El cine de Jodorowsky según Diego Moldes

Prólogo inédito a un libro sí editado

Antes de empezar con nuestro estudio me permitiré la licencia probablemente no académica y, en todo caso, alejada de cualquier cientificismo, de introducir los motivos que me han llevado a interesarme por la obra artística, y muy especialmente la cinematográfica, de Alejandro Jodorowsky Prullansky.

En octubre de 1991 leí por primera vez a Arrabal. Residía en Lisboa con mi familia y estaba matriculado en el Instituto Español de Lisboa. El profesor de Literatura Española, un andaluz llamado Rafael Hinojosa, nos impuso como lectura obligatoria de ese curso un librito que incluía tres piezas de Arrabal: Pic-Nic, El triciclo y El laberinto, en una de aquellas maravillosas ediciones de cubiertas negras de la Colección Letras Hispánicas, de Ediciones Cátedra. La edición era, lo recuerdo bien, la de Ángel Berenguer. Me causó una honda impresión. (Su lectura corrió pareja a una edición en portugués de Tirano Banderas, 1926, de Valle). Por aquel entonces, con apenas quince años de edad, yo no había leído nada de Artaud y su teatro de la crueldad, ni mucho menos sabía quien era Jarry y su patafísica y las referencias que ya tenía del teatro del absurdo, se limitaban a cuatro conceptos básicos sobre Beckett e Ionesco. Quizá por eso el impacto fue mayor. Como en aquella adolescencia mi tiempo se repartía en el cine, la novela y, muy esporádicamente, el cómic, la lectura de algo tan avant-garde como Arrabal me descolocó. Creo que aquella fue la primera vez que supe de la existencia de un tal Jodorowsky. Y de Topor. Sin embargo, contra lo que pudiese parecer, apenas volví a leer nada del movimiento Pánico, mi interés por el teatro era escaso y las vanguardias me interesaban más en el campo de la pintura. Una década más tarde, afianzada mi cinefilia a razón de unas ocho o diez películas semanales, en el invierno de 2001, compré en una librería de Santiago de Compostela especializada en libros antiguos y de ocasión, un libro de Dominique Avron sobre Roman Polanski, cineasta que, junto a Hitchcock, Kubrick Fellini, Fritz Lang y Buñuel centraba casi todos mis intereses. Avron citaba El quimérico inquilino (Le Locataire, 1976), película de Polanski que adaptaba la novela de Roland Topor Le Locataire chimérique, publicada en París en 1964. Aquella novela era, hasta donde yo sé, la primera novela Pánica, y aunque el film polanskiano resultó una obra maestra, a Topor no le gustaron algunos cambios introducidos, por lo que se enrabietó con Polanski, (Ambos, nacidos en París, eran hijos de judíos polacos emigrados a Francia, aunque Topor se crió en Francia, mientras que Polanski retornó a Polonia con cuatro años de edad y no regresó a París hasta los veintinueve años.). Por azares del destino volví a vivir en Lisboa en 2003 y la primera mitad de 2004 y fue entonces cuando, en apenas nueve meses, escribí mi segundo libro Roman Polanski. La fantasía del atormentado (el desafortunado subtítulo no es mío sino del editor), publicado en Madrid en Ediciones JC, editorial que ya me había confiado el primero La huella de Vértigo. Aquel era el primer libro sobre Polanski escrito en español, lo que me obligó a manejar una documentación sin precedentes en mi corta vida, así como una abundante bibliografía. Para los capítulos Polanski y la literatura y El quimérico inquilino volví a leer textos sobre el grupo Pánico. También leí El quimérico inquilino en su primera edición castellana de 1987, en Valdemar, que incluía ilustraciones creadas por el propio Topor para la edición gala. En nota a pie de página referida a Topor y el Groupe Panique escribí:

«Debo decir que la personalidad más interesante de los tres es la de Jodorowsky. Por otra parte los tres dramaturgos [Arrabal, Jodorowsky y Topor] han tenido mucha relación con el cine, pero ese es otro tema que, por falta de espacio y de relación con Polanski, no trataremos aquí.» (Moldes, 2005, 55-56)

¿Intuición? ¿Desatino? Sin duda afirmación temeraria, cuando menos, dado que no había leído ni visto nada del tal Jodorowsky, pero me había cautivado su personalidad en una entrevista televisiva. Y sí había leído algunas cosas sobre su carrera multidisciplinar. Finalicé el libro de Polanski en Lisboa a finales de agosto de 2004 y, esa misma semana me trasladé a vivir a Madrid. Tras la publicación del libro conocí a Polanski en el Hotel Ritz de Madrid y sentí que mi siguiente trabajo debería tener más alcance. Había escrito sobre una película —Vértigo—, sobre un cineasta —Polanski— y ahora lo haría sobre un ámbito cinematográfico, el cine europeo sonoro. Ello me llevó casi tres años, de 2004 a 2007. Mi interés por Jodorowsky estaba ahí, latente, pero mis esfuerzos en otros campos me impedían disponer tiempo para dedicárselo a aquel chileno afrancesado cuyo cine (casi todo mexicano) era prácticamente invisible en nuestro país. Apenas sabía nada de Jodorowsky, excepto por sus numerosas entrevistas concedidas en las televisiones españolas. Jodorowsky, mago de la autopromoción, había comenzado a aparecer en 1995 en “Negro sobre blanco”, programa cultural de libros dirigido y presentado por Fernando Sánchez-Dragó, emitido en La 2 de TVE. Sánchez-Dragó trabó amistad con Jodorowsky por mediación de un amigo común: Arrabal. Ese mismo año de 1995 la refinada editorial Siruela publicó Psicomagia y se inició el éxito editorial de Jodorowsky en España (en Francia su reconocimiento editorial fue algo anterior, en 1984, y sobre todo, a partir de 1989; en Hispanoamérica fue más tardío: en 1991), lo que motivó que el culto Jacobo Fitz-James Stuart (hijo del antiguo Conde de Siruela, del mismo nombre, y de la Duquesa de Alba) viese el potencial editorial de Jodorowsky, labrase una amistad personal con él y se embarcase en crearle una biblioteca propia en la editorial. Yo, por entonces, ya conocía a fondo la línea editorial de Siruela, mi interés por aquel sello editorial se había iniciado con las lecturas de Juan Eduardo Cirlot (tanto su poemario Bronwyn como su Diccionario de símbolos, ambos editados por su hija, Victoria Cirlot, amiga de que Jacobo Siruela, a la que le llegué a enviar una carta que me contestó con suma educación e interés) y del genial Bruno Schulz, escritor polaco admirado por Polanski y del que Siruela había editado sus obras completas.

El éxito de Jodorowsky en España crecía, pasando de ser un autor de minorías a ser reconocido por un público lector más amplio, aunque sin ser, nunca, en ningún caso, un personaje popular. (Su libro más vendido Psicomagia apenas ha vendido veinte mil ejemplares en nuestro país, lo mismo que sus memorias, en torno a quince mil. El resto, bascula entre los mil y los diez mil ejemplares.) Empero su nombre se iba abriendo paso, merced a sus entrevistas con Sánchez-Dragó (primero en La 2 —Negro sobre blanco y Carta blanca— y luego en Telemadrid, en Las noches blancas y en el Informativo Noche), hasta pasar por Crónicas marcianas (1997-2005), de Javier Sardá, deleznable late night show del que Jodorowsky se serviría para promocionar sus técnicas terapéuticas, la psicomagia y la psicogenealogía, en verdad de dudoso rigor científico pero de singular eficacia. Las entrevistas en televisión prosiguieron en Buenafuente (2005), otro late night show dirigido y presentado por Andreu Buenafuente (primero en Antena 3 TV y luego en La Sexta), en el talk-show El loco de la colina (2006), entrevistado por Jesús Quintero hasta en tres programas diferentes (una de esas entrevistas a Jodorowsky aparece transcrita en el libro Jesús Quintero, entrevista, Aguilar, Madrid, 2006) y en Noche Hache, dirigido por Miguel Sánchez-Romero y presentado y conducido por Eva Hache. Analizando el tipo de público de estos programas tan heterogéneos encontramos un denominador común, todos se emiten de madrugada. Casi todas las entrevistas a Jodorowsky emitidas en España van destinadas a un público muy segmentado, que ve la televisión pasadas las doce de la noche, hasta altas horas. Eso da una idea de hacia donde va destinada la estrategia de públicos anti-mainstreem de Jodorowsky, ya sea un programa culto (como los de Sánchez-Dragó), de humor (Buenafuente, Eva Hache) o de la llamada telebasura (Crónicas marcianas). Lo importante es que, sin hacer mucho ruido, Jodorowsky publicó en España una veintena de libros (en cuatro editoriales distintas) en apenas trece o catorce años. Y eso dejando de lado el más de medio centenar largo de volúmenes de cómic, en calidad de guionista y coautor.

Pero su cine seguía casi ignoto en España, motivado por un problema de derechos con el titular de los mismos, Allen Klein, productor de los Beatles y los Rolling Stones. Su ópera prima La Cravate (1957), cortometraje rodado en París, estaba perdido y ni el mismo Jodorowsky lo había vuelto a ver. De sus seis películas sólo dos habían sido estrenadas en España —El Topo y Santa sangre— y su público, pese al éxito crítico, fue muy reducido. En el mercado del DVD español sólo se había editado y distribuido Santa sangre, por Vellavisión, y con pocas copias. De Fando y Lis circulaba por España un DVD distribuido comercialmente, una copia no ilegal pero sí a-legal, del que no nombraremos la empresa editora. No sería hasta agosto de 2007 que Cameo Media editaría su corto La Cravate (que había aparecido en una copia privada en un ático de Alemania en 2006) y su trilogía mexicana Fando y Lis (1967), El Topo (1968) y The Holy Mountain / La montaña sagrada (1973). Y para el público del cine en casa constituyó toda una revelación, como había sucedido antes en Francia, EEUU, Reino Unido, Latinoamérica, Italia y Japón, lugares en los que Jodorowsky es considerado, aún hoy, un cineasta de culto en ciertos círculos cinéfilos ampliamente minoritarios.

Una tarde primaveral de 2006 paseando junto a mi hermana Patricia por el Parque del Buen Retiro madrileño, en plena Feria del Libro vi a Jodorowsky firmando libros en la caseta de Ediciones Siruela. Hacía mucho calor y había poca gente en la feria, de hecho en la caseta no había nadie excepto Jodorowsky y yo. Charlé con él durante cinco o diez minutos, ante la mirada lejana de mi hermana, médico psiquiatra de profesión, que me miraba con cara extrañada pues no sabía quién era Jodorowsky, nunca había oído hablar de él. Lo curioso es que no recuerdo lo que hablamos, aunque sí que le pregunté por El Topo, por el movimiento Pánico y si iba a volver a dirigir una película (respondió sonriendo “ya veremos”), al tiempo que le confesaba que no había visto su cine pero que me interesaba mucho verlo. No recuerdo bien sus palabras, pero aún hoy, no puedo olvidar su mirada penetrante, serena, bondadosa, la musicalidad de su verbo, su sonrisa, el cansancio acentuado por el calor, la gota de sudor que descendía por su sien. Era un hombre mayor, pero aparentaba diez años menos (tenía entonces setenta y siete años). Le compré un libro Psicomagia, y me escribió “Para Diego, con afecto, Jodorowsky”. Me fui como hechizado, conversando con Patri y explicándole quién era el tal Jodorowsky, al que ya admiraba un tanto puerilmente, sin haberlo leído ni haber visto su cine. Decía Borges que uno no elige los libros (yo añado las películas) sino que son los libros los que eligen a uno. Y quizá estaba en lo cierto.

Cuando llegué a mi piso cercano, en pleno barrio de Salamanca, cogí el libro y escribí, con un bolígrafo de tinta roja, en la segunda página del ejemplar de Psicomagia adquirido lo que sigue:

«Jodorowsky y yo nos miramos a los ojos, fijamente, por espacio de medio minuto. Tuve la sensación, sumido en su mirada profunda y bondadosa, de que me conocía íntimamente, desde hacía mucho, incluso desde antes de mi nacimiento. Fue extraño, vi en él a un chamán, un brujo de magia blanca, un sabio.» (4-6-2006).

Leí aquel libro del tirón, mientras veraneaba en mi Pontevedra natal y pasaba unos días en Oporto. En ese momento me entraron ganas de bucear de lleno en su arte, pero no encontraba el momento. Debía concluir el libro Cine Europeo. Las grandes películas, luego presentar una serie de artículos con los que me había comprometido y concluir una novela que me bullía por la cabeza, Ensoñación (inicialmente llamada El errabundo inamovible), que empecé en abril de 2007 y concluí el 1 de enero de 2008. En la primavera de 2007 conocí a José Luis Sánchez Noriega, en una comida que nos organizó un amigo común, el intelectual David Felipe Arranz. Le comenté que quería hacer una tesis doctoral, sobre cine, pero con un matiz multidisciplinar. Aceptó ser mi tutor, sin apenas conocerme, lo que me sorprendió. Luego, además de director de tesis, nos hicimos amigos. Pocos meses después, concluido un largo y denso estudio comparado sobre El manuscrito encontrado en Zaragoza, novela de Potocki y film de Has (que al año siguiente publiqué en Calamar Ediciones, Madrid, noviembre 2009), me compré algunos libros de Jodorowsky y conseguí, tras ardua búsqueda la única edición a la venta del DVD de su película Santa sangre. Aunque el film no me entusiasmó, sí me causo un hondo impacto. A la semana siguiente viaje a Estados Unidos por motivos profesionales. En el trayecto en avión de Madrid a Chicago, seguido de un vuelo corto a Minneápolis y otro más largo a Los Ángeles, leí su novela Las ansías carnívoras de la nada. La concluí pocos minutos antes de aterrizar en L.A. En el separador del libro escribí:

Jodorowsky,

padre del surrealismo posmoderno,

madre del “Grupo Pánico”,

hermano del misticismo más abigarrado,

hermana de la psicomagia y la psicogenealogía sui géneris,

cultivador del esoterismo y del inconsciente,

hijo de la filosofía, las vanguardias históricas y el chamanismo,

primo del cómic, nieto del teatro, discípulo del cinema fantástico,

retoño de la ciencia-ficción,

viejo chivo loco;

dramaturgo metido a guionista de cómic,

poeta metido a novelista,

director escénico metido a ensayista,

tarólogo vocacional,

terapeuta aspiracional,

mimo transmutado a guionista de cine,

actor metido a cineasta,

cuentista mutado a sabio antiguo.

¿Qué es Jodorowsky?

¿Qué no es Jodorowsky?

Todo y nada. Nada y todo.

Como un gran cóndor sobrevolando los Andes…

¿Dónde comienza Jodorowsky? ¿Dónde termina?

¿Qué ansias conforman su esencia?

¿Y las nuestras?

Diego Moldes

Sobrevolando Los Ángeles (California), 6 de junio de 2007. (1)

En ése preciso momento, viendo por la ventanilla del avión una alfombra infinita de luces rojas, amarillas y verdeazuladas, saturándome la vista hasta los límites de lo invisible, me invadió un sentimiento de pequeñez ante el mundo. Fue entonces, viendo la meca del cine desde el aire, cuando me vi en la necesidad de escribir sobre Jodorowsky. Lo tenía decidido, escribiría sobre él, sobre su cine.

Regresé a Madrid. Llamé a José Luis Sánchez Noriega y le comuniqué mi decisión, que acogió con agrado. Un mes más tarde, en julio de 2007, un contacto en la editorial Cameo Media me envió desde Barcelona un regalo inigualable, cuatro semanas antes de que saliese a la venta: el Pack Alejandro Jodorowsky, que incluía tres largometrajes suyos, un corto, un documental y dos bandas sonoras originales. Lo vi un fin de semana y la sorpresa inicial dio paso a una admiración profunda, más extraña en cuanto no reconocía todo lo que veía y a la sensación de atracción de algunas secuencias le seguía otra de rechazo igualmente intensa. El lunes quise escribir a Jodorowsky para solicitarle una entrevista. Visité su web oficial (en www.clubcultura.com) y le envié un correo electrónico. Pasó el verano, que aproveché para leer otros libros suyos a caballo entre Galicia y Madrid, y no obtuve respuesta. El 2 de septiembre, cansado de esperar, envié otro correo electrónico a Fernando Arrabal, que también vive en París, solicitándole la dirección de su compañero y amigo Jodorowsky. Ésta fue su respuesta:

«03/09/2007 10:30

De vuelta a París y de paso hacia Madrid, querido moldes, veo con alegría  que quizás  le vea en el Jardín de Recoletos.  Lei y por momentos releí sus sumas  con sumo placer. Sobre mis amores musicales, que van sobre todo hoy (mañana será otro día) de Little Richard a Berlioz, más vale oir y de paso ver mis siete filmes e incluso mis tres cortos. Al parecer está a punto de editarlos en DVD Cameo Media s.l. de Barcelona  y en Usa  y Paris los distribuyó Cultepics.  En Madrid no se «de qué va» mi pregón ‘oficial’,  aún esperando que «un arrabal junto al cielo hablará de cualquier cosa». [aquí iba la dirección de correo de Jodorowsky] Toujours en très vive connivence de este arrabal of Paris

(Murió puerta, murió umbral, murió villa-no-sé-qué… y yo, arrabal, tengo mis achaques.)»

Ante el desconcierto de esta carta —genuinamente Pánica—, comprobé que el correo electrónico de Jodorowsky facilitado por Arrabal era el mismo que el que ya tenía, seguí investigando y me matriculé en el curso de doctorado, por mediación del profesor director del departamento, Emilio C. García, casualmente gallego, como yo.

Pasaron los meses y seguí leyendo los libros de Jodorowsky y documentándome. Un buen amigo, el novelista Ramón Pernas, tras ser entrevistado por Fernando Sánchez Dragó en el Diario de la Noche de Telemadrid, le comentó la necesidad que tenía de conocer a Jodorowsky, solicitándole para mí su teléfono. Sánchez Dragó le comentó a Pernas que su amigo Jodorowsky no facilitaba nunca su número de teléfono por miedo a que se le presentasen en su casa (se había mudado de una casa en Vicennes —la que aparece en el documental La Constelation Jodorowsky, de Mouchet— a un amplio apartamento en el centro de París, cerca de la Gare de Lyon) un sinnúmero de seguidores, que se cuentan por miles, chalados, alucinados o gentes extrañas que hiciesen peligrar su equilibrio personal y familiar, incluso su integridad física. Por ese motivo Jodorowsky, según Sánchez Dragó, que en esto coincidía con Arrabal y con el personal de Ediciones Siruela, sólo facilitaba su correo electrónico, que le facilitó a Pernas y éste a mí: era el mismo.

Le envié un nuevo correo en octubre de 2007, pero Jodorowsky seguía sin contestar. Ese mismo mes (5-10-2007) asistí a una comida privada con algunos de los escritores hispanoamericanos más importantes, con motivo del Festival Vivamérica, auspiciada por Ámbito Cultural de El Corte Inglés. Quiso la casualidad que me sentasen entre tres personalidades que, casualmente, conocían a Jodorowsky: a mi derecha el mítico editor y fotógrafo Mario Muchnik (2), a mi izquierda, el escritor y periodista mexicano Juan Villoro (3), en frente otro escritor e intelectual mexicano: Jorge Volpi (4).

Aprovechando la oportunidad, cuando fui preguntado por Villoro sobre lo que estaba escribiendo, respondí que sobre una tesis del cine de Jodorowsky. Villoro, mexicano recordémoslo, un joven estudiante cuando Jodorowsky estrenó sus películas en México, me comentó el enorme influjo que el cine y el teatro del chileno había desempeñado en la intelectualidad mexicana de su generación (los nacidos en los años cincuenta) y a la inmediatamente anterior (los nacidos en los años treinta y cuarenta). Recordaba perfectamente el estreno mexicano de El Topo y de La montaña sagrada y me animó en mi estudio, “Jodorowsky es un tipo muy interesante”, afirmó. Les dije, a la sazón, que el film La montaña sagrada se inspiraba en la novela de Daumal El monte análogo, lo que sorprendió enormemente a Muchnik, pues la había leído en francés durante su estancia parisina en los años sesenta. Volpi, en cambio, se mostró menos entusiasta que Villoro, indicando que Jodorowsky había publicado sus Fábulas Pánicas en el Heraldo de México, “un diario de derechas, de corte reaccionario” —afirmó Volpi— con una mueca que parecía indicar que el personaje-Jodorowsky no era santo de su devoción. Tuve que recordarle a Volpi que Jodorowsky había huido de México por presiones, precisamente, de la derecha más reaccionaria, sectores conservadores encabezados por la Iglesia Católica mexicana (México, no lo olvidemos, es el país con mayor número de católicos practicantes —en su totalidad y por habitantes— del mundo) y el ejército, hasta el punto que fue amenazado de muerte (La montaña sagrada la montó en Nueva York, huyendo de su casa mexicana en plena noche con los rollos de celuloide). Cuando aclaré que me estaba siendo imposible localizarle para entrevistarlo para la tesis Villoro me interrumpió para decirme que, se daba la casualidad, de que él y Jodorowsky tenían la misma agente literaria, Mercedes Casanovas, con despacho en Barcelona. Villoro me facilitó los contactos de Mercedes Casanovas y tras semanas de intentos fallidos y de evasivas por parte de la agente de Jodorowsky, cesé en mi empeño.

Paralelamente a mi búsqueda, contacté con la periodista y documentalista mexicana Angélica García, directora del documental (editado en formato DVD) Teatro Pánico. Alejandro Jodorowsky en México, incluido dentro de la serie Abrevian Videos y auspiciado por el Programa de apoyo a la Docencia, Investigación y Difusión de las Artes de diversas instituciones mexicanas: Centro Nacional de las Artes (CENIDIAP), Canal 23 de las Artes, CONACULTA-INBA-CENART. D. .F. México MMV. Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y Centro Nacional de las Artes (CENART). Fui ayudado tanto por el director del CENIDIAP, profesor Carlos Blas Galindo Mendoza, como por su subdirector, el profesor Carlos Guevara Meza, que me escribió lo siguiente:

«Estimado Diego,

Le escribo de parte del Director del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas del INBA, Mtro. Carlos-Blas Galindo Mendoza, para informarle acerca de la Mtra. Angélica García. Angélica García, es investigadora del CITRU, (Centro Nacional de Investigación Teatral «Rodolfo Usigli»), y nos hemos puesto en contacto con ella para brindarle su correo electrónico. El correo electrónico de la maestra es: […]

También le comunico que el Cenidiap, por el momento, no cuenta con copias del DVD Teatro pánico. Alejandro Jodorowsky en México. Esperando que esta información le sea de utilidad, me despido.

Atentamente,

Mtro. Carlos Guevara Meza

Subdirector de Investigación del Cenidiap»

Localicé a la profesora, especialista en temas teatrales, Angélica García (que viajaba con frecuencia a España, concretamente a Cuenca) y a través de un publicista español residente en México me hizo entrega del documental en DVD, un documento interesantísimo e inédito en Europa que me reveló imágenes filmadas de las representaciones teatrales Pánicas en México durante los años sesenta, al tiempo que incluía declaraciones de personalidades artísticas mexicanas que daban idea de la enorme relevancia y huella dejada por Jodorowsky en la vanguardia del país. Entre estas entrevistas sobresale la del director vanguardista Juan José Gurrola (que interpretó al personaje del segundo Maestro en El Topo), quien confesaba no entender el giro de su viejo amigo chileno del respetable teatro Pánico a la Psicomagia y otras técnicas terapéuticas jodorowskianas despreciadas por éste (como el tarot).

Mi siguiente aproximación al universo Jodorowsky fue el viernes 29 de febrero de 2008, cuando asistí en el Ecocentro de la madrileña calle Esquilache a una conferencia del periodista y escritor francés Gilles Farcet (París, 1958), que presentaba la segunda edición corregida y aumentada de La Trampa Sagrada. Conversaciones con Gilles Farcet (Ediciones Chandra, Madrid, diciembre 2007), cuya primera edición de 1989 —La tricherie sacrée (entretiens avec Gilles Farcet)— supuso el lanzamiento de Jodorowsky en el mundo editorial francófono y, posteriormente, hispanoamericano. Farcet, autor de una quincena de libros sobre espiritualidad y discípulo del realizador y gurú Arnaud Desjardins, fue el que posibilitó la aparición de el libro más conocido de Jodorowsky: Le Théatre de la guérison. Une thérapie panique: la psychomagie (1995), traducido ese mismo año como Psicomagia, una terapia pánica, un pequeño best-seller. Al acabar la presentación charlé con el autor francés y éste amigo íntimo de Jodorowsky me reveló algunos datos poco conocidos que me fueron de gran interés. Le pedí el teléfono de su casa pero Farcet me aclaró que Jodorowsky nunca lo daba, por miedo a los miles de seguidores parisinos que practicaban la Psicomagia y la Psicogenealogía. El editor de Chandra Editorial, una pequeña editorial fundada para dar salida a libros de corte místico, me envió una carta, que transcribo y sobre la que poco más se puede añadir:

«Hola Diego:

antes de nada agradecerte tu asistencia a la presentación de La trampa sagrada. Siento que las circunstancias nos impidiesen hablar más detenidamente. Espero que se nos presente otra ocasión. Como quedamos, aquí te mando el teléfono de «Le Temeraire», café al que suele asistir Jodorowsky todos los miércoles. Por si acaso, antes de ir puedes llamar al dueño y que te confirme si va a estar presente el propio Jodo o un asistente suyo. El número es el 00-33-1-43075687

Un saludo, José Luis Escario www.sc-chandra.es»

Un mes más tarde, la semana del 25 al 29 de marzo de 2008 viajé a París con la intención de entrevistarme con Jodorowsky.

Desde comienzos de los años ochenta y de modo continuo durante las tres últimas décadas, Jodorowsky lee el tarot de modo gratuito en París, todos los miércoles a partir de las cinco de la tarde (excepto cuando está de viaje, obviamente, algo que suele hacer sin avisar). Como él mismo escribió, primero las sesiones las hacía en “En un café, en el 8 de la calle Volga en el barrio 20 de París donde hago terapias de grupo y leo el tarot gratis que luego continúan en el 5 de la calle Champagne.” Años más tarde esas sesiones se han trasladado al café Le Témèraire, número 32 de la Avenue Daumesnil, próximo a la Gare de Lyon. Acudí al citado café a las tres de la tarde, y me dieron un número. El dueño del local repartió veintidós etiquetas numeradas (el 22 es un número mágico para Jodorowsky, representa los 22 arcanos mayores del Tarot) para que todos los clientes escribiesen su nombre en su anverso. Pagamos 1 euro cada uno. Acudieron unas sesenta personas y sólo veintidós fueron los elegidos. A las tres y media sacaron las etiquetas numeradas y mi nombre era una de ellas. El número 20. Eso implicaba que Jodorowsky me leería las cartas del tarot en el vigésimo lugar. Los veintidós elegidos pagamos cuatro euros al dueño del local (dinero que, aseguró, no se queda Jodorowsky). Mientras fotografié y grabé con mi cámara de video digital las sesiones de psicoterapia de otros “pacientes”, hasta que uno de los colaboradores de Alejandro, llamado Monsieur Moreno Faz, me dijo que no estaba permitido, indicándome que apagase la cámara. Las personas presentaban sus problemas y Jodorowsky les daba consejos a partir de la lectura de las cartas del tarot. Dos hombres de mediana edad y una anciana llamada Barbara Clerc transcribían los casos para los posteriores libros de nuestro autor (casos resueltos en muchos casos que ha presentado a psicólogos titulados de varias universidades, entre ellas la Universidad de la Sorbona y la Universidad Judía de París). Cuando tocó mi turno Jodorowsky me preguntó que quería saber. Le contesté que nada en particular. Respondió: “Sabes lo que dejas atrás pero estás inseguro porque no sabes hacia donde vas”. Respondí que sí. Replicó: “Entonces te leeré las cartas de los valientes, la llamada escalera de los valientes, aquellos que como tú quieren saberlo todo sobre sí mismos”. También me recomendó la lectura de Martin Eden (1909), novela de Jack London cuya lectura, dijo, le había ayudado mucho en su juventud. Un cuarto de hora más tarde, al acabar su extraña terapia le agradecí sus consejos pero él en seguida adivinó en mi mirada y yo en la suya —profunda, sincera, bondadosa, vivaz, inteligente y cautivadora— que era otro el motivo de mi visita. Debió darse cuenta que yo no creo en el tarot más que como lo que es, un lenguaje simbólico, y, como tal, tan acertado o errado como cualquier otro sistema de símbolos y, desde luego, a mi juicio, más cercano al arte que a la ciencia. De todas formas me regaló un libro suyo en francés, de la serie de libritos sobre el tarot que edita a partir de los casos que registra: Pour apprende à connaître le Tarot (Col. Bookleg essai, Citylights Marliano / Maelstrom Editions, París y Bruselas, 2007). Es habitual que regale libros a las personas que acuden a sus sesiones. (Incluso comprobé que en aquella ocasión a una señora con problemas traumáticos infantiles y obesidad, le regaló un billete de 50 euros para que lo plantase en el jardín de la casa de su difunto padre, le hizo escribir una carta. Un acto psicomágico típico de los consejos Pánicos de Jodorowsky.)

Le confesé que estaba escribiendo una tesis doctoral sobre su cine y le entregué el índice y toda la primera parte. Me dijo que lo leería con mucho interés. Me ofrecí entrevistarle con mi cámara de video pero decía estar muy fatigado por las más de tres horas que llevaba atendiendo a sus pacientes. Pero me indicó que le escribiese un correo electrónico y respondería a preguntas breves, más un cuestionario que una entrevista en profundidad. Regresé a Madrid cuatro días después y le escribí el lunes 31 de marzo, cinco días después de mi encuentro. Me respondió a la mañana siguiente. Transcribo a continuación mi correo, la respuesta de Jodorowsky y mi segundo correo de agradecimiento.

«31/03/2008 19:38

Estimado Alejandro,

No sé si me recuerdas. Nos vimos en el café Le Téméraire el pasado miércoles 26 de marzo. Me tiraste las cartas y te hablé de mi tesis sobre tu cine, entregándote el índice y la introducción de la misma. Me gustaría entrevistarte con mi cámara digital, pero me dices que es mejor por correo electrónico. Te mando una serie de diez o doce preguntas y si puedes me contestas en el propio e-mail. Por mi parte, si no tienes inconveniente, te haría más entrevistas o cuestionarios a medida que avanzo en la tesis, que tengo intención de publicar, a poder ser en Siruela.

En fin, voy al grano. Comienzo el cuestionario.»

«01/04/2008 12:51

Estimado Diego:

En verdad, no tengo tiempo para responder a tu entrevista: me tomaría más de una hora, cosa que se convertiría en una tortura. Lo más que puedo hacer por ti y por una sola vez, es contestar a cada pregunta con una frase corta. Veamos:

1. ¿Qué es para ti el cine como arte?

Es un orgasmo auténtico y no una asquerosa máscara.

2. ¿En qué se diferencia tu cine del de otros cineastas que lo hace tan especial?

Es arte honesto y no un producto industrial.

3. ¿Crees que existe un cine Pánico (el tuyo y el de Arrabal) o el movimiento Pánico fue un fenómeno exclusivamente teatral por ser efímero?

Tanto Arrabal, como Topor y yo, aparte del teatro, el dibujo, la literatura, creamos cine.

4. Partiendo de que toda tu obra es simbólica y de que la imaginación es lo que ha guiado toda tu actividad artística (cine, teatro, literatura y cómic) ¿consideras que es acertado hablar de la imaginación simbólica como motor y núcleo de tu cine?

Es acertado.

5. ¿Qué es para ti el símbolo? ¿Se puede hablar de símbolo cinematográfico al hablar de tu cine o de símbolos en sentido amplio en toda tu obra artística?

Los símbolos siguen siendo símbolos dondequiera que se les represente.

6. ¿Crees que tus novelas, tu poesía y tus obras teatrales están influidas por tu cine y viceversa? De ser así, ¿en qué grado?

Todo está en todo: mi ser esencial impregna y une mis diferentes obras.

7. Considero La montaña sagrada tu película más completa y la que mejor refleja tu personalidad artística. ¿Hasta qué punto te influyó “Le Mont Analogue” (gran novela inconclusa), de René Daumal, a la hora de escribir el guión?

Quise filmar “El Monte Análogo”: la familia de Daumal no me dio los derechos. Opté por escribir yo mismo La Montaña Sagrada. Todo lo que hago refleja mi personalidad artística. Mi obra no es un concurso de miss Universo donde se deba coronar a una sola.

8. Tusk es tu película más desconocida. He visto una copia mala, con un montaje errático. ¿Has intentado volver a montarla tal y como la habías concebido? ¿Crees que podría haber salido mejor de haberla montado tú?

Por supuesto. Muchas veces he intentado montarla yo, pero por causa de absurdas leyes de la industria cinematográfica, me ha sido imposible hacerlo.

9. ¿Crees que Buñuel, Fellini, Cocteau y Tod Browning han influido en tus películas? ¿Qué literatos o dramaturgos están más cerca de tus películas?

No sólo lo que citas: todas las películas que he visto, todas, y son millares, han entrado en mi inconsciente. Sin embargo, no reconozco padres y por  ser hijo de nadie, soy un hijo de puta.

10. Tu corto La Cravate se inspiró en la novela “Las cabezas trocadas” (Die vertauschten Köpfe, 1940), de Thomas Mann y en uno de los “Veinticinco cuentos del Baital” hindú (o Vetala Panchvimshati)? ¿En qué aspectos te ha influido el Baital y en qué el relato de Mann?

Me resulta un puñetazo en los cojones el que me preguntes con tanta insistencia por qué es lo que me ha influido. Todo en general me ha influido pero nada en particular.

11. ¿Qué crees que has aportado a la historia del cine?

No me corresponde a mí decirlo. Que lo digan los ratones.

12. ¿Consideras que King Shot o Los hijos del Topo es ya un proyecto irrealizable? ¿Te has planteado vender los derechos de «Albina y los hombres-perro (tu novela más cinematográfica) a otros cineastas?

Todo es realizable hasta lo imposible. No me planteo el cine o la literatura como un negocio. Si alguien quiere filmar algo mío, no tiene más que pedirme permiso. Si me cae bien, le doy los derechos gratis.

PD. ¿Conoces a Roman Polanski y su cine? ¿Qué opinas de su adaptación de la novela de Topor El quimérico inquilino?

No opino sobre gente célebre.

Saludos cordiales

Jodorowsky.»

«Querido Alejandro,

no sabes la alegría que me has dado respondiendo a mis preguntas con tanta rapidez, exactitud y con tu clarividencia habitual. Fue un placer conocerte (por segunda vez) y, como dice el refrán español, «no hay dos sin tres» Mi oferta de entrevistarte con mi cámara de video digital sigue en pie, ya sea en Madrid o en París. Supongo que ojeaste los documentos escritos que te entregué; ya me dirás que te parece el índice, si es acertado o no. He leído toda tu obra en castellano, y he visto todas tus películas y con tu arte has conseguido abrir mi mente, ampliar mi modo de ver el mundo y a mí mismo. Hablé con Gilles Farcet en Madrid sobre ti y coincidimos en que lo que más nos atraía a ambos de tu obra y tu persona es la voluntad iniciática, un arte de la vida pensado para construir y no para destruir. Trataré de reflejar tu filosofía en mis escritos del mejor modo posible.

Tu carta me ha dado ánimo y una gran felicidad. Gracias.

Un abrazo de tu ya amigo

Diego Moldes»

Mi entusiasta respuesta obedece a su deferencia, su sinceridad (que a algunos les resulta insultante, no es mi caso). Es cierto que su ancianidad le causa fatigas y que sus respuestas denotan su desprecio por el mundo académico y muy especialmente por el universitario.

«El movimiento Pánico fue una broma. Decidimos que todo lo que haríamos le llamaríamos Pánico. No podemos renunciar a él. Todo es Pánico. Creemos en la confusión y el desorden. El artista debe meterse dentro de su trabajo. Si hace una película, debe meterse dentro. Si escribe una novela debe meterse dentro. Pasado, presente y futuro son uno. Siempre están presentes. Creamos el Pánico y nos lo tomamos a broma, pero el mundo cultural se lo tomó en serio. Aún hoy hay gente que escribe sobre el Pánico como un gran movimiento. Pero nunca existió. Era una broma. Pero la cultura es idiota. Me gusta la cultura porque me gustan los monstruos. Y la cultura es una monstruosidad. Si haces una broma ellos se la tomarán muy seriamente. Y las mentes más sucias son las mentes universitarias. Se lo toman todo muy en serio, realizan estudios, pero el alma no necesita filósofos. El arte debe comunicarse únicamente con el alma, de alma a alma. Eso es lo que yo creo. ¿No? Y eso es Pánico.” (Jodorowsky, Audio-comentario, DVD Fando y Lis, Cameo Media, Barcelona, 2007)

No podemos olvidar que abandonó las carreras de Filosofía y de Psicología en la Universidad de Chile y que desconfía de los métodos científicos que proponen las disciplinas universitarias. “Que lo digan los ratones.” Es una respuesta que obedece a su opinión sobre los historiadores y los críticos, “ratones de biblioteca”, se entiende.” Pero pese a sus desconfianzas hacia lo académico y lo universitario lo importante es que sus respuestas legitiman gran parte de las premisas de mi tesis, en especial la de orientar mi estudio a la “imaginación simbólica como motor y núcleo de tu cine”.

Durante el año 2009 tuve varios contactos con personas próximas a Jodorowsky, tales como Javier Esteban (periodista que había participado en la segunda edición de Psicomagia) o Fernando Arrabal, a quien entrevisté para un reportaje-entrevista incluido en la caja de DVDs de su filmografía. Desde enero de 2009 revisé la filmografía completa de Arrabal, en copias en DVD que me fueron enviadas desde Barcelona, por la dirección comercial de la editora Cameo Media SL. El 11 de febrero le realicé a Arrabal una extensa entrevista de más de dos horas en el Hotel Palace de Madrid, recogida en un montaje de media hora, que aparece como extra en el pack de DVD Filmografía Fernando Arrabal (Cameo Media, Barcelona, 2009). También organicé la presentación de su obra cinematográfica íntegra por primera vez en España, el 7 de mayo de 2009 en Madrid. En ambas ocasiones tuve oportunidad para charlar largo y tendido sobre su filmografía y las conexiones entre su obra teatral y cinematográfica y la de Jodorowsky, en especial en referencia a Fando y Lis. Nada de lo que Arrabal me contó, desde la creación de Pánico hasta la noción del símbolo en el cine, ha sido obviado en este estudio.

En la Feria del Libro del libro de Madrid, el fin de semana correspondiente a los días 5, 6 y 7 de junio, Jodorowsky acudió a firmar a la caseta de la Editorial Siruela. Los tres días fui a verle y charlé en unas seis ocasiones con él, pero siempre en espacios limitados de no más de cinco minutos. La expectación que levantaba Jodorowsky entre los lectores que acudían a que les firmase sus libros era considerable y no era el mejor momento para charlar con él. Además le habían operado de un hueso de la cadera cumplidos ya los ochenta años, tenía fuertes dolores (que no le impidieron viajar y cumplir con lo acordado con la editorial, signo de su profesionalidad) y no estaba en la mejor disposición para charlar amigablemente y mucho menos para mantener un coloquio sobre el simbolismo de su cine. No obstante, me recomendó un libro de entrevistas sobre su cine que acababa de publicarse en París: De la cage au grand écran.

No conseguí comprar el libro por Internet y antes de emprender mis vacaciones estivales, desde finales de junio al 24 de julio, le mandé diversos correos electrónicos, la última de cuyas respuestas no leí hasta septiembre. Jodorowsky se mostraba menos escueto en sus respuestas y el intercambio de correos fue más fluido lo que me fue muy útil para completar, ampliar o corregir algunos aspectos de mi estudio. Sorprendentemente, cuando menos me lo esperaba, antes de irse Jodorowsky a descansar unos días a su casa de Menorca a inicios de septiembre, me envió desde su casa de París, a través de su ayudante Richard, un voluminoso paquete que contenía un tesoro: los libros que se habían publicado sobre su cine (a excepción de Anarchy and Alchemy: The Films of Alejandro Jodorowsky, de Ben Cobb, que yo ya había mandado pedir desde Nueva York en el verano de 2007), algunos casi imposibles de encontrar.

-COILLARD, Jean-Paul (2009), De la cage au grand écran. Entretiens avec Alejandro Jodorowsky, París. K-Inite Editions.

-CHIGNOLI, Andrea (2009), Zoom back, Camera! El cine de Alejandro Jodorowsky, Santiago de Chile, Uqbar Editores.

-DOMÍNGUEZ ARAGONÉS, Edmundo (1980). Tres extraordinarios: Luis Spota, Alejandro Jodorowsky, Emilio “Indio” Fernández, Mexicali, México DF, Juan Pablos Editor. P. 109-146.

-LAROUCHE, Michel (1985). Alexandre Jodorowsky, cinéaste panique, París, ça cinéma, Albatros.

-MONTELEONE, Massimo (1993). La Talpa e la Fenice. Il cinema di Alejandro Jodorowsky, Bolonia, Granata Press.

En su correo también me indicaba que el rodaje de King Shot, con Nick Nolte, Marilyn Manson, Asia Argento, Udo Kier, Santiago Segura y Rossy de Palma, en Almería, previsto para el próximo mes de octubre, se había suspendido por problemas económicos (la distribución del film correría a cargo de Absurda, la productora de David Lynch) y que él estaba en contacto con productores rusos para buscar nueva financiación para Los hijos del Topo. Durante el otoño de 2009 y el invierno de 2010 continué enviándole correos que él contestaba con suma educación y respeto, lo que me ayudaba enormemente en el estudio que he realizado sobre su cine.

El 22 de marzo de 2010 Alejandro Jodorowsky contrajo matrimonio con la joven francesa —de abuelos camboyanos— Pascale Montandon. Tres días más tarde presenté con Jodorowsky y Javier Esteban su libro Poesía sin fin, que reunía toda la obra poética de Jodorowsky durante más de medio siglo. Tras una grata, inolvidable velada para mí, en el Hotel de las Letras, Alejandro y Pascale emprendieron viaje de novios. Poco después me llamó, invitándome a la fiesta de su boda, el 10 de junio en París. Yo hice lo propio invitándole a la mía. Le pregunté de nuevo por The Sons of El topo. Me dijo que el proyecto se había vuelto a cancelar y que los productores rusos (el estadounidense Raymond J. Markovich —n.1966, neoyorquino afincado en Rusia desde 1993— y los rusos Olga Mirimskaya y Arcadiy Golybovich, de Parallell Media Films), “habían desaparecido”.

Es seguro que este no será el último intento de Jodorowsky por volver a ejercer de cineasta.

Diego Moldes, Madrid, 2010.

Post-scriptum 2013

Han transcurrido dos años y medio. Mi relación con Jodorowsky, epistolar, telefónica y con diversos encuentros en Madrid y, ocasionalmente, en París, se ha consolidado. Ello me ha producido una enorme satisfacción personal, por poder conocer de cerca al genio, al artista superdotado, infravalorado por cierta “alta cultura” trasnochada (la misma que aún considera al cómic, pongo por caso, como un arte menor) y alabado por seguidores en medio mundo. Desde entonces, defendí mi tesis doctoral sobre su cine, ante un tribunal presidido por Darío Villanueva, Secretario General de la Real Academia Española. Obtuvo un Sobresaliente cum laude por unanimidad. En junio de 2011 organicé un ciclo sobre su cine en Filmoteca Española, la primera retrospectiva completa a nivel mundial, y presenté con él La montaña sagrada, ante un Cine Doré atiborrado de gente, con cientos de personas que se quedaron fuera haciendo cola, y los que estaba dentro de la sala rendidos a los pies de Jodorowsky y su dominio de la escena y de la retórica pánica y psicomágica. Tras acordarlo con Fernando Rodríguez Lafuente, subdirector del diario ABC y Ramón Pernas, director de Ámbito Cultural, le otorgamos el Premio ABC Cultural & Ámbito Cultural, con el apoyo de Faber-Castell, en una comida memorable —cocido en la Taberna Buenaventura— con la laudatio a cargo del culto crítico de arte Fernando Castro Flórez y la presencia, entre otros, de Ofelia Grande, directora de Siruela, editorial que acababa de publicar, esa misma semana, Metagenealogía, su opus magnum sobre el tema en colaboración con la ex mujer de Alejandro, Marianne Costa. El año 2012 no pudo ser mejor. En abril publiqué mi novela simbólica Ensoñación, y entre presentaciones, artículos, charlas y demás aparatajes promocionales, reescribí mi tesis y la convertí en el libro publicado en Cátedra, titulado simplemente Alejandro Jodorowsky, en la colección Signo e Imagen / Cineastas, que dirige con mano experta y maestra Raúl García Bravo. Junto al historiador José Luis Sánchez Noriega, director de tesis, amigo y maestro, presenté el libro en la Filmoteca Española, en un Cine Doré casi lleno, que luego vio alucinado Santa sangre. Como en el año anterior, el del ciclo antes citado, o la vez que presenté mi libro sobre El Manuscrito encontrado en Zaragoza, en ese mismo espacio, conté con el apoyo inestimable de Catherine Gautier y Antonio Santamarina. El 9 de febrero, ya de 2013, hice lo propio en la nueva y magnífica Filmoteca de Catalunya, situada en el barcelonés barrio del Raval, por gentileza de Octavi Martí y con un presentador de lujo como Fausto Fernández, crítico de Fotogramas y gran conocedor del cine jodorowskiano y de sus cómics, en especial los creados con el dibujante Moebius (por desgracia fallecido el año anterior).

Tras caerse el proyecto The Sons of El Topo, escribí en el prólogo inédito: «Es seguro que este no será el último intento de Jodorowsky por volver a ejercer de cineasta.» Así fue. En el verano de 2012 filmó en su Tocopilla natal La danza de la realidad. Supuso su regreso al cine tras veintidós años de inactividad. Ahora mismo, mientras escribo estas líneas, recién cumplidos sus ochenta y cuatro años, Jodorowsky finaliza el montaje de su película autobiográfica, que adapta los primeros capítulos de sus memorias homónimas, los referidos a su primera infancia en Tocopilla entre 1929 y 1939. Entusiasmado, me escribió varios correos electrónicos.

De nuestra correspondencia, incluyo aquí las referencias más interesantes para el lector, referidas a mi libro sobre su obra —pese a que soy consciente de la dosis de vanidad que ello supone para mi persona (quien no la tenga, miente)— y, lo que es realmente importante, por no publicado en ningún sitio aún, sobre el montaje de su film y sus primeras impresiones al ver las imágenes filmadas el pasado verano.

«12 de septiembre de 2012

Querido Diego:

Todos los días comienzo a trabajar en la edición de mi film a las 9 de la mañana y termino cerca de las 8 de la noche. Filmé tal como yo quería lo que yo quería, sin nadie que me impidiera hacer lo que debía hacer. Cada toma, cada secuencia ha sido un paso en el vacío. No he seguido ninguna imposición de ganar dinero, (Mis socios y yo estamos decididos a perder los 3 millones y medio de dólares que cuesta esta experiencia única), he rechazado el empleo de actores conocidos o stars, también he rechazado cualquier making off, prohibido sacar fotos de la filmación, no concedido entrevistas, no hecho ninguna promoción, en fin, filmado mi obra con el mismo oscuro secreto con que el vientre de una madre hace crecer a su feto. En París cada día nos encerramos la editora y yo a cortar las tomas y organizarlas luego en secuencias perfectas, sin permitir que nadie venga a observar lo que hago, ni quienes pusieron dinero, ni el productor ejecutivo, ni amigos, ni mi esposa, nadie. Tengo un equipo entusiasta de jóvenes que fabrican los efectos especiales, y mi asociado francés me proporciona excelentes técnicos. Todo funciona con la misma facilidad con que un supositoria entra en un ano gay. Si el resultado es un mamarracho, yo mereceré ciento por ciento los tomatazos. ¿Y qué? Tal como lo dice el Bagavadguita, he pensado en la obra y no en el fruto de ella.

Me alegro que tu libro salga a la venta. Poco a poco, con el tiempo que el trabajo me deja disponible, y es poquísimo, leo tu trabajo extenso sobre mi cine [la tesis doctoral], y voy aprendiendo, gracias a ti, el valor de lo que he hecho. Nunca recibí tu libro. Me muero de curiosidad por leerlo. ¿Me podrías enviar un ejemplar a mi dirección de París?

Gracias. Gracias también por ayudar a Ojo de Oro. Felicidad sin fin:

Alejandro.»

«21 de septiembre 2012

Querido Diego:

[…]

Ya he editado en primer corte (sin doblaje de voces, ni ruidos, ni música ni equilibrio de los colores) casi la mitad de mi película, que probablemente durará 2 horas y media. Ten la seguridad que no me he traicionado. Pero eso sí, como de costumbre, este no se parece a ninguno de mis otros filmes. Ni tampoco se parece a ningún filme que hayas visto. En Arte o se es el mejor o se es el distinto. Mejor, no lo sé. Pero distinto, te lo aseguro.

Un abrazo pleno de amistad:

Alejandro.»

«25 de septiembre 2012

Querido Diego:

Recibí esta mañana tu libro. Me encantó. Es de muy buen gusto su presentación. Lo único que tuve tiempo de leer antes de ir al montaje de mi film es mi prólogo y el tuyo. Me gustó mi prólogo, no me acordaba de él, es honesto y sincero, digo lo que en verdad creo, de creer… Me gustó mucho más tu prólogo: todo lo que escribes sobre mí es para mí orgásmico: me encuentro por fin con una mente capaz de comprender mis imágenes mejor que yo mismo… Porque yo no sé a ciencia cierta lo que hago ni quiero saberlo, por sobre todo no quiero saberlo: doy pasos en el vacío, con plena conciencia de cuán peligroso ejercicio es aquello. Gracias Diego por el interés que portas a mi obra, eso me hace sentir que valía la pena haber pasado por lo que pasé para realizarla…

Espero no decepcionarte con La danza de la realidad, en ella, si bien sigo presentando situaciones que piden muchos niveles de interpretación, en cierta forma he dejado de lado el simbolismo, para investigar la zona emocional. Mientras filmé, siempre tuve el As de Copas del Tarot, en un bolsillo.

Un abrazo y felicitaciones:

Alejandro.»

***

Creo que cualquier cinéfilo y cualquier conocedor de la extensa carrera y la amplísima obra —la más variada del mundo contemporáneo, ningún otro autor, que se sepa, ha cultivado con éxito profesional más de una veintena de actividades creativas, basta googlear su nombre o consultar Wikipedia— de Jodorowsky espera ansioso ver La danza de la realidad y desea que, tras ella, este creador cosmopolita y sabio logre enlazar otros rodajes (tiene ocho o nueve proyectos cinematográficos no realizados, desarrollados en los últimos cuarenta años) que nos permitan seguir asombrándonos con su potente imaginación y, a un servidor, ampliar mi libro sobre su cine con un post-scriptum que lo actualiza, dentro de unos años, de muchos años, espero.

Larga vida a Alejandro Jodorowsky.

Diego Moldes, Madrid y Barcelona, febrero 2013

1 Esta poesía, si es que eso es lo que es, se ha publicado hace pocos días en la revista Qué leer, por gentileza de su director, Antonio G. Iturbe, novelista, quien ha publicado hace pocos meses “La bibliotecaria de Auschwitz”, una novela ejemplar de un calado humanístico inédito en español, de la que estaría orgulloso un Primo Levi y un Roman Polanski podría hacer una película excepcional.

2 Mario Muchnik, nació en Buenos Aires en 1931. Estudió Física, ejerciendo su carrera en Italia, luego fotógrafo, editor de audiovisuales en Londres, director de colecciones en Robert Lafont en París; fundador en 1973 de Muchnik Editores y director general de Seix Barral (1982-1983) en Barcelona, director general de Anaya & Mario Muchnik (1991-1997) en Madrid, autor de varios libros como por ejemplo: “Miguel Angel de cerca”, “Un bárbaro en París”, “Mundo Judío”, “Einstein”, “Lo peor no son los autores. Autobiografía editorial 1966-1997” entre otros. La fotografía lo acompañó toda su vida, habiendo realizado importantes exposiciones tanto en España como en el extranjero. Dentro de su labor fotográfica tienen un lugar muy destacado los retratos tomados a los principales escritores de nuestro tiempo (Cortázar, Carpentier, etc.)

3 Juan Villoro (Ciudad de México, 24 de septiembre de 1956), reconocido desde hace años entre la intelectualidad mexicana, española y latinoamericana, después de haber obtenido el Premio Herralde con su novela “El testigo” su presencia pública en México ha crecido. Autor de las novelas: “El disparo de argón” (1991), “Materia dispuesta” (1997), “El testigo” (2004), “Llamadas de Ámsterdam” (2007).

4 Jorge Volpi (Ciudad de México, 1968), es el más importante escritor mexicano de su generación (la llamada “Generación del crack”), fue diplomático, ejerciendo como agregado cultural de la Embajada de México en Francia y es director del canal cultural de televisión XEIMT-TV Canal 22. Sus novelas son: “A pesar del oscuro silencio” (1993), “La paz de los sepulcros” (1995), “El temperamento melancólico” (1996), “En busca de Klingsor” (1999), “El fin de la locura” (2003) y “No será la tierra” (2006).