Libros: reseñas mayo 10

Un perro andaluz. 80 años después (VV.AA. SECC / La Fábrica, 2009)

cover Inaugurada en septiembre de 2009 en Tabakalera, el nuevo centro cultural de Donosti, la exposición Un perro andaluz. 80 años después se pudo disfrutar posteriormente en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (en una versión reducida), en el MEIAC de Badajoz, y finalmente en Sala La Lonja de Zaragoza que cerró la gira el pasado 11 de abril. Un evento que debería haber sido de obligada asistencia para los que admiramos la excepcional película de Luis Buñuel y Salvador Dalí, pero que es posible recuperar de alguna menera, además por lo que nos han podido contar (a veces es demasiado fácil conformarse cuando no hay otra solución posible), con este completo catálogo editado por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, organizadora de la muestra, en colaboración con La Fábrica, responsable del proyecto, y disponible en Librería Antonio Machado. Compuesto por dos vólumenes y el dvd de la versión restaurada del film, estamos antes una publicación de gran calidad tanto por su envidiable edición (tapas duras cosidas y papel de alto espesor con fotografías a color) como por su formidable contenido. El primer tomo está dividido en dos partes: en la primera, Cinco miradas contemporáneas, los textos de Agustín Sánchez Vidal, Brian Morris, Amparo Martínez Herranz, Manuel Guitérrez Aragón y Ferran Alberich ofrecen un amplio abánico de lecturas alrededor del film, del surrealismo, del legado y de la restauración (destacando Transferencias de Sánchez Vidal muy ilustrativo en múltiples sentidos y el homenaje de Gutiérrez Aragón de exhuberante escritura y sensibilidad); las siguientes páginas son un deleite visual que recorren la temática de Un perro andaluz con fotogramas del film y de otras obras de Buñuel, imágenes de lienzos de Dalí y de otros autores. El segundo tomo está dedicado, en cuatro partes, a la confección del film desde la visión preliminar de los autores y el movimiento surrealista hasta las distintas versiones del guión, las cuales se reproducen con escaneos de los originales… pasando por los textos a posteriori y la recuperación de las postreras declaraciones, poco concluyentes la verdad, de Buñuel y Dalí sobre la implicación real de este último en el rodaje y puesta en imágenes; no obstante, las mejores partes de este volumen están en los diversos textos literarios del cineasta, el pintor y de un amigo de excepción, el poeta Federico García Lorca, y en la correspondencia, sobre todo la siempre sorprendente carta de Buñuel a Pepín Bello en la cual le copia la misiva que le enviaron él y Dalí al gran Juan Ramón Jiménez expresándole cuanto odiaban su obra. (La Fábrica ha publicado el libro homónimo, dentro de su colección BlowUp. Libros Únicos, una edición más modesta que no incluye el dvd de la película).

J.D. Cáceres Tapia

Un juguetería filosófica (David Oubiña. Ediciones Manantial, 2009)

coverAunque David Oubiña goza de una amplia difusión como divulgador cinematográfico en Argentina, al otro lado del charco apenas conocíamos hasta ahora una magnífica recopilación de estudios sobre cineastas tan heterogéneos como Jarmusch, Kiarostami o Tarkovski con el título de Filmología, ensayos con el cine (Ediciones Manantial, 2000), y un volumen dedicado a las Histoire(s) du cinéma (Jean-Luc Godard: el pensamiento del cine, Paidós, 2003), del cual Oubiña era editor. En esta ocasión, el autor retrocede hasta la época en que el destino del cine aún gravitaba entre la curiosidad de barraca de feria y la herramienta científica; al anhelo ancestral del hombre por retener el paso el tiempo —y vencer así a la muerte— se unirán los imperativos —en la era industrial— de constatar visualmente la duración del esfuerzo mecánico que permite racionalizar la eficiencia del trabajo y el transporte. Serán precisamente los estudios de fisiología del movimiento de Muybridge y Marey —para quien el movimiento es «la caligrafía de la naturaleza»— los que anticipen el cine como instrumento de análisis y figuración del tiempo. El cine, cuya mayor paradoja es, como dice Oubiña, su capacidad para «representar la continuidad y el movimiento a partir de la fragmentación y la detención», irá haciendo olvidar estas dos últimas propiedades a favor de las primeras, aunque ocasionalmente las prácticas menos conformistas con la dirección sucesiva —o narrativa— del cine construyan su obra sobre ese estatismo que subyace al movimiento. Oubiña recorre esta dicotomía fundacional en un apasionante y ameno ensayo de la mano de Borges, Baudelaire, Adorno, Sebald, Duchamp, Godard o Bill Viola. De obligada lectura para cualquier persona mínimamente interesada en la auténtica naturaleza del cine.

J. Natche

Pere Portabella: hacia una política del relato cinematográfico (R. Hernández. Errata Naturae, 2009)

coverEste libro escrito por Rubén Hernández —una de las cabezas visibles de la editorial Errata Naturae— constituye toda una sorpresa en el panorama del ensayo sobre cine español. Por un lado, viene a complementar y enriquecer el sustancioso volumen colectivo que Marcelo Expósito editó en 2001 (Historias sin argumento: el cine de Pere Portabella. Ediciones de la Mirada/Macba, Valencia, Barcelona, 2001) sobre un cineasta nunca suficientemente reconocido; asociado siempre a los márgenes pero central —en su doble labor como productor y realizador— a la hora de dibujar la evolución del cine peninsular desde los años sesenta hasta la actualidad. Por otro, este nuevo estudio profundiza en un modo de escritura poco frecuentado en nuestro país cuando se habla de cine, con una ambición de índole más temática o filosófica que histórica o diacrónica. Como reproduciendo la acción de contar sin narrar que desarrolla el director catalán en sus películas, Hernández ensaya un acercamiento al meollo de su cuestión a través de digresiones y círculos concéntricos que van introduciendo progresivamente al lector en el funcionamiento de un lenguaje cuyo propósito consiste precisamente en plantear «una denuncia de esa imagen fílmica que, paso a paso, ha sabido configurar un complejo mecanismo de apropiación silenciosa de la realidad, haciendo pasar una lengua convencional (el lenguaje cinematográfico clásico) por una lengua naturaluniversal». Un objetivo que es clave en las nuevas corrientes cinematográficas de los años sesenta y setenta, y que el escritor se preocupa de desvincular, en la parte inicial de su libro, de un cierto cine político que sólo lo es en apariencia, por los hechos de los que pretende hacer partícipe al espectador y no por la forma de presentarse —de experimentarse— a sí mismo.

J. Natche