Ella, él y el gato se largan de Bad City. Pensaban huir juntos pero ahora dudan y el coche se detiene. Lo que les separa, lo que saben el uno del otro, o el uno de la otra, empieza a pesar. Se alejan con la mirada todo lo que uno puede alejarse dentro de un coche, pero el gato mira a la cámara porque a un gato tú no le dices dónde mirar. ¿Bad City y la soledad o continuar, acompañados, por una carretera negra como una mina de carbón? Poco a poco empiezan a revertir el giro de cuello. Gana el carbón compartido.