61 Festival de San Sebastián

He leído muchas crónicas de festivales y siempre me he preguntado por qué el cronista nos cuenta su vida y costumbres cuando lo que queremos es saber su opinión sobre las películas del festival: Yo ahora lo entiendo, es imposible resistirse a compartir esta experiencia con el lector porque un festival de cine es mucho más que un atracón de películas, es un viaje, es una reunión con gente que comparte la misma pasión por el cine y su mundo, es el paraíso de un cinéfilo. Además, si estamos en el 61º Festival de San Sebastián, la experiencia se multiplica por triplicado. Primero, porque es una ciudad que vive el festival, donde toda la ciudadanía se vuelca con todas las actividades que el festival propone en tributo al cine — ya podría involucrarse menos y así los críticos más primerizos no nos quedaríamos sin ver The Wind Rises (Hayao Miyazaki, 2013), por poner un ejemplo —. Segundo, si la ciudad no solo te acoge en plan abstracto sino que, como en mi caso, forjas unas amistades que trascienden a la pasión por el cine y tercero, si además tienes la suerte de que durante toda la semana que dura el festival hace un sol de justicia (que no es habitual) y entre las sesiones matutinas y las vespertinas puedes (y debes, porque el calor aprieta) darte un baño en la playa de la Concha o en la de Gros, mejor que mejor… En fin, voy a dejar a un lado las divagaciones, que ya es hora de empezar a hablaros de las películas que he tenido la ocasión de ver esta semana, que han sido unas cuantas, aunque siempre son menos de las que la pasión cinéfila demanda, en un festival en general marcado por una notable selección, en el conjunto de las secciones (no me refiero solo a la siempre partidista Sección Oficial): una colección de películas de todos los géneros, temáticas, calidades y nacionalidades (en especial de España y del ámbito hispanohablante, eso sí). Pero, de las 202 películas, yo he visto un pequeño porcentaje (un 10%); por tanto, más que hablar del Festival, voy a hablaros de mi propia y personal radiografía del Festival, como no podía ser de otra forma.

Pero antes, si atendemos a la “obligada” opinión respecto de los premiados, con los que estoy de acuerdo en líneas generales, pese a algunas “pequeñas” discrepancias, he de decir y digo que me parece muy acertado el Premio Otra Mirada para Joven y bonita, el Wuaki Tv Europa para About Time, el Wuaki Tv para Like Father Like Son, también el premio de fotografía para Caníbal y el de guión Quai D´Orsay, y las Conchas de Plata para los actores Marian Álvarez y Jim Broadbent (siempre estupendo). Pero con los tres máximos galardones a Mejor Película, Mejor Director y el Especial del Jurado no coincido, no, porque, entre otras cosas, había películas mejores en la Sección Oficial. Así, para mí, de lo mejor que he visto del 61º Donostia Zinemaldia resalto, sin entrar en distinguir la sección a la que pertenece: Prisioners (por su exquisita narración), Quai D´Orsay (por su espléndido guión), Gravity (por su original y atrevida puesta en escena), Joven y bonita (por su transgresión, espontaneidad y genialidad), Caníbal (por su estética y por su romanticismo atroz, que te atrapa, sus imágenes se quedan grabadas en la memoria), Un toque de violencia (por su retrato de la violencia, por su ritmo, por la perfecta unión de las historias) y About Time (por lo divertido de su propuesta y de su resultado). Paso, pues, a analizar una a una, las películas a cuyo encuentro me han llevado el azar, la pura apetencia y otras peripecias:

Quai D´Orsay (Bertrand Tavernier) Sección Oficial

Estamos ante el mejor Bertrand Tavernier, una comedia en la que, según Jean Rochefort “los actores no son cómicos”, y que ha bautizado como “formidable”, donde Tavernier despliega todo su humor fino, satírico, irónico, a la par que mordaz. Tavernier, harto de la corrupción y de los tejemanejes que pululan en todas las llamadas democracias actuales (llegó a sentenciar en la rueda de prensa: “la política actual es una farsa”), ha decidido, después de una dilatada carrera colmada de calidad con obras dramáticas como Hoy empieza todo (1999), Capitán Conan (1996), Alrededor de la Medianoche (1986) o La muerte en directo (1980), indignarse a través del humor (seña de identidad de la inteligencia). Aquí, pues, vemos una sátira del Ministro de Asuntos Exteriores Villepin, basada en las populares viñetas cómicas de Christophe Blain y Abel Lanzac, a través de numerosos y desternillantes gags, como la incesante variación de la lista de ideales por parte del Ministro — un Thierry Lhermitte en estado de gracia. Pero el cambio no tiene por qué ser a peor, ser negativo, aunque “hay políticos que cuando cambian de opinión lo llaman…evolución”, afirma un Tavernier juicioso e irónico en la rueda de prensa, al que admiramos además por sentencias como “la sociedad francesa tiene miedo de hablar de política”. Idea por la cual, quizás, le haya hecho decantarse por el humor (que es el camino a la verdad de una forma digerible), un humor, por desgracia, de alcance internacional. Es un filme anti-belicista, hilarante, que retrata una clase política donde la cultura (“la ignorancia —dice de nuevo Tavernier— representa una enorme dictadura”), la honestidad y el compañerismo brillan por su ausencia. Tavernier basa todo su logro en unos expresivos primeros planos de sus personajes, unidos por unos rótulos con frases de un más que oportuno Heráclito; y también en el guión ágil y agudo (premiado en el Palmarés) en donde el Ministro, a pesar de ser caricaturizado, se apunta a la vez su mejor tanto al no apoyar a Bush en la guerra de Irak, en su brillante discurso en la ONU. Merecido Premio Fipresci en San Sebastián.

Joven y bonita (François Ozon) Perlas

Sobresaliente película francesa, un fresco de genialidad del ganador de la Concha de Oro de la pasada edición por su maestría demostrada en En la casa (2012). Un retrato desinhibido, bello, a la par que amargo, en el que contemplamos el revivir del más puro estilo de la Nouvelle Vague a través del maestro Ozon (un habitual del certamen donostiarra), mostrando a una adolescente y sus iniciales experiencias sexuales. Si la historia hubiese caído en otras manos la habría convertido en una dramón de esos de “media-tarde” televisiva, pero en manos de Ozon consigue irradiarnos a través de este afable (aunque en el fondo trágico) retrato de una perversión sexual, sin enjuiciamiento moralista, con la libertad que caracteriza a los franceses, en esta mezcla genial de drama, comedia, denuncia social; este collage de imágenes y música, de una perfección y sencillez apabullantes, esta cinta que ensalza la belleza femenina a través de las cuatro estaciones. ¡Qué preciosidad de chica es Marine Vacth y qué mezcla perfecta entre hermosura y tristeza desprende su rostro!

Un toque de violencia (Jia Zhangke) Perlas

Co-producción chino-japonesa, collage compuesto por cuatro historias, y como nexo común la violencia (y no el pecado, como su errónea traducción al inglés en A Touch of Sin). Jia Zhangke, experto en contar historias con varias subnarraciones (como Altman, Iñárritu o Tarantino, pero sin conectar a los personajes en un punto en el espacio-tiempo), compone, junto con su habitual fotógrafo, Yu Lik-Wai, un cuadro espeluznante y penetrante, lleno de planos desconcertantes, como medio para obtener una composición final puramente embriagadora, a la par que desoladora. Así, el ganador del León de Oro en Venecia 2007 por Naturaleza Muerta, retrata varios tipos de violencia, fruto de la corrupción, xenofobia, sexismo y/o la explotación laboral; y la rabia que emerge en un día de furia cualquiera. La violencia engendra violencia y estas cuatro historias (encarnadas por un minero, un emigrante, una recepcionista de una sauna y un obrero explotado) son el efecto de la explotación inhumana a la que estamos sometidos el 99% de la sociedad actual.

New World (Park Hoon-jung) Zabaltegi

Thriller surcoreano deudor del cine occidental, con influencias de El Precio del Poder (Brian de Palma, 1983) o Infiltrados (Martin Scorsese, 2006), películas que a su vez deben mucho del cine asiático, especialmente la de Scorsese. Presenta un comienzo arrollador y un desenlace provocador, una de esas historias con un guión original e impactante, típicas del guionista de, por ejemplo, la controvertida I Saw the Devil (Kim Jee-Woon, 2010). Una pequeña muestra de que el cine en estos momentos (como la economía) tiene nombre asiático.

Prisoners (Denis Villeneuve) Premio Donosti

Escalofriante thriller, sobrecogedor, de realización portentosa, dignos del mejor Fincher, con unas interpretaciones notables del trío protagonista. No digo más, pero tampoco menos.

Japanese Dog (Tudor Cristian Jurgiu) Sección Nuevos Directores

Drama breve (y menos mal) sobre el reencuentro entre un anciano y su hijo, tras muchos años sin hablarse. Destaca la imagen de contraste entre civilizaciones, encarnada por ese perro japonés de juguete, como símil de la fuerte divergencia entre lo viejo-nuevo, antigüedad-modernidad, padre-hijo. El resto carece de interés y, a pesar de que el cine rumano está en auge, no es precisamente por esta película austera y modesta, que se queda en un simple cuento agradable pero tedioso.

Like Father, Like Son (Hirokazu Kore-eda) Perlas. 

En cambio, este cuento maravilloso del nuevo Ozu, Kore-eda (realizador de las maravillas Kiseki o Still Walking que, pese a no llegar al genio de su mentor, realiza también un cine puro y emotivo), es un claro ejemplo de cine de emociones básicas, una cinta de calidad indiscutible (por otra parte, a lo que nos tiene acostumbrados este director), a través de unos bellos primeros planos, del uso del plano-contraplano como metáfora del diálogo y comprensión, y de un score que embellece aún más si cabe las imágenes. En definitiva, un estilo sencillo para contar una historia compleja: la recurrente obsesión de Kore-eda por el tema de la pérdida, dada la necesidad infantil de equilibrio y soporte familiar para el bienestar psicológico. Este director, especializado en cine sobre niños, que no infantil, tiene también una fijación especial por los trenes, como Lomax, el protagonista de The Railway Man. Premio Wuaki Tv del Público

Un largo viaje (Jonathan Teplitzky) Sección Oficial

Melodrama con tintes clásicos, con evidente conflicto moral incluido, denota cierta impostura y falta de originalidad, pues está a medio camino entre El puente sobre el Río Kwai (David Lean, 1957) y Feliz Navidad, Mr. Lawrence (Nagisa Oshima, 1983). Raya demasiado en el sentimentalismo (y, por otro lado, se topa con la inmutabilidad que transmite Kidman). Durante su visionado resulta conmovedor (tiene un fotografía maravillosa y una sobrecogedora actuación de Colin Firth) pero a la vez enoja al crítico por su manipulación sentimental por medio del abuso de violines melancólicos y el alargamiento innecesario de las escenas tristes. A propósito, el festival rememora a Oshima a través de una retrospectiva, a poco más de ocho meses desde su desaparición. Premio Signis.

Caníbal (Manuel Martín Cuenca) Sección Oficial

Poder disfrutar de esta película, que oscila entre el terror, el drama y el romanticismo más siniestro, es una de las experiencias más sorprendentes que he tenido durante el festival. Además, poderla ver en el Kursaal hace que las emociones estén magnificadas. Me he llevado una grata sorpresa, no solo por la presencia de un Antonio de la Torre espectacular, sino también por una realización preciosista, unos planos meta-cinematográficos y unas escenas grandiosas en un paraje apabullante, como es Sierra Nevada (de hecho Pau Esteve ganó el Premio a la Mejor Fotografía en el Palmarés). El personaje está desarrollado sin prisas, con mucha clase y gusto estético, un personaje complejo al que llegamos a querer, en el que siempre confiaríamos, a pesar de su, llamémosle, “peculiaridad culinaria”. Hay que honrar, por otra parte, el hecho de que Martín Cuenca en ningún momento explica el porqué de esta opción gastronómica, a pesar de plantear preguntas sobre la génesis del canibalismo, de simpatizar con Hobbes y su sentencia «Homo homini lupus», y de que podemos intuir cierto trauma y maltrato anterior porque, como muy bien dice Antonio de la Torre “la violencia es hija de la violencia”. Con unas escenas de terror muy cuidadas (con exceso, quizás, del fuera de campo), destaca la escalofriante escena de la playa, muy bien rodada y de fuerte intensidad, conseguida a través de los ojos de él (mezcla de locura, pasión irrefrenable, enfermedad, perversidad y desesperación). Bravo por Antonio de la Torre, merecía el premio de interpretación, aunque Olimpia Melinte, que interpreta con acierto a dos personajes, no se queda atrás. Ya nos atrapó este realizador con La flaqueza del bolchevique (2003), pero ahora más y mejor, aunque aquí compone un final un poco precipitado y un tanto inverosímil.

Gloria (Sebastián Lelio) Perlas

Gloria es una cinta amable, hecha con pocos recursos. Se apoya en una interpretación soberbia del personaje principal (donde recae todo el peso de la película), ya que la cinta sin Gloria, sin Paulina García (miembro del Jurado y Oso de Plata en Berlín) no sería nada. Ella le da vida a esta anti-heroína a la que poco a poco vamos cogiendo cariño, que tan solo es una ciudadana más con sus miserias, sus necesidades y su tremenda soledad por la que lucha toda la película. Está contada con sencillez, no es una gran película, pero su mejor virtud es que tampoco lo pretende, como Gloria, que tampoco finge ser alguien que no es. Es tan solo una cinta pequeña sobre un tema muy grande, tratado con respeto a los personajes y también al espectador y solo por eso ya merece la pena.

Devil´s Knot (Atom Egoyan) Sección Oficial

Esta producción de The Weinstein Company, anti-pena capital es más bien una correcta tv-movie en la que parece que el excéntrico realizador canadiense —responsable de las magnéticas y envolventes El dulce porvenir (1997), El viaje de Felicia (1999), Exótica (1994) o Chloe (2009)— ha querido demostrar al público y a la crítica que también sabe hacer cine convencional (como ya lo hicieran, con más acierto por otra parte, Lynch o Cronenberg). El problema es que no cuenta nada nuevo que no contara ya Paradise Lost (1996, 2000 y 2011, trilogía de Joe Berlinger y Bruce Sinofsky) y tampoco lo cuenta de una forma novedosa. Correctos los actores Colin Firth y Reese Whiterspoon, que interpretan los únicos personajes que piensan por sí mismos, que no creen la versión oficial, casi siempre corrompida por intereses particulares.

About Time (Richard Curtis) Perlas

Comedia británica muy divertida sobre las segundas oportunidades, innovadora en su propuesta, bien interpretada y con poso. El director de Love Actually (2003), y guionista de Cuatro bodas y un funeral (Mike Newell, 1994) o Notting Hill (Roger Michel, 1994) bebe del humor clásico inglés y del estilo y obsesiones allenianas para dotar de un adecuado ritmo a esta comedia romántica con tintes filosóficos espacio-temporales, y acierta con el desarrollo de la creíble historia de amor, pero fuerza el drama final, incluido quizás por temor a que pareciese demasiado ligera. Merecido Premio Wuaki Tv Europa.

Gravity (Alfonso Cuarón) Perlas

Ciencia-ficción de factura técnica impecable y desarrollo de la acción en tiempo real más que correcta, elegante en su aparente sencillez, con un Clooney superlativo (Kowalski), y una inexpresiva Bullock que, por lo menos (ni el personaje es Ripley, ni ella es Weaver) no entorpece la credibilidad del relato (entre otras cosas porque pasa media película cubierta por un casco espacial). Te metes desde el minuto cero, y te mantiene expectante todo el filme debido a su perfecto desarrollo de la trama y a su tensión constante. Se disfruta por partida triple si se ve en VOS, en 3D y en el Victoria Eugenia, conformando toda una experiencia irrepetible el visionado de este desolador y solitario espacio dirigido por Cuarón, este cineasta irregular que si bien tiene frescos como Y tu mamá también (2001), también tiene traspiés como Grandes esperanzas (1998). Aquí vuelve a deleitarnos con buen cine de género, con sci-fi, después del buen resultado de su Hijos de los hombres (2006). ¿Posible homenaje a Punto Límite: Cero (Richard C. Sarafian, 1971)?

Vivir es fácil con los ojos cerrados (David Trueba) Sección Oficial

Comedia típica del cine español indie, con todos los ingredientes: humor sutil, nostalgia, intérprete querido por el público, referencias culturales y verborrea. Lo mejor de la película, Javier Cámara, que interpreta a un personaje feo pero bonachón; solitario pero solidario. Esta road movie vitalista es muy agradable de ver, pero tras su proyección tan solo recordamos a Cámara, tanto por su actuación como por su personaje.

Oktober, November (Götz Spielmann) Sección Oficial

Drama germano existencial sobre dos hermanas que han optado por caminos dispares (independencia vs familia, urbe vs rural), frustradas y celosas ambas. Cuenta con buenas interpretaciones por parte de las dos hermanas, y con la aparición de Sebastian Koch, famoso por La vida de los otros (Florian Henckel von Donnersmarck, 2006). El director hace uso de una fotografía austera pero congruente con el tono requerido, aunque parece que se mueve mejor en el thriller (Revanche, 1983) que en el drama existencial, porque el tratamiento lento y desigual que realiza en Oktober, November hace que pierda interés y, además, en su recta final se eterniza como la desesperante agonía de un moribundo.

Las Brujas de Zugarramurdi (Alex de la Iglesia) Sección Oficial Fuera de Concurso

El exceso que caracteriza a Alex de la Iglesia está sobrepasado con creces en esta su última película. Asimismo, la acción vacua, el cliché de lucha de sexos, su fuerte misoginia y la comedia grosera hacen su agosto. La trama se sigue con interés pese a las limitaciones de los actores protagonistas (unos “guaperas” Mario Casas y Hugo Silva, como un evidente anzuelo para atraer al sexo femenino). Por otro lado, la caracterización tanto física como emocional de las brujas (sorginas: metáfora probable de la Caza de Brujas actual), sobre todo Terele Pávez y Carmen Maura (Premio Donosti 2013), es lo mejor del filme, junto con los gags en torno al hombre de Badajoz ¡pobre hombre sin suerte!. Pero esta tragicomedia macarra llena de efectos técnicos dignos de Hollywood resulta ser entretenimiento liviano, con mucha grandiosidad, mucho espectáculo y mucha imaginación descocada, pero poco eco. En resumen, nada que ver con La comunidad, la mejor del director en cuanto a narrativa, y El dia de la bestia, en cuanto a extravagancia e ingenio.

El médico alemán. Wakolda (Lucía Puenzo) Horizontes Latinos

Lucía Puenzo adapta su propia novela al cine y presenta, a través de una historia envolvente, una postura crítica ante lo que fue el nazismo y en general ante todas las actitudes radicales de dominio, exterminio y jerarquía militar. Con una fotografía espléndida (pues además estamos en la Patagonia, en una de las regiones más impresionantes de América Latina), la película mezcla realidad y ficción, al plasmar el exilio del “médico” Mengele en Latinoamérica, así como sus constantes experimentos inhumanos con humanos. Gracias a una actitud inteligente para con el espectador, Puenzo se decanta por la sugerencia, para conseguir un thriller con una clara y contundente postura contra la doctrina nazi del superhombre (de influencia nietzscheana pero que el nazismo supo desvirtuar a su antojo), y deriva en un dilema moral que nos fuerza a posicionarnos y, al hacerlo, comprender y aterrorizarnos con la banalidad del mal que se apoderó de un pueblo, y de algunos de sus descendientes.

Tanta Agua (Leticia Jorge, Ana Guevara, 2012) Horizontes Latinos

Esta co-producción es una pequeña obra menor con poco presupuesto pero mucha alma, con mucho arte detrás. Es la historia de iniciación en el amor de una joven adolescente que se va de vacaciones con su padre y su hermano, donde además sufrirá su primer desengaño amoroso. Se sigue con interés el desarrollo de estas vacaciones, frustradas en un principio por la lluvia, para más tarde, por el primer rechazo sentimental. Paralela en forma e intenciones a Club Sandwich.

Club Sandwich (Fernando Eimbcke) Sección Oficial. Concha de Plata Mejor Director

Producción mexicana del realizador de la simpática Temporada de patos (2004), en la que se dibujan unas vacaciones entre una madre y su hijo en temporada baja, comenzando con la descripción de una relación absorbente digna del Bertolucci de La luna (1979). Pero esta relación materno-filial inexorablemente tendrá que dar paso a la madurez tras el despertar sexual del hijo adolescente y la apertura hacia el exterior de su pequeño mundo, de su sándwich mixto. La madre tendrá que aceptar (como todas las madres de todas las especies animales), la libertad inherente a sus retoños, no sin antes reclamarla su polluelo. Lo mejor, su falta de vanidad y su montaje fresco, original y seductor, pero tampoco era para ganar el Premio al Mejor Director en el Palmarés.

La herida (Fernando Franco) Sección Oficial. Premio Especial del Jurado

La herida es la tradicional película profunda, seria y dolorosa que suele ganar algún premio en el Donostia Zinemaldia, a excepción del año pasado, que ganó una acertada cinta insólita, inteligente y excepcional como es En la casa (François Ozon, 2012). Esta película, representación de una mujer desequilibrada, Ana, que padece el síndrome de Trastorno de Personalidad Múltiple o borderline, recuerda a Isabelle Huppert en La pianista (Michael Haneke, 2001). Ana no disfruta con nada ni con nadie y sufre una insatisfacción general, una angst permanente. No sabemos si esta enfermedad es fruto, como dirían los psicólogos, de sus pésimas relaciones con sus padres (tiene una madre autista y/o depresiva y un padre ausente), producto de la soledad de las ciudades modernas, o algo puramente neurológico; o todo ello junto. La cámara no la deja de grabar en ningún momento y se come la pantalla, pero la historia está contada sin ningún tipo de floritura técnica-artística. En esta película solo resalta la interpretación de ella, mientras que el guión, la fotografía, el ritmo y el montaje provocan decepción y frialdad, ante una propuesta, mas que sobria, floja, sin interés estético alguno, que “solo” sirve como ventana para reivindicar a “los sin voz” que, como dijo Marián Álvarez al recibir el premio, sufren en silencio en medio de la vorágine contemporánea. Valga entonces, que no es poco, como documento psicológico y sociológico, más que como obra de arte. El mejor hallazgo, el de incluir un tema muy apropiado de Vetusta Morla, El hombre del saco.

Pelo Malo (Mariana Rondón) Concha de Oro Mejor Película

Representante del escaso cine venezolano, esta película no es ni por asomo la mejor película de la Sección Oficial. Nunca entenderé los Palmarés y, en este caso menos aún, el que sea unánime, formando parte del Jurado personalidades tan distintas como Todd Haynes, David Byrne o Diego Luna. El hecho de que esta cinta esté dirigida, producida e interpretada por mujeres puede que haya sido su mejor baza a la hora de abrirse camino (quizás por la bienpensante presencia “equilibrada”). Pero su retrato de la miseria ya lo hemos visto mil veces: ese infierno de viviendas como “cajas de zapatos”, en las que sobreviven los personajes marginales de la sociedad, tan necesitadas de un humanismo urbanístico. Aquí malvive una mujer y sus dos hijos. Ella sufre enajenación producto de la desesperación y de su propia cerrazón e intolerancia (fruto, una vez más, de la ignorancia), lo que hace que no consiga querer a uno de ellos, provocando a su vez en su hijo una obsesión por alisarse el pelo para hacerse querer, anhelando ser aceptado y amado. Anhelo natural el de este chavalín expresivo, que cuenta con una ambientación sórdida de una Caracas putrefacta y miserable, en donde la supervivencia es la única esperanza de esta madre, pobre en economía pero también en espíritu, como pobre es esta dirección, donde no se presenta una heroína del movimiento de la liberación femenina, sino tan solo una víctima desolada. Esta cinta naturalista, se aleja de un Loach solidario y esperanzado, porque aquí tan solo vemos desesperación y, por otro lado, desinterés por su propuesta formal.