El grupo musical The Band, liderado por Robbie Robertson, acompañó a Bob Dylan en varias de sus giras desde 1965, cuando comenzó su etapa musical eléctrica. En los años 70, volvieron a acompañar a Dylan, interviniendo en varios de los discos del músico de Minnessota. Aunque The Band creció en los 60 junto con Bob Dylan, luego también se destapó con discos propios notables y un buen número de canciones que han pasado a la historia de la música. Después de quince años de actividad musical y de innumerables giras, el 23 de Noviembre de 1976, día de Acción de Gracias, The Band quiso dar un concierto de despedida, para a continuación retirarse. Un momento especial e irrepetible de la historia de la música rock. Este último concierto contó con toda una serie de invitados de lujo que subieron a tocar con la banda y fue grabado por el gran Martin Scorsese que poco antes había triunfado con la excelente Taxi Driver. En la despedida de The Band, en el Winterland de San Francisco, aparecen como artistas invitados entre otros Eric Clapton, Neil Young, Neil Diamond, Joni Mitchell, Van Morrison, Dr. John, Ron Wood, Mavis Staples, Ringo Starr, Emmylou Harris, el legendario bluesman Muddy Waters y evidentemente, el maestro Bob Dylan. Al final, todos los músicos se juntaron en el escenario para interpretar conjuntamente otro inmortal tema de dios sobre la tierra, Dylan: «I Shall be Released«.
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En la película, las actuaciones de The Band y sus invitados se van alternando con entrevistas de Scorsese a los miembros de la banda. Inicialmente, Scorsese y el director de fotografía, Michael Chapman, iban a rodar la película en 16 mm con bajo presupuesto. Pero finalmente, se pudo filmar en 35 mm, consiguiéndose lo que probablemente es una de las mejores realizaciones de filmaciones de un concierto de rock de toda la historia. Scorsese, estaba preparando la preproducción de New York, New York y aceptó la oferta de filmar el concierto porque que era un fan de The Band y le pareció interesante retratar lo que era sin duda el fin de una era para la música. El resultado fue The Last Waltz, considerado junto con Woodstock y Gimme Shelter como uno de los documentales rockeros más influyentes de la historia. Con una cámara móvil y siempre atenta a los pequeños gestos, Scorsese captó lo que sucedía en el escenario, Scorsese también editó entre tema y tema conversaciones con los propios músicos. Mucho del metraje se centró en el propio Robertson dejando de lado al resto de la banda, es curioso si se tiene en cuenta que fue él quien tomó la decisión de que The Band se separase y que el resto de la banda no estaba de acuerdo. Scorsese aquí se centró demasiado en Robertson. Sorprende incluso que a veces el pequeño gran Marty se hiciera visible en el documental como un personaje más.
El director tuvo que resolver varios problemas técnicos, desde no interferir la visión del público durante el concierto para así no hacerse notar para que pudieran disfrutar sin impedimentos de ese momento irrepetible, la película que se acababa o los motores que se quemaban. Aún así, las múltiples cámaras de Scorsese logran meternos en el concierto, hasta el más mínimo detalle, como si estuviéramos viendo ese irrepetible instante. Más allá de todo ello, lo importante es la música. La reedición de la caja con los temas desveló cortes que no aparecieron en la filmación y que a nivel musical fueron más notorios. Algo que muchos han criticado, a lo que Scorsese respondió diciendo que no pudo hacer buenas grabaciones de todas las actuaciones. Cierto o no, la verdad es que todo el documental es una muestra palpable de que un momento de la historia de la música rock estaba a punto de pasar y que nunca más se repetiría. Fue una digna despedida para The Band, a pesar de que muchos quisieron que ese hecho nunca pasase. El fin de una era.