Javier Romero es un especialista en el ámbito del cine que se antoja en peligro de extinción. Quizá es una exageración si pensamos en cómo está de expandido el reportaje, la crítica y el ensayo cinematográficos. Hay mucho donde escoger. Muchas opciones donde informarse y formarse sobre qué de bueno tiene tal película, qué hallazgo encontró cual director, qué supuso determinado movimiento, qué claves hay en ese género o qué hace tan maravilloso al festival x (y despejemos la incognita cada uno como queramos, que me siento igual de culpable o inocente). Hay que saber separar el grano de paja. Aquí como en todos los lados.
La revista Quatermass fue el primer invento, en este ámbito, de Javier Romero: nos informa en el editorial del nº1 de Cine-Bis, que en 1993, es decir, hace 21 años, lo cual asusta un poco (pero por veterano/s, que no mayor/es) y viene a poner sobre la mesa, perseverancia, tozudez y entusiasmo. Quatermass es todo un referente, muy especialmente las ediciones sobre el cine fantástico español (nums. 4-5, 2002), cine fantástico británico (num. 6, 2004) y cine fantástico italiano (num. 7, 2008), volumenes emblemáticos y excelentes para cualquier persona que tenga interés en la historia del cine y/o en pasar un buen rato leyendo, consultando, aprendiendo. Cine-Bis es su hermano pequeño que ya cuenta con dos números publicados (octubre 2013 y julio 2014) y se presenta como una publicación camino de convertirse en esencial.
Cine-Bis viene acompañado por un subtitulo o descripción (en español, francés, alemán, inglés e italiano) que explica, muy bien, su objetivo y razón de ser: «cine de genero alrededor del mundo». Una primera aproximación confirma de lleno lo que anuncia su cuidada apariencia, la cual, como no podía ser de otra manera, brilla por su fotomontaje y el detallado diseño, el talante y los talentos de las contribuciones, el arrojo y los andamiajes de los temas. Aunque en la variedad de los textos, como en cualquier obra colectiva, se prefieren o seducen unos más que otros bien por el objeto de trabajo, bien por la escritura, visto en conjunto se tiene una agradable sensación de unidad, de conjunto bien ensamblado. Dicho esto, no me resisto a destacar algunos de los artículos o capítulos.
En primer lugar, las entrevistas de Carlos Aguilar: Fernando di Leo y Helga Liné en el número 1; Giuliano Gemma y Antonio Margheriti en el 2. Conversaciones cercanas y fluidas, con sus filias y fobias, con aportaciones de valor, incluso aunque podamos discutirlas en ocasiones, y llenas de vida, de pasión por y para el cine. El díptico en dos partes sobre la Blaxploitation a cargo de Fernando Rodriguez Tapia, que además de servir como una excelente guía de iniciación en aquel cine tan característico, resulta un texto estimulante, de esos que motivan a sumergirse en ese universo incluso aunque no siempre le hayamos encontrado el punto. Otro articulo a retener, en la misma línea que el anterior, es el de Angel García Romero, titulado con mucho tino «Ni una brizna de hierba», acerca de la ciencia-ficción apocalíptica de los años 70 en el cine norteamericano publicado en el primer volumen. Sorprendentes y coherentes son las antologías de un film tan olvidado como El incinerador de cadáveres del checo Jurac Herz (número 1, Adrián Sánchez) y del desconocido para mí Viy de los soviéticos Georgi Kropachyov y Konstantin Ershov (número 2, Pablo Fernández). No hay que olvidar tampoco el recuerdo a Curtis Hurrington (número 2), personalidad extraña dentro de Hollywood, que hace tiempo nos hubiera llamado mucho más la atención, y eso que como muy bien resume Carlos Aguilar, «fue aun autor enamorado del género (de terror) y logró ser mejor de lo que le dejaron».
Las 100 páginas del primer Cine-Bis se van a 124 en el segundo (por el mismo precio: 8.70 euros, pedidos a quatermass@hotmail.com) y en ambos hay hueco para una sección dedicada a fanzines (Monster World y Exhumed Movies en estas primeraas entregas), dando la voz a algunos de sus responsables que responden a Javier Romero sobre la producción, experiencias y objetivos editoriales, expresando siempre su devoción por un determinado tipo de cine, que nos remonta en ocasiones al mundo analógico. Una bonita manera de promocionar y difundir el trabajo de este grupo de personas que vuelcan su pasión sobre el papel, y que tienen suficientes lectores que nos hace creer.