En 1996, la profesora Mary Kay Letourneau, de 34 años, iniciaba una relación sexoafectiva con uno de sus alumnos, Vili Fualaau, 22 años menor que ella. Este retorcido hecho sacudió a la sociedad estadounidense inundando periódicos y noticiarios: la mujer, que dio a luz a la hija del menor mientras esperaba sentencia, se declaró culpable y se comprometió a no volver a mantener contacto con el joven a cambio de una reducción considerable de la pena. Transcurridos los tres meses de cárcel acordados, fueron hallados juntos, y Mary Kay, que volvería a la cárcel embarazada del segundo hijo de Fualaau, fue condenada a siete años y medio de prisión. A su salida, ambos decidieron seguir con la relación y su matrimonio duraría hasta 2019.
Alex Mechanik y Samy Burch, escritor y guionista de la última película de Todd Haynes, se inspiran en esta historia real para construir Secretos de un escándalo, melodrama que se sitúa 20 años después del primer encuentro entre sus protagonistas. En la cinta, ellos son Grace (Julianne Moore) y Joe (Charles Melton), y el instituto que vio proliferar su relación es, en esta ficción, una tienda de animales. Su realidad suburbana parece idílica: viven en una bonita casa, comparten barbacoas con los vecinos y tienen tres hijos, dos mellizos adolescentes y una joven que va a la universidad. Cuando Elizabeth (Natalie Portman) aterriza en este lugar canónicamente estadounidense con la intención de analizar a Grace para su próxima película, un filme independiente que quiere mostrar la historia de amor entre ambos, la opacidad de unos personajes cuyo pasado ha teñido irremediablemente su existencia saldrá a flote.
La película se resuelve como un juego de espejos entre las dos protagonistas: la actriz, que se muestra cercana y extremadamente educada, rápidamente se obsesiona con la personalidad de Grace, una mujer empeñada en esconder su ingenua vulnerabilidad bajo un carácter autoritario. La obstinada búsqueda de la verdad por parte de Elizabeth parece incomodar a el ama de casa, quien a menudo responde de manera tajante, dejando claro que no va a permitir que nadie destruya lo que tantos años de angustia le ha costado conseguir. Sin embargo, a medida que la joven va adentrándose en la vida y entorno de esta peculiar familia, la construcción del puzzle se complica, tornándose en un oscuro retrato de lo que habita más allá de las apariencias.
Asistimos a la consciente transformación de la actriz, que empieza a maquillarse como Grace, a repetir sus mismos tics lingüísticos, a encontrarse con su marido a escondidas y a ocupar un lugar en la mesa, como un miembro más de la familia. Este juego de asimilación se muestra como un hecho perverso, que va más allá de la profesionalidad de la intérprete y que acaba aproximándose al subgénero de terror de la home invasion. Como metáfora de dicha metamorfosis aparecen las larvas que Joe mantiene aisladas con el fin de liberarlas una vez se conviertan en mariposas. La jaula como símbolo de la opresión. El cautiverio de una familia que se niega a aceptar la inmoralidad de su historia.
Marcelo Zarvos compone una sugerente banda sonora que denota peligro en todo momento, salpicando el relato de misterio e incomodidad. La reiteración de la música se contrapone al despliegue colorista de la cinta, con unos exteriores plagados de luminosidad donde se respira una perfección artificiosa. La traducción del título en España resulta mucho más explícito que el original, que intenta hacer un juego de palabras en referencia a la diferencia de edad de la pareja. Elizabeth persistirá en descubrir los secretos de un escándalo conocido por la mayoría de espectadores, excelente anzuelo utilizado por Haynes para hablarnos de las complejidades del ser humano y las capas que construimos para esconder el lado más sombrío de nuestra esencia.