Sitges 2020. Volumen 5

El thriller

Sitges siempre acoge con cariño el cine de acción en sus más variadas presentaciones, de uno y otro continente.

La habitualmente resultona selección coreana traía en esta ocasión tres propuestas aunque, curiosamente, la propuesta más rotunda no fue la más esperada. Península, la secuela de la exitosa Tren a Busán, dejaba a los zombies en segundo plano, como secundarios de una trama de acción en la que un grupo de desarrapados trata de conseguir un camión lleno de lingotes de oro de un país plagado de no  muertos. Si en la primera película la tensión se concentraba dentro del tren y se dosificaba terror y humor, el director de esta secuela, Yeon Sang Ho, opta por abrir espacios en una urbe post apocalíptica, limitar los gag a momentos muy concretos y dar predominancia a las escenas de acción con grandes vehículos. La masacre de zombis deviene más video juego que espectáculo visual y las persecuciones traen demasiado eco de Mad Max. Es, sin duda, una propuesta atractiva a la que no le faltan puntos de interés (la situación de los coreanos supervivientes transformados en hostigados inmigrantes ilegales, el uso de las luces o el sonido para alejar o acercar a los zombis según interesa) pero a pesar de la buena factura técnica arrastra demasiadas imágenes ya conocidas lastradas, además, por un final aderezado por el inefable melodramatismo coreano a cámara lenta.

Spiritwalker, por su parte, arranca de modo muy prometedor y mantiene el interés durante la mitad del metraje, mientras su protagonista cambia de cuerpo cada doce horas sin saber por qué le ocurre ni quién es realmente, y viéndose inmerso en una lucha asesina entre diversos bandos mafiosos. Yoon Jae-keun consigue mantener el ritmo y la curiosidad del espectador muy hábilmente pero en el momento en que la trama de delincuencia queda revelada (y la inverosímil explicación del fenómeno que padece) no hay otro punto de interés más que en la ironía de un personaje que debe asesinar el cuerpo que habitó unas horas atrás.

…Muertos que no mueren, almas que transitan cuerpos… Beauty wáter, de Cho Kyung-hun, aunque situada en la sección Anima’t, se integraba perfectamente el contexto. La trama, inicialmente, tiene conexiones con numerosas leyendas y películas. Una joven poco agraciada y huraña descubre un producto que la transforma en una belleza. La propuesta podría haberse orientado hacia la moralina, poniendo en relieve que la belleza y la bondad pueden habitar polos opuestos, como parece indicar el progresivo egoísmo y el despreció por los semejantes que experimenta Yae-Ji . Sin embargo, la película toma otra dirección, más interesante, hacia el Fantástico, con una heroína perversa que no duda en sacrificar a sus padres y mentores, literalmente, para mantenerse radiante. El gore de los cuerpos desintegrándose y los jugos flotando en la bañera, menospreciados restos de su vida pasada, de vidas pasadas, serán el tenebroso preludio de un final sorprendente que se aleja de la moralina y remata Beauty water con una mirada cínica sobre la obsesión por la belleza en la Corea actual.

Sitges 2020

Beauty Water

Archive es una obra conseguida por contenida. Aunque la historia de George Almore, informático experto en robótica dedicado a creación de vida artificial en un laboratorio oculto, contiene suficientes giros de guion, la película podría convertirse en morosa si Gavin Rothery no le imprimiera una tensión continua que se origina en el off visual. Aunque tenemos a un par de robot geométricos que se comen la pantalla de tiernos, no hay grandes efectos especiales ni, luchas espectaculares. Pero Rothery nos atrae a una historia que, percibimos, oculta algo; intuimos algo más que puede sorprender tanto al protagonista como a los espectadores… Aunque, cuando finalmente es así, Rothery nos sorprende doblemente. Archive es un Black Mirror prolongado, doble, que acaba aportando más de lo que haría falta.

El pasado año pudimos ver la obra anterior de Adam Egypt Mortimer, Daniel isn’t real, una buena apuesta que mezclaba thriller y terror, basándose en la reaparición de Daniel, un maligno amigo invisible, que solucionaba por lo sano los problemas de Luke. Éste se debatía ansiosamente entre la necesidad de un amigo que le inspirara y el rechazo de las acciones que Daniel le causaran, siendo víctima de las consecuencias de los bárbaros actos de su alter ego. También, Luke se debatía entre la razón y la locura y Egypt Mortimer trazaba la historia sobre un filo muy fino, permitiéndose situar al protagonista como una víctima de un personaje de otro mundo o como un paciente esquizofrénico. Egypt Mortimer no tiene reparos en utilizar un esquema demasiado semejante en Archenemy. Aquí Hamster, reportero de pacotilla para una aplicación tipo TikTok, conoce a Max Fist, un sin techo que refiere ser un superhéroe caído de otra realidad y que tomará como eje de sus noticias. Egypt Mortimer nos sitúa de nuevo en la dualidad entre la locura cotidiana y lo extraordinario, haciéndonos dudar de si las historias de Fist, presentadas en una divertida animación digital, son creíbles o si son simplemente producto del alcoholismo. Archenemy asume su condición de cómic con honestidad, desde la presentación de los personajes protagonistas, ansiosos por escapar del gueto de pobreza y drogadicción en el que sobreviven, a las escenas de acción y el definitivo plano (que debería ser) final. Hay, sin embargo, una indecisión en el tono que nos lleva de lo naif a lo más cruel y, como espectadores, no dejamos de horrorizarnos cuándo, como le sucede a Hamster, vemos que nuestro héroe es un asesino.

No se puede, evidentemente, dejar de lado a una de las mejores propuestas de todo el Festival, ganadora de los premios a la mejor película y mejor dirección de la sección oficial. Possessor, de Brandon Cronenberg, no es sólo un thriller tenso y perturbador sino que es una muestra de renovación genérica. Obra habitada por personajes dolidos, torturados, remite muy directamente al cine paterno, a Videodrome, sin duda, pero también a Promesas del Este. Brandon no duda en arrancar la película con un sangriento asesinato a sangre fría, aparentemente producto de una mente enferma, que termina con una suerte de suicidio. No tardaremos en descubrir que se trata de un planificado crimen mediatizado por un ingenio que permite apropiarse de la voluntad de personas anónimas para que cometan el crimen. Basta una mente con la suficiente potencia y convicción que domine a tal suerte de zombi para que éste remate a la víctima escogida. Pero Tasya Vos, asesina de nombre sonoro, empieza a tener dudas. Hay interferencias en su percepción del mundo cuándo posee los cuerpos que transforma en máquinas de matar, su vida en familia pesa en exceso. A través de la siguiente misión, Cronenberg plasma en escena no sólo la trama criminal sino el duelo que Tasya mantendrá consigo misma, por un lado, y con Colin, el nuevo zombi. Colin no acaba su misión y tampoco quiere dejarse matar. Enfrentado a algo que no entiende, asediado por la policía que le persigue e inseguro acerca de quién le es hostil o no, siente en sí mismo dos presencias, del mismo modo que Tasya se siente desplazado en el cuerpo de un hombre que folla una mujer, algo que Cronenberg plasma en planos mezclados entre el rostro de Tasya y Colin durante el coito de este con su novia. Sin dejar de lado la historia criminal (con profusión explícita de violencia y sangre) asistimos a un duelo entre dos mentes que pugnan por sobrevivir, por el conflicto entre una asesina despiadada y un personaje no más inocente que se bate con todas las armas, físicas y mentales posibles. El mérito de Brandon Cronenberg es ser capaz de otorgar fisicidad (disparos a traición, a bocajarro, puñaladas…) y poner en imágenes un duelo que tiene lugar a nivel mental entre un alma quebrada y un cerebro invadido. El resultado es un thriller gélido, tan conciso como rotundo, que no deja margen alguno para la esperanza pero que eleva a Brandon Cronenberg a algo más que un digno heredero de David.

El top en la pandemia

Last words

Un efecto óptico

My Heart Can`t Beat Unless You Tell it to

Rent-a-pal

Valley of the Gods

Saint Maud

She Dies Tomorrow

Possessor

Relic

Host