Especial noche de brujas IV

Tras la típica visita turística por el cementerio —donde el tono de las lápidas no deja de elevarse en su mordacidad: desde una que imprime el carácter de «aceptado» a Elvis a otras que piden eterno descanso por conceptos ligados a esta serie y sus detractores, como el Presupuesto equilibrado, la Sátira política subliminal o la Violencia televisiva, esta última acribillada a balazos—, es Bart quien, al modo que lo hacía Rod Serling en la serie Night Gallery (Galería nocturna, 1969), nos advierta sobre la inquietante experiencia que vamos a contemplar los telespectadores.

En la primera historia, The Devil and Homer Simpson, el padre de familia venderá su alma por una rosquilla a un demonio que, cómo no siendo Homer, tiene el aspecto de Ned Flanders —al extrañarse el gordinflón de que el diablo tenga ese aspecto, éste le responde: Bueno, siempre es quien menos se espera; por otra parte, el señor Burns y Smithers lo observan todo por uno de los monitores, y al preguntar el empresario quién es ese de patas de cabra su ayudante le responde: Es el Príncipe de las Sombras. Lo tiene citado a las once—. Al terminarse Homer el dónut, el diablo se lo quiere llevar, pero Lisa reclama un juicio justo, a lo que Flanders/Satanás responde: ¡Oh, estos norteamericanos! Siempre están con sus juicios justos. ¡Cuánto más fácil resulta esto en México!. Al comenzar el juicio el diablo Flanders elige al jurado, repleto de criminales y con… ¡Richard Nixon!, quien reclama no estar muerto aún, a lo que Satanás le responde: ¡Calla! Recuerda que te hice un favor—sin duda, las advertencias de eliminar las críticas políticas satíricas es toda una provocación para los creadores de la serie—. Marge reclamará el alma de Homer, quien se la entregó para siempre el día que se casaron. Como castigo, el Diablo convierte la cabeza de Homer en una enorme rosquilla, debido a lo cual decenas de policías le esperan a la puerta de su casa. Al frente de todos ellos está Wiggum, quien calma las ansias de sus colegas de profesión, diciéndoles “No os preocupéis: tarde o temprano tendrá que salir”.

La siguiente historia, Terror at 5 1/2 Feet, transcurre como el sexto episodio de la segunda temporada de Cuentos asombrosos (Amazing Stories) titulado El Greibble (The Greibble, Joe Dante, 1985), en el que un grinch ataca al transporte escolar. Bart trata de advertir a todo el mundo, pero nadie le hace caso. Logrará apartar al monstruo, quien tras ser atropellado por el coche de Flanders será adoptado por éste, intuyendo que para el pequeño gremlin comenzará una particular pesadilla en casa del beaturrón.

Por último, una de las mejores historias creadas para estos especiales de Halloween, pues con Bart Simpson’s Dracula los creadores de la serie lograron una de sus mejores y más hilarantes parodias —esta vez con el Drácula, de Bram Stoker (Dracula, Francis Ford Coppola, 1992), película muy en boga en aquellas fechas, pues fue estrenada el año anterior—. El personaje del vampiro será interpretado —como no podía ser de otra manera— por el señor Burns, quien recibirá a la familia Simpson como sus invitados. Los diálogos terroríficamente divertidos comenzarán muy pronto:

LISA: A mí todo esto me huele a cuerno quemado.

MARGE: Lisa, no seas desconfiada. ¿Os lavasteis bien el cuello como os dijo el señor Burns?

LISA: Papá, ¿no le notas nada extraño [al conde]?

HOMER: Sí, se ha peinado como un mariquita.

Al investigar por su cuenta, Bart y Lisa dan con la cripta del castillo, llena de ataúdes.

LISA: ¿Te convences ahora?

BART: Y qué… esto es igual que el sótano del asilo del abuelo.

Para recuperar a Bart —quien ha sido transformado por el señor Burns en un niño-vampiro— Lisa invita a Homer a clavarle una estaca al señor Burns: También es mi jefe. ¿Me atreveré a realizar el sueño americano?. Pero al señor Burns, antes de morir, le da tiempo de gritarle a Homer ¡Despedido!. Al final toda la familia menos Lisa son vampiros, pues el líder de éstos era… ¡Marge!: Bueno, fuera de esta casa yo también tengo mi vida. Y es que nunca se acaba de conocer de todo a las personas con las que convivimos…