Libertad sin ira libertad
Tengo la sensación, que quizá sea meramente personal, de que desde el lenguaje documental ha comenzado a mutar y a desarrollarse en manos de una generación entusiasmada con él, en gran parte a base de emborronar cada vez más sus límites respecto a la ficción, al mismo tiempo también ha ido olvidándose cada vez más de fijarse en el pasado. Se mira (y se admira) a documentalistas orientales como Jia Zhang-ke, Wang Bing o Rithy Panh por su forma de examinar la realidad de su entorno, surgida de una urgente necesidad social de analizar su propia sociedad —porque, en general, todos ellos viven en culturas restrictivas y coartantes, en las que se ha ignorado de forma flagrante los derechos humanos de la población—, y se intenta asimilar a una realidad, la española, en realidad, todavía aburguesada, y que sólo ahora empieza a mostrar tímidos signos de empezar a despertarse merced a la crisis. Así, como ocurre con una parte de la cinefilia joven, ésa que prefiere leer a Adrian Martin y a Jonathan Rosenbaum que a André Bazin y a Robin Wood, se ignora el pasado —¿para qué ver cine mudo, con lo aburrido que es ver a unos tipos gesticulando con música de organillo de fondo?— y sólo se mira al presente y, en todo caso, se fabula con el futuro del cine, de la crítica y de otras cuestiones presuntamente morales.
Por eso mismo resulta refrescante, incluso sorprendente, encontrarse con un documental como La maleta mexicana (2011), que no sólo se atreve a mirar al pasado de nuestro país, y más concretamente a un conflicto tan peliagudo como la Guerra Civil, sino que además lo hace con unas formas muy clásicas, que habrá quien califique de televisivas o conservadoras —bustos parlantes, imágenes de archivo, voz en off…—, pero que en este caso funcionan, y muy bien, ya que transmiten con eficacia todo el dolor y la emotividad de sus testimonios humanos. Además, el hecho de que su directora, Trisha Ziff, sea mexicana, sirve no sólo para que ésta aporte una perspectiva distinta a un conflicto que, al menos en España, tiende a tratarse en demasiadas ocasiones desde el tópico —películas como Pan negro (Pa negre; Agustí Villaronga, 2010) demuestran que el problema no es que haya muchas películas sobre la Guerra Civil, sino que siempre se hace la misma—. También para que, a través de testimonios de expertos y estudiosos foráneos, se nos evidencie uno de los mayores absurdos propugnados por nuestros políticos: esa obsesión por pasar página, por echar tierra sobre un enfrentamiento cuyas heridas, a poco que se profundice, es obvio que siguen abiertas. ¿O hace falta recordar que hasta hace poco más de un año no se retiró la última estatua ecuestre de Francisco Franco que todavía se conservaba en Melilla? ¿O que el Valle de los Caídos, con todo lo que semejante mamotreto significa, sigue en pie en San Lorenzo de El Escorial? La genuina reacción de sorpresa por parte de los entrevistados por Ziff hacia ese esfuerzo consciente por obviar el enfrentamiento entre nacionales y republicanos debería hacernos ver que, en una sociedad sana, recordar los errores de nuestro pasado histórico, hacernos conscientes de las losas que forjaron nuestros antepasados —por eso Alemania convirtió los campos de concentración nazis en museos, y los estadounidenses tienen como tradición representar escenas de su Guerra de Secesión— se convierte en un ejercicio indispensable. ¿Cómo vamos a superar esa obsesión por el bipartidismo, si todavía pensamos en términos de rojos y azules?
Pero, más allá de todo ello, La maleta mexicana es también una reivindicación, sobre todo gracias a la aparición del espléndido trabajo de fotógrafos de guerra de la talla de Robert Capa, David Chim Seymour y Gerda Taro —es el hallazgo en México de tres cajas con 4.500 negativos inéditos de todos ellos lo que ha provocado el rodaje de este proyecto—, del valor documental, de la fuerza expresiva que tiene la imagen, y de su capacidad para transmitir el aroma, la realidad de una época, a veces incluso sin pretenderlo. De la misma manera que las comedias franquistas de las que se nutre Cine de barrio suponen, vistas desde hoy, un curiosísimo retrato de la mojigata España de la época, a veces lo más expresivo de las instantáneas de Capa y sus colaboradores no reside tanto en su atrevimiento a la hora de acercarse al campo de batalla, a su capacidad para infiltrarse en lo más violento del conflicto bélico, como en los resquicios naturalistas que se cuelan en sus imágenes, esos pedazos de realidad que se atisban en el rostro de los combatientes, en su ropa o incluso en los entornos en los que se mueven.
«Así, como ocurre con una parte de la cinefilia joven, ésa que prefiere
leer a Adrian Martin y a Jonathan Rosenbaum que a André Bazin y a Robin
Wood, se ignora el pasado —¿para qué ver cine mudo, con lo aburrido que
es ver a unos tipos gesticulando con música de organillo de fondo?— y
sólo se mira al presente»
Me gustaría que dieses un ejemplo concreto de esto, ya que tal y como lo cuentas parece que hay una legión de seguidores de Adrian Martin. Uno de los autores de cabecera de Martin, por cierto, es André Bazin, al que cita continuamente (mucho más que en esta revista, desde luego), así que me parece un comentario totalmente desafortunado el tuyo.
Y es más, parece que a quien te refieres es a la propia Miradas de Cine, revista en la que nunca se cita a Bazin ni a Wood, que casi nunca habla de cine mudo y donde el 90% del contenido es cine actual. ¿Se trata de autocrítica?
No entiendo por qué aplicas una relación directa entre leer y citar. Hay quienes citan mucho, y leen poco, y quienes leen mucho, y citan poco.
Tonio, I have no desire for anyone – young or old – to stop reading Bazin or Wood (I revere both these figures and have written, spoken and taught a lot about them for 30 years) and ‘ignore the past’ for the sake of reading MUTACIONES DEL CINE CONTEMPORANEO by myself and Jonathan instead !! This is a strange reading of history, and of reality, you have imagined here ! And one I completely reject. Thanks, Miguel, for sticking up for reason !
Adrian, I really do not understand why you assume that my text infer that you or Jonathan Rosembaum make the young people evode reading classics like Bazin or Wood. I blame (some of them) for laziness and lack of curiosity. I guess you’ve arrived here at the suggestion of my friend Miguel, who for sure have twisted my words (this guy loves to raise controversies) to make you write such a message.
¿Y entonces cómo alcanzas a saber que parte de la crítica joven no lee a Bazin? ¿De dónde sacas esas conclusiones? ¿Y que no ven cine mudo?
Me parece que haces un juicio de valor muy precipitado y que no se ajusta ni mucho menos a la realidad. Y que encima nada tiene que ver con la película de la que tienes que hablar… Estas reflexiones ad-hoc siempre son desacertadas…
Y esa manera barata de sacar conclusiones… ni conozco a Adrian Martin ni le he indicado que viniese aquí (ni siquiera lo leo a menudo).
Ese «who for sure have twisted my words» me parece igual de inapropiado para sostener una teoría que no se aguanta por ningún lado…
Muy mal
Miguel, tiene gracia que me digas que hago juicios de valor precipitados, cuando ni siquiera sabes de lo que estoy hablando. ¿Menciono yo la crítica en algún lado, o hablo simplemente de jóvenes, en general? ¿Has pensado que llevo siete años dando clases de cine y he conocido a muchos jóvenes a los que les interesa el cine y no se dedican a escribir? ¿Quizá mis «conclusiones baratas» vengan de la pura observación empírica?
Y me reconocerás que es mucha casualidad que Adrian Martin haya llegado aquí apenas 2 ó 3 horas después de que dejaras tu primer comentario. Si me he equivocado, pues siento haber sido tan malpensado.
Hola
Me gustaría enumerar una serie de puntos que considero importantes sobre cómo funciona Miradas y que, a riesgo de equivocarme, tengo la sensación que no se conocen muy bien o pasan desapercibidos (la última frase de tu comentario por ejemplo):
1. Miradas de Cine está enfocada al análisis y a la actualidad de cine desde que nació.
2. Las secciones mensuales, pasadas y presentes, «cults», «clásicos», «contraplano», «cinemascope», «cine invisible», «dvd», los dossiers y la web asociada Tierraentrance están orientadas directamente al cine pasado o se han volcado mucho con él.
3. No tenemos (y nunca hemos tenido) línea editorial, ni consejo asesor, ni comité de redacción, ni ninguna figura parecida.
4. Miradas se mantiene gracias al trabajo coordinado de un grupo de personas que dirigen y escriben libremente los contenidos, gestionan y administran la web.
5. Somos (y siempre lo hemos sido) una web sin ánimo de lucro.
Puesto todo esto por escrito, entiendo que quizá falta parte de esta información y otra adicional en el «sobre mdc» o en algún otro epígrafe.
Gracias por tus comentarios.
JD
¿Que es sorprendente un documental que mire al pasado con formas conservadoras?
Bueno Tonio, cambiando «buena parte de los alumnos a los que doy clase» por «parte de la cinefilia joven» te queda más dogmático y más cercano a la realidad (siempre que sea verdad lo que dices, que supongo que sí, o al menos tú lo sabrás mejor que yo y no tengo motivos para dudar).
José David, no sé, nada de lo que dices tengo que ver con lo que yo digo. No sé si quieres decir que Miradas es una web que reparte equitativamente su contenido entre cine actual y cine del pasado. Yo no pretendía hacer una crítica a la revista, sino señalar una evidencia. Me parece bien que Miradas sea una revista de actualidad, con algún artículo que otro dedicado a cine pretérito (mudo poco, pero algo hay también). No veo un problema en eso, simplemente se lo señalaba a Tonio ya que el primer sitio donde no se veía (o no se demostraba ver) cine mudo era en la propia Miradas. Lo que, repito, para mi no es un problema de base, lo era para Tonio. Para mi está bien cine mudo, pero no descalificaría jamás a alguien que no lo ve, ni consideraría que su juicio es peor por no hacerlo.
Con la última respuesta que te ha dado el Sr. Alarcón has quedado totalmente en evidencia. Pero no solo no te disculpas sino que continúas, imagino hasta que te quedes solo. Or supported by Adrián Martín. Transita, niñato.
No he quedado en evidencia, le he dado la razón. Siendo sus alumnos lo que él llamaba «parte de la cinefilia joven» no tengo nada que añadir. Mi objetivo no era insultar o criticar a Tonio, sino que explicase a qué se refería con eso. Si vuelves a leer mi primer mensaje, digo exactamente eso.
Sin embargo, como respuesta obtuve una descalificación «I guess you’ve arrived here at the suggestion of my friend Miguel, who for sure have twisted my words». Y ahora de ti, insultos. Y cero argumentos, por supuesto (y con un seudónimo…).
Para mi esto no es una lucha. Pero veo que otros solo entienden la crítica como arte de machacar a los que no piensan como él. Me gustaría que explicases eso de «transita», porque si creo que es lo que es, es muy muy vil por tu parte…
Let it be, sweetie, your dinner is getting cold!
Yo he venido aquí a contrastar ideas y a plantear argumentos. Como ves, Tonio ha añadido información a lo que decía en su crítica y ha quedado mejor. Repito que para mi antes le quedaba demasiado prepotente.
Lo he hecho siempre con educación, así que no me importa quedar en evidencia, si es que ha sido así. No tengo tanto aprecio por mi persona, y los que me conocen en persona (muchos redactores de miradas), lo saben. Y tampoco me importa seguir argumentando si hace falta, no tengo ningún problema.
Hoy voy a cenar un bocadillo de jamón, así que es difícil que se enfríe.
Bueno Tonio, cambiando «buena parte de los alumnos a los que doy clase» por «parte de la cinefilia joven» te queda más dogmático y más cercano a la realidad (siempre que sea verdad lo que dices, que supongo que sí, o al menos tú lo sabrás mejor que yo y no tengo motivos para dudar).
José David, no sé, nada de lo que dices tengo que ver con lo que yo digo. No sé si quieres decir que Miradas es una web que reparte equitativamente su contenido entre cine actual y cine del pasado. Yo no pretendía hacer una crítica a la revista, sino señalar una evidencia. Me parece bien que Miradas sea una revista de actualidad, con algún artículo que otro dedicado a cine pretérito (mudo poco, pero algo hay también). No veo un problema en eso, simplemente se lo señalaba a Tonio ya que el primer sitio donde no se veía (o no se demostraba ver) cine mudo era en la propia Miradas. Lo que, repito, para mi no es un problema de base, lo era para Tonio. Para mi está bien cine mudo, pero no descalificaría jamás a alguien que no lo ve, ni consideraría que su juicio es peor por no hacerlo.
Bueno, pues yo he sido alumna de Tonio hace un par de años y ni siquiera creo que se acuerde de mí, mucho menos que tenga alguna ligera idea sobre mis gustos cinematográficos o mis autores de cabecera. Así que su generalización me parece bastante gore, sí. No creo que esté reñido ver Wang Bing con cine de los orígenes, «primitivo», mudo o como lo queráis llamar, de hecho yo colaboro en el especial años 20. No se puede generalizar de ese modo y no me hables de «observación empírica» porque soy el claro ejemplo de que te equivocas. Y bueno, ya lo de «a este tío le gusta levantar polémica» me parece una falta de respeto total. ¿Si alguien no opina como tú significa que es un follonero? Mira lo que te digo: ojalá hubiese más gente como Miguel en este país en el que la crítica está totalmente dormida y adocenada. ¡No se nos permite ni siquiera escandalizarnos! Qué aburrimiento.
De todos modos he de decir que guardo un recuerdo agradable de su persona y de sus clases. Un saludo.