Pepe (2024), nueva propuesta del director Nelson Carlo de los Santos Arias tras el largometraje Cocote (2017), pone voz al hipopótamo que da nombre a la película, un animal raptado de su hábitat africano y trasladado de manera ilegal hasta América, el cual divaga en torno a ese viaje y a la propia existencia. Esta particular fábula compitió en la sección oficial del Festival Internacional de Cine de Berlín de 2024, haciéndose con el Oso de Plata a Mejor Dirección. Desde entonces ha tenido un largo recorrido por festivales, incluido su paso por la sección Zabaltegi-Tabakalera del Festival de Cine San Sebastián y, más recientemente, en el Festival de Cine de Sitges, dentro de la sección Noves Visions. En su paso por Berlín tuvimos la ocasión de participar en una mesa redonda para entrevistar al director dominicano que nos habló sobre sus inquietudes a la hora de crear una película con tanta personalidad como Pepe.
Cuando se le preguntó por el género de la película, el director lo tenía claro: “El género Nelson”, decía entre risas. A continuación, se dispuso a entrar en detalle en sus estudios, sus influencias y en su forma de ver el cine: “Al principio simplemente haces películas y te las apañas como puedes, pero de repente te das cuenta ‘ep, estoy haciendo películas, y están pasando por festivales’, así que empiezas a preguntarte qué es exactamente lo que estás haciendo. A su vez, cuando tenía entre 24 y 25 años empecé a leer sobre poscolonialismo con autores como Frantz Fanon, Aimé Césaire, Aníbal Quijano, Spivak… y con esto comencé a adquirir todo un trasfondo filosófico en la escuela de arte en la que trabajaba”. Además de estos conocimientos, Arias enfatizó un especial interés en el mestizaje. “Vengo de un país donde el mestizaje no es solo algo biológico, sino que también se encuentra en la producción de la cultura, así que empecé a pensarlo también como una forma estética. Entiendo el mestizaje no solo como algo biológico, político o incluso filosófico, como decía Édouard Glissant en Poetics of Relation (1990), sino que sentía que necesitaba combinar y mezclar cosas con el objetivo de contar una historia”.
En su decisión formal para Pepe, Arias tiene una clara intención de no dejarse llevar por los cánones establecidos y apuesta por mantener la esencia cultural. “Nuestros países se sienten muy americanizados, y parte de esta americanización se consigue mediante la producción de subjetividad para homogeneizar a la gente. En la lucha por la pluralidad y la diversidad es cuando nos damos cuenta de que el mundo es en realidad muy heterogéneo, y esta heterogeneidad producirá nuevas imágenes, nuevas formas. Quizás no podemos hablar de género de una manera específica, y vengo del cine así que me resulta imposible no pensar en géneros. Pero lo que no haré es que una película, ni desde el dispositivo narrativo ni ningún elemento de la puesta en escena, constituya un sistema totalitario. Por poner un ejemplo que todos conozcamos, en Hollywood hacen las películas en base a un guion. Hoy en día todo lo hacen bajo la dictadura de una trama, y todos los elementos de la puesta en escena están al servicio del argumento, y esto es muy similar a un sistema totalitario ¿verdad?”.
Al reflexionar sobre las plataformas de streaming y su globalización, Arias era preguntado por su predisposición para trabajar en una compañía como Netflix. “Es que no me contratarían. [Ríe] Ya sabéis que Netflix tiene una estética específica. No importa de donde vengas, si vas a hacer una película para ellos tienes que abrazar su estilo estético”. El director dominicano no quiso desaprovechar la situación para comentar sus inquietudes sobre el estado del cine y el efecto de las plataformas: “Netflix no solo está conquistando la subjetividad, y como diría mi querida Lucrecia Martel, es un sentimiento reaccionario porque por un momento el cine de los 60 y los 70 se estaba librando del argumento, pero para las series el argumento lo es todo. Te tienen durante años enganchado solo para decir ‘¿Qué pasará a continuación?’. Pero esto es solo hablando en términos de la narrativa. Si hablamos de trabajo, esta gente está destruyendo los cines nacionales de nuestros países. Por ejemplo, vienen a nuestro país y pagan poquísimo en comparación a Estados Unidos, pero para nosotros es mucho. Así que es como el colonialismo, grandes corporaciones van a países pobres para encontrar mano de obra barata”. Como explicó Arias, la fuerza económica de estas grandes corporaciones desestabiliza la industria de estos países, “…nosotros nos peleamos mucho con nuestra comisión de cine porque, por supuesto, Netflix les aporta muchísimo dinero, dinero que no pueden conseguir de Pepe. Sí, Pepe estará aquí (Berlinale), el embajador estará aquí, se harán la foto… y eso está bien. Muchas veces muestran el cine nacional, a la gente detrás y, por ejemplo en la República Dominicana, hacen un montón de series, pero luego no quedan personas con las que podamos trabajar. Gente que estaría encantada de colaborar conmigo pero me dicen, ‘lo siento Nelson, me encantaría trabajar en tu película, pero el rodaje solo son cuatro meses y me ofrecen trabajo para seis meses’”.
El rechazo hacia la trama fue uno de los puntos de interés de la entrevista y se inquirió en el proceso de creación del argumento de Pepe, preguntando por las diferencias entre la idea inicial y el resultado final proyectado en salas. Arias respondía lo siguiente: “Es muy diferente porque mi proceso de escritura se alimenta mucho de una investigación antropológica y etnográfica del territorio. Vivo durante un tiempo en la zona como si fuera un documentalista, a pesar de que no hago documentales. Es lo que me aporta, el cine documental me enseña eso. ¿Por qué evitar las estrategias de un documental si pueden enriquecer una ficción?” Arias comentó las consecuencias de crear en torno a una trama que le preocupan. “¿Sabéis lo que ocurre con la trama? Que la trama silencia el universo, porque te basas únicamente en argumentaciones, y las argumentaciones son solo discurso. Qué ha pasado con los cuerpos, qué ha pasado con la gente que están frente a ti y a su vida, qué forma de hablar tienen… Cuando les involucras, por ejemplo a la gente de una ciudad, te alejas mucho de la idea de una trama”. Pese a todo, el director aseguró que la película final “en algunas cosas sí se parece, porque al final un argumento forma parte de cualquier tipo de discurso, pero no sólo eso, también habrá descripciones, transposiciones, metáforas y todas estas herramientas literarias que construyen el lenguaje, tanto escrito como oral”. Esto no significa que no haya un guion. “Tanto en Cocote como en Pepe te sorprendería lo planeado que está, cuánto hay ya en el guion. Si te doy el guion de Pepe te quedarías parado. Porque como decía antes, para el guion no estoy yo solo en mi cuarto, sino que es el resultado de una investigación. Así que hago lo habitual en el cine, voy con mi guion y ruedo lo que hay escrito en él, pero el guion será distinto, su resolución será distinta”. Además, dadas las circunstancias del rodaje, Arias aseguró no cambiar nunca el guion una vez empezado el rodaje. “No, nunca. Puedo rodar cosas que no están en el guion, pero no lo cambio. Y tampoco cambio diálogos porque trabajo con personas que no son actores y debo protegerles. Son muy vulnerables. Les parece bien trabajar conmigo, pero a la que aparece alguien más del equipo se vuelven muy tímidos y tienen miedo. En general trabajo con gente vulnerable, por lo que si hemos acordado algo, eso se mantiene. Luego, si hacemos todo lo que hemos ensayado, organizado y escrito en el guion, entonces sí que digo ‘um… me estoy dando cuenta de esto… a lo mejor podríamos hacer esto otro…’, pero entonces ya tienen la confianza para hacerlo. Aún así intento no hacer esto demasiado porque algún día podrían perder esa confianza y sentir que no están haciendo un buen trabajo. La mayor parte del tiempo me mantengo fiel al guion y no lo cambio. Hago cambios en el proceso de escritura, pero una vez finalizado, se acabó. Tampoco invierto demasiado tiempo en el montaje”.
Al hablar de la recargada combinación de recursos de lenguaje cinematográfico de Arias, explicó que este estilo surge de sus inquietudes sobre el mestizaje. “No habrá una razón relacionada con la historia. No hay, por poner un ejemplo tonto, decisiones como ‘voy a hablar del pasado, así que lo pondré en blanco y negro’. Estas decisiones estéticas resultan arbitrarias en cuanto a la narrativa. Pero en el sentido filosófico de este mestizaje que mencionaba, esta combinación, este pastiche, esta idea barroca, es aquí donde operan a otro nivel”. La presencia de una película tan radical en el festival de Berlín despertó una reflexión en el director que conectó con sus intereses personales. “Lo que es interesante, y lo ves porque la película está aquí en sección oficial, es que esta heterogeneidad de algún modo funciona para su objetivo principal, que es contar la historia. Y creo que funciona de un modo muy subconsciente. ‘Veo esta escena con esta textura, veo esta escena con esta luz’… esto son cosas que yo sé porque he estudiado cine, pero el público simplemente tendrá un sentimiento y será muy diferente. Estas son las cosas que me gusta trabajar, el cómo se ve una imagen, cómo se puede ver una realidad desde tantas perspectivas, es en lo que estoy interesado de verdad. Así que no, las decisiones estéticas no están relacionadas con el argumento”.
En una de las escenas del filme, un grupo de turistas están en un autobús escuchando las historias que les cuenta un guía turístico. Al ser preguntado por este momento concreto, Arias contó lo siguiente: “Yo soy de la República Dominicana, y allí también tenemos muchísimo turismo. Creo que el turismo es, de algún modo, una extensión de las estructuras coloniales en el mundo. Para mí, hay algo en esta idea de un traductor que traduce una cultura a los turistas alemanes, y este modo que tenemos de entender el mundo mediante simplificaciones y reducciones. De alguna forma, para mí esta peli habla del problema del otro, porque Pepe es el otro. Vettania es la otra para Candelario, todo el mundo es el otro para alguien”. El interés de Arias por mantenerse fiel a ciertos aspectos de la historia real le llevó a hablar sobre una cultura que desconocía. “Decidí empezar en 1991 porque fue cuando los hipopótamos llegaron a Colombia. Como no uso una forma tradicional de narrativa, muchas de las cosas del filme son reales. Quise empezar en Namibia, con el secuestro del animal. ¿Cómo represento Namibia? No tengo demasiado tiempo para hacerlo en la película, y yo no conozco demasiado del país para representar su historia. En ese bus, en esa escena, estoy en apartheid, puede que la forma más peligrosa y más cruel de separar a la gente en términos de jerarquía y raza. Alguna vez el tercer mundo fue una colonia de un país europeo, y esa idea de los colonizadores yendo a investigar la colonia sigue presente en los turistas, que van a descubrir África, a ver el caribe, cómo es la jungla y todo eso… Tomé algo que conozco muy bien, que son los tours turísticos, ya que crecí en Santo Domingo, además en la zona colonial, con lo que eso era el pan de cada día. Así que enfoqué un elemento de un país que no conozco desde la lente de algo que sí”.
Cuando le preguntamos sobre el protagonismo de Pepe y la decisión de darle voz al hipopótamo en una historia que habla de los efectos del ser humano en la naturaleza, el realizador nos contestaba lo siguiente: “En el cine, cuando tocamos la fábula y lo fantástico, entramos en ese género y entramos siempre a un cine grande. Pero sobre todo encontramos el problema del niño, del infante y de cómo comienza a entender la producción de la imaginación, ese universo que se constituye desde la imaginación que, en el caso latino americano, es desde muy chico conquistado por los Estados Unidos con Disney, con Cartoon Network, con Pato Donald, con Hanna Barbera, los Picapiedra… Esta película tiene un intertítulo, se llama Pepe: estudios de la imaginación, parte 1. No es la parte 1 de Pepe, Pepe ya se acabó, pero espero hacer más películas en las que reflexione sobre el problema de la producción de la imaginación, porque eso tiene para mí una importancia política muy grande. Si yo considero que hay una crisis hoy en día en la filosofía y en la política, es justamente la falta de imaginación, de imaginarnos otras formas más allá del eurocentrismo, más allá del capitalismo y más allá de su reverso, que sería el socialismo y el comunismo que, como diría Quijano, es otro modo de eurocentrismo a la hora de organizar nuestros pueblos. Yo amo la fábula, amo lo fantástico, desde niño siempre me ha encantado ese género. Claro, un hipopótamo era perfecto para la personificación y para adentrarme en ese aspecto tan importante para mí, que tiene que ver con algo lúdico y que amo, pero también con una cuestión de yo como artista —porque no soy político— y la producción de la imaginación como algo sumamente importante para pensar otros mundos”. En cuanto a la elección de un hipopótamo como protagonista, el director le quitó importancia al animal y explicó que “si hubiera pasado con un elefante, hubiera escogido un elefante. La idea que me atraía era que Pablo Escobar había traído tres hipopótamos, leopardos, jirafas…” Como contó Arias, “los hipopótamos fueron los únicos que se adaptaron al territorio y se convirtieron en la primera manada salvaje fuera de África. Para mí esto era una excusa para usar una fábula que contara esta migración histórica entre América y África”. Tratando un tema como este, los hipopótamos están presentes a lo largo de todo el metraje, y los comentarios del director sobre la grabación de estos animales fueron los siguientes: “Es muy interesante cómo la naturaleza encuentra la manera de adaptarse. Y nosotros formamos parte de la naturaleza, lo que pasa es que los humanos lo hemos olvidado. Cuando fui a África y grabé a los hipopótamos, no hay muchos humanos allí, así que son muy agresivos y muy peligrosos”. Esta situación cambiaba radicalmente entre continentes. Debido al montón de gente en Colombia y su enérgica actividad, los animales están más acostumbrados a la presencia de humanos y “los hipopótamos de allí son como vacas [Ríe], mucho menos agresivos. Había un hipopótamo, el que era Pepe, que estaba siempre solo, que era una criatura muy divertida porque hacía un gesto con la boca para darte a entender que no te acerques, pero en verdad te podías acercar todo lo que quisieras y él no hacía absolutamente nada”.
Pepe continúa su curso por festivales de cine pero de momento no tiene fecha para su estreno en salas.