Previa 48 FICXixón

Mirando hacia adelante con ira

Verdes prados y mar azul. Asturias es un sitio privilegiado por la naturaleza, y durante los días del FIC Xixón, también es un lugar privilegiado desde el cual otear el horizonte del cine que se hace a día de hoy. Un cine que ofrece unas de cal y otras de arena, pero del que la programación del festival ofrece una jugosa tajada en la que siempre cabe el riesgo y la actitud desafiante. Es lo que parecen destilar las palabras de su director, José Luis Cienfuegos, al decir que el festival se ha construído  “en unos tiempos complicados y desde la rabia de elaborarlo con calidad, rigor y contenidos”. La crisis se acusa en la duración (un día menos), pero no en el esfuerzo de un equipo que trabaja duro y se resiste a acomodarse.

Sección Oficial / Rellumes

La sección oficial nos depara este año un puñado de títulos variopintos, cada uno interesante a su manera. Alamar, del mexicano Pedro González Rubio, se perfila como una de las películas estrella de su edición (viene de alzarse con premios en el BAFICI y en Rotterdam), capaz de hechizar a toda clase de públicos con su luminosa descripción de la vida de los pescadores de Banco Chinchorro a través de la despedida de un padre y su hijo pequeño, tomando el cada día más concurrido camino del medio entre la ficción y el documental. Otro de los acontecimientos es la inclusión en la sección oficial de Todos vos sodes capitans, película con la que el gallego Oliver Laxe triunfó en Cannes. Casey Affleck entrega, por su parte, el arriesgado mockumentary I´m Still Here, sobre el supuesto retiro del cine (para dedicarse al hip-hop) de Joaquin Phoenix. Kelly Reidchart, ya habitual en Gijón, vuelve con su última película, la particular visión del western que es Meeks Cuttoff, película protagonizada por Michelle Williams (también protagonista de otro título de la sección oficial, Blue Valentine, de Derek Cianfrance), abstracta y tensa historia de pioneros americanos. El cine rumano, una de las cinematografías emergentes más fructíferas, tiene representación con la contenida y elegante historia de una inevitable separación, Marți, după Crăciun, de Radu Muntean, y Aurora, “historia de un asesinato” en palabras de su protagonista y director, el ilustre Cristi Puiu. Dignas de mención son también la historia de aislamiento en una fría estación metereológica rusa, que narra How I ended this summer, de Aleksei Popogrebsky, sobre la convivencia en ella de un hombre mayor y uno joven (revisión del tema de Il tempo si é fermato de Ermanno Olmi, pero más seca y tensa), o la ensoñadora y agridulce historia de skaters serbios Tilva Rosh, con ecos de Paranoid Park, Jackass y trasfondo político gracias al movimiento obrero del pueblo industrial en el que se desarrolla. La comedia, por su parte, tiene su representación con lo último de Borja Cobeaga, No controles, y Mammuth, protagonizada por pesos pesados (Gérard Depardieu, Yolande Moreau, Isabelle Adjani) y dirigida por Gustave de Kervern y Benoît Delépine.

La cosecha de cortos este año es especialmente fructífera, con un total de 21 interesantes títulos, apuntando talentos sobre los que tener la mirada puesta. Es el caso del misterioso y crudo universo Sean Durkin, con Mary last seen, o de la desazón vital de los suburbios de Gömböc, de Ulrike Vahl. Edward Housden habla del potencial de la cantera Australiana con Muscles, corto sobre problemas de identidad y culturismo, y David O’Reilly se va consolidando poco a poco como promesa de la animación, con The External World, pieza de descarnada apariencia digital y espíritu punk. Los hermanos Safdie vuelven con su destartalado y melancólicamente divertido Nueva York con John’s Gone. Mención aparte merecen los cortometrajes del portugués Sandro Aguilar (que además de Mércurio también presenta Voodoo en la sección Llendes), en los que crea una húmeda atmósfera onírica de extrañamiento, y lo nuevo del inefable Peter Tscherkassky, director al que el festival ya dedicara una retrospectiva en el pasado y que aparece desde el lado de la dura experimentación con Coming Attractions. La mirada más intimista e incisiva corre a cargo de Mónica Lairana, y el retrato de soledad que hace en Rosa, o de Victor Dragomir, muestra de lo que es el cine rumano a día de hoy con Fotografía.

Rellumes se consolida como la sección-respiradero del festival, un espacio para las obras con aristas e imperfecciones que ponen cosas en juego, obras que se desmarcan de los caminos convencionales y apuntan maneras. Así nos encontramos con El Pasante, de la argentina Clara Picasso, una taciturna película sobre el trabajo y sobre las estratagemas para sobrevivir al aburrimiento vital y a la alienación; en La vida sublime Daniel Villamediana emprende un quijotesco viaje hacia el sur ideal (con guiños al de Victor Erice) en pos de la aventura de un antepasado y de la identidad propia; el maestro Hong Sang-soo asoma con la rohmeriana (según Alejandro Díaz) Oki´s Movie; la comedia absurda y paródica tiene su sitio con la película deportiva (sobre ajedrez) Ivory Tower, dirigida por Adam Traynor y concebida por el músico y productor Chilly Gonzales, y con papeles estelares para el propio Gonzales y las estrellas del electro Tiga y Peaches; el mumblecore de nuevo se hace un hueco, pero esta vez con una vuelta de tuerca más, el aliciente detectivesco que hace que Cold Weather, de Aaron Katz, se salga de la línea plañidera de su generación de indies treintañeros; podríamos seguir con el resto de la sección, pero lo dejaremos aquí, con la hipnótica Putty Hill, de Mark Porterfield, en la que la indagación sobre un joven fallecido termina por revelar el espíritu de una comunidad de los suburbios de Baltimore (siguiendo los pasos del Gus van Sant de Last Days)  más que la del finado.

Retrospectivas

Este Año Gijón dedica una retrospectiva a Eugène Green, director que el año pasado formó parte de la sección Rellumes con A religiosa portuguesa. La retrospectiva es uno de los highlights de esta edición, dando a conocer a un autor con una idea del cine (y de la espiritualidad) que se desmarca totalmente de su generación, sin dejar de estar unido a ella. Director de cine tardío (no empieza a hacer cine hasta los 50, dedicándose a dirigir teatro barroco y a escribir libros hasta entonces), Green es autor de cine de pureza esencial, alegría vital y fuerte formalismo que remite a Ozu o Bresson. Cabe destacar en su filmografía el anacrónica cuento de caballeros y ogros de Le monde vivant, la historia iniciática Toutes les nuits (basada en La primera educación sentimental de Flaubert) y los cortometrajes -mini-films, como el les llama- Correspondances y Les signes.

Otra de las invitadas de este año es la fundamental documentalista inglesa Kim Longinotto. Especialmente comprometida con las materias que trata, Longinotto hace una aproximación respetuosa para con el espectador a sus temas, abriendo una ventana a la realidad que permite que cada quién saque sus conclusiones libremente. El corazón de su trabajo se encuentra en filmar el trabajo de aquellas personas que luchan, dentro de situaciones poco favorables, para promover el cambio y ayudar a quienes más lo necesitan. Lejos de la compasión y el victimismo, Longinotto se centra en la energía y el tesón, como es el caso de las mujeres que se enfrentan a sistemas patriarcales que las ningunean y maltratan, en Sisters in Law, Pink Saris y Divorce Iranian Style, o el de Bobbi Bear, la asociación sudafricana que combate el abuso infantil y que retrata en Rough Aunties, o el de la escuela para niños problemáticos de Hold me tight, let me go.

El festival también contará con una sesión dedicada al director de animación sueco Johannes Nyholm. Además de sus originales videoclips (para bandas como Hellacopters o The Soundtrack of our lives) en los que experimenta de diferentes maneras con la imagen, se podrá ver parte de su saga Puppetboy, sardónicos y cómicamente gamberros sketchs de la vida de un freak a lo Solondz o Bagge, el reportaje televisivo (sin desperdicio) sobre el mismo, y el delicado cortometraje de primitivas sombras chinescas Dreams of the woods. El trabajo del artista estadounidense afincado en Alemania Reynold Reynolds se podrá ver en una sesión en la que se exhibirán sus (impresionantes visualmente) piezas en las que explora el espacio y el tiempo, y en una videoinstalación.

Otras secciones

Uno de los platos fuertes del festival es su ciclo “Una cierta idea del cine: La Escuela de Berlín”. Un gran acierto, al aglutinar a un grupo de cineastas de ciertamente comparten una visión del mundo y que miran hacia la herencia del cine de autor alemán de los 70. El vacío existencial, la familia y la juventud son algunos de sus temas, y el distanciamiento y la frialdad sus señas de identidad. La muestra recoge el trabajo de cineastas como Maren Ade, Thomas Arslan, Ulrich Köhler, Christoph Hochhäusler,Henner Winckler, Benjamin Heisenberg, Valeska Grisebach, Christian Petzold y Angela Schanelec. Una cuidada selección de la que cabe destacar trabajos como Der Räuber, de Heisenberg (nieto del premio Nobel, por cierto), historia sacada de la vida real de un hombre cuyos intereses en la vida son correr maratones y atracar bancos. La calmada teatralidad con deje amargo de las obras de Schanelec brilla de forma singular en Orly, retazos de vida que transcurren en el no-lugar por excelencia: el aeropuerto. Es menester destacar también el trabajo de Christian Petzold, uno de los autores más característicos del movimiento, que tiene representación con Jerichow y Yella, películas cargadas de extrañamiento y hermetismo.

El ciclo Europa, ¿Qué Europa? abre un lugar de debate, y sus películas tienen interés sobre todo desde esta óptica. Dentro de la heterogénea selección, cabe destacar L’Apprenti, de Samuel Collardey, que recoge el testigo de Raymond Depardon de retratar el mundo rural, la sueca Flickan (The Girl) de Fredrick Edfeldt, crónica iniciática de paso a la adolescencia y reverso crudo de Home Alone que ha sido merecedora de dos menciones en Berlín, o la visión crítica de los medios y el gobierno de Berlusconi en Italia (con polémica incluida) de Videocracy, de Erik Gandini. También recupera pequeñas joyas como Lésquive, de Abdellatif Kechiche, que supuso un soplo de aire fresco que, de la mano de actores adolescentes no profesionales, hablaba de inmigración y adolescencia con soltura.

Dentro de la sección dedicada al cine para niños y adolescentes, Enfants Terribles, se puede destacar Boy, nuevo trabajo de Taika Waititi (Eagle vs Shark), con aires de Wes Anderson de las antípodas. Des filles en noir, de Jean-Paul Civeyrac, muestra un interesante retrato de la adolescencia y de la lealtad entre amigos a través de la historia de dos jóvenes góticas con poco apego a la vida. El lado aficionado a la adrenalina de la música y las contraculturas de Gijón este año tiene su espejo en Soul Boy, de Shimmy Marcus, eficaz retrato de los tiempos dorados del Wigam Casino, y de la Inglaterra del Northern Soul.

En Esbilla se podrán ver títulos como la peculiar Dispongo de barcos, de Juan Cavestany, rara avis dentro del panorama español rodada con una handycam y un puñado de buenos actores (procedentes, en su mayoría,d e la compañía teatral Animalario), thriller psicológico con un universo situado en algún punto entre Buñuel y Lynch, y con un humor entre los Monty Python y Muchachada Nui. Por tu culpa, de Anahí Berneri, explora las cada vez más peliagudas relaciones entre padres e hijos, y las fronteras entre lo que es maltrato o no. Por su parte, Morir de día, de Laia Manresa y Sergi Díes, es un nuevo trabajo surgido del semillero del máster de documental de la Pompeu Fabra, proyecto heredado del maestro Joaquim Jordà sobre la contracultura catalana de los setenta y la demoledora entrada en escena de la heroína (haciendo un afilado paralelismo de estos acontecimientos con la transición).

Y, finalmente, la sección en la que se expone las obras de mayor riesgo formal, Llendes, este año nos trae fascinantes piezas, como es el caso de Invernadero, de Gonzalo Castro, película ganadora en la sección argentina del BAFICI, documental sobre el escritor peruano Mario Bellatín de agradable visionado y peculiar intimidad, que se revela como juego del realizador al conocer la particularidad de que las relaciones familiares y muchos aspectos de la pretendida realidad son ficticios. Esta sección también propiciará el desembarco en Gijón de algunas leyendas vivas, como por ejemplo Noël Burch, autor del célebre libro Praxis del Cine, que viene en calidad de co-director de The Forgotten Space, un ensayo sobre el tráfico marítimo mercante y los efectos de la globalización. Por su parte, Alain Bergala va a estar presente con su película sobre Victor Erice, Victor Erice: París-Madrid, aller retours, canto de amor por el cine y revelación de las raíces de la obra de uno de los grandes cineastas españoles. Desde el lado del cine-terrorismo tenemos a Manel Bayo con Raza Remix, su intervención lisérgica en la famosa obra cumbre del ideario nacional-católico Raza, o el thriller Stardust, de Nicolas Provost, con un reparto de lujo (Dennis Hopper, Jack Nicholson, Jon Voight, Danny Trejo) y construído a partir de imágenes robadas a lo paparazzi. Entre los cortometrajes destacan también obras como Shadow Cuts, de Martin Arnold, el nuevo trabajo de Ramón Lluís Bande, titulado Sangre, o Fantasmas #1, un auto-retrato nada complaciente a cargo de Ángel Santos.

Con esta alta dosis de películas estimulantes, y la voluntad, más que nunca, de seguir al pie del cañón en su apuesta por hacer llegar cine arriesgado y de calidad a a los espectadores -Gijón puede presumir de ser una de los festivales nacionales con mayor afluencia de público- el FICXixón resiste ante los tiempos adversos. Mirando hacia adelante con ira: ira de la que impulsa a avanzar manteniendo un espíritu y una personalidad propias.