Con el peso amenazante de las nuevas normas de censura impuestas en la televisión norteamericana por aquellas fechas, los creadores de Los Simpson quisieron con este especial denunciar el acoso de los comités de calificación y de moralidad que limitan la libertad de expresión. Y lo hicieron con «el más intenso e inquietante especial de Halloween nunca emitido», en palabras del productor ejecutivo David Mirkin, quien fue uno de los responsables de potenciar la violencia y las escenas gore en este capítulo.
Nuevamente Marge trata de advertir a los espectadores, pero le pasan una nota en la que el congreso ha prohibido la emisión del episodio. Sin embargo, como en Más allá del límite (The Outer Limits, 1995) —otro clásico de terror televisivo que faltaba por parodiar—, Bart dice controlar la emisión, por lo que al final podremos disfrutarlo.
En el cementerio, la única lápida es para Amusing Tombstones (Lápidas divertidas), ya que debido al alto nivel que se habían impuesto del guionistas de la serie en las anteriores entregas, este sketch tan clásico que se había convertido en toda una tradición y en una aparición privilegiada de estos especiales tenía sus días contados.
La primera historia, The Shining, es un evidente remake de El resplandor (The Shining, Stanley Kubrick, 1980), pero para no ser acusados de plagio Willy el jardinero lo llama resplandior —por cierto, que este personaje terminará con un hacha clavada en la espalda en cada uno de los relatos de este episodio—. En el apartado e incomunicado hotel la familia se verá obligada a convivir por los compromisos laborales de Homer, éste se volverá loco al faltarle sus dos pilares vitales: cerveza y televisión —¡a cuántos de nosotros nos pasaría!—.
El segundo de los relatos lleva por título Time and Punishment en referencia a la obra de Fiódor Dostoyevski Crimen y castigo (Prestupléniye i nakazániye, 1866), conectando así la voracidad de Homer con su consiguiente penitencia. En realidad todo su argumento se basa en la célebre obra de Ray Bradbury El ruido de un trueno (A Sound of Thunder, 1952), transformándose la tostadora de la cocina en una inesperada máquina del tiempo que transporta al padre de familia a la época de los dinosaurios. Al llegar allí dirá “Soy el primer no brasileño en viajar atrás en el tiempo”, en referencia a Carlos Castaneda y sus experiencias místicas con el peyote. Sin embargo, y como era de esperar, sus torpezas harán que el presente se transforme al matar allí a un simple mosquito —enunciando de una manera muy sencilla lo que significa el «efecto mariposa»—, mutando su realidad con cada nuevo ejercicio de imprudencia de Homer: Flanders es el amo del mundo, los miembros de su familia se convierten en gigantes, en el mundo no hay rosquillas —o eso cree él, porque no espera lo suficiente para comprobar que la lluvia tiene forma de donuts—, etc. Incluso Kang y Kodos sufren sus torpezas. Y cada vez que intenta arreglarlo lo empeora cada vez más… hasta que encuentra el mal menor: su familia posee largas lenguas con las que toma la comida. “Bueno, puede pasar”, piensa él, ligeramente aliviado, teniendo por consuelo una imagen ciertamente reconocible de los suyos.
Por último, en Nightmare Cafeteria los profesores del colegio encontrarán una rápida, fácil y sabrosa solución para la indisciplina escolar: servir a sus alumnos como parte del menú, a cuya carne se harán adictos hasta convertirse en unos gordos y modorros funcionarios devoradores de niños. Sin embargo todo era una pesadilla de Bart, que cuando despierta se encuentra una realidad mucho peor: una extraña niebla vuelve la carne del revés tanto a él como a todos los miembros de su familia. Pero esto no será un impedimento para que todos acaban cantando y bailando, celebrando —quizás— su triunfo sobre la represión, la censura y las ínfulas de algunas personas por eliminar la libertad de América.