Las mejores de 2013

El resultado de nuestra encuesta a colaboradores y amigos. Todos los votos cuentan igual, con la única imposición de que sea cine estrenado comercialmente en España en 2013, ya sea en salas o en el mercado doméstico. Allá van, del 20 al 1…

20. Stoker (íd., Park Chan-wook)

Diego Salgado

19. Lincoln (íd., Steven Spielberg)

D.S.

18. La caza (Jagten, Thomas Vinterberg)

D.S.

17. Gravity (íd., Alfonso Cuarón)

El largo plano secuencia que inicia esta película y del que tanto se ha hablado, indudablemente está muy bien rodado, pero sería un demérito para la obra, para el creador y para sus intérpretes centrar sus virtudes, que las tiene, en el apartado técnico. Gravity es una película ponzoñosamente claustrofóbica, de las que desasosiega de verdad. El impagable momento onírico tan necesario como descanso, y tan bien resuelto, es solo el preludio a uno de los finales más intensos que recuerdo en una sala en tiempo. Nunca he fumado, excepto de forma pasiva, algo de lo que he abusado bastante en el pasado, pero cuando salí del cine tras una experiencia así hubiese aceptado de buen grado un cigarrillo. No la vi en 3D, por cierto.

Sergio Vargas

16. La noche más oscura (Zero Dark Thirty, Kathryn Bigelow)

Kathryn Bigelow siempre se ha caracterizado por ser una cineasta de músculo, donde el gesto prevalece sobre la idea. La noche más oscura es casi una película imposible en la que la verdad se balancea peligrosamente sobre la cuerda de la ficción; donde esa fantasmagoría contemporánea que representó la caza de Osama Bin Laden le echa un pulso al thriller con vocación de escrutar su presente. Un filme donde la realidad supera a una ficción que, asmática, no puede cumplir con su obligación de dar caza al mayor enemigo del mundo porque en verdad no sabe dónde encontrarlo.

Óscar Brox

15. En otro paísDa-reun na-ra-e-suh (In Another Country), Hong Sang-soo—

D.S.

14. El atlas de las nubes (Cloud Atlas, Tom Tykwer, Andy Wachowski, Lana Wachowski)

S.V.

13. Mud (íd., Jeff Nichols)

Manuel Ortega

12. Django desencadenado (Django Unchained, Quentin Tarantino)

Siempre me ha encantado el cine de Tarantino, pero reconozco que, a pesar de que para muchos ya perdió su encanto después de Pulp Fiction, disfruto como el que más con su última etapa, en la que la venganza es el motor de todas y cada una de sus películas (Kill Bill, Death Proof, Malditos Bastardos y el Django desencadenado que nos ocupa). Es uno de mis temas favoritos (incluso en la ficción), y cuando lo desarrolla un genio como el director de Reservoir Dogs es un deseo cumplido más. Tarantino sigue rodando mejor que casi cualquiera y aunque sus detractores sigan tipificándolo como un mero DJ cinematográfico lo cierto es que Django desencadenado para mí es una obra maestra incontestable y representa una de las películas más originales, sí, y rompedoras de este año que dejamos atrás.

S.V.

10. Tabú (íd., Miguel Gomes)

M.O.

10. The Act of Killing (íd., Joshua Oppenheimer)

D.S.

9. La vida de Adele (La vie d’Adele, Abdellatif Kechiche)

A veces cuesta encontrar las pequeñas emociones en una historia. La de Adèle abarca ese tránsito siempre confuso entre la última adolescencia y los primeros pasos de la edad adulta. Su director, Abdellatif Kechiche, planta la cámara a ras de piel, en busca de cada sentimiento que se arremolina sobre su protagonista, consciente de la importancia que tiene cada cosa cuando las vives por primera vez. El deseo es el engranaje interno que mueve a la película, el que extirpa los tiempos muertos —donde reside la vida y lo cotidiano— y potencia un amor al límite, tan doloroso que parece una herida siempre abierta. Tan doloroso, sí, que incluso las largas escenas de sexo, las caricias, arrumacos y besos furtivos se pierden en el tiempo, como etapas de una carrera que siempre quemamos demasiado rápido. En el vértigo entre el amor y la vida.

O.B.

8. To the Wonder (íd., Terrence Malick)

M.O.

6. Amor (Amour; Michael Haneke)

La emocionalmente brutal secuencia en que Eva (Isabelle Huppert) propone a su padre (Jean-Louis Trintignant) “hablar seriamente” muestra el problema de la imposible comunicación dentro de la familia protagonista, en este caso particular no trasladable a cualquier ámbito. Violencia emocional para la que Haneke pulsa teclas parecidas a las que tocaba Bergman en Gritos y susurros (1972) o Sonata de otoño (1978). Dura, fría, evidentemente provocadora, Amor busca incomodar al espectador enfrentándole a sus propios miedos y exhibiendo la hipocresía de la que nadie está a salvo. Poner existencialismo, pesimismo y realismo sobre una misma línea que se utiliza para sacar de sus casillas a unos cuantos, y si además quien lo cuenta es un “burgués”, por utilizar el calificativo habitual al hablar de este director, duele un poquito más, porque, en un alarde de autoconciencia y autosuficiencia en el que coincide mucho con Lars Von Trier, Haneke parece decir que al menos lo reconoce y lo acepta, y tú que te picas, no.

S.V.

6. Spring Breakers (íd., Harmony Korine)

Harmony Korine creció cinematográficamente amamantado por Larry Clark, el cineasta que le enseñó a mirar y entender la belleza de esas comunidades reducidas donde los adolescentes construyen, desde el sexo y las adicciones, sus propios mundos a resguardo de la mirada adulta. Ahora que Korine ha abandonado el angst adolescente y se acerca a la madurez, su cine se ha sumergido en una experiencia sensorial más elemental que profunda. Spring Breakers es una película de gestos e imágenes, de sonidos y sensaciones, torpe y arrítmica, bella y estrambótica, conservadora y a ratos libre; un autorretrato de su creador, entre la parodia y el amor hacia unas criaturas, ex estrellas infantiles, por las que siente una ternura infinita. Un filme en el que por mucho que suene Skrillex descubres que eres más de Britney Spears.

O.B.

5. Solo Dios perdona (Only God Forgives, Nicolas Winding Refn)

Nicolas Winding Refn ha hecho del thriller una huida hacia ninguna parte en la que sus antihéroes, como animales arrinconados, aguardan su destino hasta el último aliento. Solo Dios perdona es el punto omega de esa manera de entender el género, la sublimación del thriller en forma de aventura sensorial. Atrapados en un Bangkok onírico, los personajes se convierten en fantasmas de aquello que alguna vez fueron, presencias ausentes que languidecen entre silencios, secretos y traumas que se han hundido hasta el tuétano. Así, Refn convierte un psicodrama familiar en una historia de violencia desbocada, donde cada plano es un sueño que conecta el relato con sus implicaciones psicoanalíticas y cada cliché es una herramienta para violar de una vez por todas al thriller.

O.B.

4. Antes del anochecer (Before Sunset, Richard Linklater)

No hay muchos cineastas que permitan al espectador vivir y crecer en una misma historia durante casi dos décadas. Aprender y madurar, encontrar y perder, enamorarse y decepcionarse, regresar y no dejar de estar ahí, hablar y escuchar, pero sobre todo sentir cómo ese tiempo que pasa se injerta en nuestras experiencias vitales. Richard Linklater ha tardado dieciocho años en contar la vida de Jesse y Céline en un periplo que no solo describe la madurez de sus personajes, también la de sus artífices. Quizá Antes del anochecer carezca de la frescura de sus predecesoras, en las que las réplicas se hilvanaban con la misma naturalidad con la que hablamos tú y yo; quizá, simplemente, nos hacemos mayores, el tiempo pasa y perdemos esa confianza que teníamos cuando éramos jóvenes y sabíamos decirnos las cosas hasta con el mínimo gesto. Que su última película nos pille a pie cambiado no tiene por qué ser algo malo. Simplemente, nosotros también hemos cambiado y ahora empezamos a percibirlo.

O.B.

3. La gran belleza (La grande bellezza, Paolo Sorrentino)

Esta película, que inevitablemente nos remite a Fellini y también a Antonioni, narra el proceso que sigue el periodista Jep (Toni Servillo) (que escribió su única novela, todo un éxito, cuarenta años atrás), en su madurez tardía, en busca de un sentido a su existencia. La hipnótica secuencia inicial donde se narra un día habitual en la vida de Jep, que no es sino una de sus noches típicas porque la luz solar le invita a dormir, aunque no sea precisamente un vampiro, nos sumerge de lleno en un mundo tan atractivo en las formas como superficial en el fondo, y del que Jep no puede evitar sentirse parte importante. Cuando descubre que en un momento de su vida como ese lo que no puede permitirse es perder el tiempo, comenzará su busqueda de “la gran belleza”, bien enterrada en su pasado.

S.V.

2. The Lords of Salem (íd., Rob Zombie)

M.O.

1. The Master (íd., Paul Thomas Anderson)

M.O.