Wilson, de Craig Johnson

Cierto sabor amargo

Johnson (y los sentimientos)

Los dos primeros trabajos de Craig Johnson, True Adolescents (2009) y The Skeleton Twins (2014), son muy personales muestras de cine indie, en la acepción más pura del término. Ambas son películas emocionales que coinciden en abandonar al final al espectador con una sensación agridulce. En la primera, Mark Duplass interpreta a Sam, un músico casi cuarentón y totalmente desubicado en su vida que realiza un viaje (metafóricamente hablando) a la adolescencia con su primo pequeño y el amigo de este durante un fin de semana de camping (viaje, pues, también físicamente) en el que resulta estar casi tan fuera de lugar como en su día a día: sin trabajo, recién abandonado por su novia, y, aunque él aún no lo sabe, a punto de ser echado de su banda. Ese trayecto físico, pero también vital/espiritual, en el que torpemente intenta integrarse con los chavales, la mayor parte del tiempo lo único que consigue es amargarles el fin de semana. A pesar del tono lúdico del film, punteado por una banda sonora de lo más variopinta donde también se abraza lo clásico con lo moderno, teniendo cabida desde Devendra Banhart o Band of Horses hasta los Sonics o Black Sabbath, hay un momento dramático de gran calado que supone una ruptura en toda la película, y el final, aunque abierto, resulta un tanto desolador.

En The Skeleton Twins, Milo (Bill Hader) y Maggie (Kristen Wiig) son dos hermanos que no se encuentran en su mejor momento, y que se reúnen después de diez años sin haberse visto con motivo del intento de suicidio del primero. Tras la recuperación, Milo se irá a vivir con Maggie y el marido de esta, y aprovechará la visita a su localidad natal para encontrarse con Rick, antiguo amante (y también su exprofesor, que en su momento fue acusado de pedofilia por esa misma relación), que ahora vive en un matrimonio (heterosexual) tan aparentemente sano como falso. Después el matrimonio de Maggie se revelará como otra mentira, y solo Milo, el suicida frustrado, parecerá estar centrado y actuar con coherencia. En este segundo film sucede al revés que en True Adolescents, la estructura global es más drámatica pero sin embargo el final es mucho más esperanzador.

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The Skeleton Twins (Craig Johnson, 2014)

Clowes (y la angustia existencial)

En todo caso, ambas películas supuran sentimientos y presentan personajes al límite, individuos en esa edad donde se tiende a pensar que queda menos para la tumba que lo que ya ha transcurrido desde la cuna, presos de ciertas convenciones sociales, sin tener una solución de continuidad clara, sin saber por donde van a derivar sus vidas, inmersos en una aguda angustia existencial. Es algo muy parecido a lo que les ocurre a la mayoría de los personajes que pueblan los cómics de Daniel Clowes, unas obras que también suelen dejar al lector con un regusto agridulce. Sus historias más conocidas, ya se enmarquen en un surrealismo pesadillesco —Como guante de seda forjado en hierro (1989-1992), David Boring (1998-2000)—, ya en la autocrítica —Pussey (1989-1994)—, en satíricos retratos de la clase media americana —Ice Haven (2001), Ghost World (1993-1997)—, o en la ciencia-ficción retrofuturista —Paciencia (2016)—, flotan todas en el líquido amniótico del más profundo existencialismo, en el continuo cuestionamiento vital, en la eterna pregunta de por qué o para qué estamos aquí.

Y a pesar de ello, o precisamente por eso, son historias nunca exentas de cierto sentido del humor que en Wilson (2010), una de las pocas obras de Clowes publicadas fuera de su eterno serial Bola Ocho (1989-2004), se exponencia de una forma especial. Un humor muy negro, a veces particularmente cruel pero también muy incisivo, metiendo el dedo y hurgando en la llaga que más nos duele. El personaje además, encaja a la perfección en el pequeño universo de Craig Johnson, descrito brevemente arriba, y que a pesar de estar constituido únicamente por dos películas, son suficientes para caracterizarlo como tal. La opción obvia que podría venir a la cabeza para esta adaptación es Terry Zwigoff, que tras su retrato de uno de los autores de cómics más reputados de todos los tiempos en Crumb (1994), ya disfrutó de sus quince minutos de fama al completar la muy interesante traslación de Ghost World (íd., 2001), aunque su otra adaptación (por llamarlo de algún modo, pues partía de una tira de 4 páginas) de Clowes, El arte de estrangular (Art School Confidential, 2006) dejó bastante que desear. Tanto que hasta once años después no hemos sabido nada más de él: parece que acaba de volver a la vida con una película para Amazon.

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Ice Haven (Daniel Clowes, 2001)

Wilson (y la inadaptación, o la imposibilidad de la adaptación)

Lo que importa es que Craig Johnson ha sido oficialmente el encargado de adaptar por tercera vez al autor de Chicago a la gran pantalla. Mark Duplass o Bill Hader podrían haber interpretado a Wilson a la perfección, pero hay que reconocer que Woody Harrelson es todo un acierto de casting dando vida a uno de los personajes más desagradables que nos podríamos encontrar por las calles de Oakland, y al que sin embargo se le acaba cogiendo cierto cariño.

Durante la presentación de Wilson, al comienzo del film, imaginamos que la película se va a limitar a retratar una tras otra algunas de las páginas de historias, casi siempre autoconcluyentes, del cómic, pero sin embargo el guion del propio Daniel Clowes se las apaña, y no es tan extraño porque en el fondo ocurre lo mismo con la obra gráfica, para dotarlas de una coherencia interna, no quedándose en la mera acumulación de gags o momentos e hilando una narración en la que el personaje consigue conectar con su exmujer Pippi (una estupenda Laura Dern) de la que no sabía nada hace más de quince años, y junto a ella descubrir que tiene una hija que ahora vive con sus adinerados padres adoptivos.

Con ciertos cambios leves sobre su propia obra, Clowes lleva la película a convertirse en una fiel reproducción en algunos aspectos, respetando su tono amargo, así como su humor negro focalizado en el carácter de tan peculiar individuo, mientras Craig Johnson se encarga de aportar su granito de arena con algunos regalos de puesta en escena (como el precioso plano en el que Wilson y Pippi se abrazan en el callejón o el montaje acelerado del témpano de hielo representando los últimos días de Wilson en prisión, situación también mostrada en el cómic, allí aderezada con un matiz existencialista acorde con el tono del que hablaba antes) de los que me gustaría destacar el montaje paralelo en el que vemos a Wilson hablando sobre la belleza de la naturaleza con su hija, mientras Pippi y su hermana Polly se pelean a hostia limpia en el interior de la casa. Una forma de hacer cinematográficamente más interesante uno de los puntos más discutibles del film desde el punto de vista de la adaptación, pues la escena concluye con Wilson siendo encarcelado por culpa de la hermana de Pippi y no por culpa de esta misma, como ocurría en la obra original. Podríamos pensar que es una leve concesión comercial, leve porque en el fondo Pippi y Wilson tampoco acaban juntos, como ocurriría en cualquier comedia romántica de Hollywood al uso, pero por eso mismo quizá también innecesaria, como lo es la idealización de la relación del protagonista con Shelley, que es mucho más rutinaria, desilusionante y vacía sobre el papel que sobre la pantalla. O el vídeo de su nieto, lleno de esperanza en la película, un recién nacido que abre sus ojos al mundo versus, en el cómic, un jodido crío que solo quiere «jugar al juego de la oruga» y al que se la suda su abuelo al que no conoce.

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Wilson (Craig Johnson, 2017)

Esto son solo pequeñas muestras de que a veces puede resultar imposible, incluso para el propio autor, llevar a la pantalla ciertos detalles, ya sea por motivos comerciales que pueden provenir de imposiciones, poco importa que sean externas o propias, pero también por otros motivos, que suelen ser infranqueables y que son provocados por el pronunciado salto entre ambas artes. El enigmático desenlace de la historia original alcanza así un valor que difícilmente se puede otorgar a la película, un recomendable, pero no tan perdurable, entretenimiento.