Mike Myers

El cómico que no creció

Cambiar me acojona», confesaba Garth Algar (Dana Carvey), algo así como el negativo heavy y gafotas del Josh Baskin (Tom Hanks) de Big (Penny Marshall, 1988), en Wayne´s World ¡¡Qué desparrame!! (Wayne´s World, Penelope Spheeris, 1992). En Wayne Campbell y su amigo Garth, dos adolescentes oligofrénicos pasablemente inspirados en los protagonistas de Las alucinantes aventuras de Bill y Ted (Bill & Ted´s Excellent Adventure, Stephen Herek, 1989) que emiten un programa de televisión desde el sótano de su casa, Mike Myers supo fundir la idea del inadaptado como retardado emocional —ya presente en Jerry Lewis y posteriormente retomada por David Spade o Adam Sandler, entre otros— con cierta voluntad de retrato generacional: tanto el justamente mítico sketch original [1] como los films que le siguieron —Wayne´s World y su secuela Wayne´s World 2 ¡¡Qué desparrame 2!! (Wayne´s World 2, Stephen Surjik, 1993)— suponen las primeras miradas (irónicas) alrededor de los slackers de la Generación X, prefigurando a Beavis y Butt–Head, Jay y Bob el Silencioso y películas como Dos tontos muy tontos (Dumb & Dumber, Peter y Bobby Farrelly, 1994), Cabezas huecas (Airheads, Michael Lehmann, 1994), BASEketball. Muchas pelotas en juego (BASEketball, David Zucker, 1996) o incluso Reality Bites (Ben Stiller, 1994)…

Guste o no, el cómico canadiense ha resultado una de las figuras más importantes de la actual comedia norteamericana, aunque ahora, agotada ya la trilogía de Austin Powers, parezca algo desorientado entre romas aproximaciones a la utopía lúdica y fantástica del Dr. Seuss —cf. El gato (The Cat in the Hat, Bo Welch, 2003), tan hueca y redundante como la nefasta El Grinch (How the Grinch Stole Christmas, Ron Howard, 2000)— y la particular historia interminable de Shrek (Andrew Adamson y Vicky Jenson, 2001). Las películas de Myers son pasatiempos pop en el más puro estilo Mel Brooks, Carl Reiner y Zucker–Abrahams–Zucker en los que se muestra una serie de retratos del hombre infantilizado, mil caras transformadas por la mueca rijosa y adolescente: ahí están Wayne, Austin Powers, genial combinación de 007 y otros agentes secretos de segunda —Matt Helm, Derek Flint, Maxwell Smart— con el modernísimo fotógrafo de Blow Up (Michelangelo Antonioni, 1966) [2]; el gurú virgen y supersalido de El gurú del buen rollo (The Love Guru, Marco Schnabel, 2008) o, en un contexto más realista, el aspirante a poeta beat alérgico al compromiso de Una novia sin igual (So I Married an Axe Murderer, Thomas Schlamme, 1993)…

En el peor de los casos, Myers se multiplica de forma imparable en una colección de personajes secundarios, como haría un Mogwai chorreante o el Eddie Murphy más pesado. O el Jerry Lewis de Las joyas de la familia (The Family Jewels, Jerry Lewis, 1965) y Tres en un sofá (Three on a Couch, Jerry Lewis, 1966). Pero Myers carece de la mordacidad de Lewis y, ante sus últimas comedias, uno tiene la sensación de estar asistiendo una y otra vez a la misma performance megalomaníaca —cf. El gurú del buen rollo o Austin Powers en Miembro de Oro (Austin Powers in Goldmember, Jay Roach, 2002), en las que malogra en perezoso loop su excelente comicidad—. Quizá no por azar, los protagonistas de Myers han cambiado y aparecen ahora como integrados, como triunfadores insatisfechos con delirantes conflictos hormonales. Ítem más: las habituales prestaciones de estrellitas pop y personalidades de Hollywood autoparodiándose de forma tan alucinada como desprejuiciada han terminado reducidas a cargantes guiños amiguetiles.

«Aunque seas un adulto y también tengas responsabilidades tienes que tener tiempo para divertirte», dice el narcotizado fantasma de Jim Morrison en Wayne´s World 2. En el fondo, eso es lo que parecen sostener todas las comedias de Mike Myers, desde la primera aventura larga de Wayne Campbell al peculiar ‘DRAMA’ sufrido por el insoportable gurú Pitka. Personalmente, prefiero esperar a la nueva adaptación de La vida secreta de Walter Mitty que ha escrito con Jay Kogen a ver si redescubro al Myers surrealista que jugaba brillantemente con las convenciones de los géneros cinematográficos.


[1] Emitido en Saturday Night Live (VV.AA., 1975-?, NBC), en el que Myers colaboró activamente de 1989 a 1997 creando personajes tan memorables como el Dieter de Sprockets o Middle–aged Man.

[2] Para más información, me remito al artículo que Ramón Monedero dedicó a la saga protagonizada por el famoso espía ye-yé en la primera parte de este estudio.