Bernie

El cine es la única realidad

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Sería un grave error despachar un comentario de Bernie diciendo que es una obra menor de Linklater. Podría decirse de que es una  brillante comedia amable con toques de mala leche. Las crónicas de un enterrador (sí, ya se, Bernie es mucho más que eso..), experto en tanatología y con un gran don de gentes. Hábil en ventas, impecable con los cadáveres, elegante en funerales, atento con las viudas, amable con sus conciudadanos, Bernie es el ídolo de Carthage, la pequeña ciudad de Texas dónde se asentó años atrás. Su valía y su popularidad se pondrán a prueba ante sus conciudadanos epor su relación con la viuda Nugent, la mujer más odiada de la ciudad. Sorprendentemente, Bernie saldrá triunfante de este reto pero, aunque disfrutará de un tren de vida excelente, no quedará a salvo de la venenosa mujer y su actitud dominante y egoísta. A partir de ahí…

A partir de ahí veremos que Bernie es algo más, mucho más, que una comedia amable. Y no se trata sólo de que aumente la dosis de mala baba. Pongamos las cartas (y algún spoiler) sobre la mesa. Los habitantes de Carthage han ido comentando, cara a cámara, las virtudes de Bernie, sus habilidades, su actitud. Y también el carácter indeseable de su nueva pareja.  Y ahí radica el interés, la singularidad de la propuesta, dado que Richard Linklater recurre no sólo a actores sino que permite, promueve, la presencia de los auténticos habitantes de Carthage. Bernie no es, pues, sólo una comedia. Ni un docudrama. Es un ensayo brillante sobre las relaciones humanas. Sobre la verdad, las verdades, sobre la mentira, sobre la justicia, la  ética y la moral en las pequeñas comunidades (tal vez, posiblemente, también en las mayores). Porque llegado el momento de la misteriosa ausencia de la señora Nugent, y la notoria intervención de un fiscal ávido de protagonismo, los convecinos cierran filas en torno a un Bernie simpático y benefactor, primando conceptos como la igualdad de oportunidades sobre la justicia para todos. Linklater recoge los comentarios de vecinos reales, los orquesta en boca de actores y recrea el circo judicial que tuvo lugar, realmente, 16 años antes del rodaje de la película.

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De hecho es otra asombrosa apuesta de Linklater para llevar la realidad al cine.  No sólo la historia de Bernie es real, como lo son algunos de los personajes que aparecen, sino que la propia obra llegó a modificar la realidad Es la realidad dentro del cine, es el cine hecho realidad. Linklater capta el día a día y lo refleja, lo recoge en pantalla. Lo hizo en la trilogía sobre la pareja: Antes del amanecer (Before sunrise, 1995), Antes del atardecer (Before sunset, 2004) y Antes del anochecer (Before midnight, 2013) recogían la evolución de dos amantes, encarnados por la misma pareja (Ethan Hawke y Julie Delpy en estado de gracia) a lo largo de dos décadas, con fidelidad no sólo a la evolución de emociones y sentimientos  sino recogiendo el impacto del paso del tiempo. Un auténtico documento sobre la realidad. También meditó sobre la vida y su sentido en Waking life (id., 2001)  y en A scanner darkly (id., 2006),  en las que utilizó animación para reflexionar sobre la vida y la muerte. Y, por supuesto, lo hizo con la extraordinaria Boyhood (id., 2014), una auténtica reencarnación de la realidad en pantalla mediante el seguimiento de unos personajes (interpretados por actores, de nuevo) durante una docena aproximada de años. Bernie constituye, pues, un nuevo eslabón en esta serie de intercambios entre vida real y vida en pantalla. No significa ello que la historia sea menos divertida ni que se bloquee la sonrisa a medio metraje. La historia trazada por Linklater se nos muestra con tal habilidad de modo que podemos seguir riendo mientras vemos cómo las codicias individuales o los sesgos grupales pueden determinar la vida de una persona o una comunidad.

…Y, sorprendentemente, hay que señalar que la historia, modificada, fue más allá del final de la película. Porque Bernie Tiede (¿el buen Bernie?), condenado por el sistema judicial (y por los paletos endogámicos de otra ciudad, según manifestaron sus conciudadanos) y defendido por sus amigos en la realidad en 1996 y en la realidad de la película en 2011, conseguiría una reducción de condena de la original cadena perpetua. Una puesta en libertad que, de no mediar la obra de Linklater, nunca habría conseguido y que se inició con una convivencia con el propio director. Sorprendente pero real. El cine de Linklater no sólo ha sido capaz de reflejar la realidad sino que ha llegado a modificarla. Cine y realidad son una única entidad.