Más que el Méliès español
Abordar una figura como la de Segundo de Chomón (Teruel, 1871 – París, 1929) es una labor apasionante y compleja tanto por su gran talla profesional como por su enorme legado cinematográfico. Realizador, inventor, creador de efectos visuales, pionero del cine. Ha sido comparado multitud de veces con Geroges Méliès aunque por su categoría, trabajo y logros artísticos y técnicos merezca sin duda un lugar propio y único dentro de la historia del cine.
En sus comienzos Chomón, interesado por la fotografía y el nuevo invento del cinematógrafo, coloreaba a mano las copias de películas. Instaló su taller en Barcelona, el primero en España. Desde París le llegaban encargos de la prestigiosa casa Pathé Fréres y coloreaba las películas realizadas por Méliès. Fernández Cuenca explica en su libro sobre Chomón que estas películas se prestaban al cromatismo más que otras ya que «enriquecían sus posibilidades de sugestión mágica». Y es en este mundo de fantasía en el que Chomón se adentra a experimentar.
Fue uno de los primeros en ahondar en las infinitas posibilidades creativas que el mundo de la fantasía podía proporcionar al cine. Joan M. Minguet lo ha descrito con mucho acierto refiriéndose a su película de 1911 Soñar despierto: «Lejos de pergeñar un típico film de trucajes, Chomón se adecua a las demandas del momento y construye un film en el que el mundo real y el imaginario onírico de la protagonista se funden; en el que, más aún, se entabla un brillante diálogo entre dos tipos de cine-el de acción y el de fantasía-que hasta aquel momento parecían irreconciliables»
Desarrolló su trabajo en España, Francia e Italia durante las tres primeras décadas del siglo pasado. En su primera película como realizador Choque de trenes (1902) combina elementos de trucaje con maquetas con imagen real. El resultado del accidente de trenes resultó tan creíble que dejó asombrado al público del momento.
Chomón construía sus propias cámaras tomavistas y experimentó con las posibilidades infinitas que le brindaba un arte incipiente. Utilizó para sus películas todos los recursos materiales y técnicos de los que disponía: maquetas, trucajes, sobreimpresiones, fundidos, trabaja con animación de dibujos que él mismo realizaba, con muñecos y con sombras chinescas. Fue también uno de los pioneros en el uso de los movimientos de cámara en interiores, de los planos cenitales y de la utilización de la luz, a la que da un uso expresivo y narrativo.
Entre 1905 y 1909 desarrolla la mejor y más imaginativa etapa de su vida profesional elaborando lo que se llamarían fantasmagorías o transformaciones. Chomón puebla sus películas con seres fantásticos, brujas, diablos, hadas y realiza toda clase de malabarismos mágicos que conseguía a base de trucos enormemente imaginativos. Sus títulos no pueden ser más expresivos: El hechicero, Llamas diabólicas, El paraguas fantástico, El beso de la bruja, La armadura misteriosa, La casa embrujada, La gruta de los espíritus.
Introdujo en España el “paso de manivela”, técnica que permitía rodar fotograma a fotograma (imagen a imagen). Con ella realiza El eclipse de sol en 1905, que desgraciadamente no se conserva y con el que pudo resumir en un minuto de película un eclipse de horas de duración. Gracias a este ingenio pudo animar toda clase de objetos y realizó la que está considerada su película más perfecta, El hotel eléctrico (1908), una verdadera joya de nuestro cine.
Su etapa italiana a partir de 1912 para la productora Itala Films es muy interesante. Colabora con dos grandes realizadores: Giovanni Pastrone y Abel Gance. Para el primero realiza las maquetas, trucajes y efectos especiales de Cabiria (1914). Utiliza la luz artificial, sobreimpresiones y maquetas combinada con actores, para crear una tormenta artificial, un espectacular incendio de naves y la erupción de un volcán. También es importante destacar el perfeccionamiento que Pastrone y Chomón hacen del travelling o cámara móvil en interiores. Para Gance realiza los efectos y trucajes de Napoleón (1927), monumental película en su tiempo y una de más importantes de la historia de cine gracias a sus innovaciones visuales.
Chomón exploró todas las formas de expresión que el cine puso a su alcance. Con su imaginación, inteligencia y talento para aplicar sus ideas a la técnica ayudó a la evolución del arte cinematográfico. Fue el primero de los grandes nombres españoles de la historia del cine.
En el epílogo de su libro, Fernández Cuenca concluye: «La gloria de Segundo de Chomón se ha incorporado, ya por fin, al acervo histórico de España y del mundo. Hace treinta años casi nadie se acordaba de que en los comienzos de la vida del cine hubo un hombre sencillo y genial que con sus intuiciones y sus encuentros felices ensanchó sus bases de grandeza y estimuló la grandeza futura de un medio de expresión sin precedentes».
En 1971 se descubrió una placa commemorativa en su casa natal de Teruel para celebrar el primer centenario de su nacimiento en la que podía leerse: “Segundo de Chomón; gran figura del cine español y universal”.
Bibliografía
- Fernández Cuenca, Carlos. Segundo de Chomón; maestro de la fantasía y de la técnica. Editorial Nacional, Madrid, 1972.
- VV.AA. Antología crítica del cine español 1906-1995. Editorial Cátedra, Filmoteca Española, Madrid, 1997. Minguet Batllori, Joan M. Soñar despierto.
- Sánchez Vidal, Agustín. El cine de Segundo de Chomón. Caja de Ahorros de la Inmaculada. Aragón, 1992.
- Tharrats, Juan Gabriel. Los 500 films de Segundo de Chomón. Universidad de Zaragoza, 1988.
- Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España. Diccionario de cine español. Dirigido por José Luis Borau. Alianza Editorial. Madrid, 1998, págs.- 214-216.