The Green Hornet

La artillería de la libertad

El menosprecio sufrido por Michel Gondry como creador deriva de razones que entran en una curiosa contradicción con aquéllas que se esgrimen para deificar a otros tantos cineastas. Si buena parte de la crítica cinematográfica post nouvelle vague ha ignorado la relevancia del guionista en el resultado final de una película, Gondry ha sido reducido, por el contrario, a muñeco de ventrílocuo de Charlie Kaufman. Se suele pensar en él, pues, como artesano poseedor de un estiloso y amanerado sentido visual puesto al servicio de la aérea imaginación de Kaufman.

Sin embargo, algunas de las preocupaciones más características de Human Nature (2001) y, sobre todo, de Olvídate de mí (Eternal sunshine of the spotless mind, 2004), se deben antes a la personalidad fílmica del director, que les ha dado amplia continuidad en su obra subsiguiente, que a la del celebrado guionista. Así, la tierna mirada sobre el ensimismamiento y la radical inmadurez de sus personajes, la concepción del amor como tejido nebuloso y onírico o la búsqueda del placer por medio de la capacidad de invención humana son temas que encontrarán sendas diversas en la filmografía del francés. Intereses que, hasta cierto punto, pueden ser comunes a ambos creadores, y que nos llevan a hablar, más que de una relación de subordinación (como casi siempre se ha hecho), de una alianza.

Mucho más indefinible, sin embargo, resulta la relación establecida entre el Gondry director y el Seth Rogen guionista y productor de ésta rehabilitación del no-superhéroe Green Hornet. El film es el resultado de un pulso entre cierto gamberrismo iconoclasta propio de la factoría Apatow y una revisión sarcástica del héroe americano, capaz de salvar a quien él estima en peligro incluso en contra de la propia voluntad del socorrido. Pensemos en el Tom Dunson de Río Rojo (Red River, Howard Hawks, 1946)…

Es este, en muchos sentidos, un film cuya configuración apunta recurrentemente a los tiempos que vivimos. Britt Reid, un millonario irresponsable y ególatra, hereda un imperio periodístico que manejará para convertir a su alter-ego enmascarado en un héroe mediático, con imprevisibles consecuencias en su entorno. La aparente redención final del protagonista colisiona, no obstante, con la discutible administración del periódico que preside. La batalla final, situada en las oficinas de redacción, es explícitamente ilustrativa en este sentido: palabras y balas acaban identificándose y, como siempre, será la versión oficial la que se termine imprimiendo. Una variación irónica, tal vez, de la célebre cita sobre el periodismo de G. D. Henscher.

Y sin embargo, son cuestiones que flotan como nubes dispersas sin ser incorporadas a un auténtico sistema de ideas, en un conjunto donde el grueso del metraje se encuentra supeditado al diseño de producción. Los gags, que funcionan intermitentemente, alternan esos agotadores golpes de efecto en el momento que dicta la receta con alusiones irreverentes y efectivas. Por desgracia, la conjunción de los talentos de Rogen y Gondry nunca llega a consumarse, sobreviviendo del primero una mala baba que rasca pero no araña, y del segundo, un preciosismo inane, incluyendo alguna que otra referencia epidérmica a su cinematografía anterior (Por ejemplo, los gadgets fabricados con mimo y esmero por Kato).

Tampoco parece su director el más apropiado para rodar un blockbuster al uso; a lo largo de su trayectoria, ha demostrado que la narración pura y dura no es precisamente su fuerte, lo cual da lugar a una película de temblorosa y amorfa ejecución, cuyas secuencias de acción se prolongan absurdamente persecución tras persecución.

El mismo hombre que firmó obras tan opuestas a The Green Hornet como son Block Party (2005) o Rebobine, por favor (Be kind, rewind, 2008), se convierte aquí (esperemos que por excepción) en el vehículo expresivo de los magnates de la gran industria. Cualquiera podía esperar un film de Gondry mal contado, o incluso defectuosamente concebido, pero no una película tan rutinaria, apagada y raquítica como la que nos hemos encontrado.