Inodoros y duchas
Norman Bates descansó durante las décadas de los sesenta y los setenta. Pero los efectos que produjo con su aparición fueron los que produjeron que Bates tuviera una “nueva vida”. Los slashers y el American Gothic recrearon la geografía humana y física del terror de los años setenta, elementos ambos que ya se encontraban en la película de Hitchcock. Las andanzas de los asesinos y sus numerosísimas y exitosas secuelas fueron un elemento demasiado apetecible para la Universal, quien resucitó a Norman Bates en 1983, con Psicosis II: El regreso de Norman (Psycho II, 1983), dirigida con mucha pericia por Richard Franklyn. Después vendrían la insuficiente Psicosis III (Psycho III, 1986), con Anthony Perkins delante y detrás de las cámaras. En 1990 una película para televisión por cable resucitó la infancia de Norman Bates. Fue la última vez que Perkins hizo de Bates. Psicosis IV-El Comienzo (Psycho IV: The Beginning, Mick Garris) mostraba la infancia de Bates pero también la (in)estable vida de un Bates, entrado en años. Entre medias se encuentra el capítulo piloto de una frustrada serie, titulada Motel Bates (1987), en la que el protagonista no era Norman sino el motel y sus habitantes. Perkins no aparecía en esta frustrada serie.
Dos de los puntos cardinales de los problemas de la censura con el guión sobre el que Alfred Hitchcock rodó Psicosis se encontraban en una escena y un plano. Ambos momentos aparecen en Hitchcock (2012), mediocre película de Sacha Gervasi que recoge los entramados de la (pre)producción, parte del rodaje y exhibición de la obra maestra Psicosis (1960). La escena, sin duda, es el asesinato de Marion Crane; el plano es el del inodoro que aparece poco antes de la muerte de Marion. Si un crimen aborrecible, en una bañera, con un cuerpo desnudo, era fácil de entender que tuviera la censura de por medio, lo del váter era más sutil. Hasta entonces, el inodoro era un lugar desconocido en los decorados de las películas estadounidenses. Y directa o indirectamente, duchas e inodoros se hicieron notar en sus secuelas.
La ducha
En Psicosis II: El regreso de Norman aparece una escena en la que la protagonista Mary Loomis (Meg Tilly) se ducha en la casa de Norman. Evidentemente, la escena busca esa aparición, frustrada, de Norman Bates. Va por otros lares, pegados a la narración de esta notable película, pero ajeno al deseo de aquellos espectadores que esperaban el instante en que se abriera la cortina y un cuchillo segara la vida de Mary.
En Psicosis III, Maureen (Diana Scarwid), una novicia que ha perdido la fe, recala en el motel Bates y se toma, cómo no, un baño. Aquí sí aparece Norma(n) blandiendo su cuchillo pero, en un giro insólito, comprobamos que la joven se ha abierto las venas y cree ver, en un estado semi inconsciente, a la virgen María retratada en el rostro de Norma(n).
En la precuela Psicosis IV-El Comienzo, la escena de ducha es una escena de espionaje, que no busca la aparición de un Norman asesino, ya que habla de sus comienzos, sino que remarca el deseo del hijo hacia su madre. Desde la pared contigua a la habitación número 1 y, a través de un agujero presente en la película de Hitchcock, el joven Norman (Henry Thomas) comprueba como el amante de su madre se ducha antes de retozar en la cama con su madre (Olivia Hussey).
Hay otra referencia indirecta en esta película: el corte que se hace Norman en el dedo, del que brota algo de sangre, la cual desaparece por el fregadero, ejerce de referente hacia esa sangre que caía por el desagüe de la ducha en la que Marion Crane acababa de ser asesinada treinta años antes.
Por otra parte, la serie Motel Bates desdramatizaba esa obligación de intrigar y aterrorizar al espectador, cuando el protagonista, Alex (Bud Cort), el protagonista y mejor amigo del difunto Norman, entra en la famosa habitación número 1 para ducharse. Nada pasa, no hay suspense. La habitación número 1 y la ducha perdieron cualquier significado referencial.
El inodoro
Las variaciones sobre el inodoro han sido diferentes. No era en origen una escena con gran dosis de suspense, y sí lo era de culpabilidad. Marion se arrepiente del robo y está dispuesta a devolver el dinero robado. Poco antes de morir acuchillada, tira una nota troceada por la taza del váter donde estaba anotada la cantidad que había robado y lo que había gastado. Por esa singularidad, en las secuelas aparece directamente o se hace referencia a ella.
En Psicosis II: El regreso de Norman una posible ensoñación nos lleva a ver como desde la taza del váter brota sangre. Norman cree que se está volviendo loco, que están volviendo signos del pasado y que no está curado. Esa sangre revela que Norman admite que no está curado y que el estado de locura persiste. En Psicosis III, un crimen sucede mientras una joven orina. Norma(n) entra, cuchillo en mano y le corta la garganta, antes de clavarle el cuchillo en el abdomen.