Termina una edición discreta, sin demasiados títulos especialmente brillantes (o al menos entre aquellos que han tenido aquí su estreno mundial), aunque como siempre se han visto cosas interesantes. El jurado ha premiado The Devil’s Bath como mejor película y a Soi Cheang (Twilight of the Warriors: Walled In) como mejor director. El palmarés completo puede consultarse en la web del festival. Comentamos aquí a continuación la ganadora y algunos de los títulos de las últimas jornadas.
Dead Talents Society (John Hanchiang Hsu, 2024) – Sitges Collection
En esta ocasión, ha sido la sección asiática quien más ha animado el Festival. Tras las arrolladoras Twilight of the Warriors: Walled in y Escape from 21st Century, esta cinta taiwanesa plantea la existencia de una sociedad fantasmal del entretenimiento que escoge sus premios anuales. la irrupción en la competición del espectro de una joven triste y torpe, a punto de desvanecerse para siempre, pone en jaque a las triunfadoras previas. Dotada de una energía vital por encima de la muerte y con la ayuda de efectivos trucajes, Dead Talents Society es un encadenado de gags divertidos que alegran con acierto al sufrido espectador festivalero.
Please Don’t Feed the Children (Destry Allyn Spielberg, 2024) – Sitges Collection
A priori uno puede preguntarse cómo valorar el debut de la hija de uno de los directores más mundialmente afamados, de una nepobaby. Una mala valoración puede deberse a un recelo ante su persona, no tanto hacia la obra en sí. Una buena, por el contrario, podría obedecer a una supeditación al nombre ilustre de su progenitor. Sin embargo, la hija de Steven Spielberg lo pone fácil y ha desarrollado una obra correcta, que no debe menospreciarse y que tampoco puede alabarse. Es curioso que Destry Allyn Spielberg haya optado para su debut por una película de género pero a la luz del resultado puede creerse que es una fan del mismo y se ha aplicado en cumplir las normas de este. En su primer largometraje, Spielberg (¿habria que poner Jr.?) utiliza el marco de unos Estados Unidos distópicos en los que una pandemia ha diezmado la población a raíz de lo cual los niños son aislados y encerrados, cuando no ejecutados. Los más desvalidos tratan de cruzar el muro fronterizo y huir a otro país. En este contexto, un grupo de jóvenes fugitivos se verá atrapado en la guarida de una psicópata, exponiéndoles a un riesgo aun mayor que el campo abierto. la directora recurre a los diferentes temas del género (soledad, psicópata, zombies, armas de fuego…) en un cuento de terror que no aporta nada nuevo pero al que no le falta el ritmo. Se evidencia un dominio de los resortes del terror y se desarrolla una cinta que, pese a los acúmulos argumentales de sorpresas y desventuras, mantiene el interés en todo momento.
Cloud (Kiyoshi Kurosawa, 2024) – Òrbita
Hemos visto en diversas ediciones del Festival diferentes obras del autor de Pulse. Algunas constituyen hitos en su filmografía y otras quedan lejos de serlo. Cloud estaría a medio camino, resultando una propuesta harto curiosa que parece ser más un entretenimiento del director que no un proyecto completamente desarrollado. Kurosawa fija su mirada en Ryosoke, un especulador de medio pelo que no duda en aprovecharse de las ventajas que ofrece la nube para colgar ventas que son supuestas gangas pero que pueden ser auténticas estafas. en los primeros 40 minutos de la cinta, se repasa su figura y modus operandi que le permite sobrevivir con esperanza de enriquecimiento fácil, aunque sea a costa de los demás. sin embargo, en un insólito giro argumental, de deja de lado el drama social y se sigue a un grupo de damnificados de sus obras que, mediante las conexiones de la nube digital, se asocian para vengarse. A partir de ahí, Cloud muta en thriller de acción tan entretenido como modesto en sus intenciones y dejando excesivamente de lado al personaje más siniestro de la obra, aquel que se beneficia más de todo lo sucedido.
Noise (Soo Jin Kin, 2024) – Panorama
En la edición del año anterior Sleep narraba una historia de terror urbano, en la que un aparente paciente de apnea del sueño padecía en realidad una maldición vinculada al apartamento en que vivía. Algo semejante sucede en este debut, en el que una joven desaparece tras estar padeciendo la molestia persistente de ruidos de origen desconocido en su piso. Será su hermana, una joven sorda, quien precisamente traté de encontrarla y desvelar el misterio. La cinta mantiene la intriga de principio a fin y sólo tira de sustos en momentos muy precisos, jugando con los sucesivos descubrimientos que la protagonista irá haciendo. No deja de ser atractivo el papel de la comunidad, aparentemente ignorante del fenómeno, en la que cada uno se aisla del resto y evita implicarse en los problemas ajenos, deviniendo cómplices, en un afán de mantener el nivel del bloque de apartamentos. Noise funciona de modo excelente dentro de su modestia y es una excelente carta de presentación para su director.
It Doesn’t Get Any Better Than This (Rachel Kempf, Nick Toti, 2023) – Noves Visions
Al subgénero del found footage se le acaban las posibilidades. De hecho, le sucede algo parecido, de no controlar bien los resortes, que al cinema veritè. En un afán por transmitir la màxima credibilidad, se incluyen secuencias enteras de escaso interés para la trama y para el espectador, que languidece con metrajes innecesariamente largos. Este problema es especialmente notable en uno de los fracasos vistos en el festival. La cinta de la pareja de directores (guionistas, intérpretes, productores y posiblemente montadores) arranca desde una presentación de la cotidianeidad de ambos (frikis fans del fantástico, que reproducen en home movies de escaso interés) que ya se alarga en exceso. La compra de una casa aislada para rodar más tonterías es el punto de inflexión en la narración pero el esperable clímax se diluye totalmente por la reiteración de tomas largas y la falta de explicación del fenómeno que sucede. De hecho, la repetida presencia de personas mirando a la buhardilla de la casa resulta tan inexplicada como inerte a nivel emocional, cargando más el ánimo del espectador en lugar de interesarle por la trama. El final, tan decepcionante para el protagonista como para el público, da que pensar… ojalá no se hubiera encontrado nunca la cinta que da pie a todo lo que se nos presenta.
Beating Hearts (Gilles Lellouche, 2024) – Òrbita (Clausura)
Beating Hearts es la historia de una chica buena que se enamora de un chico malo. Un amour fou imposible que nace en la adolescencia y se propaga a lo largo del tiempo, atravesado por la tragedia, que puede llegar a ser tan bello como destructivo. Gilles Lellouche (El gran baño) filma este thriller romántico con delicadeza —especialmente en las tiernas escenas que relatan la vorágine del amor adolescente— y pulso firme, aunque apoyándose en más de una ocasión en los clichés del género —tanto narrativos como estéticos— y alargando innecesariamente algunas situaciones que no aportan nada, más allá del subrayado superfluo de sus ideas primarias. No hay manera de justificar sus casi tres horas de metraje. La película funciona mucho mejor cuando no se empeña en ser un thriller y se acerca a sus dos protagonistas desde el romance. Porque es en la química de la pareja y en el trabajo actoral —tanto de los intérpretes adolescentes como de los adultos, destacando la presencia siempre magnética de Adèle Exarchopoulos— donde la película encuentra su mayor baza.
The Devil’s Bath (Veronika Franz, Severin Fiala, 2024) – Oficial Fantàstic Competició
La ganadora de esta edición no es el tipo de película de género que sacude las butacas del Auditori a base de machetazos (aunque alguno hay), y demuestra que el jurado de un festival es de su padre y de su madre y no tiene por qué tomar una decisión en consonancia con el espíritu del certamen. Dicho esto, no creo que The Devil’s Bath sea una mala película, pues a pesar de arrastrar el sambenito de reivindicación feminista y antirreligiosa (aunque los hechos narrados sean de hace casi tres siglos, no dejan de arremeter contra el patriarcado y ciertas prácticas asociadas al catolicismo, que aunque ha evolucionado en todo este tiempo, sigue teniendo sus cosas), tiene también méritos: a pesar de una puesta en escena bastante aséptica, es interesante a un nivel narrativo, cómo trabaja la dosificación de la información. Todo se cuece a fuego lento, y los incidentes aislados van armando una composición de lugar al verse cada uno de ellos en relación a la protagonista (el inquietante prólogo, un suicidio, un encuentro con una embarazada sin pareja, el marido que nunca le dará un hijo) y cómo le afectan. Teniendo en cuenta la ausencia de subrayados hasta su desenlace, es tal vez un error de manual explicar con los intertítulos finales lo que después de sumar dos y dos (las declaraciones del cura en el funeral del suicida, la mirada que le dedica la protagonista a su cadáver abandonado y, por último, su propia confesión) debería quedar claro para cualquier espectador medianamente atento a los detalles. En cualquier caso, la recreación de época y costumbres, y el mal rollo progresivo que consigue insuflarnos la convierten en una propuesta recomendable. Ganar un festival de cine fantástico… eso ya es harina, o veneno para ratas, de otro costal.