El príncipe de la ciudad

Hay películas en la trayectoria del realizador Sidney Lumet que no han tenido suerte en su valoración crítica y difusión entre el público en general, el español en particular. Y no solo en relación a etapas anteriores: de cualquier de ellas, incluida la actual, se puede extraer una situación similar. Por ejemplo, su último trabajo hasta el momento, Antes que el diablo sepa que has muerto (Before the Devil Knows You’re Dead, 2007) tuvo una notable respuesta especializada y cierto seguimiento en salas. Sin embargo, Declaradme culpable (Find me Guilty, 2006) pasó de puntillas por las carteleras y no llamó demasiado la atención de la crítica. Parecido caso el ocurrido a comienzos de los ochenta con el título que nos ocupa y Veredicto final (The Verdict, 1982): esta cinta protagonizada por Paul Newman, James Mason y Charlotte Rampling se llevó todos los parabienes. Y lo importante aquí no es la comparación entre unos y otros (a mi todos me parecen excelentes aunque también creo que lo más olvidados son claramente mejores) sino alertar sobre aquellas obras que merecen ser recordadas en cualquier situación, más si cabe cuando por unas razones u otras no siempre se ha sido lo suficientemente justo con ellas. Afortunadamente, la actualidad digital facilita cada vez más que se pueda hacer algo al respecto de forma casi continúa. Pero el DVD (o Blu-ray) sigue siendo un gran reclamo para alzar la voz. El príncipe de la ciudad llevaba demasiado tiempo en el olvido para los espectadores españoles, incluso a pesar de que críticos como Antonio Castro o Tomás Fdez. Valentí siempre advirtieron de su largo alcance, o el eco generado por el prestigio conseguido con el tiempo en otros lugares más habituados a no pasar tanto del pasado. Gracias a Versus Entertainment podemos pensar en positivo hacia su recuperación como obra imprescindible del género y del cine americano (en la carrera de Lumet se puede situar entre sus más grandes películas, quizá solamente superada por The Hill, 1965 y The Offense, 1973).

Esta edición en dos discos, disponible desde finales de agosto, es por tanto una estupenda oportunidad de revisar o descubrir un film extraordinario. También de aprender más sobre él y sumergirse en sus formas, gracias para empezar a la pieza documental realizada por Laurent Bouzereau, en la que se entrevista al escritor Robert Daley, al auténtico policía protagonista de la historia, Bob Leuci (Danny Ciello en el film); y a los principales artífices del film, que aportan muchas pistas sobre la película y el relato, por ejemplo el estupendo y casi imperceptible detalle, explicado por Lumet, de vaciar los decorados progresivamente. Para conocer aún un poco más, hay que leer (después de ver el film) los textos del cuaderno adjunto; mi recomendación incluso para aquellos que no os sentís demasiado cómodos con el rodillo crítico. El preciso recorrido por la producción y valores del film a cargo del mencionado Valentí, que se lo pasa pipa reproduciendo las declaraciones de Brian de Palma, primer director que estuvo en el proyecto y que terminó siendo despedido por la productora. La ironía de Rodrigo Cortés, director de cine, todavía de actualidad por su exitoso segundo largo, Enterrado (Buried), en su guía de hallazgos del film que no descubre nada y es un tanto prescindible, pero que resulta bien simpática y sincera. Y el breve fragmento escrito por Fernando de Felipe e Iván Gómez que explica, muy bien, la influencia del thriller americano de los 70 en las series televisivas recientes, poniendo el ojo en la antológica The Wire (2002-2008. HBO) de David Simon, que sin duda debe y bebe mucho de El príncipe de la ciudad (de la que por cierto, se estrenó antes un montaje de cuatro horas en la televisión americana: inédito a día de hoy) y trabajos de la época. Los autores lo resumen con audacia: «(…) aquello de lo que habla (ahora) una serie como The Wire es aquello mismo de lo que, salvando las debidas distancias, hablaban (ya entonces) cintas tan emblemáticas como Serpico, Tarde de perros, French Connection o El príncipe de la ciudad: de cómo se ven directamente afectados los derechos de los ciudadanos cuando, desde las más altas instancias políticas de una ciudad, se olvida lo que sucede en las calles».

Lanzo para terminar, dos preguntas-peticiones públicas para los sellos que tengan a bien (y puedan) atenderlas. 1) ¿Ediciones DVD-libro (si hay novela por medio)? Por cierto, la novela de Daley El príncipe de la ciudad fue publicada en España en 1980 por Argos, y aún se puede conseguir en librerías de lance. 2) ¿Para cuándo una edición doméstica de Daniel (1983), de entre las mejores películas de Lumet y seguramente la más olvidada (o la que menos suerte ha tenido)?