Aprovechando que el episodio se emitiría dos días antes de las elecciones presidenciales, los creadores de la serie insertaron a Springfield en pleno día de las votaciones. Se nos presenta una solitaria calle de la ciudad, tan sólo recorrida por las hojas que tristemente arrastra el viento: en una acera carteles que apoyan la candidatura de Obama, en la de enfrente otros que lo hacen por McCain —todavía nadie ha podido confirmarme si es o no el de las patatas fritas…—. El abuelo, en una de sus chocheces, porta una pancarta en la que se puede leer “A mí todavía me gusta Ike” —en referencia al mandato de Eisenhower entre 1953 y 1961—. Homer acude a votar al gimnasio del colegio donde estudian sus hijos. En la primera cabina que le adjudican no puede entrar debido a su gordura, mandándole posteriormente a la cabina doble —la que deben utilizar las personas en silla de ruedas y que es más ancha—. Allí se encuentra con una máquina para emitir votos electrónicos, la cual será su perdición, pues al pulsar sobre la opción de Obama la máquina girará su voto hacia el candidato republicano. Lo hace repetidas ocasiones —pues, según él, “es el tiempo del cambio”—, todas con el mismo resultado, llegando a dirigir a McCain hasta seis votos. Al darse cuenta de la manipulación, la máquina tratará de tragarse a su díscolo votante. “¡Esto no pasa en América! Tal vez en Ohio”, gritará Homer mientras es tragado por el siniestro sistema electoral americano.
La primera de las historias, Untitled Robot Parody (Parodia de robots sin título), será una caricatura de la película Transformers (Id., Michael Bay, 2007), donde los robots transformables —llamados aquí «puzle-bots», por eso de los derechos de autor— se convierten en una pesadilla para la ciudad, destruyéndola al luchar entre sí. Sin embargo, Marge siempre tiene que meter la pata al intentar solucionar las cosas, y al advertir a los ingenios mecánicos que ni siquiera ellos saben por qué luchan entre sí, éstos unirán sus fuerzas para atacar a los humanos, convirtiéndoles en los jugadores de un gigante futbolín.
El segundo de los episodios parte de una de las filias reconocidas del productor ejecutivo Al Jean, pues How to Get Ahead in Dead-Vertising (Como triunfar en la muerte-cidad) está basada en la exitosa serie Mad Men (Matthew Weiner, 2007-…) desde su mismo inicio, parodiando sus títulos de crédito, con la silueta de Homer como protagonista. El relato es una profunda reflexión sobre los derechos de imagen y cómo éstos se utilizan en la publicidad, pues unos publicistas —encarnados por Don Draper y Roger Sterling, protagonistas a su vez de la ya mencionada serie — encuentran en el asesinato una forma de robar la imagen de los famosos. El encargado de la masacre será Homer, quien se convertirá en un verdadero profesional en dicha profesión, «liberando» la imagen de diferentes personalidades. Toda una sátira sobre nuestro momento, donde el mundo de la publicidad se ha apoyado en la infografía y las nuevas tecnologías para «resucitar» grandes mitos de la cultura norteamericana, prostituyendo su imagen sin el consentimiento del aludido. Por cierto, toda una premonición la de los creadores de la serie, haciendo que George Clooney suba hasta el cielo, justo un año antes de la campaña de la marca Nespresso junto a John Malkovich. ¿Casualidad?
La última de las historias parte desde su mismo título y desde su música del serial para prensa Peanuts (1950-2000) y uno de los especiales animados protagonizados por Carlitos y Snoopy: Es la gran calabaza, Charlie Brown (It’s the Great Pumpkin, Charlie Brown, Bill Melendez, 1966). Así, It’s the Grand Pumpkin, Milhouse (Es la Gran Calabaza, Milhouse) plagiará el estilo formal creado por Charles Schulz para retratar la grandeza de la imaginación infantil, que es capaz de transformar los deseos en inevitables pesadillas, pues tanto la calabaza de Halloween como el pavo de Acción de Gracias se convertirán en dos monstruosos asesinos vengativos al observar cómo son tratados por los humanos en dichas fechas de celebración.