Entrevista con Malik Bendjelloul

Searching for Sugar Man supone la consagración definitiva a nivel popular del documental musical, un género hasta ahora acotado a circuitos y festivales especializados, y con el que Malik Bendjelloul juguetea a conciencia, en su atinada búsqueda de nuevas vías para el formato. Charlamos con el director sobre la pieza que ganó recientemente el Oscar al Mejor Documental.

La estructura narrativa del documental subvierte los esquemas clásicos. ¿Se trata de una decisión de dirección o está condicionada por el propio relato?

Más bien lo segundo. Se ciñe al orden en que me contaron la historia. La primera vez que oí hablar de Sixto Rodriguez fue en Sudáfrica, de la mano de los fans que descubrieron que se encontraba vivo, después de años de disparatadas leyendas urbanas sobre su presunto fallecimiento. Searching for sugar man recrea su trabajo de detectives para dar con su paradero muchos años después y encontrarle finalmente trabajando como albañil y viviendo en una casa desvencijada de Detroit, totalmente ajeno a su condición de ídolo en el otro rincón del mundo.

Durante los primeros cuarenta minutos se da por sentado que Rodriguez murió en extrañas circunstancias, así que no podíamos mostrar entrevistas con él. Pero, de alguna manera, se escucha su voz a través de sus canciones, tan autobiográficas y tan hermosas que me vinieron como anillo al dedo para contar la historia de la forma que quería. Es como si ya se le estuviese entrevistando a través de canciones como “I wonder”.

¿Cuál fue el rumor más absurdo sobre las mil y una muertes de Rodriguez que escuchaste?

Historias muy locas, que se extendieron en forma de leyenda urbana y se exageraron por el boca a boca. La creencia común es que se había volado los sesos en el escenario, pero también llegué a escuchar que se quemó a lo bonzo en una actuación tras el desprecio generalizado del público de la sala donde actuó por última vez.

Has manifestado en más de una ocasión tu rechazo al formato tradicional de los documentales musicales. ¿Es Searching for sugar man tu alegato para renovar el género?

En cierto modo. Lo que me atrapó de la historia es que tiene un montón de elementos diferentes entre sí. Puedes verla como una historia de detectives en busca de un rastro perdido, una fábula con subtexto político, un arco de resurrección o una versión moderna de la Cenicienta. También entran en juego conceptos tan elevados como los sueños y el destino, la suerte y la felicidad. Y debo matizar aquí el concepto de felicidad. Searching for sugar man es la historia de un hombre que persiguía un sueño y al que no le importaba demasiado cualquier otra cosa. La moraleja es que mientras tengas un sitio para vivir y un plato para comer, no deberías desperdiciar ni un día de tu vida en algo que no sea perseguir tus anhelos. Es una verdadera suerte encontrar a personas como Rodriguez, tan poco habituales como inspiradores.

Eso sí, no parece que Rodriguez se sienta muy cómodo al ser entrevistado.

En realidad, como persona es muy asequible. Acercarme a él fue mucho más fácil de lo que puede llegar a parecer viendo el documental. Llegamos a charlar durante horas y horas, e incluso se prestó a venir a mi casa de Estocolmo para los últimos retoques del documental. Dicho lo cual, es muy complicado rodar una entrevista con él, porque no le gusta nada ponerse enfrente de la cámara. Te pongo un ejemplo: después de tres viajes a Detroit (y ya llevábamos seis meses de producción de documental), aún no tenía material que se pudiera aprovechar para montar en forma de entrevista.

El documental tiene un trasfondo político nada implícito. ¿Un guiño al orgullo de clase obrera a partir de las letras de Rodriguez y su compromiso moral e ideológico?

Para serte sincero, no es exactamente así, aunque entiendo lo que dices. Mi única intención al hacer Searching for sugar man era tratar de contar la historia de la mejor forma que pudiera. Vale, reconozco que la historia de Rodriguez incorpora un montón de lecturas sociales y políticas que funcionan a muy distintos niveles, y eso incluye mensajes inspiradores que me encantan e ideas con las que estoy de acuerdo. Pero al final, intenté ceñirme en todo momento a la historia y tratar de ser lo más objetivo posible.

El empleo de animaciones otorga a la historia un poso de realismo mágico que en cierta manera contradice esta idea.

Cuando el documental empezó a tomar forma, me enfrenté a un grave problema que tenía que resolver a toda costa: no existía ni un sólo fotograma en movimiento de los primeros años de Rodriguez, lo que supone un inconveniente cuando quieres hacer una película de acción real. El empleo de animaciones se convirtió en la solución idónea. Yo al menos la prefiero a la reconstrucción ficcionada de hechos reales. Al emplear este recurso lo que quiero dar a entender es que no pretendo reconstruir de forma absolutamente fidedigna aquellos años, sino potenciar el elemento de cuento del que te hablaba. Yo mismo me encargué de los esbozos de las animaciones, que luego fueron completadas por profesionales en Estocolmo. Esta concesión al realismo mágico de la que hablas me vino de perlas: la historia de Rodriguez es tan formidable que, de haberse tratado de una historia de ficción, no hubiera resultado creíble. La ficción necesita ser creíble. De otra manera, se acaba por perder el interés. Es raro, pero a veces las cosas más increíbles son las que realmente acaban ocurriendo.

Hay un paralelismo claro entre la accidentada carrera de Rodriguez y el complicado proceso de elaboración del documental…

Nunca consigues acabar una obra de arte. Como mucho, la abandonas. Hay como quince ideas que me hubiera gustado plasmar en el documental, pero para las que nunca tuve dinero. En realidad, andé mal de pasta durante todo el periodo. La única cosa de la que anduve sobrado fue, precisamente, de tiempo, así que me pasé tres años editando. Lo comido por lo servido: la mayoría de material que pensé en utilizar en este documental está incluido finalmente en el montaje comercial.

¿Cómo se explica que Rodriguez vendiera cientos de miles de discos en Sudáfrica y Australia pero pasase absolutamente inadvertido en su tierra natal?

Es un tanto desconcertante, máxime si pensamos en la calidad de sus canciones. Hay que tener en cuenta que Rodriguez puede ser una persona muy inflexible en algunos asuntos. Cuando grabó el primer disco se le intentó convencer en vano de que su nombre tuviera una resonancia más americana para poder acceder a las listas de ventas. Hasta Bob Dylan, le insistieron, accedió a ponerse un seudónimo más accesible. En el mejor de los casos, accedió a una ligera variación de su nombre, “Rod Riguez”, que es como aparece identificado en su primer single, “I´ll slip away”. No sirvió de nada. Cuando se publicó su primer álbum volvió a cerrarse en banda. Nunca buscó un reconocimiento público, tan sólo reivindicar el derecho de ser exactamente quien era. Por otra parte, nunca probó suerte en entornos, como el Greenwich Village neoyorquino, donde su música probablemente hubiera funcionado. Está muy apegado a Detroit y nunca se le ha pasado por la cabeza abandonar la ciudad. Ni tan siquiera ahora, que ha alcanzado un notable reconocimiento público a raíz del documental.

El documental deja sin responder una cuestión espinosa. ¿Por qué nunca recibió el artista royalties por su trabajo?

Tienes toda la razón. Es un misterio que tiene que ser resuelto aún. Nadie parece saber lo que ocurrió con ese dinero que ganó Rodriguez por sus millonarias ventas en Sudáfrica. Tampoco aquellos que aparentemente deberían saberlo: los propios sellos discográficos. El propietario de Sussex Record se puso muy furioso cuando le pregunté por el asunto. Ni siquiera le gustó que se lo plantease. Pero lo realmente extraño de todo este embrollo es que en el fragmento de entrevista que aparece en el documental se puede ver claramente que amaba de corazón la música de Rodriguez. De hecho, le cita en su top 5 de mejores artistas de todos los tiempos con los que ha trabajado. Yhablamos de un tipo que ha colaborado con Michael Jackson, Miles Davis, Quincy Jones, Billy Withers y Dionne Warwick.

¿Veremos publicadas algún día nuevas canciones de Rodriguez?

No descartes que acabe sacando nuevo material después de tantos años de ausencia del mercado discográfico. Rodriguez nunca ha dejado de tocar la guitarra durante todo este tiempo. Además, tras ser preguntado por el asunto en un sinfín de entrevistas, hace poco le escuché confesar a Rolling Stone que quiere ponerse a grabar un nuevo disco.