37 Letní filmová školá de Uherske Hradiste

Miles de jóvenes llegan al festival con su abono, su saco de dormir y muchas ganas de disfrutar. Aunque lo parezca, esto no es un festival de música, es un festival de cine. Quizá los españoles no podamos imaginarnos cómo es este evento. Quizá porque nunca se ha visto en España que tales cantidades de jóvenes y mayores compren su abono y se vayan de viaje a pasar una semana viendo películas y asistiendo a actividades sobre cine y durmiendo en zonas de acampada, escuelas habilitadas, pensiones u hoteles. Quizá porque pocas veces se ha visto en nuestro país que prácticamente todos los pases de un festival se llenen, sean a la hora que sean. Aunque por el ambiente que se respira recuerde a los festivales de música de verano, es un festival de cine que tiene lugar cada año durante diez días en la Republica Checa. Acaba de celebrase la 37 edición de la Escuela de Cine de Verano de Uherske Hradiste y estuvimos allí para vivirlo y contarlo.

Organizada por la Asociación Checa de Cineclubs, es una muestra de cine no competitiva y escuela de verano (ese es su nombre oficial, Letní filmová školá) compuesta en gran parte por retrospectivas temáticas combinadas con diversas charlas y masterclass sobre cine. A ello se unen numerosas actividades paralelas y la estupenda atmósfera lúdica y cultural reinante.

Unas 5700 personas se han acreditado para el festival de este año, es decir, gente que ha comprado su abono/acreditación que da derecho a asistir a todas las proyecciones y a la mayoría de las actividades. A esto hay que sumar unos 150 periodistas, en su mayoría checos, aunque con presencia de varios medios extranjeros, incluida Miradas de cine. Esas 5000 personas venidas de fuera duermen, muchos de ellos con sus sacos de dormir en los lugares habilitados por la organización. Los números hablan por si solo de la entidad de esta muestra: 300 proyecciones, 40 charlas en torno al cine (incluyendo grandes nombres como Emir Kusturica, Aki Kaurismäki o Apichatpong Weerasethakul), 18 conciertos, 15 exposiciones cinéfilas y 9 obras de teatro, además de fiestas y otros eventos. Las proyecciones simultáneas en diversos cines, teatros, cines de verano y espacios habilitados como cines se suceden desde las 8.30 de la mañana hasta la medianoche, durante 10 días, y este cronista puede asegurar que nunca se ven salas vacías (es más, a menudo se queda mucha publico sin poder acceder a la sala) y que no existen las horas intempestivas ni las proyecciones para minorías, al menos si nos fijamos en la respuesta de público. Por poner un ejemplo, una sala con capacidad para 600 personas proyecta los films más inaccesibles de Kieślowski a las 8.30 de la mañana y  para nuestra sorpresa el cine está lleno, aunque haya varias proyecciones simultáneas y aunque el cine erótico japonés acabara la noche anterior pasadas las dos. Así es el público checo, un país que sorprende por  el interés por la cultura que tiene el ciudadano medio.

Cinco mil personas con abono dispuestas a ver cine y a aprender sobre cine durante todo el día son muchas, y es sorprendente el ambiente que se respira en esta ciudad morava de unos 26.000 habitantes censados, que convierte todos sus espacios culturales en cines durante estos días, y a la vez se inunda de pequeñas carpas culturales y de puestos de bebida, comida y objetos para cinéfilos.

Emir Kusturica: «El realismo en sí mismo ya es mágico»


En cuanto a los invitados, una de las grandes atracciones de este año ha sido la presencia de Emir Kusturica (en realidad debería pronunciarse Kusturitsa). Kusturica habló de los proyectos que está preparando: una comedia absurda que grabará entre Finlandia y Grecia y un biopic sobre Pancho Villa que rodará en México el próximo año con Benicio del Toro como protagonista. Como anécdota, a Emir Kusturica el publico del festival ha terminado por llamarle Kukurica (panocha de maíz) por la similitud de sus nombres, y ya que ambos han sido en cierta forma protagonistas del festival (las panochas lo han sido en los puestos de comida en torno al festival). El director y músico serbio, que llegó en su pequeño avión privado, también ofreció un concierto con su The No Smoking Orchestra (el evento más concurrido de la sección paralela) y habló de su concepción del séptimo arte en la lección de cine que dio dentro de la Escuela de Verano. Estas son algunas de sus frases: «Los festivales son necesarios para escapar de las películas tontas.»; «Rodar en 35 mm y postproducir en digital me parece una excelente combinación.»; «No me gusta beber ni drogarme pero me gusta hablar de ello en mis películas.»; «En los castings siempre tomo la decisión según la primera impresión, por esa combinación de lo trágico y lo cómico que veo en los actores. Que sean buenos o males actores no es tan importante, tras seis meses de rodaje cualquiera puede convertirse en un gran actor.»; «El termino realismo mágico es incluso redundante, el realismo en sí mismo ya es mágico».

El país protagonista de este año en la Muestra de Cine de Uherske Hradiste ha sido Rumanía, con cinco diferentes secciones en torno al cine rumano, que han ido desde la visión crítica de las películas de Dan Pita hasta el cine centrado en la revolución y Ceacescu, con especial atención a la llamada Nueva Ola Rumana, que se consolida como renovadora del cine europeo. Se ha podido ver una amplia representación de diversos directores encuadrados bajo esta etiqueta, destacando las películas de Cristiu Piu, Christian Mungiu y Ruxandra Zenideova. Esta directora, durante mucho tiempo la única mujer encuadrada en esa Nueva Ola del cine rumano, fue una de las invitadas y se declaró apasionada del cine más reciente de su país que, sin embargo, tal como aseguró, no es muy del gusto del publico rumano, y su éxito se debe más a festivales, críticos y público extranjeros.

Otra macrosección del festival ha sido Horizonte Visegrad, relativo al cine de los cuatro países hermanos (Republica Checa, Eslovaquia, Hungría y Polonia). Se ha presentado la última cosecha de los cineastas de estos países y se han mostrado retrospectivas completas de Krzystof Kieslowsky, Fero Fenic o Robert Sedlacek, además de la sección Mini FAMU, en el que la prestigiosa escuela de cine de Praga ha mostrado algunas de sus producciones y ha impartido diversas y muy variadas lecciones de cine por parte de sus reconocidos profesores y cineastas.

Y en cuanto a secciones más internacionales, se han organizado variadas retrospectivas desde las que repasan el cine de directores como  Billy Wilder, Gustav Machaty, Kaurismäki o Weeerasethakul, las  llamadas Películas de calidad (centrada en el cine francés de los años 50 y 60, que intentaba no circunscribirse a la nouvelle vague), Cine y terrorismo tras el 11-M, o Cine y música en directo que ha redescubierto a los espectadores muchas joyas de los felices años 20 permitiendo disfrutar de todas ellas con música tocada en la sala al ritmo de la película, tal y como las veían los espectadores de la época. Una de las más celebradas ha sido la divertidísima La princesa de las otras (Lubitsch, 1919). También ha encandilado a la mayoría de los espectadores el ciclo de cine de medianoche centrado en el llamado cine Pink japonés que, seleccionado por el experto Olaf Muller ha mostrado diversas e inaccesibles joyas del cine erótico o porno suave japonés desde los 60 al más reciente. Un cine Pink que, como explicó Muller, se ha convertido desde los 70 en la auténtica escuela de cine en Japón, una vez que los estudios dejaron de acoger a futuros directores en prácticas y estos se quedaron sin medio de aprendizaje en un país donde no es demasiado habitual estudiar en las escuelas de cine. Desde luego algunos de los films vistos dejan claro que la necesidad de terminar una película en una semana estimula el talento.

Aki Kaurismäki: «No creo en la inspiración, creo en mi subconsciente»

La presencia de la figura del cine escandinavo Aki Kaurismäki también ha acaparado la atención de todos los medios. Se ha podido ver una completa retrospectiva con todas y cada una de sus películas, incluyendo varios cortometrajes, y los personajes inexpresivos del director finlandés han conseguido emocionar incluso al público joven. Kaurismäki dijo en Uherske Hradiste que le sorprende que la gente perciba sus films como pesimistas: «Curiosamente mi sensación es que la gran mayoría de mis películas son optimistas, incluso demasiado. Y respecto a las pocas que no son optimistas, es el momento de citar a Gogol, que dice que no puedes culpar a un espejo de lo que ves en él. Además, mis películas rebosan sentido del humor, pero es el sentido del humor finlandés, muy fino y muy sutil, quizás porque estamos a caballo entre Occidente y Oriente». El director finlandés también contó cómo surgen las ideas de sus películas:  «Normalemente una idea crece en mí, en mi subconsciente,  durante un año o dos. Yo, durante mucho tiempo quería hacer una película sobre el paro, pero no sabía muy bien qué, no quería hacer una estupidez sobre un obrero en paro. Pensaba y pensaba y nada. Un día, en un restaurante en Japón, mientras me tomaba mi café y mi sake, Mati Pellompää (uno de sus actores fetiche) miró al camarero que nos servía y me dijo «Es él, es tu obrero en paro». A partir de ahí lo tuve todo claro. Durante seis meses no pensé en ello, dejé que todo el trabajo lo hiciera mi subconsciente y luego en tres días lo escribí todo. Y eso es mi película Nubes pasajeras. Escribir un guión es sólo imprimir lo que tengo en mi cabeza, transcribir el trabajo de mi subconsciente. Con Le Havre pasó algo parecido: un día estaba en Portugal y mientras me limpiaba mis zapatos un limpiabotas al que solicité sus servicios para echarle una mano, me di cuenta de que él era el personaje que andaba buscando. Así que me volví y al primero que pasó por la calle le dije «Es él». Y era él, le pagué cuatro veces lo que me pedía como agradecimiento aunque él no entendió nada. Realmente, lo único que yo necesito es encontrar el personaje sobre el que voy a hacer mi película. Una vez que lo encuentro, todo viene automáticamente. Así que yo no creo en la inspiración, creo en mi subconsciente, que va cargando información cuando voy por la calle con los ojos bien abiertos.

Apichatpong Weerasethakul: «Mis recuerdos están llenos de sonidos»

La otra gran estrella internacional presente en la Muestra de Cine y Escuela de Verano de Uherske Hradiste ha sido el joven director tailandés Apichatpong Weerasethakul, del que se han visto todas sus películas desde Mysterious Object at Noon (2000) hasta la ganadora de la Palma de Oro de Cannes Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas (2010). Apichatpong, que también habló del poder del subconsciente («Prefiero dejar que las películas naden solas y mientras te vayan influyendo») insistió en que prefiere que le llamemos Joe para no tener que escuchar una y otra vez de boca de los occidentales palabras que bien poco se parecen a su nombre. Respecto a las diferencias culturales entre Oriente y Occidente, dijo: «Yo creo en el continuo de las civilizaciones, la interconexión de todas las cosas. Mis películas llegan hasta la historia más antigua y lejana, todo está conectado y es universal». El también videoartista se declaró un loco de los sonidos, como lo prueba el cuidado sonido de sus obras. Sin embargó, aseguró que él no suele escuchar música: «No necesito escuchar música, la música y las canciones están presentes en todo: en el aire, en el ambiente, en los recuerdos. También por eso me gusta rodar en la naturaleza: Es completamente diferente rodar en la naturaleza y rodar en la ciudad, empezando por los sonidos y siguiendo por la fotografía y las reglas del juego en general».

 

Kelemen: «Proyectar en digital películas rodadas en 35 mm es destruirlas»

Por lo demás, dentro de la Escuela de Cine en sí misma, ha habido actividades muy variadas destacando mesas redondas con diversos expertos sobre temas como Comisariado y restauración de films en la era digital o La imagen audiovisual contemporánea, además de una serie de intensas discusiones sobre el futuro de la distribución de cine y arte alternativo y diversos talleres sobre cine en los colegios o fotografía. Entre los muchos invitados a esta escuela de cine de verano, destacó la presencia del director y director de fotografía alemán de ascendencia húngara Fred Kelemen, que presentó su ultima película como director de fotografía, El caballo de Turín (Béla Tarr y Agnes Hranitzky, 2011) y dejó muy clara su postura sobre el cine digital como opción de futuro: «El formato digital tiene menor calidad, sobre todo si hablamos de captación y profunidad de la luz. No hay ningún problema en rodar en digital si se rueda sabiendo quo es digital, y podemos sacarle partido y hasta convertir sus desventajas en ventajas. El gran error es rodar en digital creyendo que se hace una película de 35mm. Ahora bien, covertir a digital una película grabada en 35 mm. es destruirla. Si Kusturica dijo que ayer que le gustó la proyección digital en Cannes del film de Kaursimaki Le Havre, será porque no ha visto la versión en 35mm. Muchos dicen que en la digitalización está el futuro de la distribución cinematográfica; eso podría ser cierto en el aspecto económico, en el aspecto artístico supondría ofrecer meras falsificaciones de todas las obras rodadas en 35 mm.»

La Asociación Checa de Cineclubs (ACFK), interesante entidad que agrupa a 120 cineclubs checos y organiza este festival (de hecho todo empezó hace 36 años como un encuentro con talleres y proyecciones para los miembros de los cineclubs) y que también es una distribuidora de cine, presentó en su festival algunos de los filmes restaurados por la entidad y descubiertos o redescubiertos para el público checo, como Orfeo (Jean Cocteau, 1950) y algunas de las novedades internacionales que distribuye. Entre ellas destacamos la proyección en uno de los cines de verano del festival de la española Yo, también (Álvaro Pastor y Antonio Naharro, 2009), aquí llamada, Já, taky y cuyo llamativo cartel checo la presenta como una «tragicomedia romántica con síndrome de Down».

Y aquí concluye el repaso a lo más destacado de este festival. La clave, por supuesto, está en una buena organización y en un público que responde fielmente a la programación, que siente el festival como suyo y que suele repetir de un año a otro. Claro que hay fallos y que la programación en algunas jornadas baja el nivel, pero no podemos menos que sentir envidia porque en España no exista algo de estas características y desear que algún día al menos uno de los grandes festivales de verano en cuanto a ambiente y asistencia de público sea cinematográfico. Claro que probablemente no tengamos un público dispuesto a peregrinar para ver cine y escuchar o hablar sobre cine. ¿O será cuestión de intentarlo?