Ponyo en el acantilado

El placer de las cosas sencillas

En la simplicidad se encuentran las cosas más hermosas que nos ofrece la vida. Una canción, el recuerdo de una mirada, de una caricia… a veces, en una melodía o en una película, nos da la sensación de que se concentra toda la sabiduría del mundo, y que esos fragmentos de música y de cine están llenos de plenitud y son capaces de devolvernos la confianza en aquello que nos rodea, aunque sólo sea durante unos instantes. Entonces nos da la sensación de que somos capaces de sobrellevarlo todo, de minimizar nuestros problemas y de seguir adelante sea como sea. Son píldoras energéticas sin aditivos ni colorantes que nos ayudan a sobrellevar estos tiempos de crisis, que nos reactivan y nos contagian con su espíritu adictivo y goloso y nos ofrecen la oportunidad de encarar las cosas desde una perspectiva menos tremendista. Cada persona seguro que tiene sus particulares píldoras. En mi caso, por ejemplo, consisten en escuchar a Franco Battiato y a Carmen Consoli entonar Tutto L´universo obbedisce all´amore, o ver el último film de Hayao Miyazaki, Ponyo en el acantilado.