La casa-árbol del terror X

Ante un público de extraterrestres sacados de las más inverosímiles películas, Kang y Codos presentan el especial desde un escenario mientras en el sofá los Simpson lo están viendo por televisión, aunque cada uno de los miembros de la familia parecen sacados de otros especiales anteriores: Homer metido en una caja de resorte y con gorro de bufón —como en la segunda historia del Especial Noche de Brujas II—, Marge como bruja —al estilo en el que aparecía en Easy-Bake Coven, la tercera historia del especial número ocho—, Bart como niño-mosca —como en Fly vs. Fly, la segunda historia también del octavo especial—, Lisa con un hacha clavado en la cabeza —sacada directamente de The Terror of Tiny Toon en el especial del año anterior—, y Maggie como hija de Kang —recordemos, segundo episodio del espacial número nueve—.

El argumento de la primera historia, I Know What You Diddily-Iddly-Did (Sé lo que hicisteis, pillines) se inspira en la repetitiva saga iniciada con Sé lo que hicisteis el último verano (I Know What You Did Last Summer, Jim Gillespie, 1997), donde la familia atropella a su «vecinito» Ned Flanders. Los Simpson comenzarán a ser acosados por un anónimo amenazante que lo ha visto todo, quien se materializará en el típico hombre con chubasquero armado con un gancho. Mientras éste les persigue, Homer decide los escondites para cada miembro de la familia, todos ellos derivados de los convencionalismos de las películas de terror: Marge al parque de atracciones abandonado, Lisa al cementerio de mascotas, Bart a la pista de patinadores —su condición de antigualla ochentera lo hace ser un lugar siniestramente abandonado— y él se bañará desnudo en un lago —al modo de las adolescentes perseguidas por maniacos—. El episodio tendrá un giro final inesperado al descubrirse que Flanders es en realidad un hombre-lobo que acabará devorando a su vecino.

El título de la siguiente historia, Desperately Xeeking Xena (Buscando a Xena desesperadamente), remite directamente a otro de los iconos más kitch de los ochenta, con una incipiente Madonna como protagonista: Buscando a Susan desesperadamente (Desperately Seeking Susan, Susan Seidelman, 1985). Debido a un accidente con la máquina de rayos-X de la policía, Bart y Lisa se convierten en Chico-goma y Chica-hierro, continuando el episodio como uno típico de la televisión de los años 60 en su espíritu retro —al estilo de Batman, la famosa serie que popularizó Adam West entre 1966 y 1968—. Ambos deberán luchar contra el malvado Coleccionista —el Tío de la Tienda de Comics—, quien secuestra a Lucy Lawless, la actriz que da vida a Xena y de la que está perdidamente enamorado, tratando de conservarla eternamente dentro de un sobre de plástico gigante en su guarida de la tienda de comics —donde ya se encuentran otros personajes formando parte de una siniestra colección mitómana, como el Sr. Spock, el Dr. Who o el propio Matt Groening—. Al final, serán los niños y la propia actriz —quien realmente parece poseer los poderes del personaje al que interpreta… y es que en el mundo de los dibujos animados todo parece posible— quienes derroten al malvado villano, bañándole en una solución de metacrilato que lo mantendrá eternamente en una postura cómicamente teatral.

Con la última de las historias, Life’s a Glitch, Then You Die (La vida es un desliz, después te mueres), los creadores de la serie se hicieron eco de la alarma global que estaba atormentando a la sociedad finisecular, pues debido a un error de Homer el temible efecto 2000 se cumple, descubriendo la familia que su gobierno está llevando a cabo la evacuación del planeta a través de un siniestro programa de éxodo, donde sólo los más selectos tendrán un pasaje asegurado. Lisa, al ser una de las elegidas, se llevará consigo a su madre —al darla a elegir no dudó ni un solo instante— en una nave llena de talentos, mientras Homer y Bart toman otro cohete con gente perdedora —Ross Perot, Rossie O’Donnell… e incluso Spike Lee— que les llevará directamente al sol. Pero ellos quieren dejar de sufrir, y se eyectarán antes de ser abrasados, explotando en el vacío del espacio.