La Cúpula sigue con la tarea de publicar poco a poco la obra de Hideshi Hino (algo menos popular que Junji Ito, pero del que tiene poco que envidiar), y nosotros encantados y horrorizados (en el buen sentido) a partes iguales. Tras un parón de unos años sin títulos nuevos, en enero veía la luz El sótano del averno y hace un par de meses le ha tocado el turno a este Mr. Joker (decimosexto tomo del mangaka publicado por la editorial), una nueva compilación de historias (como ya lo eran Galería de horrores, Circo de monstruos o Historias de la máscara entre otras) publicada originalmente en 1997 y encabezada por la que da título al álbum, un compendio a su vez de cuatro pequeños cuentos señalados por cuatro naipes, representando cada uno de ellos un terror diferente. Sin embargo la historia más larga, dividida en varios capítulos es Zombiman. El personaje que da título a la historia no es otro que un policía que se suicida para salvar a su familia y es reclutado desde la ultratumba por el cuerpo de Policía para seguir vampirizándolo como lo hicieron en vida. Completan el volumen dos historias cortas, La lluvia putrefacta y Horror en el museo de cera.
A Hino, como es habitual, no le tiembla el pulso a la hora de ser políticamente incorrecto, es más, parece que disfrute con ello, son recurrentes las muertes de niños (ya sean víctima de maldiciones, infecciones o incluso suicidios), o la aparición de personajes que se vengan contra el mundo haciendo pagar a justos por pecadores. De alguna forma parece que el mal en estado puro se las arregla para triunfar, y no necesariamente de un forma en la que el lector pueda sentir que se está haciendo justicia, que es quizá una de las formas más habituales en las que el género de terror suele conectar con su público. En los cómics de Hino, y este no es ninguna excepción, la sensación que nos invade es incómoda y malsana, y su sentido del humor, negro, por supuesto, es demasiado sutil como para permitir el necesario distanciamiento, de modo que no queda otra que no encariñarse demasiado con sus personajes y aguardar a que el destino los alcance.