Diez mandamientos para leer y vivir la ‘Verdadera’ Nueva Comedia Americana
- Odia el humor inteligente; odia los encuadres frontales con niños filoindies a los que el pelo les tapa la cara; odia las posturitas, el esteticismo y los colores guasones; odia cuando el diálogo oscurece al gag siempre que el gag no pueda liberarse del diálogo; odia la inteligencia porque la inteligencia ha creado ghettos culturales y jerarquías del buen gusto.
- Ama el humor directo, aquel que te hace reír sin que trabaje el intelecto; aquel que activa la amígdala sin que llegue al hipotálamo. Pasa del raciocinio y trabaja la emoción. Pasa de lo construido y regodéate en lo instintivo. Pasa de Rosseau y apuesta por Hobbes. Eres un salvaje. Enorgullécete de la escatología, de la sexualidad, de los pedos y de la regresión a eso que nunca te dejaron llegar. Entonces, ya te has liberado.
- Sé infantil. Porque nos han obligado a crecer, a asumir responsabilidades, a ser el cazador/recolector que tiene que cargar con todo. Porque queremos involucionar si el resto evoluciona. Porque tenemos a derecho a tomar nuestras propias decisiones, a decidir nuestro propio destino sin que lo decidan por nosotros. Porque no queremos ser Don Draper ni Jack Shepard, (in)felices en su sofá con su SuperYo Social a la izquierda y su falso ego a la derecha. Queremos ser Al Bundy, Richard Richard y Jack Malloy, y amar a ese peluche malhablado que no es más que la imagen de nuestro fracaso con la voz de Bobcat Goldthwait.
- Reivindica la comida basura. Nútrete de hamburguesas si te gustan; devora las pizzas con fruición; atibórrate de Coca-Cola y deja que corroa los alimentos que antes has ingerido y las tripas que son tuyas. Deja la dieta mediterránea para las reuniones familiares y las comidas de los domingos. Si te va la grasa, no la filtres, vive en ella. Y por último, no olvides que el hachís y la marihuana formarán también parte indispensable de tu riguroso y descontrolado régimen, porque el resto de los drogas se las dejas a los flipadillos indies. Rememora el viaje iniciático de Dos colgaos muy fumados (Harold and Kummar go to White Castle. Danny Leiner, 2004): el canuto no conduce al abismo, sino al templo de sabiduría fast food, que toma aquí las formas del White Castle.
- Nuestro actor no es un crowd-pleaser, es un hijo de puta. Will Ferrell es un misógino que se cuela en funerales para tirarse a las viudas; Jim Carrey es un esquizo que quiere vivir la vida que tú vives; Ben Stiller es un patético loser que está tan fuera de la sociedad como lo estás tú; Adam Sandler es el niño que nunca te dejaron ser cuando eres mayor; Larry David representa el fracaso del hombre occidental y Tom Green, bueno, Tom Green es el espejo al que nadie quiere mirarse porque refleja lo más virulento y desgraciado de cada uno de nosotros.
- Pasa de la crítica social. El quejarse sólo sirve para alimentar a los bienpensantes y para vender periódicos y soflamas que te imponen lo que tienes que ser y a quién tienes que votar. No te quejes, pero si lo haces, recuerda que tú tienes que ser un hombre libre, que solo debes casarte con tus propios valores/cojones no con los que te hayan inculcado en tu casa, en tu universidad, en tus libros de filosofía (existencialista, nihilista o positivista), en la oficina de tu partido político, en tu club de fútbol, en tu bar o en tu parroquia. Thoreau tenía razón…a medias.
- Olvida la gramática del montaje ruso, la sintaxis de Bordwell, las teorías de Arnheim, el realismo de Bazin o el esteticismo de Mitry. Olvida la construcción teórica y el découpage. Cree en el GAG, porque el gag es autosuficiente, es arrogante y lo impulsa todo. Porque el gag es narrativa y antinarrativa, acelera y frena, da vida y la quita. Porque en el país de la estulticia, el gag es el rey.
- Nuestro actor es quien da la cara, y por tanto, la estrella y el único autor. ¡Qué menos! El director puede gritar muy bien «¡acción!» y fijar la hora de la merienda, pero no es gracioso. La gente no pasa por taquilla para verlo a él. Nuestro actor/autor pasa olímpicamente de la Nueva Ola francesa y de la ridícula teoría de Cahiers. Él va a su aire e improvisa, pues la película se escribe en su cabeza conforme avanza. Cualquier ocurrencia añadida, gratuita o medular, es bienvenida: más que ejercer de interferencia, proporciona matices al invento. ¡Ah!, y por supuesto, los chistes privados también tienen cabida en este circo.
- Las mujeres, con sus cuerpos voluptuosos y sus curvas gimnásticas, se han instalado en tu cabeza para siempre. Tu ideal femenino viene a ser el de Repli-Kate (Frank Longo, 2002): una ménade que devora pizza, dice tacos, bebe cerveza a destajo y es diestra en el arte de las felaciones by the face. Puede que el amor sea necesario para poner un cierto orden en tu caos, pero en tal caso siempre irá subordinado a la juerga y el desparrame hormonal. La lucha feminista tendrá sus adeptos, pero tu placer es prioritario. Y si todo esto falla, siempre te tendrás a ti mismo: la historia de la NCA no deja de ser una masturbación constante, pues la vida es poco más que aquellos prescindibles insertos entre una gayola y la siguiente.
- Sé posmoderno y multireferencial. El clasicismo ha muerto y la modernidad está disecada en la Filmoteca y en las salas de «arte y ensayo». Somos Afterpop porque vivimos en el presente y porque no podemos ser impermeables a nuestro pasado. Somos hijos del caos, de la futilidad de la moda, del hiperconsumo, de los productos de teletienda y de los potajes audiovisuales. Mézclalo todo porque tú eres esa mezcla. Siéntete orgulloso de ello.
- Y por último, ríe y sé feliz.
Fiu, qué coñazo. Mil palabras para explicarnos (con un tonito condescendiente que seguro que ha deleitado a vuestros colegas) que las
pelis de Adam Sandler y Will Ferrell son malas. Qué novedad. Leyéndoos se comprende
perfectamente que en los últimos 20 años no haya habido en España más de 5 comedias potables ni una sola serie de humor que no produzca vergüenza ajena en
los 30 primeros segundos.
Ojalá aplicarais esa inteligencia preclara, esa cultura
cinematográfica enciclopédica y esa finísima ironía a escribir un buen guión,
que buena falta hace.
Pereza de gafapastas, de verdad.
Sí, hay que ser muy listo para haber entendido todo lo contrario de lo que dice el decálogo.
¡Amigo
Tonio, tienes toda la razón! No me queda más remedio que pedir perdón y aceptar
que no soy muy listo y que mi anquilosado cerebro no me permite navegar con
éxito las procelosas aguas de la post-ironía.
Yo pensé que el sentido del
artículo era “la nueva comedia americana es caca-culo-pedo-teta y eso es malo;
desenchufa tu cerebro si quieres soportarlo”. Resulta que, como creo que
sugieres (igual me equivoco de nuevo), el sentido es “la nueva comedia
americana es caca-culo-pedo-teta y eso es bueno. Disfruta con orgullo y no
dejes que te jodan el placer de ver a Adam Sandler subido en un seto mirándole
las tetas a su vecina y te hagan sentir como un idiota”.
San Apatow me perdone. Mil disculpas de
nuevo. Os dejo a los cinéfilos seguir a lo vuestro.
En tanto que oda a lo irracional, lo incoherente, lo absurdo y lo encefalográficamente plano, este texto es sin duda el resultado de haber errado salvajemente el tiro e incurrido en una contradicción de libro, pues habéis realizado un ejercicio profundamente racional, coherente, lógico e inteligente. Y si hay quien, a fuerza de pasarse de listo, argumente que es justamente esa contradicción lo que hace que la oda tenga todo el sentido del mundo, estará, como digo, pasándose de listo, pues a lo que aspiran tanto la oda en sí como el objeto de la misma es justamente a cagarse en todo el sentido que sea que pueda tener mundo.
Evidentemente, no hay que darle demasiadas vueltas al asunto para llegar a entender que cualquier punto de partida que acabe dando lugar a este texto no puede no ser una aporía, pues, si convenimos en que tiene todo el sentido, el resultado es una cagada, y, si por contra convenimos en que no tiene ninguno, el resultado deja de ser una cagada para convertirse en una cagada. O sea, una obra maestra de mierda. Habéis escrito una obra maestra de mierda a fuerza de escupir sin reparos sobre cualquier cosa que, bajo el criterio que sea, pueda llegar a ser considerada una obra maestra (de mierda). Habrá quien os diga que lo que habéis hecho no es sino mear contra el viento. Para mí la cosa no pasa de ser un caso bastante claro de lupus.