Fantasmas de Marte

Defendiendo el territorio metafísico

La obra de Carpenter se puede dividir en tres capítulos. El primero es el que llamamos de exploración y formación, en ese orden, donde se crea un territorio, un mundo a escala que establece un perímetro y una serie de leyes que incluyen la descripción del paisaje por donde se propone transitar. A esta geogonía le corresponderá una figuración sobre la cual se volcarán los postulados de la representación y su referencia simbólica. Todo ello constituye una suerte de manual de acuerdos y limitaciones que Carpenter se autoimpone y cuyas funciones nos traslada, para su uso posterior. El segundo es el de explotación, en los cuales se toman los resultados de la exploración, a la manera de una didascalia, concentrando sus contenidos para extraer y transformar el lucro desarrollado. Al primer período corresponden Dark star (1974), Assault on precinct 13 (1976), Halloween (1979), The Fog (1980), Escape from New York (1981) y Starman (1984). They Live (1989) es, hasta el momento, el último movimiento de extensión del territorio explorado para preparar futuras explotaciones. El tercer grupo es el de la exposición en el cual se exponen visiones preformadas por otros ámbitos que no se propondrán para su explotación, sino que mantendrán un status de obras expositivas indiciales de caminos mostrados y cerrados a priori. Son piezas de vidriera en las que Carpenter apenas se ocupó de buscarles un punto de vista y un lugar en la vitrina, colgándoles un cartel que dice: «No en formación». Este es el caso de Elvis (1979), Big trouble in little China (1986), Memoirs of an invisible man (1992) y Village of the damned (1995).

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El resto de sus films, incluido Ghosts of Mars [1], constituye el capítulo de explotación, donde mediante el recurso de la metonimia, de la selección puntual y metódica de la repetición y la diferencia, del uso de la variación, en sentido musical, de sus simetrías y sus fondos,  respecto del material formado y explorado anteriormente, establece las relaciones necesarias para llevar los significados a su mayor expresión. Y además para proyectarlo en un terreno que es lo fílmico precipitado, permitiendo establecer un amparo metafísico. Lo metafísico en Carpenter viene  a ser la manera de expresar realidades de un orden completamente distinto, a través de la cadena de transmisión que va de lo formado y exlorado hasta lo explotado. Ese camino transmisivo es lo que denominamos contrato simbólico de la representación.  Para ello Carpenter utiliza sus films anteriores con inevitables alternativas sumarias donde la buscada tendencia de reducir lo esencial a lo rigurosamente necesario, constituye un rasgo estilístico. Por ejemplo en Ghosts of Mars se busca refutar la afirmación de que la existencia del hombre carece de sentido. Se concentra la explotación en un tópico explorado anteriormente: la idea carpenteriana de la superviviencia. Para llegar a ello se desvía nuevamente a otros asuntos recurrentes que requieran ser explotados. Estos son, por un lado el tema de la ocupación, de la posesión, tanto de espacios, de territorios como de personas en todo su sentido: cuerpo, alma y espíritu. En este caso la humanidad que ha ocupado Marte y luego sufre la ocupación por los fantasmas (los previamente desplazados) de sus propias humanidades. Y por otro el afán de sus agonistas por pertenecer a un orden que no lo saben artificial, invadido, perdido, desmadrado, hasta el momento de la revelación, donde sobreviene su desencanto, y donde su profesión se vuelve sentidamente trascendente. Pero hasta tanto no llegue esa revelación y ese desencanto, tanto en sentido social, político como espiritual, no cesará ni la lucha por la supervivencia ni la intromisión de lo no humano en un sistema simuladamente ordenado. Entonces, establecidos estos parámetros, que no son otra cosa que cuestiones formadas anteriormente, confluyen aquí para preparar ese terreno metafísico, es decir emblemático-imaginario, y dar batalla. Tenemos entonces lucha y supervivencia, ocupación y degradación, ingenuidad, pertenencia y desencanto, y finalmente revelación y trascendencia.  La síntesis de una épica hermética. La teniente Ballard es Natasha Henstridge. Y es la heroína que representa esos parámetros. El film se desarrolla en el siglo XXII  donde la humanidad ha devenido en una sociedad matriarcal. Las mujeres dominan pero Carpenter muestra que si bien tienen el poder (las autoridades judiciales y las militares son siempre mujeres) la situación está un tanto subvertida. Las mujeres han perdido todo contacto con lo real, natural y con lo femenino. Se visten como hombres, actúan como tales, inclusive sexualmente se insinúan tambíen de esa manera, a todos los militares —mujeres incluidas— se les llama hombres (en castellano), no hay mostración alguna de vida social, etc. De allí la idea de supervivencia inclusive desde el orden natural de la especie. Por eso es perfecto el casting, Natasha Henstridge venia de hacer, precisamente, Species (Roger Donaldson, 1995) y Species II (Peter Medak, 1998), ahora su belleza resalta radiantemente sobre la fealdad que la rodea, y es constantemente referida como «la última mujer de la humanidad». A su vez, el otro héroe Desolation Williams (Ice Cube), que es el hombre común, el del otro lado de la ley pero del mismo lado moral, y al que la Providencia buscó —en lo bajo para elevarlo—, es el que la completa, en todo sentido. Esa completud es, finalmente, el triunfo de la superviviencia.  Simbólicamente Carpenter la representa en la escena final del tren donde Desolation, luego de curarle las heridas a la Teniente, la esposa, amorosamente.


[1] Es interesante advertir que Ghosts of Mars es el único largometraje de Carpenter en la década del 2000. Es de alguna manera, junto a Mission to Mars de De Palma, una síntesis del cine. Es tambíen un film que abre la década ya que está producio en el 2001. Ahora tras haber visto Avatar de James Cameron, film que cierra la década y también único de su autor en dicho lapso. No podemos dejar de notar que ambos films son congruentes, tanto en el desarrollo de sus argumentos, de sus personajes, de su simbología y su posición en la corriente del pensamiento occidental.