Drácula 3D de Dario Argento que a ratos parece Brácula el pecador de la pradera ha supuesto una gran decepción para algunos de nosotros. El resto, nos dice que la culpa es nuestra, por haber tenido esperanzas, pero es que es Argento, el autor de Suspiria y Rojo oscuro (y sí, el padre de Giallo). Quizá si hubiésemos visto el tráiler… Pero, ¿Y lo bonito que es ir a ver una película sin saber nada de ella y encontrarse con sorpresas agradables? Ahora no hablo de Drácula, sino de las muy majas Wrong o Grabbers, por ejemplo. Esas cosas solo pueden hacerse en festivales, y aún así es muy complicado porque hay gente que viene demasiado preparada. Veremos si podemos sortear sus comentarios en estos tres días que quedan y llevarnos alguna sorpresa más. A ser posible, buena.
Berberian Sound Studio, de Peter Strickland (Reino Unido) SOFC
El primer film de Peter Strickland es una interesante propuesta inspirada en el giallo, del que toma ciertos elementos aislados en torno a los que construye el argumento (a este respecto es brillante la creación de los títulos de crédito de la película que ruedan los protagonistas, que sustituyen a los créditos iniciales, estos colocados al final). Sin embargo no nos encontramos ante una actualización de dicho género, sino más bien a un homenaje a este y a la profesión (concretamente a los técnicos de sonido y los creadores de efectos) realizado bajo los códigos del cine de suspense, con elementos de misterio y terror psicológico. La película consta de dos partes bien diferenciadas, y el principal problema del que adolece es de ritmo. La parte inicial, en la que el protagonista Gilderoy (Toby Jones) llega al estudio y se presentan los personajes y el trabajo que va a tener que realizar, construida en base a la repetición de una misma situación con ligeras variaciones, pone a prueba la paciencia del espectador, y sus aciertos con el montaje quedan ligeramente diluidos, aunque su intención sea la de funcionar precisamente gracias a esta repetición, y no deja de ser, por ello mismo, paradójicamente atractiva. El segundo tramo, más inquietante, enrarece la atomósfera con algunos elementos del universo absurdo que es a veces lo lynchiano y que a pesar de cierta previsibilidad no dejan de resultar aterradores.
Sightseers, de Ben Wheatley (Reino Unido) SOFC
Tina (Alice Lowell) y Chris (Steve Oram) han encontrado el amor, ya mediada la treintena. Con gran dolor de corazón ella abandona a su posesiva madre durante una semana para hacer un romántico viaje con él a bordo de su caravana. Ben Wheatley, el director de Kill List, presentó su película diciendo que en ella había tres cosas: Sexo, violencia y perros pequeños y no podemos contradecirle demasiado después de ver esta odisea erótica que no deja de ser el retrato psicológico de un psicópata y el proceso de creación de otro en clave de humor negro. El espectador va enterándose a la vez que Tina de que tal vez Chris no es el marido modelo que pensaba, siendo lo más interesante la forma en que ella va ignorando todo lo malo que va descubriendo sobre Chris, con el fin último de conservar la única relación romántica que ha tenido en su vida. La cosa va aún más allá, ya que ella se va transformando progresivamente, destapando su lado serial killer, hasta el brusco, y en el fondo lógico, desenlace. Situaciones imposibles (el primero de los muchos crímenes, o cualquiera de ellos) y diálogos increíbles (el que mantiene Chris con su amigo fumeta cuando Tina se marcha) se materializan al compás de la música ochentera encabezada muy apropiadamente por el Tainted Love de Soft Cell con una dirección eficaz al servicio de las interpretaciones de este par de monstruos (en todos los sentidos). Sergio Vargas
The Viral Factor, de Dante Lam (Hong Kong-China) SOFC
Este thriller de acción de la prolífica factoría de Hong Kong me ha terminando molestando bastante con su bochornoso epílogo melodramático en el que estallan, por decirlo de alguna manera, los sentimientos familiares y que los responsables no dudan en mostrarnos de la manera más enfática y grosera posible: música ad hoc subida de tono, personajes llorando desconsoladamente casi directamente a cámara, interpretaciones bajo mínimos, simbolismos de baratillo que enlazan con momentos anteriores caso del escueto prólogo… No sorprende desde luego habida cuenta de la predilección del cine hongkonés por montar historias bigger than life con fruición y buscar la identificación de la audiencia acudiendo a elementos primarios, incluso aunque la mayor parte de lo que suceda sea poco cercano a la realidad cotidiana de los espectadores. Quizá tampoco debería darle más importancia porque ese final y las otras secuencias dramáticas (vulgares pero bastante menos irritantes desde luego) apenas, acumuladas, llegan a los 20 minutos del total del film: quizá este mal sabor de boca provenga en buena parte del hartazgo previo que ha supuesto Lo imposible de J.A. Bayona, en cuanto a esa búsqueda fácil de la emoción. En realidad, The Viral Factor es un eficaz entretenimiento con escenas de acción, en general, muy bien conducidas y montadas, hiladas por dos tramas superpuestas poco atractivas en sí mismas, en las cuales los malos (de una pieza) buscan enriquecerse vendiendo fármacos contra un virus de diseño, mientras los buenos (matizados en la medida de lo posible) intentan lidiar con su pasado, su presente y su futuro, mientras salvan el mundo. Pasable: confíemos ver producciones más sólidas provenientes de la industria de Hong Kong en lo que resta de festival, aunque tenga que ser fuera de la sección oficial.
O Apóstolo, de Fernando Cortizo (España) Animàt
Primer largometraje de su responsable, Fernando Cortizo, y la productora Artefacto Films, después de bregarse en el mundo del cortometraje, que resulta de partida muy interesante por cuanto podría aportar a la cinematografía española en su vertiente de animación, en este caso en el difícil y muy sugerente mundo de la stop motion. Esperemos que así sea y que su inminente estreno a rebufo del éxito de la temporada, Las aventuras de Tadeo Jones (aunque la audiencia objetiva de ambas películas sea bastante distinta en edad e intereses), suponga un pilar más para ese tejido industrial que siempre ha sido tan necesario y que en muy contadas ocasiones ha podido mantenerse. El año pasado desde este mismo festival y a raíz de la presentación de Eva de Kike Maillo referí la misma necesidad de mantener y promover trabajos de estas características (en esa ocasión por el contenido scifi y el estimulante, y se diría que pionero, despliegue de efectos visuales). Otro cosa bien distinta es el alcance real de estas cintas y, lamentablemente tanto ahora como en aquella ocasión, siendo honestos y justos (también subjetivos), el resultado final es, en el mejor de los casos, discreto. O Apóstolo tiene una aceptable factura y algún hallazgo parcial: la atmósfera del pueblo, el diseño del personaje del cura local, el audaz corte en dibujo en dos dimensiones que recrea la maldición que recae sobre la aldea… Y sin embargo no acaba de funcionar por las limitaciones narrativas, en ocasiones impuestas desde un guión demasiado cerrado y excesivamente dialogado, en otras debido a una cierta apatía visual que tiende a repetir soluciones evitando hundirse de lleno en el lado más lúgubre de un film que, una vez terminada la proyección, comprobamos, con cierta preocupación, que ha durado poco más de una hora. Dicho esto, confiamos que los destellos de talento que se rastrean en los 72 minutos (metraje oficial) tengan próximas oportunidades en futuros proyectos para explotar de verdad. José David Cáceres