Las dos huérfanas

La hipérbole del relato

Muchos filmes después de haber rodado dos de los clásicos indiscutibles del cine originario (El nacimiento de una nación, 1915; Intolerancia, 1916), y todavía a más de una decena de filmes del final de una carrera con más de 500 películas, D.W. Griffith (1875-1948) lleva al paroxismo, en Las dos huérfanas, algo que él mismo había creado: el cine narrativo. Prueba de que ya a finales de los años veinte la narratividad había alcanzado un barroquismo extraordinario como elemento clave del séptimo arte, lo que sirvió de acicate para los rompedores de comienzos del siglo XX. Eso de que el cine narrativo ha muerto es muy viejo: ha renacido ya muchas veces.

Este filme de Griffith no cuenta con grandes descubrimientos respecto a sus brillantísimas películas (sobre todo El nacimiento de una nación) de un lustro anterior, pero lleva al extremo casi todos los elementos de ese cine narrativo que él pergeñó con minuciosidad. La película plantea un relato (las desventuras de dos huérfanas, una de ellas ciega) dentro de otro relato, histórico (el nacimiento y desarrollo de la Revolución Francesa); a su vez, dentro del desarrollo de ambas historias, podremos encontrar varias acciones paralelas y breves flash-backs que ponen de manifiesto el dominio temprano de Griffith sobre al arte de contar historias y, en este filme, su deseo de exacerbar esa característica narrativa del cinematógrafo.

La película, muy abigarrada en ocasiones y a veces también en exceso melodramática, encaja perfectamente todas las piezas del relato, y crea —al contrario que buena parte del cine mudo, incluso el más tardío— personajes inolvidables, dotados de una personalidad extraordinaria; mucho ayudan las interpretaciones, y en especial la de la gran Lillian Gish (1893-1993), muy merecidamente uno de los mitos de los primeros años del cine. A pesar de ese melodramatismo que, sólo en momentos puntuales, se adueña del relato, la naturalidad de los intérpretes es casi equivalente a la naturalidad de un Griffith que parece llevar toda la vida detrás de una cámara.