Jim Jarmusch (Cátedra)

El insomnio americano

“Podrían establecerse dos tipos de seres humanos: los que aspiran a algo frente a los que se dejan arrastrar por los acontecimientos”

— Jim Jarmusch

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Una gran parte del total de nuestra vida se compone de momentos huecos, de transición. El viaje, la espera, los quehaceres corrientes, los intervalos en soledad, el silencio o el impasse rellenan nuestra verdadera e insignificante existencia; lo cotidiano y rutinario, si bien no necesariamente aburrido. Pero el cómo hacemos estas tareas suponen esa pequeña e imperceptible diferencia entre nuestro microcosmos y el de los demás, que al final nos autoconfirma y nos distingue a unos de otros. 

Y son esos lapsos en apariencia intrascendentes los que han interesado e interesan a Jim Jarmusch. Frente a una ideología del deseo, y de la acción como su consecuencia, el cineasta oriundo de Ohio plantea una filosofía de la resignación, pero no en el sentido religioso o político, sino en el sentido existencialista, componiendo un cine de lo estático, de la no-acción, una loa a la desidia y la ociosidad. Porque (ya lo anticipaba Woody Allen en su maravilla Hannah y sus hermanas [Hannah and her Sisters, 1986]) si la vida no tiene sentido y nosotros no regimos nuestras vidas, ¿por qué preocuparnos sin necesidad, como si fuéramos un sujeto activo de nuestro propio devenir? Dicen algunos que es el azar, de hecho, el que encamina nuestro rumbo —una vez más fue W. Allen quién nos lo descubrió en Match Point (íd., 2005). Jarmusch apostilla, además, que “las cosas más hermosas y profundas normalmente no son racionales sino emocionales, y esas cosas son misteriosas, no se pueden planear. Todas estas circunstancias son el tejido de la vida y es algo que siempre he intentado mostrar en mis películas” (Íbid. 283). 

Dicen de Jarmusch que es un provocador, pero más que un provocador o un rebelde sin causa es un transgresor pacífico; solo sigue sus instintos, sus fantasías. “Yo crecí bajo la influencia de figuras autoritarias —proclama—, como mis padres, mis profesores, los policías… Todos ellos me decían: ‘No entiendes cómo funciona el mundo real’. Y siempre lo encontré muy ofensivo, porque mi imaginación vale tanto como la suya» (El Cultural de El Mundo, 22 de septiembre de 2009). Toda una declaración de principios para este transgresor que aboga por una rebelión per se contra los padres/mentores, en su caso frente al cine académico, convencional, el clásico de inicio-nudo-desenlace con final moral, cuando nuestro azaroso e ilógico lapso terrenal no se rige por este previsible y pedagógico desarrollo. 

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Allie, de Permanent Vacation (1980) “proclamará en voz en off que no quiere casa, ni impuestos ni trabajo.” (Íb.165) Es una negación del manido y manipulado american dream, ese ideal capitalista de medrar y destacar, de competir para tener y no para ser. Pero esta filosofía, la de Jarmusch, provoca insomnio, “insomnio americano” (Íb. 116), porque el propio sistema no deja hueco para el inadaptado. Así, sus personajes, seres sin deseo consumista, navegan a la deriva, no ya del azar trascendental, sino de una sociedad que aparta a los proscritos del régimen consumista de trabajo-casa-coche y los relega al suburbio marginal, a las antípodas del american way of life

Este libro es un estudio concienzudo y sistemático sobre Jarmusch. Un análisis a conciencia de su estética —sus planos secuencia, sus historias por capítulos, sus diálogos absurdos pero auténticos, sus desubicados personajes localizados en ciudades fantasma, su música y su labor de jefe de equipo-bien-avenido—que hacen de este libro un manual imprescindible para consultar datos generales y también más específicos sobre su obra. Se compone, primero, de una introducción hecha desde la admiración a un cineasta bizarro. Después le sigue una serie de citas, lugares comunes pero imprescindibles y ejemplos de conexiones entre su filmografía para así, con ejemplos exhaustivos, intentar objetivar cada una de las afirmaciones y no caer en el panfleto subjetivo y apasionado, poco apreciado en los ámbitos académicos. En tercer lugar, una descripción sinóptica y analítica de su filmografía en orden cronológico, “marca de la casa” de la colección Signo e Imagen. Por último, para completar este atractivo y riguroso ensayo, se ameniza con una recopilación de sus mejores frases, de sus más ingeniosos “pensamientos”.

Estamos, en general, ante un libro de referencia para iniciarse estructuralmente en el fascinante y desestructurado mundo jarmuschiano, para poner lógica en el, en apariencia, cine caótico de Jarmusch. La primera parte, más literaria, deja paso a otra más metódica: dos estilos diferenciados pero que encajan a la perfección. En resumen, un libro notable para una más que notable editorial.