El tiempo no cura
Whether Grace left Dogville, or on the contrary Dogville had left her —and the world in general— is a question of a more artful nature that few would benefit from by asking, and even fewer by providing an answer.
El a veces terrible salto de la adolescencia a la madurez, la hipocresía de los envidiosos, pero por encima de todo la presión – y opresión – social que puede llegar a sufrirse cuando no eres como se supone debes (para asegurar el equilibrio de la comunidad), se entremezclan en el film de Arnby, que rodea sus intenciones con el halo fantástico que le proporciona el guión de Rasmus Birch. Así que tanto para que amantes del género disfruten de la lenta pero necesaria y coherente transformación de Marie (hasta que despierte la bestia… aunque a muchos les acabará exasperando la espera), como para cinéfilos que puedan deleitarse con lo bien guiado que está cada paso hacia el final del metraje, el film aborda el desprecio social hacia los supuestos inadaptados y la reacción de éstos ante ese sentimiento colectivo, utilizando el suspense como género base del film para ser combinado con fantástico y terror y, además, incluyendo todos los elementos de un film juvenil… saliendo airoso en su extraña propuesta.
Marie: la marginada adolescente
See, it’s different, ‘cause you’ve always had friends, and people want to talk to you and be around you. I never had any of that. I mean, before this, I barely even hung out with Matt, and he’s my cousin. We were close when were little, but- I don’t know. In high school, everything changed.
— Chronicle (íd., Josh Trank, 2012)
Cuando despierta la bestia gira en torno a Marie, una chica de dieciséis años que empezará a trabajar como limpiadora de pescado en la fábrica de su pueblo. Un pueblo que ya se nos presenta insano, febril y oscuro en las imágenes iniciales del film, con una penetrante fotografía e inquietante música que consigue adentrarnos en él como si de la introducción a un retorcido cuento se tratase, y cuya fría y atemorizante atmósfera se logrará mantener durante todo el metraje.
Conoceremos en primera instancia a una Marie inocente, con muchas ganas de encajar en su nuevo lugar de trabajo.
Lo que toca: aprender y sociabilizar.
Así que como si de un instituto se tratase, el director juega a identificar la fábrica con el entorno de una escuela típica de film americano escrito y dirigido a adolescentes. Al fin y al cabo, a nivel social, no hemos conseguido zafarnos de ese comportamiento que todos sufrimos, o ejecutamos, a esa edad en algún momento. La máscara que nos pusimos entonces nos persigue años después…
De esta forma, como en cualquiera de este tipo de films en el que nos centramos en las terribles vivencias del adolescente reprimido y su reacción ante la coacción que padece (a la mente se viene la también de género fantástico Chronicle, o Carrie —íd., Brian de Palma, 1976— si vamos directos al terror), seguiremos a Marie en su acorralamiento. Y encontraremos los personajes típicos: el “malo” con cierto peso en el instituto, que en realidad está enamorado de la chica y le da vergüenza admitirlo (por lo que la quiere dejar siempre en evidencia); el grupo de “matones” que no dejarán en paz a la muchacha; los supuestos amigos que acabarán traicionando a la protagonista para no ser ellos también motivo de burla y, por supuesto, el novio, el que aparentemente no pertenece a ninguno de los bandos, el guaperas de turno, vamos, que la comprenderá y querrá proteger cueste lo que cueste. Por supuesto, los padres de la inadaptada también aparecerán en escena, ya sea para confirmar el por qué se trata así al personaje principal, o, por contra, como punto de fuga para la adolescente.
No obstante, en Cuando despierta la bestia el papel de los padres tendrá mucho más peso ya que el recelo hacia la familia al completo se presenta como subtrama en la película, y se palpa también continuamente gracias a la ambientación conseguida.
Marie: siguiente generación
You will travel far, my little Kal-El. But we will never leave you… even in the face of our death. The richness of our lives shall be yours. All that I have, all that I’ve learned, everything I feel… all this, and more, I… I bequeath you, my son.
— Superman (íd., Richard Donner, 1978)
Si los años —y actos— de adolescente nos persiguen, no es de extrañar que el film se nos antoje también como el vapuleo social hacia el núcleo familiar que no consideran merecedor de su puesto en el pueblo. Y al escribir estas líneas me es imposible no recordar Celebración (Festen, Thomas Vinterberg, 1998), otra danesa cuya escena más impactante, cuando el hijo explota ante la multitud de invitados y explica que su padre abusó de él, se presenta como si de una micro sociedad se tratase, y cada uno de los personajes externos al drama volvieran a sus años de escuela, de instituto, intentando evitar ser en ningún momento el centro de atención para no salir perjudicados. O La caza (Jagten, 2012), también de Vinterberg, en la que un inocente como la Marie que nos ocupa, y su familia, se verá envuelto en un drama donde los malentendidos y las pocas ganas de rectificar cobran protagonismo.
Pero, volviendo a la que nos ocupa: el guión de Birch se apoya en dos pilares básicos que se corresponden con dos tándems de personajes: madre/hija, padre/novio.
El primer tándem representa el miedo de la sociedad hacia lo desconocido, hacia los que no saben, ni quieren, seguir las normas. De esta forma encontramos a la ya citada Marie, que no querrá hacer caso al doctor, ni a su padre, que la instan a tomar unas pastillas para la supuesta enfermedad que sufre… igual que consiguieron con una madre que se nos presenta ida, postrada veinticuatro horas en una silla de ruedas.
Porque la madre, al contrario que la rebelde Marie, representará la madurez de aquella que se presenta aparentemente amansada por la sociedad, habiendo consentido ahogar sus verdaderos sentimientos e impulsos por el bien de su marido, por el bien de su hija.
Claudicar por el bien de los tuyos…. a no ser que la sociedad quiera inmiscuirse en la voluntad de uno de ellos.
Con la madre han podido, y nos preguntaremos a lo largo del metraje, a medida que avanza el argumento, si lo conseguirán también con Marie. ¿Podría la joven acabar consintiendo “ser tranquilizada” (que no deja de ser, en el mundo real, ser absorbida por el deseo de la masa global)? Siempre nos queda la esperanza de que no.
Vamos a por el segundo tándem, y analicemos la personalidad del padre, un hombre que abandona su propia vida por cuidar de su mujer. El padre es la bondad, el lado opuesto a la crueldad que les rodea y les ha hecho aislarse de todos. El que prefirió ser repudiado antes que abandonar a su amor. Un hombre que se muestra indeciso ante los demás pero que descubriremos es la faceta que sigue mostrando al exterior para evitar se conozca la historia del núcleo de su familia. Y en padre veremos también el futuro del novio de Marie. Porque el chico, si quiere seguir con ella, tendrá que olvidarse de tener una vida propia, y seguir a su amada.
Dos generaciones que repetirán unos mismos actos.
Finalmente… Marie: el licántropo asesino
—You should kill yourself.
—Oh, I cannot tell you how often I’ve considered that. But life is far too glorious, Lawrence, especially to the cursed and the damned, like myself.
— El hombre lobo (The Wolfman, Joe Johnston, 2010)
La progresiva transformación de Marie es tildada de enfermedad. Podría ser enfermedad bipolar, esquizofrenia, o simple melancolía, como la descrita también por Von Trier en su film (Melancolía, Melancholia, 2011), en el que su personaje femenino principal, apoyado por la hermana de ésta, también decide abandonar el redil y dejarse llevar por sus propios impulsos (y, por cierto, que el tema del film nos lleve a pensar en Lars Von Trier no es casual). Arnby trabajó en varias películas del director, por lo que puede reconocerse cierta predilección por focalizarse no únicamente en personales ignorados y aislados… mientras visionábamos el film la primera película que se nos vino a la mente fue Dogville, por ejemplo).
Pero no, es algo mucho más espectacular.
Que el mito escogido sea el licántropo no es casual: es el único que puede transformarse rápidamente cuando se enfurece, y a voluntad, además de tener que hacerlo por obligación con la llegada de la luna llena. Y Marie está llena de odio y rencor hacia los demás… ¿Qué mejor forma de hacérnoslo ver?
De esta forma, Marie irá sintiendo los síntomas de que es mujer lobo gradualmente, igual que crece su furia hacia el entorno que la rodea. Primero más vellosidad, luego las uñas sangrantes, los ojos de animal de la noche… para pasar a atreverse a plantar cara a sus opositores, incluso a negarse a esconderse ante los demás (la delicada y a la vez inquietante escena de Marie repartiendo el café es terriblemente elocuente) hasta, como señalábamos inicialmente, la reacción final de la adolescente acorralada.
Es muy posible que muchos, y más los seguidores del género y fanáticos de las historias de los hombres lobo, se vean decepcionados. Porque si el título parece prometer el disfrute de un film mucho más de género, con sangre y vísceras volando por la pantalla, nada más lejos de la realidad: Arnby se escuda en el mito para plantear las reacciones, los impulsos de los atormentados que deben defenderse del hostil entorno que les rodea repudia. Y, en el mundo real, estos sentimientos se incuban, se cuecen a fuego lento.