Los rostros de Peter Parker

La evolución paralela del personaje en los cómics y en sus adaptaciones

Como nosotros mismos, los buenos superhéroes de cómic –al menos, tal y como los concibió Stan Lee, que introdujo en el género un aliento de realidad que resultó revolucionario en su momento– cambian con el tiempo, evolucionan, aprenden, maduran… Pero sin dejar de mantenerse (más o menos) fieles a sí mismos. Quizá porque la sociedad cambia, y nuestros héroes deben adaptarse a ella. O porque los sucesivos autores tienen conceptos dramáticos divergentes, y quieren experimentar con ellos. El caso es que el Steve Rogers que crearon Joe Simon y Jack Kirby no es el mismo que, en manos de Steve Englehart, abandonó el manto de Capitán América, decepcionado con el corrupto gobierno americano. Tampoco el Bruce Banner que trazó Stan Lee originalmente se parece demasiado a la versión enloquecida y demente que se ha sacado de la manga Jason Aaron. Y, por supuesto, ignorando clones, surrealistas pactos con el diablo, versiones alternativas y herederos (sanguíneos o no), también Peter Parker ha cambiado con los años. El nerd inseguro que apenas se atrevía a coquetear con Betty Brant tuvo varias novias, perdió a una a manos de su peor enemigo, se casó, tuvo una hija –borrada de forma absoluta de la continuidad Marvel, excepto en esa pequeña delicia old school que fue la serie «Spider-Girl»–… Todo lo cual ha sido reflejado, en mayor o menor medida, de una forma u otra, en sus sucesivas adaptaciones cinematográficas o televisivas, incluida la reciente The Amazing Spider-Man.

El hombre araña (1967-1970)

Al ser producida en el margen de tiempo en que Steve Ditko, el dibujante original de Peter Parker, abandonó los lápices de la serie y los heredó John Romita Sr. –tardando unos cuantos números en empezar a revolucionarla con su trazo desarrollado en colecciones románticas–, esta serie animada es quizá la única adaptación que más o menos respeta el diseño primitivo del personaje. Por entonces, no tenía más objetivo amoroso que la recatada Betty Brant y, pese al aspecto démodé del diseño de su vestuario, que aún arrastraría durante unos años, ya había perdido el aura de loser de sus inicios, y exhibía una actitud muy groovy, muy típica de los años 60… Pero claro, al ser un producto más centrado en sus enfrentamientos con su galería de villanos que en su desarrollo como personaje, en el que apenas se incidía, no hay mucho donde rascar más allá de sus habituales one-liners.

Spiderman (1978-1979)

Como ya ocurrió con El increíble Hulk (The Incredible Hulk, 1978-1982), esta versión de Peter Parker, la primera de imagen real de la historia, se toma unas cuantas licencias con respecto a su versión comiquera. Se respeta, eso sí, el hecho de que por aquella época fuera un estudiante universitario, además de incluir algunos de sus personajes secundarios –básicamente, la tía May, J. Jonah Jameson y una versión de Glory Grant llamada Rita Conway–, pero la personalidad que exhibe Nicholas Hammond es mucho más seria y menos chispeante que la del original. Introduce dos cambios fundamentales en el traje de Spiderman: unos lanzarredes y un cinturón exteriores –el primero lo adoptaría más tarde la Araña Escarlata–, y unos ojos en forma de gafas de sol. No puedo evitar mencionar las (lamentables) escenas de acción, en las que a Spidey recibe más palos que una estera. Ojo: a pesar de sus numerosos defectos, es una de las pocas versiones que introduce los rastreadores arácnidos.

Spiderman/ Spiderman y sus increíbles amigos (1981-1983)

En ambas series, Peter Parker responde, a grandes rasgos, al diseño del personaje que impusiera John Romita Sr. en su larga etapa en las colecciones arácnidas, eso sí, con una evidente modernización de aspecto –tanto en cuestión capilar como en el tipo de ropa que acostumbra a usar–. Un poco como la propia versión comiquera, que en aquellos tiempos aún iba de flor en flor, como máximo flirteando de forma harto sadomasoquista con la Gata Negra –hay que pensar que Gwen Stacy murió en 1973, y en 1978 le propuso matrimonio a Mary Jane Watson y ésta desapareció de su vida–, no hay un objetivo amoroso fijo excepto, claro está, Angelica Jones, personaje creado para la segunda serie que, hasta muchos años más tarde, no se integró en la continuidad Marvel. El tono más bien light de sus aventuras está muy en sintonía con el de los cómics de principios de los 80.

Spider-Man: La serie animada (1994-1998)

Es curioso comparar la anterior versión animada de Spidey con ésta, quizás la más popular que se ha hecho hasta el momento, sobre todo porque en el margen de una década que hay entre ambas, en la colección se habían introducido innumerables cambios. Peter estaba casado con Mary Jane, así que ésta se convirtió en el romance principal de la serie –pese a las apariciones de la Gata Negra–, pero además se introdujo tanto a Veneno como a Matanza, y se realizaron sendos resúmenes tanto de las primeras «Secret Wars» como de la infausta «Saga del Clon», que convirtió a las colecciones en un auténtico batiburrillo sin sentido durante un buen puñado de años. Es interesante señalar que, además, por primera vez, el personaje pudo interactuar con un gran número de superhéroes Marvel, lo que sirvió para reflejar con mucha más fidelidad su posición dentro del universo de la editorial. De hecho, esta versión es quizá la más fiel a las características principales del personaje.

Spider-Man/ Spider-Man 2/ Spider-Man 3 (2002-2007)

Es bien sabido que Sam Raimi es un enamorado de la versión de Peter Parker con la que creció, la de los años 60 y 70, así que, como es lógico, su trilogía viene a ser una mixtura entre el personaje clásico y una visión más contemporánea. Por eso Mary Jane sigue siendo el centro romántico –si bien tanto Betty Brant como Gwen Stacy cuentan con apariciones–, pero a cambio Harry Osborn tiene un papel fundamental en todos los films, y se respeta bastante el carácter del personaje, del que se muestra con notable fidelidad su evolución de nerd a héroe, sobre todo por la magnífica interpretación de Tobey Maguire. Su talento natural como científico se toca, eso sí, muy tangencialmente, y se introducen dos detalles revolucionarios con respecto al personaje: el primero, un rediseño del traje que intenta apartarse del aspecto pijamil del de Hammond; y el segundo, la introducción de los famosos lanzarredes orgánicos, idea heredada del guión que manejara Joseph Zito en los 80 –y no del borrador de James Cameron, como erróneamente acostumbra a creerse–.

El espectacular Spider-Man (2008-2009)

Inspirándose en el rediseño estilo manga que Jeff Matsuda le aplicó al universo de Bruce Wayne en Batman (The Batman, 2004-2008), y coincidiendo casi en el tiempo con el reboot comiquero del personaje que fue el evento «Brand New Day» –y que, pacto con Mefisto mediante, le devolvió a su soltería, rejuveneciéndolo para acercarlo a nuevos lectores–, Marvel quiso reiniciar las aventuras del personaje tras la resaca de la trilogía de Raimi, mezclando, sin solución de continuidad, los cómics originales de Stan Lee y Steve Ditko, el Universo Ultimate y otras obras contemporáneas de la franquicia. El resultado es muy divertido, pero con ese tono un poco light, que solamente incide de forma ocasional en los ángulos dramáticos del personaje, que lastraba Spiderman y sus increíbles amigos. A cambio, quizá sea la versión que más y mejor respeta el entorno teen de las primeras aventuras de Peter Parker, si bien actualizándolo desde una perspectiva, permítanme el comentario sarcástico, un tanto influida por High School Musical (Id.; Kenny Ortega, 2006).

Ultimate Spider-Man (2012-)

Sobre el papel, se trata de una adaptación de la serie de cómics del mismo nombre para el canal Disney XD, pero en realidad es un auténtico mejunje entre la visión del personaje de Brian Michael Bendis y otras creaciones de Man of Action, el grupo de guionistas encargados de la producción, sobre todo Ben 10 (Id., 2005-) y posteriores derivados –de hecho, los one-liners y la continua ruptura de la cuarta pared de los que hace gala aquí Peter Parker se parecen, y mucho, el trabajo de uno de ellos, Joe Kelly, con otro personaje Marvel: Masacre–. Dicho de otra manera, que la simpática ligereza de El espectacular Spider-Man se convierte aquí, directamente, en superficialidad y un concepto más bien irritante y muy poco interesante del superhéroe. Lo que no deja de ser un reflejo bastante fiel de la falta de dirección que, actualmente, sufre el personaje después de los desbarajustes implantados por Joe Quesada…