Festival de Sitges 2020. Previa

El año de la plaga

Llega el Festival de Sitges 2020. Este año, renqueando, sufriendo, acechado por un enemigo tan oscuro como los males de las películas que el propio festival suele presentar. Es un Sitges distópico, que imaginamos tantas ocasiones pero que nunca querríamos haber visto. Es, también, un Sitges voluntarioso, limitado en aforo y en películas, al que acudimos con tanta incertidumbre como esperanza de encontrar, de nuevo, buenas películas.

El Sitges del Covid merece ser recordado como un esfuerzo colectivo por defender la cultura. Se puede ver presencialmente pero también hay opción online para algunas de las obras. Habrá que ver si también será recordado por alguna cinta memorable. En este centenario de Caligari y del gabinete en que dormía el infeliz Cesare tenemos nombres tan conocidos por estas salas como títulos prometedores.

El festival arrancará el jueves 8 con el preestreno de Malnazidos, de Javier Ruíz Caldera y Alberto del Toro, pasando de la comedia al fantástico y  mezclando guerra civil con zombis.

Festival de Sitges 2020

Malnazidos (Javier Ruiz Caldera, Alberto del Toro)

La Sección Oficial no reduce su habitual avalancha de propuestas. Entre la treintena de obras podemos encontrar una serie de sospechosos habituales. Archenemy, de Adam Egypt Mortimer, el director de la estimulante Daniel Isn’t Real que trae ahora a un superhéroe de otro mundo que, sin poderes en éste, busca ayuda para derrotar a los mafiosos de turno. Archive, de Gavin Rothery, es un interesante y aplicado ejercicio sobre robótica al estilo black mirror. Vuelve perturbadoramente Juanma Bajo Ulloa con Baby y vuelve (¿perturbadoramente?) Malick como productor de The Book of Visión de Carlo S. Hintermann. También regresa a Sitges Kike Maillo que se lanzó aquí años atrás con Eva y trae ahora la adaptación de Cosmética del enemigo de Amelie Nothomb. Y otro que debutó aquí, Benh Zeitlin, con Bestias del sur salvaje, nos trae ahora una revisitación de Peter Pan en Wendy. Regresan también Julien Maury y Alexandre Bustillo, autores de En el interior, con una criatura vengativa en Kandisha y vuelven también los zombis coreanos para que podamos decir si Peninsula, la secuela de Tren a Busan, es mejor o no que su predecesora. Y Brandon Cronenberg, con implantes cerebrales y conflictos sucesivos en Possessor Uncut. Y para cambiar el rictus por la risa tendremos, una vez más, al inefable Quentin Dupieux con otra comedia absurda, Mandíbulas o a Save yourselves!, comedia Sundance en la que una pareja hípster decide aislarse del mundo precisamente la víspera de una invasión alien.

Pero aún hay más, obras con las que arriesgarse a partir de propuestas atractivas: Cosmogonie, con una peculiar caperucita; The Dark and the Wicked, con un luto y un duelo que se transforman en algo más; Le dernier voyage de Paul W.R., dónde un hombre desaparecido puede salvar el mundo; Fried Barry, un desmadre sobre un yonqui poseído por aliens en una noche de subidón total; Comrade Drakulich, comedia entre la sangre y el comunismo; La nuée, con una madre que monta una granja de saltamontes y…

Tal vez, de tantas desconocidas, merece la pena asomarse a The Owners, un excelente thriller de Julius Berg sobre un robo en la casa de unos ancianos que acaba siendo algo más. Post Mortem, de Peter Bergendy, porque es la historia de un fotógrafo de cadáveres a primeros de siglo XX y, sobretodo, porque el cine del Este suele traer a Sitges algunas delicatesen. Relic de Natalie Erika James (enfrentando demencia y posesión) y She Dies Tomorrow de Amy Seimetz (la paranoia de muerte inminente como brote contagioso en una cinta que busca el ambiente por encima del argumento) llegan con tantas referencias de fan y haters, para que podamos apuntarnos a un grupo o a otro.

Festival de Sitges 2020

Archenemy (Adam Egypt Mortimer)

Noves Visions suele aportar buena parte de las joyas festivaleras. Tenemos a Juan Cavestany con Un efecto óptico, dónde una pareja de Burgos ve en Nueva York una serie de señales autoreferenciales. Historia de lo oculto plantea la denuncia televisiva (manteniendo tal formato) del satanismo del presidente del estado. Ich-Chi es el retorno de agricultores rusos a una tierra maldita. Y si el año anterior Yves era un frigorífico que regía la vida de su amo, Jumbo es la atracción de feria de la que se enamora una joven. Llegan con buenas referencias Saint Maud pese a sus ecos de Misery y My Heart Can’t Beat Unless You Tell It To, que suena a Déjame entrar. Last words, por su parte, con cine a proyectar en el apocalipsis, nos acerca al buscado Paul W.R. de la película antes referida. Y Valley of the Gods, del director de El molino y la cruz, con tres cuentos entrelazados y la presencia de Malkovich. Y obras difíciles de preveer como Les animaux anonymes y El elemento enigmático y…

En la sección Panorama Fantastic apostaría por cuatro obras. La divertida 12 Hour Shift, una comedia negra con riñones y la protagonista con mayor empaque y mala leche vista en tiempo. The Night, una coproducción USA-Irán que nos lleva a un hotel encantado. Spiritwalker (al menos hay otra peli coreana) en la que un hombre cambia involuntariamente de cuerpo dos veces al día. Y Vicious Fun, en la que un crítico de cine se apunta a un grupo de terapia para psychokillers.

Finalmente, en Anima’t tenemos la tercera peli coreana, Beauty Water, dónde un líquido milagroso cambia cuerpo (¿y alma?) de una joven acosada, Hello World, anime en la que un joven del futuro avisa a su yo pasado de que está preso en un sistema informático, y Lava, en la que una interferencia televisiva indica que algo va mal en el país o en el mundo.

Están también las clásicas Seven Chances, las sesiones Midnight Xtreme, el Brigadoon y unas sesiones especiales que incluyen la ya afamada Surge, El imperio contraataca o El hombre elefante… pero, con tanta oferta y salas de aforo reducido, habrá que pedir suerte y tener tino en la elección. Confiemos en que este Sitges apocalíptico tenga final feliz.