responderme. Es un gusto y un placer poder departir sobre cine con las personas que escribís en esta revista, una de las más estimulantes (en términos de verdadero trabajo crítico) y variadas (en términos de opinión) que conozco.
Diría, tras leer tus comentarios y (creo que) entender tus conclusiones, que nuestras diferencias de opinión al respecto de Das waisse band e Inglorious basterds son debidas, principalmente, a que los puntos de vista que adoptamos al acercarnos a ambas películas son bastante diferentes. Lo que quiero decir es que (y esto creo que implica, en parte, estar en cierto modo de acuerdo contigo), si yo entendiera que Haneke y Tarantino buscan realmente con sus películas hablar acerca del nazismo, muy probablemente compartiría tus opiniones. Me explicaré.
En el caso de Das weisse band, yo creo que sí, que puede que dé vueltas sobre el tema del nazismo, pero en ningún caso creo que sea el verdadero centro de la película (independientemente, y de esto no estoy muy informado, de lo que haya dicho la crítica e incluso de lo que haya dicho el propio Haneke). Tuve la suerte de poder ver Das weisse band junto con dos amigos míos en el pasado Festival de San Sebastián y, al salir del Kursaal, dimos un buen paseo y nos dedicamos a discutir largo rato sobre ella (cosa que, para empezar, ya es una buena señal). Nos pasó que nuestras primeras impresiones acerca de la película estaban muy marcadas por el hecho de que asumíamos en todo momento que lo que había pretendido abordar Haneke era justamente el tema del origen del nazismo. Y, sinceramente, no terminábamos de ver la película, no nos acababa de encajar (o al menos, esto es seguro, no a mí). Nos dimos cuenta entonces de que si estábamos partiendo de esa base era porque, desgraciadamente, habíamos leído alguna cosa sobre ella antes de verla y, claro, todo lo que habíamos leído aquí y allá era que «la película indaga acerca de la raíz y los orígenes del nazismo». Error doble, pienso. Error por nuestra parte, al no haber entrado vírgenes en el cine, habiéndonos (des)informado lo menos posible (como debería hacerse siempre, creo yo). Y error también por parte de quién sea que lo escribiera, por afirmar que, a fin de cuentas, “la película va sobre el nazismo”. Yo pienso que, y ahí sí que me encaja toda la película entera, el tema de Das weisse band es la educación, como también ocurre con otras varias películas de Haneke (Caché, para mí, es una de sus mejores películas en este sentido, pues habla tanto acerca de las diferencias de educación entre las generaciones jóvenes y las no tan jóvenes, como acerca de nuestra educación visual como espectadores/consumidores de cine). Es mirándola, pues, en estos términos, que difiero contigo cuando afirmas que las conclusiones de la película son simplistas. Sí creo que lo serían (insisto, estaríamos de acuerdo), si, atacando el tema del origen del nazismo, Haneke se limitar a decir que es un problema de mala educación (sería, no sólo simplista, sino bastante grave por su parte). Sin embargo, hablando acerca de qué pasa cuando en una comunidad se vive en base a ciertos ideales y se educa a los niños de cierta forma, sí encuentro muy acertado apuntar que una de las cosas que pueden pasar es que se acaben criando auténticos monstruos (¿y qué mejor monstruo que un nazi para ejemplificar esto?: esto también lo encuentro acertado). De esta forma, yo entiendo que, hablando sobre la educación como tema más o menos universal, sí nos aporta Haneke realmente cosas interesantes.
Y algo parecido, salvando todas las distancias que haya que salvar, me ocurre con el punto de vista adoptado al acercarme a Inglorious basterds. No creo que sea una película que hable ni pretenda en ningún momento hablar directamente ni sobre el nazismo, ni sobre nada que pertenezca a ninguna realidad que no sea la estrictamente cinematográfica (esto es, como tú mismo muy bien apuntas, la estrictamente ficcional, que es el terreno en el que siempre se ha movido -y dudo mucho que deje de hacerlo algún día- Tarantino). En este sentido, yo opino que Inglorious basterds es una película altamente no narrativa, pues, en realidad, no explica gran cosa, sino que se limita (bendita limitación, por cierto) a moverse continuamente en un terreno pura y estrictamente cinematográfico (pura y estrictamente ficcional en toda la extensión de la palabra): desde lo referencial (como siempre, las referencias al propio universo cinematográfico son inagotables, pues Tarantino no habla acerca la Segunda Guerra Mundial, sino acerca del cine sobre la Segunda Guerra Mundial) hasta lo argumental (un mínimo argumento sí tiene, ¡pero en su mayor parte tiene que ver con lo que ocurre, puede que ocurra o va a ocurrir en el interior de una sala de cine!), desde lo visual (el tremendo arranque de la película, por ejemplo, es bastante elocuente en este aspecto) hasta lo musical (este aspecto ya es casi una marca de fábrica, en el caso de Tarantino). Así, a fin de dejar bien claro que toda conexión que la película tenga con la realidad es la que le acabemos poniendo nosotros mismos, los que miramos, encuentro del todo genial la idea de meter precisamente en el interior de una sala de cine uno de los más estremecedores pedazos de realidad que llevamos aún a cuestas (así, Tarantino utiliza el tema del nazismo como ingrediente, como medio para sus propios fines -en ningún caso ideológicos-, pero nunca como fin en sí mismo) y borrarlo del mapa abrupta y salvajemente volando el cine por los aires. Acerca de Tarantino y su cine, sólo añadiré que, gustándome mucho todas las películas que ha dirigido, creo que con Kill Bill (toda ella, pero especialmente el vol. 2) y esta Inglorious basterds se ha superado a sí mismo. Tengo realmente muchas ganas de seguir viendo todo sus trabajos, pues creo que, rayando siempre a un gran nivel, viene moviéndose desde sus inicios en una progresión claramente ascendente (esta última película suya me ha ayudado mucho a entender esto).
Un saludo, y muchas gracias de nuevo por compartir vuestro tiempo y vuestras ideas con la gente que os leemos.
Hola, Pol.
Te respondo aquí porque sobre tu comentario directamente no me deja.
Es un placer comentar sobre cine con la gente que leeis la revista, tanto cuando estamos de acuerdo como cuando no. Para mí, hecho, si algún sentido tiene hacer esto es por saber que alguien lee y que está dispuesto a discutir.
Hilas muy fino en tus análisis y te lo agradezco, en estos tiempos donde suele tirarse de ideas preconcebidas y trazos gruesos.
Es verdad que la publicidad que se ha hecho de «La cinta blanca» juega en su contra. Pero no es menos cierto que el texto fílmico, tanto al principio como al final, sí establece una relación entre la historia del filme y el nazismo. Y ahí es donde me parece que el filme se «extralimita», Haneke quiere llegar más lejos de lo que puede, y daña el filme. Por lo demás, me parece una peli muy interesante, con cosas notables. Me gusta mucho, por ejemplo, cómo se define el papel secundario y subordinado, pero cómplice, de la mujer; y cómo la única que se «libera» es la que tiene más educación por la clase a la que pertenece. Pero bueno, no nos alarguemos mucho más, que esto iba sobre «Shutter Island» 🙂
Y en cuanto a Tarantino, tanmpoco puedo compartir al 100% que no trate el nazismo. Hay oficiales nazis, se mezclan hechos reales con ficticios, hay crímenes nazis, hay personajes históricos, etc, etc. Esto no puede negarse. Y, por tanto, creo que también se «extralimita» respecto al universo en el que sabe moverse y en el que creo que es un maestro. «Kill Bill» me encanta. Por otra parte, la peli de Tarantino, más allá de consideraciones éticas (que también son finalmente estéticas), creo que (como «La cinta blanca») tiene errores narrativos. A mí, por ejemplo, la escena de la taberna se me hace inmensamente aburrida y, aunque no es este el foro adecuado, tiene su explicación netamente cinematográfica.
Gracias de nuevo por tan enriquecedor debate.
Saludos
Kike
Perfectamente, Kike 🙂
Como dices, nos desviamos, pues la cosa va sobre Scorsese y su Shutter Island.
A las películas que comentas al principio de tu crítica a fin de ilustrar lo bien que le va al maestro haciendo lo que a él más le interesa en cada momento, yo añadiría, de entre las más recientes, No direction home. Le tengo un especial cariño esta película. Primero, porque soy fanático de Bob Dylan. Segundo, porque nos devuelve a uno de los Scorseses más potentes: el musical, el de The last waltz, otro más de esos muchos Scorseses que tú comentas. Y tercero, porque nos da un poderoso argumento más a los que pensamos que este maestro del asunto es capaz de moverse con gran solvencia en prácticamente todos los géneros (algo, considero, que se hace cada vez más raro de encontrar) y que eso está sólo al alcance de unos pocos elegidos (habrá que ver, de entre la generación de los Thomas Anderson, Fincher, Nolan… -todos buenos de verdad y con grandes logros ya en su haber, pero con toda una carrera por delante- quién es capaz de acabar jugando en según qué ligas). Para mí, a Scorsese sólo le falta un western (de hecho, me extraña muchísimo que nunca se haya lanzado a por él). La esperanza, al parecer, es lo último que se pierde 😉
Y acerca de Shutter Island, yo creo que a Scorsese le ha servido, entre otras cosas que ya te encargas de analizar tú muy sobradamente, para volver al cine que él tanto ama, al cine del que se nota que ha mamado desde siempre, al cine con el que se siente más cómodo. Obvias referencias a Hitchcock aparte, a mí (y aquí supongo que cada uno irá a la suya -como debe ser-), Shutter Island me sabe, sobre todo, a dos de los más grandes: me sabe a Michael Powell, al cine entendido como contraste, como diálogo entre planos, escenas y secuencias (los colores de la película, el imposible y genial -vuelvo a él, como no podía ser de otro modo- travelling lateral de la ejecución de los soldados nazis en el campo de concentración); y me sabe también, claro, a Jacques Tourneur, por todo, por todo lo que se ve y por todo lo que no se ve, desde el primer fotograma hasta el último (tremenda, también, la escena de la tormenta, los árboles que caen, el diálogo en el interior del refugio, la realidad que se va desmoronando, el lado oculto de todas las cosas).
En fin, un gozo.
Un saludo, y muchas gracias como siempre.
Hola, Pol.
Vuelvo a responderte aquí, ya que no puedo hacerlo en tu propia respuesta.
Estoy de acuerdo en lo cómodo que se encuenra Scorsese en todos los géneros, y el empobrecimiento que supone encasillarle. No he visto la peli que comentas, todavía tengo algunas lagunas en su fimografía que debo cubrir, sobre todo en la más reciente. ¡No hay tiempo de verlo todo! 🙂
Lamento discrepar de que los nombres que citas (Anderson, Fincher, Nolan) puedan ser mencionados al mismo tiempo que el de Scorsese. De hecho, creo que esos tres cineastas que citas representan del mejor modo posible el encumbramiento artificial de una serie de directores americanos, y con argumentos de una extrema debilidad, en mi opinión. Muy bien dices que el tiempo les pondrá en su lugar, y creo personalmente que ninguno de los tres será recordado.
¡Qué hábil tu visión de Michael Powell en Shutter Island! Me parece un magnífico hallazgo por tu parte, que yo no había visto, pero que es cierto que existe con contundencia: colores, mundos paralelos, aparente ingenuidad con profundo trasfondo, perfiles psicológicos… Un ejemplo del enriquecimiento a que nos llevan estos debates. Cuánto admiro a Powell, por cierto. Para juzgar lo de Tourneur no estoy tan preparado porque, a partes iguales, no soy tan experto en su cine ni me entusiasma tanto.
Gracias de nuevo
Kike
Para mi, también es una obra excelente e incomprendida «El cabo del miedo». Le llovieron muchas críticas negativas en el momento de sus estreno.
Hola, Alberto.
Gracias por comentar.
Es posible que «El cabo del miedo» no le gustara «sinceramente» a mucha gente. Pero en lo que se refiere a la crítica, creo honestamente que hay dos cosas que impidieron el recomnocimiento de esta película. La primera, que muchos críticos, lamentablemente, prefieren mantener una distancia con lo que gusta masivamente, aunque íntimamente les guste; es una falta de honestidad que les lleva a ser malos analistas. Pero piensan que lo que gusta a mucha gente es vulgar, y lo que es vulgar debe mantenerse lejos de ellos. ¿Es lógico que en tantas listas de películas favoritas no haya ni una sola que guste masivamente? No lo es.
En segundo lugar, una cosa contra la que llevo luchando, aunque con matices, hace mucho tiempo. La comparación perversa entre cine «de género» y «de autor». Todas las películas pertenecen a un género. Y muchas más de las que se dice tienen rasgos de autoría. Pero el cine de autor tiene una estela de calidad y el cine de género de mediocridad, incomprensiblemente. Así que «El cabo del miedo» fue definida enseguida como «thriller» y ahí se quedó, sin que nadie le prestara mayor atención.
Saludos
Kike
Después de ver esta película y de ver las críticas negativas sobre la misma, observo que el asunto pasa por un tema de expectativas.
Si está película la hubiera filmado Shyamalan, se consideraría un regreso en plena forma al heredero de Hitchcock. Si la hubiera filmado Steven Spielberg (aunque sería poco probable), se resaltaría su pulso narrativo y la confirmación de Spielberg como uno de los grandes.
El problema es que la filmó Scorsese. Si, el mismo de Taxi Driver, Buenos Muchachos, Casino e Infiltrados entre otras. En ese contexto, las expectativas que se ciernen sobre una película de Scorsese están dadas por fantásticos dramas donde la violencia juega un papel preponderante.
Pero como filmó un 'thriller' de suspenso, los críticos demeritan la gran labor de Scorsese por presentar una película de género. Esa costumbre que tenemos todos de encasillar a las personas, hace que todos esperemos que Scorsese repita los mismos esquemas temáticos y narrativos una y otra vez. Creo que es lo mismo que le pasa a Shyamalan, en donde todos esperan que al final haya un giro sorpresivo.
En fin, sin expectativas preconcebidas, la isla siniestra es un magnbífico entretenimiento con un mensaje poderoso acerca del fascismo.
Después de ver esta película y de ver las críticas negativas sobre la misma, observo que el asunto pasa por un tema de expectativas.
Si está película la hubiera filmado Shyamalan, se consideraría un regreso en plena forma al heredero de Hitchcock. Si la hubiera filmado Steven Spielberg (aunque sería poco probable), se resaltaría su pulso narrativo y la confirmación de Spielberg como uno de los grandes.
El problema es que la filmó Scorsese. Si, el mismo de Taxi Driver, Buenos Muchachos, Casino e Infiltrados entre otras. En ese contexto, las expectativas que se ciernen sobre una película de Scorsese están dadas por fantásticos dramas donde la violencia juega un papel preponderante.
Pero como filmó un 'thriller' de suspenso, los críticos demeritan la gran labor de Scorsese por presentar una película de género. Esa costumbre que tenemos todos de encasillar a las personas, hace que todos esperemos que Scorsese repita los mismos esquemas temáticos y narrativos una y otra vez. Creo que es lo mismo que le pasa a Shyamalan, en donde todos esperan que al final haya un giro sorpresivo.
En fin, sin expectativas preconcebidas, la isla siniestra es un magnbífico entretenimiento con un mensaje poderoso acerca del fascismo.
Hola, Carlos:
Estoy muy de acuerdo con tu opinión sobre el absurdo encasillamiento de los directores. Estoy hace mucho tiempo en contra de la «política de los autores» como herramienta de análisis crítico, sin matices. Ese es precisamente uno de los puntos centrales de mi comentario sobre Shutter Island y Scorsese.
Muy de acuerdo también con tu última frase.
Un abrazo y gracias por comentar
Kike
Estoy algo sorprendido con el encasillamiento que se ha hecho de las películas que tratan el horror nazi, sobretodo en los comentarios -aunque partiendo de una propuesta del texto crítico.
La cinta blanca no me parece ni timorata ni blandita, pero claro, yo nunca la he considerado una película que trata del nazismo sino del Mal, aunque justamente el nazismo sea uno de los momentos en la historia reciente donde hechos concretos se acercan más a la complicada idea de Mal. Creo, aunque admita que Haneke sea en general tramposo y disfrute manipulando al espectador -lo que no resta, para mí, demasiado valor a sus películas-, que ha sido sobretodo el aparato mediático que ha introducido la idea firme que se trata -sólo- de una película sobre el origen del nazismo. Y digo mediático y hablo de una simplificación que va del marketing de la propia película (cuestiones mercantiles) a los textos críticos e informativos (sí, también cuestiones mercantiles, ¿hay otras hoy?).
Estoy sorprendido que, teniendo el autor una idea tan trabajada (que comparto) de la violencia en el último Tarantino, defienda los flashbacks de Shutter Island como una realidad innegable, unas «poderosas imágenes» (¿?) que se impondrían con toda la fuerza de la realidad al relato colectivo. Pura ética, vamos.
¿Soy el único que piensa que esas imágenes de cartón-piedra son de un mal gusto, de una banalidad insoportable? ¿Que aquello que creíamos que estaba en el polo de la realidad está probablemente en el de la ficción? (Bien, no soy el único, sé que hay algunos más que piensan así, y además de esa confusión trata la película).
Sólo añadir, para acabar, que no creo que haya películas que no sean ideológicas, como se ha dicho por aquí. Y que una de las asuntos más peligrosos hoy es creer lo contrario.
En la última escena de Shutter Island Teddy se pregunta qué es mejor, vivir como un monstruo o morir como un hombre de bien. Y elige la segunda opción, el relato. Es el que eligió el comandante nazi pero fallo el tiro y tuvo que ver durante una hora como la realidad lo miraba. ¿No habremos visto de nuevo Infiltrados?
Hola, Aitor.
Perdona no haberte contestado antes a este interesante comentario. No siempre hay tiempo para todo, e intento ponerme al día antes… pero ya ves.
Lo cierto es que estoy muy de acuerdo con algunas de las cosas que dices, sobre todo en la inevitable ideologización de las películas. También comparto que gran parte del problema de «La cinta blanca» ha sido el marketing, y de hecho me he propuesto volverla a ver en el futuro, sin tanta influencia de ese tema. Aún así mantengo las cosas que dije de ella en mi blog: http://latecnicaludovico.blogspot.com/2010/05/la-cinta-blanca-das-weisse-band-eine.html
No puedo estar de acuerdo en cuanto a las imágenes de «Shutter Island», como le decía a otro compañero más arriba. ¿Qué pueden tener de «acartonadas» esas imágenes, cómo nos pueden haber dejado de impresionar esas imágenes, y dejarnos llevar más por la estética cosmética en un blando blanco y negro de Haneke? Tema denso sobre la evolución del audiovisual contemporáneo, y la sociedad tras él.
Saludos y gracias
Kike
Decir que al día siguiente de ver Green Zone, que me aburrió, fui a ver, de casualidad, Shutter Island. Yo no soy para nada un fan de Scorcesse y la última película suya que he visto fue «Jo qué noche» :-), así que en principio no tenía ninguna idea preconcebida de lo que iba a ver.
Disfruté mucho desde el principio, la música, el ambiente, la puesta en escena, los lugares comunes: el faro, los acantilados…, Ben Kignsley en su ya enésimo papel de «pater»… todo me cautivó y me lo pasé de cine. El último minuto fue también un regalo. Estoy de acuerdo en que en un segundo visionado disfrutaré también.
Agradecer a Enrique su crítica que personalmente me ayuda a ver desde otra perspectiva el cine.
Hola, Fultxo:
Me alegra especialmente que te gustara la música porque, a pesar de algunas duras críticas que ha recibido, me parece de lo mejor de la película. Y creo, además, que es un elemento cinematográfico al que Scorsese ha prestado siempre especial atención, y que aquí utiliza para dar pistas de lo que está contando.
Te agradezco mucho tu comentario y no sabes qué satisfacción produce que lo que uno escribe pueda servir a alguien desde cualquier punto de vista.
Un abrazo
Kike
No estoy muy de acuerdo con la crítica en algunos términos. Veamos, no pienso que pueda ser considerada una obra mayor de Scorsese, ya que, a mi juicio, sobrevuelan demasiados momentos irregulares. A una primera hora poderosa, que atrapa al espectador que está viendo un thriller magnífico, a partir de la escena de la cueva, para mí inverosímil y algo disparatada, creo que Scorsese pierde el rumbo y, al menos a mí, da la impresión de querer llegar al desenlace cuanto antes. No creo que sea una reflexión sobre el fascismo, sino sobre el mal y su incapacidad de ser redimido. En este caso el nazismo no actúa como causa o referente, sino sólo como modelo que está en todos nosotros (los americanos disparando en el campo de concentración, igualados a sus verdugos, asesinos que no asumen lo que hicieron en el hospital..), digamos como ejemplo universal que todos aceptamos.En este sentido, Scorsese nos da pistas desde el inicio sobre la realidad alterada del protagonista para que no tengamos dudas: los despistes en el barco de Di Caprio, el recurso del raccord alterado o fragmentado en ese barco (trasposición de la propia alteración mental del protagonista)… El final de la película creo que deja clara esa visión pesimista, y muy cristiana de paso, sobre el mal y la culpa. No creo que La cinta blanca pueda compararse con La ola, que sí es una película tramposa en muchos aspectos, sobre todo porque en la película de Hanecke hay una reflexión sobre el origen de una aberración, el nazismo,que realmente se encontraba incubado en el comportamiento y modos de vida de buena parte de la sociedad alemana y no sólo en un pueblo del norte del país
Hola, Haddock.
Gracias por participar en el debate, y disculpa el retraso en la respuesta, no siempre tiene uno todo el tiempo que quisiera para estas cosas.
Yo creo que la película debe ser reflexionada desde el final. Quiero decir, que mientras la estaba viendo a mí también me parecía irregular. Pero es al pensarla cuando uno ve que existe una gran coherencia y equilibrio en su desarrollo. Al menos, en mi opinión. La escena de la cueva es para mí crucial porque -aunque en opinión de la mayoría no será así- es la única en la que se cuenta la verdad de la película. O, al menos, la verdad que a mí me parece cinematográficamente más consistente y sugestiva.
Te doy la razón en que no es una «película sobre el fascismo». Pero sí contiene varias reflexiones interesantes sobre él: sobre cómo representarlo, sobre cómo «contarlo» y sobre cómo reconocerlo. Y esa leve conexión es la que une a películas como La cinta blanca o La ola, aunque esta última tenga el fascismo más como tema central. Creo que a tramposas podrían competir ambas, si bien es cierto que Haneke es mucho más inteligente, digamos, un mago más hábil en la trampa 🙂
Finalmente, diré que yo no veo nada clara la «teoría» de que DiCaprio en Shutter Island está loco. Me inclino por lo contrario.
Un abrazo y gracias por tu opinión.
Pues, discursos sobre el fascismo, el «mal», etc. aparte, la peli no me dijo gran cosa; sólamente me interesó su primer tercio, más que nada por la inusual ambientación, pero el jueguecito «esto es real o imaginario» que empieza a aplicarse según avanza la investigación se me hizo cansino e interminable. Plantea algunas ideas interesantes, cierto, como las ya comentadas o la interpretación de qué es la locura y las pocas posibilidades de defenderse de alguien que haya sido diagnosticado como loco, al quedar su credibilidad en entredicho, pero narrativamente me pareció bastante tramposa y cargante.
Los traumas del campo nazi y el asesinato de los hijos me parecieron un poco sobados y acartonados, la verdad.
Hola, Gliptolito.
Perdona la tardanza en responder, pero me gusta hacerlo con todo el mundo a pesar del paso del tiempo.
Entiendo tus razones. La peli arriesga mucho con el juego doble, y si el espectador no se entrega absolutamente a ello, se queda fuera de la película. Lo otro también lo entiendo, pero me resulta más difícil de comprender que imágenes con montañas de cadáveres puedan resultar «acartonadas»: ¿nos hemos insensibilizado irremediablemente?
Saludos y gracias
Kike
que pedazo de mierda nos entrega el decadente Scorcese,que mal Miradas en comparación a lo que eran antes.Por eso quizás simpatizan con el decadente director.
Vaya por delante que siempre he encontrado a Scorsese un director más que interesante. Sin duda de lo mejorcito de las últimas décadas. Por contra creo que desde «Goodfellas» no ha hecho ninguna GRAN película. Aunque tiene películas posteriores que no es que sean malas precisamente como «El cabo del miedo» «Casino» o «Infiltrados» no ha llegado a las cotas de anteriores películas como la citada o «Toro Salvaje», «Taxi driver» e incluso «El rey de la comedia» (para mí de lo mejor que ha hecho).
Shutter Island no es una excepción. Yo diría que no es una película infame porque la dirige Scorsese. Tiene todos los ingredientes de los thrilers modernos americanos más malos, giro final «sorprendente» incluido, pero está dirigida con tablas, buen pulso, mano de maestro o cómo se quiera decir y por eso no es mala. Tiene además muchos puntos de interés. Pero el problema de estos thrilers con giro final, este incluido, es que la primera hora y pico de película parece que sea sólo relleno, preparación para el desenlace. Ya sé que Shutter Island va más allá de eso, de hecho propone (aunque superficialmente) un interesante debate sobre la locura y su tratamiento, aquello de que si te diagnostican locura te condenan a «ser loco» no pudiendo hacer nada para «remediarlo». Pero el hecho de quedarse en un discurso del tipo locura o no locura hace que todo lo demás quede en segundo plano. Lo del nazismo es poco más que paja, imágenes mil veces vistas de campos de concentración y poco más. Aunque uno de los momentos más brillantes de la película es la ejecución a sangre fría de los oficiales nazis y también haya un más que acertado punto de unión entre los campos de concentración y las instituciones psiquiátricas.
No es Haneke más tramposo que Scorsese, quizá más petulante, pero no más tramposo. Shutter Island no es más que una trampa, o juego, con/para el espectador. Haneke apela bastante más a la inteligencia del público que Scorsese (en Shutter Island). Aunque lo de los saltos de raccord en varios momentos del film, si de verdad están buscados, chapó para Martin.
Hola, Isaac.
Disculpa la tardanza en responder pero, a pesar de todo, no quiero dejar ningún comentario sin respuesta. Intentaré estar al día a partir de ahora.
Me alegra que te guste Scorsese, pero no estoy de acuerdo en que no haya grandes películas desde «Uno de los nuestros» y, pienso, de hecho, que esa película está un poco sobrevalorada, pues recoge muchos elementos del cine de género anterior y los fusiona muy hábilmente, pero no es precisamente un dechado de originalidad. «El cabo del miedo» me parece magnífica y «La edad de la inocencia» casi perfecta, una de sus mejores películas. «Toro salvaje» o «Taxi Driver» son otra historia, de otra época, estupendas, pero difíciles de comparar.
No estamos en absoluto de acuerdo en cuanto a «Shutter Island» y creo que esa visión puede provenir de que la película pille por sorpresa. Creo que tiene mucho más fondo, mucho más contenido de lo que aprecias. Estoy seguro de que en un segundo visionado, verás más cosas. Tiene muchos elementos en común con las películas de Hitchcock donde todos, o casi todos, no dejamos de ver cosas nuevas cuando volvemos a ellas.
Si es así, cuéntalo por aquí (y si no, también).
Gracias por comentar.
Saludos
Kike
Muy interesante la crítica, aunque no pondría a Martin Scorsese entre la reducidísima lista de los directores de cine exitosos que se crean filmes en varios géneros cinematográficos. De hecho ese tipo de «los perfectos artesanos»(como los llamo) pienso que esta en extinción.
Solo veo a los veteranos y consagrados Steven Spielberg y Sir Ridley Scott que hacen films de todos los géneros, Martin Scorsese es el maestro de un cierto tipo de films y NUNCA se aleja demasiado de los temas que lo obsesionan.
Hola, Pierre:
Gracias por tus palabras sobre la crítica. No le doy a Scorsese, ni mucho menos, esa singularidad: efectivamente, hay más como él. Lo que pasa es que no tan buenos, en mi opinión. Para mí no es un artesano, sino un cineasta con un mundo propio muy potente, y con una de las estilísticas más personales del cine contemporáneo. Spielberg, por ejemplo, nunca me ha convencido. Y Scott, que ha hecho maravillas como «Blade Runner» está destrozando su carrera de una manera incomprensible.
Saludos
Kike
Mejor «los de la Ceja» o ¿No?
No puedo hacer otra coas que disentir radicalmente en la reflexión final que aquí se apunta. Primero, no se puede identificar de esa manera al nazismo con el fascismo, como si fueran sinónimos absolutos. El nazismo es una forma de fascismo, y precisamente la representación del nazismo que aparece en este film ES el relato colectivo que se nos viene ofreciendo desde hace muchos (demasiados) años.
Esa sangre, esas montañas de cadáveres son el tópico desde el que se nos intenta disculpar todo lo concerniente a lo sucedido en la II Guerra Mundial como una encarnación absoluta del mal, una locura transitoria e inexplicable, sin raíces ni puntos de conexión visibles, contra la que luchó un mundo libre y justo. Esta es la gran falacia, ya que el nazismo no deja de ser la evolución lógica y consecuente de un sistema político, cultural y económico aún vigente en el mundo actual.
De hecho, son precisamente filmes como «La Cinta Blanca» o «La Cuestión Humana» y, en menor medida, «La Ola» (si bien esta desde una perspectiva reaccionaria y simplona, llena de estúpidas simplificaciones y atajos que anulan cualquier posibilidad de análisis) los que intentan romper todo ese relato colectivo para mostrarnos la raíz, las consecuencias y las conexiones del fascismo con la sociedad actual.
«Shutter Island» no deja de ser, ya desde sus propios planteamientos, una revisión del cine de serie B más clásico en la que el comentario político tiene tan poco que ver con la realidad como su análisis de los problemas psicológicos. Dicho esto, señalar que tal vez sea la película más interesante y conseguida de Martin Scorsese desde «Casino».
Hola, tululo tres.
Como a los demás, disculpa la tardanza en la respuesta, no siempre se puede responder cuando uno quisiera.
Llevas razón en que no es muy rigurosa la mención al «fascismo» por el «nazismo», pero no es menos cierto que en un texto de esta longitud no es fácil hilar más fino. Pero acepto tu precisión. Disiento, sin embargo, en lo demás. Creo que ese relato colectivo, no siempre tan colectivo y no siempre tan certero, por cierto, se acerca tanto a la realidad histórica, que parece una línea bastante honesta por la que transitar en un tema tan complicado.
Estamos de acuerdo, eso sí, en el poco aprecio a «La ola», y en que «Casino» es mejor película de lo que se dijo.
Todo lo demás requiere un análisis más profundo de lo que aquí puede hacerse, y agradezco tus puntualizaciones.
Saludos
Kike
Totalemente de acuerdo con tigo.
Corrijo, la Ola me parece una película que muestra cómo se llega a las situaciones, y que todo tiene una causa.
Puede que sea «simplona» pero tiene un significado, muy claro a mi parecer, de transmitir.
Del Nazismo a hoy en día hay no 10 ni 1000 años sino una eternidad. Tu falacia nos quiere hacer creer lo que no es ya que para mi ZP en España se acerca más al totalitarismo que lo que tú insinúas. ZP nos ha dicho lo que es bueno y lo que es malo, hace apología de «La Fuga de Logan,» un feminismo sin feminidad, división de SU REALIDAD entre edades de las personas…en sintesis es como sus dos hijas…perpetuas y perversas adolescentes.
Maravillosa reseña!! Absolutamente impecable!.
Solo quiero agregar una pequeña mención al montaje de Thelma Schoonmaker.
El punto de vista del relato es el del protagonista de la historia. Schoonmaker hace gala de su arte y propone sutiles errores de continuidad, falta de rapport, acciones que se repiten solo un par de fotogramas entre cortes. La primer escena del filme, la llegada en ferry a la isla es una muestra de algo que se va a mantener casi todo el relato: la confusión, la error en la percepción, la mirada alucinada del protagonista. En contraste, el montaje se vuelve absolutamente impecable y de manual en el flashback del asesinato, dotando al relato de verdad absoluta: esa escena pertenece a la «realidad» exterior, a la verdad objetiva.
Y ese último plano, ese general del «lighthouse» que nos obliga a repleantearnos por última vez cual es la verdad de la historia, rompiendo todo límite entre espectador y obra es de una genialidad cinematográfica irreprochable.
Hola, Deoese:
Disculpa por la tardanza en responder, pero es que no hay tiempo para todo, por desgracia 🙂
Te agradezco muchísimo tu comentario. Cuando se escribe, uno lo hace realmente pensando en un lector ideal que conecte con la opinión y el texto de la manera que tú lo haces y, por tanto, no hay nada que pueda satisfacer más a alguien que se dedica a escribir.
Llevas razón en lo del montaje. Pero es que es algo que ya doy por supuesto en los filmes de Scorsese y Schoonmaker 🙂 Y había tanto de lo que hablar…
Gracias de nuevo y encantado de conocerte.
Saludos
Kike
Me acabo de ver la cinta, y con esta reseña puedo irme a dormir feliz… Para mi fue una sorpresa que fuera de Scorsese… grandiosa cinta… y aun mas la reseña… felicitaciones…
Para nada de acuerdo con el final de la crítica.
Películas como la Ola son increibles, además de estar basadas en hechos reales demuestran que toda moneda tiene 2 caras, y todo efecto ha tenido una causa.
El fascismo en la historia ha sido crítico, y se ha llegado a esos puntos por muchas causas.
Aclarar que en ningún momento estoy defendiendo las muertes en la guerra.
Por cierto Shutter Island me parece una gran película. XD
Ahora entiendo algo: El final. Lo de hombre bueno representa as victimas del Holocausto y vivir en la locura es el mundo Nazi.