Aprovechamos el inminente arranque del festival de Sitges para recuperar esta reseña de una de las publicaciones de la anterior edición.
Ampliando el marco de análisis del volumen American Gothic. El cine de terror USA (1968-1980), editado hace 3 años por Donostia Kultura, Antonio José Navarro edita de nuevo un recorrido colectivo por los confines de lo tenebroso de raigambre gótica. Pero, ¿qué es lo gótico?. Pregunta que abre pertinentemente, después de la briosa (¡cómo no acudiendo al gran John Carpenter!) introducción del propio Navarro, el primer capítulo en el cual Roberto Cueto repasa la historia alrededor del «adjetivo que se convirtió en un género» enfocando la atención en sus orígenes literarios, en la existencia de lo que llamaríamos cine gótico (de terror o no) y en la dificultad en ambos casos de encontrar un descripción definitiva. Un problema que bien mirado, como demuestran Joan Bassa & Ramon Friexas («El escalofrío como puerta al éxtasis») o José María Latorre («Puertas de lo gótico en el cine»: atención a su audaz lectura de Los pájaros), es en realidad una ventaja que libera de ataduras a estudiosos (y espectadores). Con el fin de completar el ensayo, las aproximaciones a la industrias británica (Navarro se afana, con fortuna, en ir mucho más allá de la Hammer y Fischer) e italiana (vasto análisis de Roberto Curti algo disperso pero apasionante, que además relaciona las incursiones literarias propias), unos apuntes sobre las escasas muestras del cine español (Angel Sala habla de un spanish gothic que resulta poco convincente a pesar de los sugerentes títulos radiografiados) y dos capítulos dedicados al cine usamericano: un correcto despliegue de los horrores urdidos en el Hollywood clásico a cargo de Quim Casas y un efervescente descenso a los infiernos del american gothic durante los setenta firmada por un entregado Tonio L. Alarcón. El último bloque del libro, más allá de su liviana coherencia global, entrega dos estupendos textos: Jesús Palacios se acerca con pasión herida a la figura de Tim Burton, uno de los mejores representantes del gótico en el cine contemporáneo, cuyas formas quedan resumidas por la denominación Pobre Niño Gótico… y de paso deja muy clara la traición cometida contra sí mismo en los últimos tiempos, que mal que nos pese compartimos por completo; Navarro again mira a David Lynch, a los dobleces de sus personajes para resaltar «un sentimiento de muerte muy gótico» y de paso recordar la fascinación vicaria que nos proporciona la representación del Mal. En suma, Pesadillas en la oscuridad. El cine de terror gótico contiene las pistas necesarias para entender muy bien la idea de lo gótico (la inusual aportación de Carlos Arenas, dedicada a la cultura gótica moderna, resulta una pieza irrenunciable) y se concentra en desentrañar las formas que el cine de terror le ha dado desde su inicios hasta la actualidad con visiones eminentemente complementarias, que tienen un extraño y curioso colofón en la comparativa final de Tomás Fernández Valentí de las adaptaciones más recientes que Hollywood ha hecho de Drácula, la Criatura de Frankenstein y El Hombre Lobo, iconos de lo terrorífico que «encajan bien un contexto gótico» aunque este se deba a «la imaginería creada a su alrededor por el cine».
© Reseña publicada en Imaginario 2011 (MECCA XXI / Arkadin, Cáceres y Madrid, 2011). Reproducido con permiso del autor.