The Purge (La noche de las bestias)

La noche nás oscura

Podría haber sido una nueva versión de Funny Games (M. Haneke, 1997; 2007) con los psicópatas socavando los cimientos de una burguesía con mala conciencia. O también podría leerse, perfectamente, como una variante de las cintas de George A. Romero, con ciudadanos alienados en lugar de zombies asaltando el último reducto de una supuesta normalidad. Afortunadamente esta Noche de las Bestias (The Purge, J. DeMonaco, 2013) no sólo tiene a dichas obras como puntos de contacto (sin menospreciar en absoluto a ninguno de los autores citados). The Purge es una obra que tiene la capacidad de vincular la energía de los thriller de asalto con la denuncia de la locura social de una obra maestra olvidada, La jauría humana (The Chase, A. Penn, 1966).

Estamos en un futuro muy cercano. Los Estados Unidos han instaurado una singular festividad, la Purga. Durante una noche los asesinatos están permitidos, sin castigo, sin consecuencias. La norma se basa, supuestamente, en las recomendaciones de los Padres Fundadores, una suerte de legado primitivo que arrastra las connotaciones del salvajismo oculta bajo la capa de urbanidad. Algo así como aquel ritual de El bosque (The Village, N. Shyamalan, 2004) llevado a las últimas consecuencias.  Desafortunadamente menos cercano a la ficción como se podría plantear si consideramos determinadas manifestaciones de políticos y organizaciones de aquel país como, por ejemplo,  las reivindicaciones de la Asociación del Rifle, algo tan real como la vida misma. Durante la noche de la Purga, la violencia desencadenada se dirige, supuestamente, a la eliminación de todos los elementos criminales, sean del tipo que sean. Solo que, inevitablemente, el resultado no sólo refleja una disminución de los índices de criminalidad sino también un indisimulado genocidio de los elementos más pobres o más desvalidos de la sociedad. La purga controla el crimen mediante el crimen. La purga controla el paro mediante el sacrificio de los más indefensos. Paradójicamente, mientras en las calles reina el terror, los más acomodados celebran la purga encerrados en sus domicilios como si se tratase de una fiesta religiosa que reúne a las familias.

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Es a partir de tan suculenta pauta que DeMonaco desarrolla la acción. No ignoremos las resonancias de su currículo, forjado en parte a partir del guion de un remake realmente enérgico como fue Asalto al distrito 13 (Assault on District 13, J.F.Richet, 2005) en el que el thriller combinaba la acción en espacios reducidos con una buena presentación de personajes, de atracciones y traiciones. En La noche de las bestias la familia protagonista, padre, madre y dos hijos adolescentes (él un solitario geek, ella una adolescente en celo) se encierran en su hogar de seguridad para pasar la noche. Están blindados físicamente contra las intrusiones, disponen de un pequeño arsenal por si las moscas, numerosos monitores que les permiten observar el exterior y, pese a su apoyo a la causa, no se implican en la Purga tanto como para lanzarse a la calle. Viven una vida acomodada (gracias al trabajo paterno como directivo en una agencia de seguridad) y residen en una zona exclusiva. Sin embargo, como era de esperar, DeMonaco tuerce sus destinos.

La trama se desarrolla con agilidad en la puesta en escena y con habilidad en lo argumental. DeMonaco deja claro que la viciosa actividad tiene su origen en cada uno de los ciudadanos y, consecuentemente, tendrá su repercusión, de uno u otro modo, en cada uno de ellos. Serán pues ambos hijos de la familia quienes, de modo dispar, darán lugar a dos simultáneas incursiones de la Purga en el interior del domicilio, en modo diverso y con distintas consecuencias. DeMonaco enfrentará así a los miembros de la familia entre si y a cada uno de ellos con la evitada responsabilidad para con la macabra celebración. En una espiral de violencia, remitiéndonos directamente a la citada The Chase (en la que la caza de un fugitivo daba pie a una catártica orgía de violencia por parte de los aparentemente abúlicos ciudadanos), la familia será también acechada desde el exterior por diversas bandas, de modo parecido al que sucedía en la citada Asalto al distrito 13.  DeMonaco, inteligentemente, combina la tensión con el planteamiento moral y nos permite compartir con los personajes una reflexión sobre nuestras decisiones y el impacto que tienen. No se trata de una obra al estilo “la familia que mata unida permanece unida”. No hay cuestionamiento de la autoridad, sino cuestionamiento de las propias actitudes. Antes del amanecer deberán no sólo sobrevivir sino asumir su responsabilidad. Coherente con el planteamiento, DeMonaco evitará los tópicos tanto de un extremo como del otro, en una secuencia final sobria y coherente.