Sueño de Mrs. Lovett en Sweeney Todd, el barbero… (Tim Burton, 2007)
(Sin comentario)
Manuel Ortega
Monólogo de Giullo Andreotti en Il divo (Paolo Sorrentino, 2008)
Il divo es uno de esos films repleto de ideas que (se) deleita en su construcción global sin descanso. De entre todos sus instantes memorables, me quedo, por su violencia verbal y visual imposible de olvidar, con esta brutal confesión de Giulio Andreotti, incorporado por un Toni Servillo espectacular que va más allá de la elaborada caracterización para ofrecer un perfil terrorifico (y fascinante) del que fuera primer ministro de Italia en siete ocasiones, posteriormente procesado (y absuelto en última instancia) por sus implicaciones con la mafia.
J.D. Cáceres Tapia
La persecución bajo la lluvia en La noche es nuestra (James Gray, 2007)
Sería una lástima que, por culpa de su estreno tardío y su enfrentamiento a títulos firmados por nombres mucho más rutilantes, se ignorara esta fascinante aportación al policíaco de James Gray. El mejor resumen de su laconismo narrativo, su atmósfera asfixiante y sus aires de tragedia griega es esta persecución automovilística, ejemplo perfecto de cómo convertir una escena de acción en parte inamovible del engranaje narrativo. Atención a cómo capta la angustia del protagonista, casi en primera persona, merced a un maravilloso uso del sonido y del fuera de campo (¡esos parabrisas rebosando lluvia!).
Tonio L. Alarcón
La muerte de Brendan Hume, en Death Sentence (James Wan, 2007)
Por sobrecogedor y desgarrador, por chocante y contrastante con las secuencias iniciales del filme, y por convertirse en la semilla de un continuo crescendo que no nos dejará tranquilos ni tras el apacible desenlace posterior a la espiral de violencia desencadenada.
Sergio Vargas
Lo van a flipar los colegas en Monstruoso (Matt Reeves, 2008)
Que acabe de aterrizar a los pies de los neoyorquinos que protagonizan Monstruoso la cabeza de la Estatua de la Libertad —usada como proyectil por una criatura lovecraftiana de cincuenta metros de altura que está destruyendo la ciudad—, y no se les ocurra otra cosa que sacarle fotos con sus móviles para compartir el Apocalipsis con los colegas, es un comentario sobre nuestra relación elusiva con el presente de una efectividad que para sí quisieran veinte ensayos fílmicos del último abanderado de Cahiers du Cinéma. España.
Diego Salgado
El plano secuencia en la playa de Dunkerque en Expiación (Joe Wright, 2007)
(sin comentario)
Israel Paredes
Confesión de Jean-Claude Van Damme en JCVD (Mabrouk El Mechri, 2008)
En un año donde la comunión entre cine y videojuego sigue avanzando irremediablemente para horror de puristas, y donde hemos contemplado el gran pleonasmo audiovisual del momento que responde al nombre de Speed Racer, ¿qué ocurre con el trasvase de otros formatos? JCVD responde a esta pregunta por medio del redentor monólogo que su protagonista expresa a cámara. Así, el film de Mabrouk El Mechri adapta ese gran formato televisivo que nace en Tómbola, se regodea en Donde estás corazón y Dolce Vita, y subsiste en La Noria: la contemplación de las miserias (famosas) ajenas para regocijo del fan. Por ello, del mismo modo que nunca sabremos si Luis Roldán o cualquiera de los otros miserables se confiesa o nos engaña —¿acaso importa?— tampoco podremos saberlo en el caso del actor belga: ¿representación de una mentira o mentira de la representación?. Y del mismo modo que un grupo de famosetes se enfrenta a Jaime Cantizano y a su crew por un puñado de euros, Jean-Claude Van Damme se ha vendido ante su público por un palco de lujo en la Croisette.
Roberto Alcover Oti
Reflexión sobre la felicidad en Hacia rutas salvajes (Sean Penn, 2007)
«La felicidad sólo es real cuando es compartida», afirmación de Christopher McCandless (alias Alexander Supertramp). Momento crucial en el filme de Sean Penn, en el que presenciamos la madurez vital de Alexander Supertramp, el personaje principal. Frente al inicio del viaje (donde imperaba cierta apología de la libertad), el destino de este joven inquieto no podía ser otro que alcanzar la edad adulta al confesar la importancia de los demás para la realización personal. Y es que encontrarse con uno mismo es tan sólo el primer paso: sin el otro no hay ni yo ni verdadera felicidad.
Arantxa Bolaños de Miguel
Una mirada al abismo en La cuestion humana (Nicholas Klotz, 2007)
Primero, la voz de Miguel Poveda; después, un viejo cantante de fados; ahora, Schubert. Simon encuentra en la música algo inexplicable que le transporta más allá de sí mismo y lo conecta con su más profunda humanidad: lo sublime, lo desconocido; el sexo y la vida, lo atávico. En este cuarto las sombras se ciernen sobre los personajes. Simon con su espalda contra la desnuda pared, se asoma al abismo, atravesado por todo lo acaecido hasta ese momento. Su conciencia meciéndose en agitado vaivén, entre la intuición de su propia imagen desvirtuada y lo indescriptible de las sensaciones creadas por la música.
Ángel Santos Touza
Panorámicas del bosque en Le genou d’Artemide (Jean-Marie Straub, 2008)
El momento más bello del año es doblemente invisible. Tras proyectarse en Cannes y en alguna muestra francesa, llegó a mí a través de una grabación de Rai 3. Endimión aguarda la noche con el deseo de reencontrar a la muchacha salvaje y temible que acecha en algún lugar del bosque; ella es «la naturaleza intocable que no tiene nombre». Cuando termina de contárselo a un viandante, el bosque se queda en sombras. La ausencia, todas las ausencias, son señaladas entonces por unas ramas que mece el viento. En el primer film de Straub tras la muerte de su compañera Danièle Huillet.
Jaime Natche
La última carrera en Speed Racer (Andy & Larry Wachowski, 2008)
Las líneas rectas se blandean, los colores son cada vez más saturados y, fruto de la velocidad del Mach 5, se moldean a gusto de su protagonista, Speed Racer. La estética del exceso transforma la última carrera, gracias a la fuerza expresiva de sus imágenes, en un escenario en el que no existen los límites o las barreras. Como si de un mito se tratase, los Wachowski han visualizado lo que 26 años antes, Tron, el guerrero electrónico (Tron, Lisberger, 1982), puso de manifiesto y nadie quiso escuchar: El material del que está hecha la imaginación.
Óscar Brox
La intimidad soprendida de Frédéric en Las horas del verano (Oliver Assayas, 2008)
Frédéric (Charles Berling) es sorprendido en un momento de íntimo recogimiento en esta magistral secuencia de Las horas del verano, de Olivier Assayas, sin duda uno de los cineastas más regulares (pese a la disparidad formal aparente de sus trabajos) y lúcidos de las últimas décadas.
Alejandro Díaz
La última proyección en Rebobine, por favor (Michel Gondry, 2007)
Michel Gondry escribió una de las cartas de amor al cine más conmovedoras que recuerdo en la última secuencia de Rebobine, por favor. Mientras el futuro digital amenaza el último videoclub del barrio, Mike, Jerry y todos sus vecinos ven la película que han rodado juntos proyectada sobre una sábana blanca. El cine, nos recuerdan, es ante todo pasión, corazón, sentimiento, vida.
Raúl Álvarez