Decálogo NCA

Diez mandamientos para leer y vivir la ‘Verdadera’ Nueva Comedia Americana

  1. Odia el humor inteligente; odia los encuadres frontales con niños filoindies a los que el pelo les tapa la cara; odia las posturitas, el esteticismo y los colores guasones; odia cuando el diálogo oscurece al gag siempre que el gag no pueda liberarse del diálogo; odia la inteligencia porque la inteligencia ha creado ghettos culturales y jerarquías del buen gusto.
  2. Ama el humor directo, aquel que te hace reír sin que trabaje el intelecto; aquel que activa la amígdala sin que llegue al hipotálamo. Pasa del raciocinio y trabaja la emoción. Pasa de lo construido y regodéate en lo instintivo. Pasa de Rosseau y apuesta por Hobbes. Eres un salvaje. Enorgullécete de la escatología, de la sexualidad, de los pedos y de la regresión a eso que nunca te dejaron llegar. Entonces, ya te has liberado.
  3. Sé infantil. Porque nos han obligado a crecer, a asumir responsabilidades, a ser el cazador/recolector que tiene que cargar con todo. Porque queremos involucionar si el resto evoluciona. Porque tenemos a derecho a tomar nuestras propias decisiones, a decidir nuestro propio destino sin que lo decidan por nosotros. Porque no queremos ser Don Draper ni Jack Shepard, (in)felices en su sofá con su SuperYo Social a la izquierda y su falso ego a la derecha. Queremos ser  Al Bundy, Richard Richard y Jack Malloy, y amar a ese peluche malhablado que no es más que la imagen de nuestro fracaso con la voz de Bobcat Goldthwait.
  4. Reivindica la comida basura. Nútrete de hamburguesas si te gustan; devora las pizzas con fruición; atibórrate de Coca-Cola y deja que corroa los alimentos que antes has ingerido y las tripas que son tuyas. Deja la dieta mediterránea para las reuniones familiares y las comidas de los domingos. Si te va la grasa, no la filtres, vive en ella. Y por último, no olvides que el hachís y la marihuana formarán también parte indispensable de tu riguroso y descontrolado régimen, porque el resto de los drogas se las dejas a los flipadillos indies. Rememora el viaje iniciático de Dos colgaos muy fumados (Harold and Kummar go to White Castle. Danny Leiner, 2004): el canuto no conduce al abismo, sino al templo de sabiduría fast food, que toma aquí las formas del White Castle.
  5. Nuestro actor no es un crowd-pleaser, es un hijo de puta. Will Ferrell es un misógino que se cuela en funerales para tirarse a las viudas; Jim Carrey es un esquizo que quiere vivir la vida que tú vives; Ben Stiller es un patético loser que está tan fuera de la sociedad como lo estás tú; Adam Sandler es el niño que nunca te dejaron ser cuando eres mayor; Larry David representa el fracaso del hombre occidental y Tom Green, bueno, Tom Green es el espejo al que nadie quiere mirarse porque refleja lo más virulento y desgraciado de cada uno de nosotros.
  6. Pasa de la crítica social. El quejarse sólo sirve para alimentar a los bienpensantes y para vender periódicos y soflamas que te imponen lo que tienes que ser y a quién tienes que votar. No te quejes, pero si lo haces, recuerda que tú tienes que ser un hombre libre, que solo debes casarte con tus propios valores/cojones no con los que te hayan inculcado en tu casa, en tu universidad, en tus libros de filosofía (existencialista, nihilista o positivista), en la oficina de tu partido político, en tu club de fútbol, en tu bar o en tu parroquia. Thoreau tenía razón…a medias.
  7. Olvida la gramática del montaje ruso, la sintaxis de Bordwell, las teorías de Arnheim, el realismo de Bazin o el esteticismo de Mitry. Olvida la construcción teórica y el découpage. Cree en el GAG, porque el gag es autosuficiente, es arrogante y lo impulsa todo. Porque el gag es narrativa y antinarrativa, acelera y frena, da vida y la quita. Porque en el país de la estulticia, el gag es el rey.
  8. Nuestro actor es quien da la cara, y por tanto, la estrella y el único autor. ¡Qué menos! El director puede gritar muy bien «¡acción!» y fijar la hora de la merienda, pero no es gracioso. La gente no pasa por taquilla para verlo a él. Nuestro actor/autor pasa olímpicamente de la Nueva Ola francesa y de la ridícula teoría de Cahiers. Él va a su aire e improvisa, pues la película se escribe en su cabeza conforme avanza. Cualquier ocurrencia añadida, gratuita o medular, es bienvenida: más que ejercer de interferencia, proporciona matices al invento. ¡Ah!, y por supuesto, los chistes privados también tienen cabida en este circo.
  9. Las mujeres, con sus cuerpos voluptuosos y sus curvas gimnásticas, se han instalado en tu cabeza para siempre. Tu ideal femenino viene a ser el de Repli-Kate (Frank Longo, 2002): una ménade que devora pizza, dice tacos, bebe cerveza a destajo y es diestra en el arte de las felaciones by the face. Puede que el amor sea necesario para poner un cierto orden en tu caos, pero en tal caso siempre irá subordinado a la juerga y el desparrame hormonal. La lucha feminista tendrá sus adeptos, pero tu placer es prioritario. Y si todo esto falla, siempre te tendrás a ti mismo: la historia de la NCA no deja de ser una masturbación constante, pues la vida es poco más que aquellos prescindibles insertos entre una gayola y la siguiente.
  10. Sé posmoderno y multireferencial. El clasicismo ha muerto y la modernidad está disecada en la Filmoteca y en las salas de «arte y ensayo». Somos Afterpop porque vivimos en el presente y porque no podemos ser impermeables a nuestro pasado. Somos hijos del caos, de la futilidad de la moda, del hiperconsumo, de los productos de teletienda y de los potajes audiovisuales. Mézclalo todo porque tú eres esa mezcla. Siéntete orgulloso de ello.
  11. Y por último, ríe y sé feliz.