Los árboles que no dejan ver el bosque
Del Big Bang al fin de los tiempos, de los conceptos filosóficos más macro a la micro historia de una familia sumida en el american way of life de los 50, pasando por el origen de la vida (con secuencias incluidas de dinosaurios y otros bichos) y el Más Allá, la última cinta estrenada (ya hay otra en camino) de Terrence Malick es tan cautivadora como desbordante, tan elaborada como incoherente, tan fascinante como irritante. Tan ambiciosa como irregular.
Después de cuatro obras (en 35 años) dónde la historia y los personajes quedaban empequeñecidos por el entorno y el paisaje, Malick aborda sin ambages la dualidad de la vida humana. Su futilidad, por un lado, en el contexto universal. Su inmensa riqueza en sentimientos y sensaciones en el día a día, por otro lado. Como en un inmenso sueño, el director nos lleva de la mano mostrándonos un desconcertado Jack O’Brian, adulto (Sean Penn), atormentado por el recuerdo de la pérdida de su hermano años atrás. El zigzagueante, abstracto, camino, repleto de sugerentes imágenes de la naturaleza (desiertos, olas enfocadas desde la profundidad del mar, erupciones solares), nos llevará por los rincones del Universo y también por los rincones del alma de Jack: recuerdos de infancia, sensaciones de dolor, imágenes de felicidad, de libertad, de rabia, de amor… La familia O’Brian, padre adusto y agresivo con sus retoños, madre ingenua y cariñosa, y tres hijos, son el pretexto idóneo para mostrar, desgranar en un caleidoscopio visual, una historia que es la Historia. Una Historia que tal vez no existe si valoramos, según una tesis un tanto confusa y difusa, que principio y fin, realidad (¿?) y Eternidad, son lo mismo. Malick elabora una vistosa y aparatosa construcción en cuyo interior esconde, como una perla, una pequeña historia familiar repleta de ternura y de dolor, de cariño y de incomprensión, de miedos y aprendizaje. Una historia de ciudadanos del mundo que se mueven con sus ilusiones y sus rutinas ajenos a las órbitas planetarias y al infinito caos cósmico, una auténtica joya narrativa con ecos suavizados de la dura anécdota que constituían sus Malas Tierras (Badlands, 1974), aquel prometedor debut que fue, aun en su singularidad, la cinta más convencional de su autor. Una joya que, sin embargo, no engarza adecuadamente con el conjunto de la cinta en un forzado intento de prolongar la presencia de los personajes en un tiempo más contemporáneo al nuestro. Tal vez el problema que desequilibra este árbol sea un exceso de ramificaciones pero tal vez radica en el interés del director por demostrar una tesis, llenando la pantalla con demasiadas hojas que no permiten ver el bosque.
En toda su filmografía, y de modo incremental, Malick ha exhibido una suerte de panteísmo, una admiración por una Naturaleza que va más allá de todos nosotros. En El árbol de la vida, no obstante, el director tejano opone lo Humano, la Naturaleza, a la Fe, lo Místico, la Gracia. Allá dónde Kubrick triunfaba en el envite enfrentando la Ciencia y la Eternidad, la Humanidad y el Misterio, en 2001: una odisea del espacio (2001: A space Odissey 1968), Terrence Malick acaba atascándose. Posiblemente porque el neoyorquino evitó dar respuestas en tanto que el tejano acaba cayendo en la tentación de darlas. El resultado final nos acaba llevando a un misticismo new age. Vano intento que confunde inútilmente al espectador y que obliga al director a un tramo con secuencias dignas de anuncio de compañías de gas o de aseguradoras. Una situación que malogra todo lo conseguido en las dos horas previas en las que la cotidianeidad de nuestro entorno más próximo emociona más que la búsqueda de lo extraordinario y dónde el off visual resultaba más sugerente, más cinematográficamente sabio y sobrio que la exhibición de bellas imágenes que desbordan la pantalla y la retina del espectador. Deberíamos remitirnos a Le quattro volte (M. Framartino, 2010), una película demasiado ignorada, mucho menos mediática, un tanto feísta y alejada de la belleza de El Arbol de la Vida, una obra que consigue con sencillez, con planificación elaborada y un sabio uso de la elipsis y el off visual, vincular hombre y Naturaleza y permitir una modesta pero muy lúcida reflexión, del ciclo de la vida. Tal vez Terrence Malick, a diferencia del director italiano, haya errado en las medidas de su árbol y haya elaborado una cinta de dimensiones demasiado grandes, como es su tradición, para la contemplación humana. O, tal vez, como sucediera con Kubrick, se ha adelantado a su tiempo y debamos revisar El árbol de la vida en una década.
Ésta es la película más hermosa que he visto en mucho tiempo en una sala de cine. Es conscientemente desequilibrada si se ve desde un punto de vista narrativo convencional, pero creo que no es el caso. Todo avance narrativo se basa en lo sensitivo: en los abrazos, en las caricias, en las sensaciones que intenta irradiar sus hipnóticas imágenes, en los recuerdos… es un cine purísimo, un canto mayor a la fuerza de la imagen. Hacia mucho tiempo que un film no me hacia sentir tanto y tan profundamente. Siempre he dicho que Malick quizá estaba algo sobredimensionado porque sus dos primeros films no pasaban de interesantes para mí, pero sus tres últimas películas son grandiosas, con todos sus excesos incluidos. Lo más cercano a una obra maestra intemporal que he visto en años. Junto con ‘M Un saludo.
Tienes toda la razón,subscribo todas tus palabras.
No estoy de acuerdo con que el final debilite o anule la fuerza o la calidad de la película. Lo «fácil», lo recomendable en un momento y una época en que toleramos infinitamente las preguntas pero desconfiamos visceralmente de las respuestas, hubiera sido dejar el final abierto, pero Malick se arriesga y da respuestas, al menos su respuesta. Y creo que, más allá de interpretaciones y acusaciones de misticismo new-age (que, yo, la verdad no veo claras) su respuesta es una apuesta por la trascendencia y el consuelo, algo que, por otro lado, se va perfilando y anunciado en distintos pasajes de la voz en off durante la película. En fin, una obra extraña, bellísima e irrepetible
Ya, y el final de Lost en la iglesia es arriesgado también…no te digo…
Aparte de eso a mí me encanta la película, pero es verdad que el final me parece de juzgado de guardia.
El final de Lost no es arriesgado, es una tomadura de pelo de unos fulanos que se habían metido en un gran embrollo y no sabían cómo salir de él. El final de la película te podrá gustar más o menos, pero está meditado (puede que hasta demasiado meditado) y se va anunciando durante todo el transcurso de la misma. De todos modos, reconozco que, precisamente lo radical de la propuesta, se presta a adhesiones o repulsas igual de radicales
Bueno, yo pienso que es pueril, simplón y de una cursilería que espanta…a mí me de hecho recordó un poco a The Lovely Bones, con esas innecesarias y un tanto ridículas visualizaciones coloristas de la vida después de la muerte (aquí con el tópico de la playa, las olas que van y vuelven…en fin…)
Y aunque sea una respuesta, es la respuesta más simple que se puede dar…¿para qué sirve ver al personaje de Sean Penn al final, abrazando a su familia, caminando de la mano…? Hay un plano de hecho, un ralentí de él y Brad Pitt andando de frente, que creo que es el plano más feo de toda la filmografía de Malick. ¿Dónde quedan la belleza y la sutileza de las imágenes finales de El nuevo mundo, donde la vida sigue fluyendo tras el regreso de Rebecca a la madre naturaleza?
Como ya dije, el final puede gustar o no gustar. A tí no te gusta nada. A mí parcialmente. Coincido en que la resolución formal es manifiestamente mejorable (aunque reconozco que llevar a imágenes con éxito lo que se quiere expresar en este caso, la reconciliación y el reencuentro en un más allá concreto es casi imposible por diversas razones -(sociológicas, estéticas y de abuso de determinadas concepciones iconográficas-), pero aplaudo la decisión de hacerlo y asumo los riesgos que ello conlleva
Me cuesta pronunciarme tras solo un visionado. Creo que tendré que volver a verla. Y ya casi ni me acuerdo cuando la fue la última vez que sentí el deseo -o la necesidad- de ver una película dos veces coincidiendo con su estreno.
Tal vez esta sea la película que más se parece a una obra maestra, sin serlo, que he visto en años (¿décadas?), o tal vez es que la categoría obra maestra, cualquier categoría conceptual, resulta insuficiente para englobar el alcance de una propuesta que es, ante todo, un elicitador de emociones de una intensidad enorme, para mi desconocida. Así las cosas, discutir acerca de las intenciones éticas/espirituales de TMalick, si el polémico final es pertinente o sencillamente ridículo me parece, honestamente, que está de más. O que tiene mucho de mecanismo de defensa, de tratar de levantar un parapeto cognitivo ante un que obliga al espectador a sumergirse en la corriente y dejarse arrastrar, allá donde nos lleve.
Enhorabuena, por cierto, al jurado de Cannes 2011, por premiar con la Palma de Oro a un título que es, por encima de todo, valiente y arriesgado. Y visualmente prodigioso.
Pues, ya por seguir ejerciendo de abogado del diablo, yo creo que de lo que hay que hablar es precisamente de ética. Porque decir que una película es un incitador de emociones de gran intensidad, o que es visualmente prodigiosa, es lo mismo que decir que es aburrida, o divertida, o bonita o fea. Es decir, nada. Boyero, es alguien que diría algo así. De hecho Boyero alabó la película, y es muy probable que usase expresiones semejantes, que son tan subjetivas que no aportan ninguna información o análisis, porque para otra persona puede que sea una película como Titanic la que provoca todas esas emociones, y The Tree of Life parecerle un tostón.
Casi todos los no cinéfilos con los que he hablado acerca de la película han coincidido en destacar especialmente las imágenes del universo, la música, cierta belleza ‘intangible’ (para ellos) del conjunto…pero es que si ahora una obra maestra es coger imágenes bonitas retocadas con Photoshop y ponerles música clásica, acabáramos. Eso lo puedo hacer yo en un Powerpoint (y cualquiera).
De hecho, y ya por seguir con la réplica, De Niro, en calidad de presidente del jurado, lo que destacó de la película fue su dimensión, su tamaño, sus pretensiones…dijo que les había parecido el tipo de película que encaja con la magnitud del premio. En otras palabras, que la votaron porque parecía como muy importante.
Y que conste que a mí The Tree of Life me gustó mucho.
Es una película muy difícil. Es tan complicada, que a la vez que habla de algo sencillo cómo es la vida en todas sus facetas, de lo más pequeño a lo más metafísico. Ésto hace de la película algo muy complicado para la mayoría de las personas; quizás se está demasiado acostumbrado a que se nos dé todo muy masticado, nos cuesta pensar. De todas formas es una película muy bien realizada, pero no es narrativa; por tanto, interesa más la forma que el contenido ( eso hace que algunos momentos sean un poco aburridos, teniendo otros maravillosos ).
A mi me parece que es demasiado larga, obvia y pretenciosa. Malick pone imágenes bonitas con bonita música y se piensa que está haciendo una película excelente, y a mi parecer no es así. Es una película fuera de lo normal, eso sí, pero no por ello es buena.
Tampoco me parece nada arriesgada, ya que por mucho que intente hacer metáforas fílmicas (erupciones, violencia de los dinosaurios, padres creadores/inventores,…) las explica tantas veces que no arriesga a que no se entiendan, es como si después de hacerla tuviera que hacer la explicación de ‘¿os habéis dado cuenta que el padre es inventor, que dios es creador y por eso el niño duda de si padre es bueno y dios es bueno? eh? os habéis dado cuenta? a qué soy un genio? y por eso repite una y otra vez lo mismo y en varias ocasiones, para que pensemos en un ohhh, cuánta metáfora!
A mi desde luego no me aburrió, ni miré el reloj ni nada, pero es que las imágenes me gustaban, la historia no estaba mal y la música era entretenida, a la salida del cine un amigo mio dijo: ‘es como si hubiéramos asistido a un concierto que no conocemos en el que la música no ha estado mal y la proyecciones de las pantallas son buenísimas’.
Ciertas secuencias se pueden hacer tediosas, pero nadie que haya entendido la cinta debería decir que son accesorias. Las imágenes se suceden
cronológicamente: cuentan la historia del Universo y la vida, antes y después de
la microhistoria familiar. (Con un rigor científico notable, además:
La formación de la célula eucariota, por ejemplo, o la Tierra engullida por un Sol moribundo convertido en gigante roja. Ayuda ser de Ciencias para apreciarlo en toda su complejidad.) «¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra?» dicen que le dijo Dios a Job. Esos son los cimientos que nos quiere mostrar el director. No en vano, Jack O’Brian es J.O.B. La historia de los personajes se cierra como se cierra: la resurrección de la carne (la mano tendida de la mujer hacia la tumba), y O’Brian acudiendo al reencuentro (suena el Agnus Dei, el Cordero de Dios, Jesucristo Juez al Final de los Tiempos). Y un nuevo Big Bang.
El director no puede ser más riguroso y diáfano en su discurso ni más clásico en sus referencias y su simbología, por lo que hablar de imágenes «de anuncio de compañía de gas» o «misticismo new age» es no haber entendido la mitad. Con independencia de que, asumido lo anterior, cualquiera es libre de no querer entrar al juego y aburrirse soberanamente, que en tal caso sería ciertamente lo suyo.
Resulta muy revelador que, transcurrido más de un mes de su estreno, aún haya interés en compartir opiniones/vivencias acerca de «El árbol de la vida», independientemente de su signo. Esa es la mejor muestra de que la película se plantea cuestiones y trata de contestarlas, se esté de acuerdo o no con las respuestas dadas y la forma de mostrarlas. Ese es el gran mérito de la propuesta, algo que desgraciadamente escasea en el cine contemporáneo, y que se echa mucho de menos.
LA UNICA RAZON XQ ES TAN COMENTADA ES XQ EL PROTAGONISTA ES BRAD PITT ESTA PELICULA ES UN ASCO POR DIOS LA PEOR QUE EH VISTO
Para los «criticos»:
Me automodero; a estas alturas,
metrallearnos la cabeza con dios, job y la santisima trinidad me parece
que anda mas cerca del sermon que del zambullirse en el misterio y/o la
poesia, Cosa que no hacen los protagonistas, prefiriendose quedar en la
prudente orilla como buenos cristianos que adentrarse en lo desconocido,
Despues de haber matado a dios, sentido la nausea, rebuscado en
las reconditas y claroscuras caras del espiritu, vamos a terminar
regodeandonos en la autocomplacencia esta de la ciencia y las santas
escrituras oradas a modo de poesia (Jung; la ciencia como supersticion
del hombre moderno). Que asco! y.. ggrgrgr grima.
Bonitas
imagenes.. bonita musica, la historia del padre y sus hijos tiene su
hondura dramatica.. que puta relacion tiene una cosa con la otra? El
cine son muchas cosas, y esto es cine imagino, porque no, Criticos
autocomplacientes! señoras,, y señores, en el culo tengo flores.
Tachan!!