El director Oliver Stone revisita el asesinato de John F. Kennedy en el documental JFK: Caso revisado. El film, que se presentó el año pasado en el festival de Cannes, está narrado por los actores Whoopi Goldberg y Donald Sutherland. Podemos afirmar que el true crime vive un momento en alza, pero este caso es totalmente atemporal, se trata de uno de los crímenes más impactantes de la historia estadounidense y hoy en día sigue despertando interés.
No es la primera vez que el misterioso asesinato sirve de inspiración al cineasta, que en 1991 estrenó la película J.F.K.: Caso abierto. El filme exploraba la controversia del caso desde el punto de vista del ex-fiscal de distrito de Nueva Orleans Jim Garrison (Kevin Costner), que planteaba una supuesta conspiración para asesinar al presidente. A pesar de que la ficción estaba basada en un caso real, solo planteaba conjeturas, de hecho la película concluía denunciando que la mayoría de los documentos sobre el asesinato estarían clasificados hasta el año 2029. Finalmente, la espera no fue tan larga y en 2017 gran parte de estos documentos fueron desclasificados, arrojando nueva luz sobre el caso.
El director regresa sobre el magnicidio 30 años después, esta vez en formato documental, guiándonos a través del testimonio de distintos historiadores y expertos que hacen un repaso a estos documentos. Volviendo de forma insistente sobre los puntos que ya se planteaban en su anterior película, esta vez con las pruebas en mano. Después de que Kennedy fuera asesinado en Dallas el noviembre de 1963, la Comisión Warren concluyó que su asesinato fue obra de una persona en solitario Lee Harvey Oswald. Esta es la hipótesis que los expertos tratan de refutar en el documental, desmintiendo teorías como la bala mágica y probando que podría haber sido obra de más de un tirador, y por tanto una conspiración.
A pesar de que se describe la muerte del presidente con todo lujo de detalles, llegando a ser demasiado explícito, no se profundiza en más aspectos de su vida. A lo largo del documental se da una imagen de Kennedy un tanto sesgada. El filme no disimula en la gran admiración que el cineasta siente por él y su legado, ensalzado su posicionamiento público a favor de los derechos civiles o su intención de sacar a EE.UU. de la guerra de Vietnam. A los ojos de Stone estos no son hechos triviales, ya que son puntos importantes de su política que permanecen en la memoria colectiva y que marcaron a toda una generación deseosa de cambio. Un presidente que se encontró en un momento de grandes cambios sociales y que se ganó muchos enemigos con sus políticas.
Probablemente, la idea más potente que plantea el documental no es una visión individualizada sobre la figura de Kennedy, sino sobre los símbolos que representan a la democracia. Se suele hace referencia a EE.UU. como la democracia más antigua del mundo, la idea de que está haya sido corrompida lo pone todo en entredicho. Una visión made in Hollywood y un tanto obcecada en una sola parcela de la historia, pero que puede siempre llevar a la reflexión. El director vuelve a poner sobre la mesa una idea que el personaje de Kevin Costner ya defendía en su alegato final: si no podemos confiar en nuestras instituciones, no podemos tener pleno derecho como ciudadanos.
Este artículo forma parte de la colaboración entre Miradas de Cine y La Casa del Cine, donde Georgina Morán es alumna.