Superman

Superman, de James Gunn

Desde que el director James Gunn se adentrara en el mundo de los superhéroes con Guardianes de la galaxia (Guardians of the Galaxy, 2014), su carrera ha quedado ligada por completo a este género. Con la excepción de The Belko Experiment (Greg McLean, 2016), peli para la que escribió el guion y que satirizaba el mundo corporativo con una especie de fusión entre Battle Royale (Kinji Fukasaku, 2000) y la serie The Office, el resto de sus trabajos a partir de ahí están ligados al género superheroico. Aunque en Marvel se limitara principalmente a la mencionada saga Guardianes de la galaxia, en DC pasó a sustituir a Zack Snyder poniéndose al cargo del universo cinematográfico con un mayor rango de posibilidades a su disposición, comenzando como director en El escuadrón suicida (The Suicide Squad, 2021) y creando más tarde las series Peacemaker (2022) y Creature Commandos (2024). Incluso, fuera de las dos grandes marcas de superhéroes, fue el productor de El hijo (Brightburn, David Yarovesky, 2019), una ironía más que acertada para el director que ha recuperado a Superman, pues en aquella película se ofrecía una historia alternativa que villanizaba al hombre de acero, presentando desde el género del terror a un niño que decidía usar sus poderes con otros propósitos. En esta ocasión, lejos de ser una versión tenebrosa subversiva o del más serio y apesadumbrado Superman de Henry Cavill, recupera aquel aire más inocente de Christopher Reeve en la versión de Richard Donner (incluso trayendo de vuelta la mítica melodía de aquella película).

Superman destaca por ser inesperada sin llegar a salirse de las expectativas de una película de esta índole. Para empezar, esta nueva iteración del superhéroe de la capa, pese a ser un reinicio cinematográfico, no es una película de orígenes: la historia del niño alienígena que aterrizó en la tierra y fue criado por unos granjeros es de sobra conocida por todos y está más que asentada en el imaginario colectivo. En lugar de eso, Superman comienza in medias res con el superhéroe volviendo de una derrota en combate. Con el desenfado y humor habitual de James Gunn, este no tarda en recuperarse (con ayuda de un perrete muy majo, un ingrediente muy Gunn) y volver al lío. El abrupto comienzo podría hasta dar la sensación de estar ante una secuela en lugar de una primera parte, con los personajes ya formados, relaciones construidas y lo fantástico normalizado. Al grano y por faena, el argumento expone paulatinamente todo el contexto previo que parecía haberse saltado. En la inmediatez acelerada de la narrativa se plantean temáticas similares a Batman v. Superman: El amanecer de la justicia (Batman v Superman: Dawn of Justice, Zack Snyder, 2016), si bien difieren radicalmente en el tono con el que se aproximan a dichos temas. Superman es un héroe conocido y sus hazañas se hacen oír por todo el mundo, sin embargo, su enorme poder e independencia de cualquier institución o nación provoca el rechazo. El mundo cuestiona a Superman y sus acciones, señalando las consecuencias políticas de sus actos, pero es aquí donde Gunn deja claro el espíritu del icónico personaje: un símbolo de bondad que inspire esperanza y que se convierte en un elemento esencial de la película. Sus principios le impiden quedarse de brazos cruzados ante una vida en peligro, ni siquiera permite que una ardilla salga malherida como daño colateral en un combate.
El estilo de la película no resulta rompedor ni innovador en ningún aspecto, pero los rasgos característicos del cine de James Gunn están muy presentes y son muy reconocibles. Más allá del humor, la excentricidad de la película es una muestra clara de cómo el director de El escuadrón suicida adapta el mundo de Superman a su propia sensibilidad artística. Personajes como Mr. Terrific o Guy Gardner (un Linterna Verde), que van de lo ridículo a lo espectacular en cuestión de segundos, ejemplifican este aspecto del director. Por no hablar de Krypto, el perrete adorable con mala conducta y los superpoderes de Superman. Además, en este mundo hay cabida para extraños monstruos gigantescos con tentáculos que vuelan sobre los rascacielos de Metrópolis o simplemente arrasan con todo a su paso como si fueran Godzilla. En opinión de un servidor, la escena específica que más claramente delata la autoría de Gunn es una espectacular coreografía de Mr. Terrific que sucede en segundo plano, mientras la cámara rota sin cortes en torno a Lois Lane mientras 5 Years Time (Noah and the Whale, 2008) suena a todo trapo. La música es una parte esencial de su cine, solo hay que recordar a Starlord y su reproductor de casetes, y el uso que le da para acompañar las escenas es exquisito, logrando números musicales espontáneos espectaculares.

En esencia, James Gunn recupera al superhéroe más icónico sin miedo a desatar su estilo propio. Pese a su sentido del humor constante y la ligereza de su argumento, Gunn tiene claro que no quiere quitarle importancia a lo que el personaje simboliza. Su Superman no cuestiona su voluntad de ser, su esencia superheroica, y se guía únicamente por su bondad, sin cinismo ni ironía.