India Song (Marguerite Duras, 2009. Intermedio)
Mediada la década de 1960, Marguerite Duras abandona parcialmente el trabajo literario para adentrarse en el terreno del cine. Descubiertas las posibilidades de éste, decide buscar en su interior para experimentar en su lenguaje, para encontrar en las imágenes la viabilidad de que la literatura se integre en el cine de un modo nuevo y diferente. India Song (1975) es un caso paradigmático de lo anterior: primero nace en forma de obra de teatro (1973; la excelente edición de Intermedio presenta la misma en el libreto que acompaña al DVD) para, al año siguiente, llevarla a pantalla. Duras plantea la obra a modo de texto-teatro-film en una sucesión artísticas que debe verse y entenderse de modo completo para, quizá, de esta manera, comprender la totalidad de la propuesta. Si en su cine, grosso modo, las imágenes se suelen presentar a través de largos planos fijos o bien, por el contrario, mediante largas secuencias descriptivas, en India Song el procedimiento adquiere una forma más profusa: los actores surgen como cuerpos que en ocasiones no hacen nada, o simplemente figurar, en otras ocasiones surgen para hablar e interactuar, pero siempre sin abandonar una postura teatral que obedece a un intento de acentuar su naturaleza teatral y, anteriormente, literaria. No hay que olvidar que el sonido juega un papel fundamental, tanto en el interior de los planos como en la candencia de la técnica: Duras buscaba en todo momento que sus películas adquirieran un aspecto de obra total y conjunta en la que se integraran diversos modos artísticos complementarios, siendo India Song un ejemplo magnífico del ideario fílmico de Duras, como lo es también la otra película presentada por Intermedio: Baxter, Véra Baxter (1976), obra menos interesante que la anterior pero de alguna manera complementaria para entender el estilo y la estética de Duras. Acompañando a ambas, el magnífico documental Lai (2005), de Gonzalo de Lucas y Núria Aidelman, una de las rarezas del cine español de los últimos años.
Israel Paredes
Las truchas (José Luis García Sánchez, 1978. Cameo)
Cameo nos ofrece la posibilidad de disfrutar de una de las pocas películas españolas que han conseguido alzarse con el Oso de Oro en Berlín en el apartado de mejor filme. Irreverente, hija de su tiempo y sobrina de su sitio, la tercera producción de José Luis García Sánchez logra por motivos propios erigirse en una rara alegoría claustrofóbica y, a ratos, subversiva que pasara a la historia como el ejercicio de síntesis mas certero del espíritu y el imaginario de nuestros dos directores más importantes: Berlanga y Buñuel. Del primero toma el gusto por el plano secuencia, la acumulación de personajes que incluso hablan al mismo tiempo, el casticismo proveniente del humorismo de La Codorniz a la hora de ponerle los apellidos a los personajes, lo amargo de cada sonrisa. Del de Calanda su afición por estirar la trama dentro de un espacio cerrado, el simbolismo de los personajes y las jerarquías que se establecen entre ellos, la animalización en el comportamiento y lo surreal en las tomas de decisiones. Como si de una mezcla de La escopeta nacional y El ángel exterminador se tratase, Las truchas avanza contra la corriente y los anzuelos de una sociedad enferma de sí misma que comenzaba una nueva etapa cambiando el franquismo por un club de pesca. Solo los cocineros y los niños podían salvarse de la quema.
Manuel Ortega
Anticristo (Antichrist. Lars von Trier, 2009. Cameo)
Presentado en Cannes 2009 con toda la parafernalia habitual de los films de su autor y luego generador de cierta polémica (que tampoco fue tanta), Anticristo, un film que muestra el indudable talento de Lars von Trier para crear un determinada atmósfera interior y su tendencia a simbolismos de todo tipo (que muchas veces cortocircuita sus relatos, y en los peores casos: Dancer in the Dark, 2000, los sitúa fuera de sus pretensiones conceptuales para asociarse con la vulgaridad de formas y figuras…), se edita en estos inicios del año en un pack de coleccionista compuesto por dos discos y en formato blu-ray para que los aficionados puedan disfrutar/sufrir de nuevo o por primera vez de la terrible historia de la pareja protagonista. Un arranque prodigioso en blanco y negro, con montaje paralelo, cámara lenta y música de Händel (la aria, Lascia ch’io pianga —Déjame llorar— de la ópera Rinaldo) presenta la tragedia desde los atractivos confines de las maneras publicitarias. Lo que sigue es una narración irregular, inundada de marcas y referencias, que deriva en sus mejores instantes hacia el survival, contiene prometedoras e incluso buenas soluciones visuales, y nos lleva a una conclusión de vuelo raso bastante irrisoria: la superación de la culpa (y la redención) pasa por el sufrimiento físico, la eliminación del razonamiento y la comunión con la naturaleza. Pero Anticristo es un film que llega a fascinar porque, contra todo pronóstico, asume su condición de artefacto intimidador y catártico, procurando una transparencia y honestidad que von Trier parece necesitar. Es una pena que Cameo no nos haya enviado el disco de extras ni la versión blu-ray, para valorar las ediciones al completo, si bien es cierto que la película por sí sola resulta un buen reclamo para adquirir una u otra, ahora o cuando bajen de precio.
José David Cáceres Tapia
Serial Experiments Lain (Ryutaro Nakamura, 1998. Selecta Vision)
En 1998 internet comenzaba a pegar fuerte, y aunque no era una realidad al alcance de todos, quien más y sus menos comenzaba a hacer sus pinitos con el correo electrónico y los buscadores como altavista en los ordenadores de la universidad. En aquella misma época en Japón, que siempre han ido por delante en todo esto de la tecnología, apareció la serie de animación Serial Experiments Lain, donde en trece capítulos se retrataba el infierno de la incomunicación y la soledad a través de la existencialista historia de una adolescente tímida que un buen día descubre la red, ese peligroso invento del que nos advertían (aunque a día de hoy la advertencia llega demasiado tarde y a los que la vimos en su día nos parecía algo demasiado lejano e intangible, lo que resultó no ser así) podía hacer peligrar las relaciones humanas si no se manejaba con cuidado. Realidades alternativas y trastornos de personalidad complicados con la presencia de un dios que solo se comunica con algunos y a través de la citada red son algunos de los elementos que hacen que aún a día de hoy Lain siga fascinando como lo hacía hace algo más de diez años. La edición limitada que presenta Selecta Vision es, como siempre en la distribuidora, un auténtico lujo para coleccionistas. Presentada en forma de ordenador portátil, contiene los tres dvd’s con la serie completa remasterizada para la ocasión más un dvd con contenidos extras. A esto hay que sumar el CD con la banda sonora original de la serie, un libro de 48 páginas repleto de ilustraciones y diseños de personajes, un cómic de Yoshitoshi Abe de 20 páginas inédito exclusivo para la edición y una ilustración exclusiva del mismo autor de 28×20 cm. Una pequeña joya para fetichistas que engrandece la ya de por sí recomendable serie.
Sergio Vargas