Desde el próximo jueves 8 de marzo y hasta el domingo 11, otro año más, esta pequeña y promocional muestra cine de fantástico es un buen lugar donde esconderse durante unos cuantos días del mundanal ruido, ya sea este provocado por la angustia de no tener trabajo, a causa de la reiterada prepotencia de la Comunidad de Madrid y su presidenta, empeñadas en privatizar el Canal de Ysabel II (aunque la consulta social ha dado un resultado atronador: el 94% no están de acuerdo con esa medida), porque el gobierno actual (una prolongación en azul del anterior) sigue erre que erre en recordar lo mal que hicieron sus predecesores (más morados que rojos), en vez de, por ejemplo, proponer soluciones de verdad para la situación actual: subir la tributación de las sicav y regular su real objetivo de inversión colectiva, corregir las lagunas fiscales que permiten a grandes multinacionales no pagar prácticamente impuestos en España, perseguir la economía sumergida especialmente la original total o parcialmente de instituciones públicas, investigar la sospechosa actuación de las antiguas cajas de ahorros y sus dirigentes (huidos, algunos literalmente)… Pero no se trata de esconderse, más bien de guarecerse para divertirse y reflexionar, sin menospreciar lo frívolo e inmediato, y volver el lunes 12 a una realidad de la que formamos parte y debemos no solo aguantarla, también hacer todo lo que esté en nuestra mano para cambiarla si no nos gusta lo que vemos. Aquella lapidaria máxima, un gran poder conlleva una gran responsabilidad, que le soltaba su tío a Peter Parker deberíamos aplicárnosla a diario, siendo ese gran poder por ejemplo algo tan mundano como ser el padrino de un chavalín que ha de ser nuestro futuro.
En apenas 4 días, con sesiones matinales y de madrugada el sábado, esta novena edición ofrecerá un programa compuesto de 16 películas, unos precios muy bien ajustados (el bono cuesta 25 euros y las sesiones estándar 3,5 euros), y con cambio de sede: el espléndido Palafox es sustituido por el Cine Callao, que deseamos funcione igual de bien: tiene un aforo mayor y su ubicación es inmejorable. La única pega inicial es la por un lado poco (o nada) estimulante inauguración con el pre-estreno de John Carter (Andrew Stanton, 2012), basado en el personaje de Edgar Rice Burroughs (creador de Tarzán) y en concreto del libro Una princesa de Marte (1912 y 1917), uno de esos títulos en 3D para toda la familia que molesta cómo se venden: da la sensación contengan un tenebroso propósito en su interior, quizá resumido en conseguir dormir (y entiéndase libremente dobles sentidos) a padres, críos, jóvenes, ancianos, mujeres, hombres, (también a los críticos) para luego coincidir todos en un sentido o el contrario, tanto da: “alucinante esto de las tres dimensiones aunque es un poco tonta la historia, ¿verdad?”; “vaya engaño es esto del tresde”. Tampoco es buena señal que hayan prescindido de la sesión de cortometrajes: no se trata solamente de acercar a una audiencia bastante amplia los trabajos más recientes del mundo del corto (y del género, claro), también importa(ba) la apuesta por un formato de películas que, aceptando su condición minoritaria, tiene más sentido disfrutarlo en eventos de este jaez (colectivos, participativos) y en una pantalla de cine.
Curiosa, y desde luego afín a ciertas maneras de estas jornadas, es la novedosa (si no me falla la memoria) alternativa inaugural del jueves: proyección de El gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1919-20) con acompañamiento musical en directo de Pegasvs, uno de los grupos revelación de la escena indie nacional según me aseguran amigos especialistas. Mi verdad es que no me cae bien el film de Wiene (un falso prestigio a mi entender de planteamiento en general y al final bastante grosero, y cuyo enfática, impactante y atractiva construcción visual fue ampliamente superada en años y décadas siguientes), y no le pillo el tranquillo de momento a la música de ese duo, pero es de agradecer una propuesta de estas características. Lo mismo que, en la estela del cine pasado, la doble sesión (por ello vale 7 euros), de Ultimátum a la Tierra (Robert Wise, 1951), emblemática pieza del scifi de los 50, seguramente ingenua pero excelente un muchos aspectos, y El planeta de los simios (1968), hito del género, que plantea no pocas consideraciones sociales y políticas que vistas en nuestro presente son de lo más oportunas por incómodas (por cierto que su director, Franklin J. Schaffner, debería ser recordado más habitualmente y no solo por este film: El señor de la guerra, 1965; Patton, 1970; Papillon, 1973; Los niños del Brasil, 1978). Pero esto será el domingo de 4 a 8 de la tarde. Antes hay otras cosas que contar.
Como viene siendo habitual, el SyFy recoge parte de lo que se pudo ver meses atrás en el festival de Sitges. Sorprende, aunque quizá no tanto dadas las características y limitaciones, que se incluyan dos títulos vistos en el certamen catalán hace dos ediciones, Stake Land (Jim Mickle, 2010), el viernes a las 8, y Atrocius (Fernando Barreda Luna, 2010), el sábado a las 6, hace tiempo disponibles en dvd y bluray vía Play.com o Amazon.es, pero con derechos de distribución en España a cargo de Versus, que colabora con la muestra, y la propia Universal. Datos un tanto irrelevantes si nos detenemos en las películas en sí mismas, muy disfrutable la primera a pesar de haber visto lo mismo unas cuantas veces cambiando zombies por vampiros y los escenarios cerrados por planicies dignas de un western; un tanto tediosa en cambio la cinta mexicana y eso que dura 75 minutos y modula una peculiar atmósfera. El viernes aunque gana a los puntos Stake Land, no hay que dejar la oportunidad de disfrutar de lo lindo con Hobo and the Shotgun (Jason Eisener, 2011), vista en Sitges 2011 y descubierta antes para los lectores de Miradas por el compañero Pablo Vázquez y su espacio Cine Invisible (al final vamos a tener que cambiar el nombre a la sección o añadirle una coda para algunas selecciones). Pocas referencias positivas llegan de la alemana Hell (Tim Fehlbaum, 2011), producida por Roland Emmerich, que inventa una distopía (sí, otra más) protagonizada por la falta extrema de agua: un asunto para preocuparse obviamente. Como (o casi) el de Lucky Mckee, que nos sorprendió a muchos con su estupendo debut: May (2003), y que hasta ahora pensábamos (no tanto por la calidad sino por la repercusión de sus siguientes trabajos) que había pasado a engrosar la lista (que en el terror y fantástico debe ser enorme) de cineastas de una sola película. Pero The Woman (2011), el sábado a las 6 de la tarde, supera con creces las expectativas y también las dosis de violencia para ese horario: un relato sucio y enfermizo, construido con habilidad, que fuerza el concepto de familia hasta su extremo más repulsivo dejando en mantillas otras horror movies con mayores pretensiones provocativas. De otro cineasta que guardamos en nuestro archivo de Cine Invisible, Ti West, podremos ver su última realización, The Innkeepers, relato de fantasmas relegado a las sesiones golfas de Sitges 2011 que gustó mucho a los que pudieron rescatarla y que en Toronto (After Dark Film Festival, no el TIFF) ganó el curioso premio concedido por los más cinéfagos a la película más aterradora.
Del resto sorprende la inclusión de la última obra del controvertido, a ratos inaguantable (en todos los sentidos), en bastantes ocasiones brillante, y casi siempre alucinado, Abel Ferrara: 4:44 Last Day on Earth (2011), programada en la madrugada del sábado al domingo, propone una reflexión alrededor de cómo se enfrentan a un inminente final (del mundo) unos pocos personajes, casi concentrando el tema en la pareja formada por Willem Dafoe y Natasha Lyonne. (El compañero Antoni Peris publicó en estas páginas un artículo que relaciona este film con Melancolía, 2011, de Lars Von Trier). Está muy bien que la animación vuelva a tener presencia, primero con Lórax: En busca de la trufula perdida (Chris Renard, 2012), otra premiere (estreno en salas a finales de marzo) que se podrá ver el sábado al mediodía; aventura basada en un libro del Dr. Seuss que viene firmada por los mismos responsables de la muy discreta Gru, mi villano favorito (2010). Luego, en plena sobremesa (4 pm) se proyecta la coproducción principalmente francesa The Prodigies (Antoine Charreyron, 2010), un must see (por mucho que la tónica general sea pasar del cine de animación) que apunta buenas cosas: por lo pronto se perfila como un 3D de verdad, su director ha realizado varios videojuegos caso de Wheelman (una violenta aventura con Vin Disiel por las calles de Barcelona) o Wet (con voz de la buenorra y muy syfy Eliza Dukshum del que nos acordamos de un tráiler musical con mucho humor negro), está escrita por los guionistas de la interesante apuesta Renaissance (Christian Volckman, 2005), film que también se servía de avanzadas técnicas de captura de movimiento, se trata de una adaptación de La noche de los niños prodigio (1981) de Bernard Lenteric (1944-2009). Para cerrar, dos títulos que son una incógnita porque sin invitar al optimismo despiertan cierta curiosidad y simpatía respectivamente: Apollo 18 ( Gonzalo Lopez Gallego, 2011), producida por los hermanos Weinstein, especula sobre el porqué no se ha vuelto a la Luna (el sábado en prime time: 10.30 pm), mientras que Lobos de Arga (Juan Martínez Moreno, 2012) es una mixtura cómica con Gorka Otxoa, Carlos Areces y el gran Manuel Manquiña.