Ya lo decían Faemino y Cansado, que ser campeón está guay, pero no tanto como ser subcampeón. Qué donde iba a ir a parar. Esta columna* nace buscando llenar un hueco en Miradas donde se hable sin pelos en la lengua de cine y de los temas más candentes. Y si hablamos de pelos, nuestro subdirector es el que más tiene.
«Viva la libertad de pensamiento y muera el que no piense como yo»
Voltaire
Podría ser el título de una película de Jean Claude Van Damme o el del último libro (y no sabemos si esta vez sí lo será) de Roberto Saviano. Podría ser una reflexión sobre lo que se nos viene o sobre lo que se nos va (dentro de poco, todos los 20 serán 20 de noviembre). Sobre estar o sobre ser. Sobre ponerse o sobre dejarlo de una vez. La libertad es una mujer amarrada en un precipicio en llamas (toma ya). O la libertad es un hombre con 4 huevos y una mandolina (toma yo). La libertad puede nombrarse cada vez que se quiera, puede acompañarnos a por una Fanta o abandonarnos por una mentira. Puede sonreír solo para enseñar los dientes o puede saltar alrededor de nuestros ojos para abrir con sus tacones una nueva herida. La libertad, en definitiva, es una cosa de todos y por eso tenemos que/debemos de (saber) compartirla.
La crítica y el cine. Los que escribimos y los que filman. Los que firmamos y los que salen en los papeles. La libertad duradera de no mojarse nunca o la verdadera, la de “si quieres no me salves pero tú mataste a Manolete”. “Con tus cuernos, cabrito, que no me salvas y así te condenes, primo”. Los críticos que se hacen la foto con los famosos y ya lo han hecho todo, los que no pueden desagrupar a los que son del mismo grupo, los que no quieren sentirse solos (ni un momento) en la manada. Porque luego vienen los espectros malos (los de la historia del cine, los de las modas pasajeras) y de alguna u otra manera, acaban por pegarte duro. A mí me pasa que trabajo en otra cosa y soy de complexión fuertecita (sí, estoy gordo, pero tengo pelazo), así que no me suelo encontrar con problemas. Aunque una vez contrataron en mi trabajo a un director de cine por las referencias que di y luego coincidíamos en la cocina con el café y los allbran de Kellogs y no me saludaba. Supongo que era porque yo meses antes había escrito sobre una película suya y no porque adivinara que al final no le iban a pagar o la cosa no iba a salir para adelante o yo qué sé. Y no lo sé porque a mí ya me habían echado con el principio de la crisis y estaba ya en otra historia. Pero respeté su libertad de no respetar la mía. Espero que él respetara mi decisión de bajar todos los días a la misma hora que él.
Además a los que nos da por escribir sobre cine español (en lugar de filipino o maltés que mola todo) pues tenemos más posibilidades de encontrarnos con alguno de los creadores en un bar o en una fiesta. En una biblioteca o en un comedor social, menos. Sobre todo porque yo no voy nunca, pero algunos con el cine que hacen se lo podrían plantear. Bueno, eso no es el tema. El tema es lo de aceptar la crítica, lo de comulgar con la libertad del otro, lo de defenderé tu derecho a decir lo que quieras aunque yo opine lo contrario (volviendo a Voltaire, que era un señor antiguo de la mediana cultura). Lo de que si en los comentarios de Miradas me dicen “Manuel Ortega, no tienes ni idea, escribes mal y estás más desfasado que Mocedades haciendo una versión de Queen”, yo no lo borre o incluso que no me dé por escribir un artículo dedicado a Welles73, donde demostrarle que el que no tiene ni idea es él, que yo sé escribir porque hice un taller de dos semanas y que Mocedades es lo más salvable del rock radical vasco. Ese tipo de libertad es tan chiquitita que no merece ni el nombre de libertad. Yo le pondría Gertrudis.
Pues hoy resulta que el director de una de mis películas españolas favoritas de todos los tiempos (y me he visto unas cuantas, 1400 o así) no ha sabido ganar y eso me pone triste. Se le ha llenado la boca, se le ha henchido el pecho y se ha puesto a disparar a la crítica que no ha aplaudido a Los pasos dobles y su triunfo. Se ha transformado en Mourinho con barbita. Se ha dedicado a poner los puntos sobre las “oes” y eso es muy raro al no ser que seamos noruegos. Su mosqueo, su intento de devolver la pelota a otros tejados, solo ha enturbiado su meritorio logro. Y al final lo que pasa es que su rabieta y su olvidadizo repaso historicista (¿todos los periódicos mienten? ¿marcamos con una estrella a los que no comparten nuestra raza?) reducen el calado de su figura como cineasta. Y eso a la larga le puede perjudicar, sobre todo si no vuelve a rodar una obra de la dimensión de La leyenda del tiempo. Además la crítica que le había aplaudido, ha aplaudido también el ataque a la otra parte de crítica. Luego el gueto se queja de ser un gueto y de que los turistas no quieren venir a comer a sus chiringuitos. Cosas de esas que pasan en este pueblo con nombre de país que es España. Que sí, que la libertad. Que sí, que está en su derecho de responder a los que le criticaron. Que sí, que incluso tiene el derecho de deshabilitar los comentarios de su blog para tener la única palabra. La libertad mola, pero mientras tú vivas bajo mi techo… Ya sabes.
Yo lo sé. Por eso los comentarios de esta revista no se van a cerrar. Esta misma revista donde podemos leer la primera parte de una magnífica entrevista que nuestros compañeros Miguel Gil y Cloe Massota hacen a Isaki Lacuesta, donde el director catalán diserta con fluidez y con valentía sobre su obra. El resultado es estupendo y eso que aún nos falta la segunda parte por publicar. Y dan ganas de repasar su obra con entusiasmo y con los ojos bien abiertos. Lo de crear cine en estado puro se le da mejor sin duda que lo de pelear en el barro de blogs, columnas y redes sociales.
* Esta columna, Subdirector es más que director, formará parte a partir de enero del nuevo bloque de Opinión que preparamos. Este artículo es un adelanto.
Manuel Ortega, no tienes ni idea, escribes mal y estás más desfasado que Mocedades haciendo una versión de Queen
Hombre, no sé que cual es el problema, he leído el artículo de Isaki y en líneas generales está bastante bien, además me parece bien que se pronuncie algún director al respecto, ¿por qué no?. …claro que yo sólo he visto 1399 películas españolas…
Joe, no tienes ni idea, escribes mal y estás más desfasado que Manel haciendo una versión de Death Cab for Cutie. Y no eres el centro del unverso!
En otro orden de cosas, no me he enterado muy bien de lo que dices, pero me he reído bastante.
¡Uf! La verdad es que este texto es malo con ganas.
Pamies, Lacuesta, Boyero, Hermoso y ahora el que firma esto, que no sé quien es… Vaya una pelea de tontos.
Lacuesta no mete en el saco a toda la crítica. Especifica perfectamente a quienes se refiere.
Y no critica que pongan mal a su película. Lo que critica es que mientan. Que hablen de cosas que no son verdad. Como cuando Boyero cita mal el discurso de Isaki en San Sebastián.
La libertad de opinión hay que defenderla. La mentira y la extorsión, no. El problema de Boyero, Hermoso, Pàmies y demás farándula es que MIENTEN. Bueno, luego también lo que escriben sobre cine es mierda, pero eso es otro tema y, como dices, depende ya de la libertad de cada uno. Si El País quiere tener como críticos a personas que violan la lengua española y que vomitan sobre todo lo que tenga que ver con la cultura (no en vano Boyero & Hermoso fueron educados en la cuna de Pedro J. Ramírez), allá ellos.
Miguel, el tema no es polarizar, te lo aseguro.
A mí lo que hace Boyero y Hermoso me parece deleznable y a lo mejor el próximo artículo va de eso. Éste va de que la respuesta de Isaki es meterse a jugar en una liga que no es la suya y además de una manera, desde mi bajo punto de vista, poco cerebral y demasiado visceral. También va de que a los demás le parezca bien cuando si se hiciera al contrario les parecería mal. Va de los cabezas de turcos y de (jóvenes) turcos sin demasiada cabeza. Va de los buenos y de los malos (mira, ya he cosechado un par de insultos ahí abajo) dentro de una película que no interesa casi a nadie porque en lugar de en una galaxia lejana se desarrolla en unos ombligos cercanos.
Yo seguiré muy atento al cine de Isaki y muy «desatento» a las críticas escritas de Boyero. Pero a las críticas escritas de Isaki y a las películas de Boyero, bufff.
Yo entiendo lo que quieres decir. Y me parecería justo si Boyero dijera: «La película de Isaki me parece horrible, por esto, por esto y por esto». Entonces Isaki estaría actuando mal. Pero cuando Boyero dice: «Isaki ha hecho una película horrible y encima dijo esto, esto y esto, y encima es una mala persona», entonces creo que Isaki está en su derecho de contestarle.
Y además de eso, yo creo que lo hace bastante bien. Argumentando profundamente y haciéndolo extensible a otros críticos, que no a todos. A aquellos que critica, los cita profusamente y bien citados. No sé, yo no lo veo un problema sustancial. Como mucho, cosas que apuntas en tu argumentación, como lo de deshabilitar los comentarios y quizás ser demasiado quisquilloso en algún análisis. Pero lo bueno del blog de Isaki es que no son opiniones a diestro y siniestro, sino que es un análisis profundo.
Esto es lo que se escribió en esta revista de Los pasos dobles cuando se estreno en el festival de San Sebastián:
«No existe ningún hilo conductor que articule la narrativa en esta
película. Perdónenme el chascarrillo, pero se me hace cuesta arriba
seguirle los pasos a la película de Isaki. Y me cuesta el doble escribir
sobre ella, pretendidamente abstracta, inaccesible.»
Ahora malgastáis tiempo y espacio en ramplonas disquisiciones, que al parecer convertiréis en un bloque de opinión, supongo que similar al que tuvo J.M.P. Polemizar por polemizar es darle un uso utilitario y mercantil a la libertad de expresión. Se ve a kilometros qué es lo que pretendéis. De ningún modo desabilitáis los comentarios porque cuantos más tengáis mejor, sin importaros la calidad de los mismos y/o la diversidad de opiniones. Adalides de la libertad de expresión estrecharos las manos entre fajos de billetes.
Gozáis de una actidud periodística esquizofrénica.
Hola
Claro, claro, tanta publicidad en la web (especialmente en los comentarios) tiene que hacerles ricos a la fuerza a esta gente de Miradas… más que verlo a kiolómetros yo lo huelo desde la China, y el tufo es importante. No cabe la menor duda. Y quien dude es que está loco (¿esquizofrénico?), es mala persona o debe ser el tal Boyero ese.
En fin, solo añado que deshabilitar lleva hache.
Salud,
Juvenal K.H.
Gracias por lo de la hache, no me abía dado cuenta….
Lo mio es una simple metáfora. Es tan obvia que me da pereza explicarla. Miradas no aspira a tanto. Con que le presten un poquico de atención ya se da por satisfecha. Y con esta pretendida reflexión ¿lo estará consiguiendo?. El número de comentarios sube…..pero ¿agrada?. Al menos a mi no. Cuando el Festival de S. S, seguí las crónicas por aquí, y me extrañó esa parquedad con respecto a la película de Lacuesta. Luego ganó, algo que me recordó a otros casos de películas prácticamente ignoradas por la prensa que también ganaron en otros festivales (catatonia nacional). Así que más me extraña esto ahora. Este esfuerzo vacuo por polemizar, con otro tipo de intenciones, tomando como pretexto la obra de alguien, en este caso la de Isaki. Y bueno, luego está la entrevista, que me parece genial…. Por eso lo de esquizofrénicos…..
Tú lo llamas esquizofrenia. Nosotros preferimos llamerle pluralidad.
Un abrazo, amigo (que nos quiere)
Me parece genial, Miguel. Me encanta el artículo de Agnes Varda de hoy. Pero no comparto la profundidad de alguno de los anteriores.
Amigo que nos quiere. Has acertado de pleno. Con esta sección pensamos comprarnos el Osasuna y llevarlo a la Champions.
mmm… a mi también hay muchas cosas que no me gustan de Miradas. Una de ellas es esa manía de pretender ir a la contra de todo, de empezar muchas críticas lanzando una puyita contra «otra crítica» o «la crítica», entes malignos que nunca definen, pero que sirven de base para luego argumentar cualquier cosa.
Dicho esto, una cosa es que no me guste y otra ponerme prepotente y despacharlo con tres sentencias. No creo que eso sea bueno en un debate, así que la intervención del amigo ese que os quiere sobraba. Además, aquí se permiten las contestaciones, algo que me parece muy sano. Y no solo puedes responder, sino que suelen tomarse la molestia en confrontar tus argumentaciones.
Lo que dices de comparar lo de Miradas en Donostia con lo de la catatonia nacional… yo no lo veo así. Porque la gente de las revistas digitales, aunque normalmente hace un trabajo mucho mejor y más completo que el de los medios tradicionales, lo hace todo por amor al arte. Mientras tanto, la gente de ABC, El País, El Mundo y demás inventos son profesionales, gente que cobra por lo que hace (en muchas ocasiones, incluso por lo que no hace… ¡¡qué chollo!!). Por no hablar de que encima tienen una responsabilidad mucho mayor con sus lectores porque cada lector paga un eurillo y pico por leerse lo que escriben.
No digo que en los medios digitales no seamos responsables también. Normalmente lo somos más que los de los medios generalistas, y eso que solemos ir a los festivales de nuestro propio bolsillo, gastando vacaciones y soportando peores condiciones. Sobre la actitud de Miradas con algunas películas (o supongo que de algunos redactores) se puede argumentar en cada caso específico, pero también teniendo en cuenta todo lo dicho anteriormente.
Y con lo que dije en el primer post, me parece bien que Miradas instaure estas columnas de opinión. Espero que así dejen de hablar de «la crítica» y otros fantasmas varios en las críticas de las películas. Ahora cada cosa parece que tiene su propio espacio. Me parece muy bien.
El problema de todos estos debates es que, en líneas generales, derivan en un «tu quoque» (y tú más) sin límites. Por supuesto que todo el mundo (Boyero, Isaki, Hermoso, etc.) tiene derecho a réplica y a defenderse cuando se siente agraviado. Pero, de un tiempo a esta parte, le hemos cogido el gusto a ese rollo de las cartas, las protestas y los blogs cuando, honestamente, la mejor defensa de un creador es su creación. Tal cual. El resto es ruido que, como de costumbre, genera debates artificiales y artificiosos, reivindicaciones de una libertad de expresión a la que, por ahora, nadie ha obligado a renunciar a nadie. ¿El resultado? Continuar tontamente con esas dicotómicas estructuras de héroes y villanos, listos y tontos, buenos y malos, etc. cuando a nadie le obligan a comulgar con aquello que no le gusta. Siempre hay lugar para otra crítica, otra sensibilidad y otra expresión, con independendencia del uso que medios públicos y privados den a la suya. Entonces, ¿por qué volver una y otra vez sobre lo mismo? Francamente, lo veo una coartada para obviar lo importante (el contenido, el valor de la creación artística) y ponderar lo accesorio (las formas y las maneras). La responsabilidad no tiene nada que ver con eso. La responsabilidad es una cuestión de convicción en el trabajo propio, en lo que hacemos y por qué lo hacemos, poniéndola en común con otras personas. Por eso no entiendo la redundancia en un tema que, además, cae del lado de lo extracinematográfico. De tanto que saturamos esta y otras conversaciones, conseguimos que la opinión de una persona tenga más peso del que realmente tiene. Y no sé hasta qué punto, de tanto usarla, la hemos convertido en un cliché para justificar «a la contra» la calidad de los productos culturales de ese otro lado que, la verdad, no sé muy bien ni si existe ni cómo definirlo ni si realmente me importa alguna de estas dos cosas. Tanto hablar de pluralidad y siempre con la puñetera cantinela del enfrentamiento entre una visión y otra. ¿De verdad es tan importante toda esa bobada? ¿Más importante que hacer cine, hablar de cine e intercambiar impresiones? Ni de coña. Por eso me parece, respetando los puntos de vista de cada uno, que es un tanto contraproducente (para la cultura, la escritura o el cine) seguir con todo esto.
¿Cómo decir que se está de acuerdo con esto, que ante estas dichosas polémicas de las que todo el mundo intenta sacar partido, que secretamente ensalzan al vilipendiado y vilipendiable, que publicitan a este y el medio en que trabaja,…, que por otra parte a los «indignados» hace sentir parte de una familia, la de los críticos «serios» (a la que se pertenece o se aspira), que los publicita con malas artes a ellos también,…, cómo decirlo sin decirlo, sin contradecirte al decirlo, sin vulnerar la creencia de que ante lo que no se debe hablar, mejor es callar? ¿Cómo expresar silenciosamente la conveniencia del silencio ante estos perversos e hipócritas artificios en que hablar es una trampa?