Es bien conocida la afición por el jazz que siente Clint Eastwood, él mismo toca el piano, compone bandas sonoras y tiene un sello discográfico de jazz. Dentro de la pasión que siente por el jazz, Eastwood produjo este documental sobre la vida del pianista y co-fundador del movimiento bebop Thelonious Monk. Curiosamente el mismo año en el que dirigió su excelente biopic del gran Charlie Parker, Bird. El documental toma su nombre de una de sus composiciones más conocidas. La directora Charlotte Zwerin dirigió en su día el Gimme Shelter de los Stones. Zwerin rueda entrevistas a familiares, amigos y compañeros músicos de Thelonious Monk. Así pasan por delante de su cámara el hijo de Thelonious, el saxo tenor Charlie Rouse, su manager Harry Colomby y su amiga y mentora la baronesa Nica de Koenigswarter entre otros. Así mismo recupera fotografías de archivo, fragmentos de audio e incorpora interesantes interpretaciones de algunos temas de Monk en solitario y con su banda. Pero lo que consigue atrapar al espectador de Straight, no chaser es el extenso metraje en blanco y negro que sigue al músico en su vida cotidiana y que destaca por encima de todo. Escenas con un grano espeso persiguiendo a Monk por el mundo, desde aeropuertos, estudios de grabación y hoteles. Acercándose tanto a él que pudo filmarlo en algunos momentos tremendamente íntimos como cuando nos lo muestra bajo las sábanas desnudo, simplemente tocado con uno de sus inseparables sobreros, grandes protagonistas de la figura de Monk. Gran parte de este metraje pertenece a lo que grabaron entre los años 1967 y 1968 Michael y Christian Blackwood, catorce horas de película en blanco y negro para un programa de Cinéma Vérité de la televisión de Alemania del Oeste que únicamente se emitió una vez. Christian Blackwood se encontró con Bruce Ricker, director del musical de blues, The Last of the Blue Devils, al que le comentó la existencia de todo este material. Ricker a su vez lo puso en conocimiento de Charlotte Zwerin que conseguiría interesar a Clint Eastwood para que produjese el documental. Parece curioso que el trabajo de los Blackwood solamente aparezca citado muy al final de los créditos y sin darle la merecida importancia. Las imágenes de cotidianedad de Monk son las que consiguen acercarnos al personaje y a la persona. Sin ellas, este documental no pasaría de ser una simple biografía.
httpv://www.youtube.com/watch?v=OyfEddS41nM
Monk, único. Monk, incomparable. Monk, detrás de sus eternos sombreros. Siempre parapetado tras ellos. Sombreros de ala, gorros, birretes, tipo fedora, boinas, fez, oriental,…diferentes todos pero todos Monk. Detrás de sus sombreros se esconde, parece difícil acceder a él. Monk a veces parece vivir en su propio mundo. Ese mundo en el que nos perdemos sin dudarlo. Difícil acercarse a él, se crea una área de protección alrededor de él. Sobre el escenario, pasa lo mismo, Monk se mueve a sus anchas, a veces abandona el piano y baila, baila hasta la extenuación dejándose llevar por su propia música, como si no tuviera fin. Llega muy adentro. Un artista único, difícil, tendente a la reclusión e incluso por momentos volátil. Su mujer, Nellie fue siempre el pilar en el que se sostuvo. Los pocos momentos en los que Monk habla son para decir frases entrecortadas, farfullendo casi no se le entiende, parece tímido, toda la fuerza y energía de su música parece hablar por él, ¿por qué decir palabras inútiles cuando la música habla por ti?
Sorprenden las escenas en que sus diversos músicos tratan de que Monk les explique como debían tocar determinada pieza y él tranquilamente no les daba la más mínima indicación. Un John Coltrane contrariado miraba su saxo sin saber que hacer. ¿Despreocupado? Monk delante del piano está en otro mundo. Las imágenes de sus actuaciones en directo son otra de las joyas de este documental. Sin desperdicio de principio a fin. Una manera única de acercarse a uno de los padres del bebop, pieza fundamental de la historia del jazz con mayúsculas. Para algunos un desconocido, este documental es un pequeño tesoro que todo amante del jazz debería ver y que todo amante de los buenos documentales no debería perderse.