Nacido para la pantalla como personaje secundario de la superproducción Cabiria (Giovanni Pastrone, 1914) y huérfano de los precedentes culturales de sus colegas Hércules y Ursus (mitológico el primer caso, literario en el segundo), Maciste supuso uno de los mayores ídolos populares de la Itales de los años diez-veinte, encarnado en el físico, grandote y bonachón, de Bartolomeo Pagano, previamente estibador portuario en Génova. Entre las múltiples películas protagonizadas por Maciste / Pagano una de las mejor recordadas es Maciste all’inferno, dirigida, como varias otras del ciclo, por Guido Brignone.
Quienes conozcan el remake de Ricardo Fredda, muy distinto y harto peor, o no hayan visto ningún peplummudo, ante todo se sorprenderán al ver que el Maciste del cine silente es un honesto granjero, que fuma en pipa y viste un traje de tres piezas. Empero, las sorpresas no finalizan aquí:antes bien, esta heteróclitay muy particular epopeya católico-mitológica nunca deja de asombrar, ni decae a lo largo de su sintético desarrollo, plagado de soberbios efectos especiales de nuestro justamente mítico Segundo de Chomón. Desde un desenfado que incluye burlarse del adusto expresionismo alemán («no soy Fausto», repilca jocoso Maciste al heraldo satánico que le plantea un pacto) y proponer que el Infierno posee un circuito cerrado de televisión para que los demonios se diviertan espiando a las personas, hasta instantes afines a lo que hoy llamamos gore (el gigantesco Lucifer devorando vivo un pecador, un diablillo con una cabeza «de quita y pon»), pasando por un pertinaz exhibicionismo femenino y alusiones plásticas varias (los comics coetáneos, Gustave Doré), Maciste all’inferno, aun pagando el inevitable tributo al género predominante, y a escala mundial, en el cine mudo (el folletín sobre una jovencita seducida y abandonada) brinda una exuberancia imaginativa tan desbordante como privativa de la cinematografía italiana: no solo el peplum de los 50 y 60, en particular, sino la ecléctica y sensual cualidad específica del cine fantástico italiano, en general, late ya en esta gran película.
Se entiende que Federico Fellini sintiera un parecio muy especial por Maciste all’inferno, y yo diría que, de alguna manera, incluso la tuvo en cuenta cuando se planteó Fellini Satyricon (1969).
© Reseña publicada originalmente en Quatermass nº 7. Antología del cine fantástico italiano (Séptimo Vicio / Qutermass, Granada y Bilbao, 2008). Reproducido aquí con permiso del autor.